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1. Los “guardianes del vino” de 2019. 2. Feliz con mi capa verde. 3 y 4. Vinos de 100 puntos. 5. Luis Gutiérrez en acción. 6. ¿El vino más maravilloso de José Luis Mateo? Fotos: Fevino y A.C.

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Ferrol, los guardianes del vino y nueve botellas únicas

Amaya Cervera | Domingo 09 de Junio del 2019

Aunque bastante lejos de las principales regiones vinícolas gallegas, Ferrol tiene fama de ser una ciudad en la que se consume mucho vino de calidad. De ahí que su Salón Profesional del Vino (Fevino), de periodicidad bienal, tenga cada vez más peso en Galicia, particularmente desde que su impulsor Fernando Yáñez apostara en 2015 por un formato más amplio y dinámico con catas de alto nivel y creara los premios Guardianes del Vino para reconocer la trayectoria de profesionales relevantes del sector. 

Fue un honor ser una de las galardonadas este año junto con la investigadora del CSIC Mar Vilanova, los productores Raúl Pérez y Vicente Cebrián-Sagarriga (Marqués de Murrieta), el periodista y elaborador Víctor de la Serna (Finca Sandoval) y la marca de copas Riedel. La presentadora de televisión Paula Vázquez, nacida en Ferrol, ejerció de madrina en la entrega de precios. Esta edición no se entregaron diplomas ni estatuillas sino una capa verde a tono con el color del paisaje gallego que nos echamos a los hombros con la no pequeña responsabilidad de ejercer de “guardianes del vino”. En Spanish Wine Lover nos aplicaremos más si cabe en preservar y dar a conocer las historias más auténticas del vino español. 

Una buena agenda de catas

La cata estrella de Fevino fue la de los “100 puntos Parker”, ocho vinos puntuados y presentados por Luis Gutiérrez, el catador de The Wine Advocate para España y Guardián del Vino en la anterior edición del salón.

La selección tenía el aliciente de incluir un rioja viejo de Cvne (el Viña Real Gran Reserva 1959) y otro de circuito muy reducido como el Parreno 2001, elaborado por R. López de Heredia para el proyecto Matador, además de una Reliquia Palo Cortado de Barbadillo y un PX viejo de añada de Toro Albalá. Son vinos que, junto con el Castillo Ygay Blanco de 1986, también presente en la selección, permiten valorar los límites de los envejecimientos estáticos y dinámicos y del envejecimiento en botella

Evidentemente, los 100 puntos han hecho que desaparezcan rápidamente del mercado o que sus precios alcancen niveles estratosféricos. Probarlos juntos es todo un lujo y da un valor añadido importante a Fevino por programar un evento de estas características. La cata, con un coste de 120 €, fue la más cara de una agenda que incluía dos mini-verticales de Tilenus Pieros y Ultreia conducidas por Raúl Pérez y con un Fondillón como colofón (60 €), una de blancos gallegos de guarda (40 €) y otra aún más asequible (25 €) e interesante de blancos de albarín (una uva con sinonimias como raposo, branco legítimo y branca do país) elaborados en distintas zonas de Galicia y de León.

Algunos vinos mágicos

La cata de los “100 puntos”, que contó con la presencia de algunos productores, arrancó a contracorriente con el que, sin duda, fue el vino más potente e intenso de la serie, el Palo Cortado Reliquia de Barbadillo. Montse Molina, directora técnica de la bodega de Sanlúcar, explicó que la fuente del vino son 120 botas adquiridas en una época en la que se compraban vinos para tener. “Son ocho criaderas; las dos últimas son las más viejas, con nueve botas en la primera y nueve en la segunda; se sacan solo 40 botellas al año y el resto se usa para rociar”. Aparte de la complejidad e intensidad propias de un vino viejo, lo más llamativo fue su sapidez, una textura menos hiriente que en otros vinos de sacristía, lo que le hace infinitamente más bebible y voluptuoso y, sobre todo, la forma en la que llena el paladar y su extraordinario y casi eterno final de boca. Después de ver que en Lavinia se vende a 1.385 € la botella, todos los asistentes a la cata nos podemos sentir doblemente afortunados.

