Esto iba a ser un artículo de riojas por todo lo alto, pero me ha parecido justo sugerir algunas opciones alternativas más asequibles en precio del mismo elaborador o en un estilo similar. Aunque evidentemente no tienen el mismo grado de exclusividad que otorga un viñedo de gran personalidad o una elaboración particular, siguen siendo excelentes propuestas para celebrar la Navidad.
Sin duda, la gran noticia del año en Rioja ha sido la vuelta al mercado de este blanco mítico con una cosecha que para haber envejecido 22 años en barrica está sorprendentemente joven. La enóloga María Vargas explica el milagro diciendo que la viura “es una variedad muy particular y hay condicionantes cuando toca la barrica que ejercen un efecto multiplicador de complejidad”. Vargas compara el Ygay blanco con los deportes extremos, ya que está “en el límite de lo que la enología puede hacer”. El vino empieza su envejecimiento en barrica nueva y va pasando a barricas cada vez más usadas disminuyendo progresivamente los trasiegos y rellenando desde otras barricas hasta su paso a depósito de hormigón donde estuvo seis años antes de su embotellado en 2014.
Sus predecesores fueron las cosechas 1970 y 1978 y de este 1986 hubo un embotellado anterior de solo 100 unidades. Color dorado muy entero. Aromas a limón confitado y piel de naranja, especiados (clavo, pimienta blanca). Boca opulento, mágico, amplio, enorme acidez y recorrido, pulido, con una leve sensación cremosa en el final. Increíble que sea un 86. Un gran vino con un precio acorde a su escasez y exclusividad (490 € en Ideavinos o vía Wine Searcher) que ha marcado un nuevo techo para los blancos españoles.
La alternativa más evidente es el otro blanco de la casa Capellanía Reserva 2011 (19,5 € en Lavinia; más opciones vía Wine Searcher) que teniendo ahora un hermano mayor al lado se ve rejuvenecido y aparece con menos terciarios que antaño: notas ahumadas, mantequilla y fondo de fruta blanca, paladar serio y buena acidez. Para la cena de Navidad quizás es mejor idea aún recurrir a una añada algo más madura como la muy interesante 2009 (20,65 € en Vinoselección o vía Wine Searcher) que ofrezca mayores dosis de complejidad.
Otra novedad muy inaccesible en precio, pero muy fiel a la estrategia de Álvaro Palacios de poner en valor el vino español. Ahora se atreve con Rioja Baja, la subzona menor de la denominación pero donde la garnacha brilla con fuerza, especialmente a gran altitud como es el caso de los viñedos de la familia Palacios en el monte Yerga y, más concretamente, éste de Valmira situado a 629 metros. Se trata de un paraje de tres hectáreas plantado en vaso en 1985 que se distingue por la afloración de horizontes de carbonato cálcico a 20 centímetros de la superficie. Creo que es uno de los vinos más estimulantes que he probado este año, con evocadores y sutiles aromas de frutilla roja (granada) y gran dimensión balsámica (tomillo). En el paladar juega mucho con lo cítrico y es tremendamente sápido (umami) y persistente, todo ello dentro de un carácter muy aéreo y elegante. El vino se ha vendido a la avanzada en el entorno de los 277 € y estaba previsto que se sirviera antes de Navidades, pero parece que finalmente no se entregará hasta febrero (quizás haya algún leve cambio respecto a la imagen de la etiqueta que hemos publicado). Aún así no me he podido resistir a incluirlo en esta selección.
Muchísimo más asequible y con la misma filosofía de garnacha aérea tras haberse desprendido de otras variedades, el Propiedad 2011 (23,75 € en Decántalo) era el top de Palacios Remondo hasta la aparición de Valmira. Es una muy buena opción de vino de cierta ligereza para quien no lleve platos muy contundentes a su mesa navideña.
Otra garnacha de Rioja que nos gusta es Pancrudo 2014 (32 € en Vinissimus) de Gómez Cruzado, que se sirve de uvas del municipio de Badarán en el valle del Alto Najerilla (romero, fruta roja, también liviano y aéreo). Y, puestos a buscar la mejor relación calidad-precio, recomendaría el monovarietal de Barón de Ley Garnacha 2012 (10,25 € en Vinósofos la cosecha 2012) elaborado con uvas de su finca de Ausejo en Navarra que ofrece abundante fruta dulce (cereza y caramelo) y toques frescos de hierbabuena.
Otro vino de terruño y lo que Telmo Rodríguez considera la reconstrucción de un viñedo antiguo, anterior a las primeras grandes fincas de finales del XIX. Se ha mantenido la mezcla de variedades y técnicas de cultivo ancestrales y el vino se elabora en una de las bodegas más antiguas de Ollauri que también se ha conservado lo más intacta posible. Producción muy reducida en su última añada 2013 que está ya prácticamente agotada (se encuentra a 180 € en Ideavinos cuando el precio habitual está en el entorno de los 150 €; más opciones vía Wine Searcher). El estilo de este tinto es muy perfumado y sutil con un paladar que es como una explosión de frescura y balsámicos dentro de una línea muy delicada y un final de ésos que se mantienen durante largo tiempo.
