López de Heredia es, sin duda, una de las historias más bellas del vino español. La bodega fue fundada en 1877 por el bisabuelo de los actuales propietarios, Rafael López de Heredia y Landeta, junto a un négociant francés que volvió a su tierra una vez pasada la crisis de la filoxera. Pero él continúo el negocio, al principio con otros socios y luego ya en solitario. Fue un visionario que ya en 1900 “quería vender vino a aquellos que tuvieran coche, llevaran corbata, hablaran inglés y tuvieran relación con la Casa Real”.
El ambicioso proyecto arquitectónico que diseñó para Tondonia en el Barrio de la Estación de Haro aún no ha concluido, pero sus descendientes siguen obedientemente los planos originarios. La cuarta generación, liderada por María José López de Heredia, se permite sus golpes de modernidad (como la tienda diseñada por la arquitecta Zaha Hadid), pero hace gala de un compromiso total con sus raíces. De hecho, ha puesto en marcha un proyecto cultural para catalogar y clasificar su ingente fondo documental, fotográfico, mobiliario, objetos empleados en las labores de campo… todo lo que ha formado parte de la bodega y la familia a lo largo de su historia.
Y es que en R. López de Heredia Viña Tondonia el tiempo parece haberse detenido. No puede haber visita más ilustrativa para conocer cómo eran las grandes bodegas riojanas hace un siglo. En lo que respecta a los vinos, es la única bodega de Rioja que no ha sucumbido a la modernidad, la que firma los vinos más clásicos entre los clásicos a partir de sus 170 hectáreas de viñedo. Sólo Viña Tondonia, el viñedo abrazado por el Ebro que da los vinos más famosos, ocupa 100 hectáreas. Los otros son: Viña Cubillo, Viña Bosconia y Viña Zaconia.
Los vinos se siguen elaborando con levaduras autóctonas, largas crianzas en barricas viejas de roble americano (eso sí, cuidadosamente reparadas y puestas al día, ya que la bodega cuenta con tonelería propia), se clarifican con clara de huevo y se embotellan sin filtrar. Los vinos tienen graduaciones alcohólicas menores que los riojas actuales, acideces notablemente más altas y unas texturas muy particulares que muy bien podrían asociarse a esa lenta decantación natural que realizan durante años y años en barrica.
Las etiquetas básicas de la casa son el tinto Viña Cubillo (unos 12,5 € en España), con categoría de crianza y tres años en barrica (tanto como un gran reserva) y el blanco Viña Gravonia (también crianza, cuatro años en roble y unos 15 €). La etiqueta más importante y de mayor producción (250.000 botellas) es Viña Tondonia Reserva Tinto (unos 26 € en el mercado español) que pasa seis años en barrica. El otro reserva de la casa (con presentación en botella borgoña) es Viña Bosconia (cinco años en roble, 40.000 botellas y unos 20,5 €).
Los grandes reservas, que envejecen en barrica durante al menos 10 años, son mucho más escasos (rara vez superan las 20.000 botellas) y no es raro que los blancos salgan al mercado más tarde que los tintos. El Tondonia Gran Reserva Blanco, por ejemplo, es una rareza con sólo 22 cosechas en la historia de la bodega. Se elabora también en versión tinta y ¡rosada!, sin duda el gran exotismo de esta bodega y un vino único en el mundo. Tras una ausencia de varios años desde la cosecha 2000 sale ahora al mercado el 2008 (unos 55 €), con cuatro años de envejecimiento en barrica. Cierra la colección de grandes reservas Viña Bosconia, marca algo menos conocida por los coleccionistas, pero capaz de dar grandes alegrías. La cosecha 1947, por ejemplo, es legendaria por su increíble y sorprendente lenta evolución en botella.
Los vinos de R. López de Heredia se han convertido en auténticas rarezas cada vez más valoradas por los críticos y amantes del vino. No es extraño que la bodega haya pasado de vender el 90% de sus vinos en el mercado nacional en 1998 a exportar la mitad de su producción.