Tras este monstruo, el Castillo Ygay Gran Reserva Especial 1986, aguantó bastante bien el embate. Este blanco, del que solo se han elaborado 13 añadas en la historia de Marqués de Murrieta, fue uno de los lanzamientos más sonados de 2016. Con 252 meses de barrica y 67 meses en hormigón, lo que más sigue sorprendiendo es su juventud, vitalidad y la acidez que marca un recorrido larguísimo en boca. Frente a la primera vez que caté el vino, el final se presentó ahora algo más sápido y tizoso. La bodega siempre ha mantenido que todos sus vinos son añadas puras. A lo largo de su historia existen distintos ejemplos de vino de los que se realizaron distintos embotellados en momentos diferentes. De hecho, este 1986 tuvo un embotellado anterior en 1992 que salió al mercado en 1995. Parece que la próxima añada candidata a alcanzar este estatus de Gran Reserva Especial es 1998. No hay duda de que Murrieta está poniendo sus grandes reservas en valor, tanto por vejez como por precio (en España se encuentra en el entorno de los 495 € en tiendas online como Vinissimus o Bodeboca). De éste 1986 se hicieron 8.125 botellas.

El Viña Real Gran Reserva 1959 es uno de esos vinos que ha envejecido con algo más que gracia y constituyen un buen referente con el que comparar otros riojas viejos. Que el primer aroma a copa parada sea una nota concentrada de cereza en licor ya parece un hito en sí mismo. En evolución aparecieron desde notas mentoladas y especiadas, a recuerdos de desván y chimenea. Lo mejor, la elegancia, el equilibrio y la textura sedosa. Aunque el vino se elaboró en la pequeña bodega que Cvne poseía en Elciego con base de tempranillos de esa zona, especulamos sobre la posibilidad de que hubiera también garnacha como era habitual en la época en las marcas que usaban la botella borgoña. Luis Gutiérrez calculó que podría haber entre un 30% entre garnacha y uva blanca.

El Rumbo al Norte 2016 de Comando G nos trajo de vuelta al siglo XXI y al universo de la garnacha y los suelos graníticos de Gredos. Un vino de mineralidad y de aromas cautivadores aunque en este caso por su juventud y expresividad. Con gran potencial y estructura detrás de su aparente ligereza y lejos aún, en el contexto de sus compañeros de cata, de su momento óptimo de consumo. El vino, que se ha vendido entre los 125 y 175 € y del que se hicieron 1.371 botellas y 30 mágnums, es prácticamente imposible de encontrar.

Siguiendo con la línea de vinos actuales, Las Beatas 2015 responde a la obsesión de Telmo Rodríguez y Pablo Eguzkiza de recuperar viñedos tradicionales, en este caso viejas terrazas en una zona de cultivo exclusivo de viña en Labastida en Rioja Alavesa. El propio elaborador explicó cómo se partió de una viña vieja de 8.000 metros cuadrados para ampliar hasta 1,9 hectáreas manteniendo el perfil de co-plantación de casi 10 variedades, utilizando material de la viña original y realizando injerto en campo. Una tarea de ¡15 años! previa a la puesta en el mercado. 2015 es la quinta añada del vino y se envejeció en foudres de 1.200 litros en una antigua bodega de Ollauri (el proyecto contemplaba también elaborar de forma tradicional y en una bodega tradicional). 

Lo que más impresiona es la profundidad y energía con la que se expresa y la manera en la que combina una parte aérea y delicada con la tensión necesaria para convertirse en un vino de guarda. Refleja una Rioja más actual si se quiere, pero con sus mejores atributos de elegancia y finura. Grau Online vende una botella de esta añada a la friolera de 1.036 €, frente a los aproximadamente 175 € que costaba cuando salió al mercado. Es una pena que, en muchos casos, las altas puntuaciones alejen los vinos de los aficionados para dejarlos en manos de los bolsillos mejores provistos independientemente de su gusto por el vino.