La segunda alternativa por orden de precio del mismo productor es Altos de Lanzaga 2012 (68,90 en Lavinia; otras opciones vía Wine Searcher) en una añada excelente para la marca y de gran expresividad, con algo más de firmeza que Las Beatas, pero con admirable equilibrio y elegancia. En clave juvenil y divertida, LZ, el vino más asequible de esta firma riojana ubicada en Lanciego, es de lo más sabroso y primario en la cosecha 2015 (7,5 € en Ideavinos; más opciones vía Wine Searcher), con mucha notas de cereza y fruta muy pura.
Uno de mis favoritos dentro del estilo de vinos potentes de Rioja, fundamentalmente porque no hay excesos de madurez y porque la buena participación de otras variedades (15% de mazuelo y 10% de graciano) junto a la tempranillo siempre aporta una complejidad y frescura extras. 2011 es la añada que se encuentra ahora mismo en el mercado (57,95 € en Gourmet Hunters; más opciones vía Wine Searcher) y no habrá más Torre Muga hasta 2014. Es un vino muy complejo, perfecto para acompañar platos potentes. Se expresa en clave de fruta negra en confitura, tinta y fondo mineral; pese a la alta concentración los taninos está bien envueltos y su buena acidez y equilibrio permiten seguir disfrutando de la botella.
De la misma añada 2011 que ha dado excelentes vinos en esta casa, el Muga Selección Especial Reserva (24,5 € en Lavinia; más opciones vía Wine Searcher), aquí con 20% de garnacha, 7% mazuelo y 2% de graciano acompañando la tempranillo, es un tinto impecable, profundo y con muy buen recorrido en boca. Infalible en la mesa navideña.
A quien le guste este carácter diferencial que aporta el mestizaje varietal, le recomiendo que pruebe Vivanco 4 Varietales 2012 (30,90 € en Lavinia; más opciones vía Wine Searcher), en este caso con 70% de tempranillo, 15% Graciano, 10% Garnacha y 5% Mazuelo. Hay mucha vitalidad y complejidad de hierbas que aportan frescura y van más allá del perfil frutal de la tempranillo.
Más difícil y raro todavía (y prescindiendo de la tempranillo), una de las combinaciones varietales más originales que he probado este año en Rioja es Ganko 2014 (23,03 € en Vinósofos; más opciones vía Wine Searcher), el vino que elabora el francés Olivier Rivière con viñas viejas de Cárdenas (valle del Alto Najerilla) y que ha pasado de ser una garnacha con algo de mazuelo a una mezcla al 50% de ambas variedades criada en foudre. El cambio le ha permitido ganar frescura, recorrido y persistencia. La ausencia de tempranillo en la mezcla, que confiere una estructura diferente al vino, le convierte en la opción perfecta de rioja para los aficionados más aventureros.
2016 ha sido un año fantástico para este productor asentado en el Barrio de la Estación de Haro desde finales del XIX. Sus dos grandes reservas han concentrado de forma especial la atención internacional y la bodega anunció hace unas semanas que había agotado su stock destinado a 2016 y que no comercializaría más botellas de cara a Navidad. No obstante, todavía se encuentran algunas en el mercado. Al Gran Reserva 890 se destinan los vinos con más capacidad de envejecimiento (la cosecha 2004 se puede encontrar por 93,90 € en Lavinia; más opciones vía Wine Searcher) y, por eso, creo que es una pena descorcharlo tan pronto y que el 904 de la cosecha 2005 (31,95 € en Decántalo; más opciones vía Wine Searcher) que se cría durante cuatro años en barricas de roble americano está mucho más accesible y disfrutable en este momento. Tiene además una de esas narices en las que nunca se dejan de encontrar nuevos aromas (pimienta negra, clavo, vainilla, cereza en licor, piel de naranja…) y la jugosidad y suavidad de taninos que todos buscamos en la categoría del gran reserva.
Una perfecta alternativa dentro del estilo de envejecimientos tradicionales es el Viña Tondonia Reserva 2004 (20,90 € en Enterwine; más opciones vía Wine Searcher). Aunque no está etiquetado como gran reserva, ha envejecido seis años en madera y ya sabemos que la familia López de Heredia ha defendido a capa y espada el perfil más clásico de vinos riojanos con grados alcohólicos y estructuras moderadas, altos índices de acidez y una complejidad acorde con sus prolongadas crianzas.
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La última recomendación para poner un rioja en la mesa estas Navidades apunta a la excelente cosecha 2010 de la que todavía se encuentran numerosos vinos en el mercado (en los próximos meses seguirán llegando nuevos reservas y luego será el momento de los grandes reservas).
Probablemente es la última añada de la que se han elaborado mayor cantidad de buenos vinos en la región. Un ejemplo del que he disfrutado particularmente y que ofrece mucho por lo que cuesta es el Contino Reserva 2010 (21,50 € en Enterwine; más opciones vía Wine Searcher), del que además hay gran disponibilidad (se elaboraron 195.956 botellas de esta añada). Un buen arquetipo de finura y elegancia riojanas con más cuerpo que los clásicos y taninos perfectamente pulidos.