El concepto de elegancia es diferente en Ribera del Duero. Pese a ser en la actualidad uno de los ejemplos más comedidos de la zona, Pingus 2012 mostró la mayor estructura, madurez y volumen que caracteriza a la región. Luis Gutiérrez explicó que su reconocimiento a la cosecha 2012 tuvo que ver con un uso más sutil de la madera (es la primera cosecha que se crió en roble 100% usado) y la menor cantidad de sulfuroso que se añade únicamente antes del embotellado y da un perfil mucho más nítido al vino. La textura y un fondo herbal fresco son factores especialmente destacables en esta cosecha que se trabajó con un 46% de racimo entero. Desde mi punto de vista, es un vino que ganará aún mucho en la botella. Hemos encontrado una botella a la venta en Aporvino por algo menos de 900 €. Se hicieron 6.600 botellas de esta añada.

La cata se cerró con uno de los exóticos (por su carácter aromático exuberante y un tanto atípico dentro de su categoría) pedro ximénez de Toro Albalá. El Don PX Convento Selección 1946 es un vino con 65 años en bota del que se hicieron 13.200 botellas (se vende a 265,50 € en Vinissimus). Menos concentrado y pastoso que otros PX viejos, la textura es no obstante fantástica y su gama aromática de una complejidad que va mucho más allá de los toques de pasa.

El capítulo Matador

En Fevino también tuvimos la oportunidad de probar dos vinos de la colección de la revista de cultura, arte y tendencias Matador. Seleccionados por Telmo Rodríguez y etiquetados con la obra y el nombre de un artista, pretenden ser tan radicales y únicos como la propia publicación. 

Parreno 2001, uno de los ocho vinos de 100 puntos de Luis Gutiérrez, fue el acompañante de la revista de 2018. Se trata de una selección de barricas de López de Heredia que estaban inicialmente destinadas al Tondonia Gran Reserva 2001 y que se embotellaron en diciembre de 2017 tras 17 años de envejecimiento en madera. Este coupage de 80% tempranillo y 20% graciano que se mostró muy fresco y original en un primer momento no dejó de cambiar en la copa. Misterioso, cautivador y pletórico, fue uno de mis favoritos por su textura cristalina (esas largas decantaciones en barrica tienen un efecto muy particular en cómo se expresan los vinos en boca), un punto de umami y una acidez impecablemente integrada. Por desgracia sin stock, se comercializó en su día el entorno de los 100 €. Se hicieron 3.000 botellas y 100 mágnums.

El segundo “matador”, esta vez catado fuera de programa fue también una sugerencia de Luis Gutiérrez para acompañar la cena de los premiados. Arroyo 2016 es un blanco elaborado por José Luis Mateo (Quinta de Muradella) en Monterrei con un popurrí de variedades locales que en la etiqueta se describen como “dona blanca, bastardo rubio, torrontés, godello antiguo y verdello louro fermentadas y criadas en foudre”. Las uvas proceden de viñedos muy viejos que se pierden en la frontera con Portugal donde mandan los suelos de pizarra. No hay mejor manera de entender lo que los catadores llaman mineralidad en el vino. No hay fruta sino sensaciones de piedra y salinidad con una elegancia y equilibrio que lo hacen accesible y maravilloso. A 60 € la botella en La Fábrica es una ganga si se compara con los anteriores. Y el potencial de guarda es indudable.

Premiados en ediciones anteriores de Fevino

Guardianes del vino 2015: Peter Sisseck (Dominio de Pingus), Emilio Rojo, Quim Vila (Vila Viniteca), José Peñín (Guía Peñín), Josep Roca (El Celler de Can Roca) y Grupo Nove.

Guardianes del vino 2017: Luis Gutiérrez (The Wine Advocate), Álvaro Palacios, Marisol Bueno (Pazo Señorans), Guía Michelin. Museo Vivanco de la Cultura del Vino y Escuela de Hostelería de la Armada.


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