Los desafíos de Penedès como primera DO 100% ecológica
Todas las uvas con sello DO Penedès de la actual vendimia 2025 tendrán certificación ecológica. El Consejo Regulador culmina así uno de los objetivos más importantes de su Plan Estratégico 2030.
En el proceso han participado todos los grandes productores de la denominación, desde Familia Torres, bodega con larga tradición en la elaboración de vinos tranquilos, hasta Covides, la cooperativa de mayor tamaño de la región.
“Queremos una DO más cualitativa”, explica Joan Huguet, presidente de la DO Penedès y productor en Can Feixes, quien concede gran parte del mérito a Josep M. Albet, primer productor ecológico certificado en España a finales de los 70 y su antecesor al frente de la denominación entre 2011 y 2019. “Albet convenció a muchos de que el cultivo ecológico funciona y que la región lo puede soportar pese a la sensibilidad al mildiu”.
La vendimia en curso representa el último empujón para una DO que contaba ya con un 90% de uva certificada en ecológico y que necesita diferenciarse del resto de indicativos con los que convive en su zona de producción. De hecho, la mayor parte del viñedo que se cultiva en la extensa depresión que dibujan las cordilleras Litoral y Prelitoral, entre las provincias de Barcelona y Tarragona, se destina a la elaboración de cava.
Penedès vs. Cava
Las burbujas no solo han transformado la viticultura del Penedès sino también su estructura productiva. Así lo resume Huguet: “En el siglo XX, las grandes firmas de cava se convirtieron en importantes compradores de uva. Los viticultores abandonaron la elaboración de graneles, se convirtieron en proveedores y se cerraron bodegas. Los buenos precios de la uva de los años 80 y 90 permitieron a los payeses conservar sus masías, pero la apuesta por el volumen llevó a la hiperproducción, la reducción de costes y la caída de precios. El dominio del cava marca la viticultura y los precios de la uva frente al vino tranquilo, con un cultivo más exigente y cuyas uvas deberían pagarse más caras”.
De las aproximadamente 26.000 hectáreas que se cultivan en esta región, en 2025 había algo más de 13.000 adscritas a la DO Penedès, pero apenas 5.000 (5.400 en la cosecha 2024) acaban en sus etiquetas. El grueso se lo lleva el cava. Las otras opciones de etiquetado son el vino de mesa, donde se incluye Corpinnat, la escisión de Cava que opera como marca colectiva; y la DO Catalunya, creada en 1999 para regular una situación que en ocasiones rayaba el fraude y que dio mayor libertad de mezcla a los productores de volumen de la región.

Hoy, los viñedos de esta zona de producción se pueden inscribir libremente en las denominaciones que elijan los viticultores. La más normal es la inscripción doble o triple. Por eso la DO ha abogado para que haya una voluntad específica de vino tranquilo desde el inicio y desde la cosecha 2023 es obligatorio indicar la aptitud DO Penedès en el momento de la pesada de la uva. El objetivo de futuro, según se apunta también en el Plan Estratégico, es que haya un registro de viña único para Penedès. Pero para que esto sea posible, Cava tendría que absorber las hectáreas sobrantes. Respecto a Corpinnat, la mayoría de sus miembros tienen sus viñas adscritas a DO Penedès.
Más pequeña, más cualitativa
En el siglo XXI la DO Penedès ha ido reduciendo sus cifras de producción y comercialización. Si antes de la creación de la DO Catalunya, el sello Penedès llegó a vender 50 millones de botellas, en 2022, cuando se hizo público el Plan Estratégico 2030 y el objetivo de alcanzar el 100% ecológico, se situaba en 19,5 millones; en 2024 cayó a 15,2 millones. Para Huguet, las causas no son solo climatológicas: “La sequía se usa demasiado; la venta real es otra cosa”. A la caída del consumo hay que sumar la salida de productores y viticultores que no han querido subirse al carro ecológico.
Covides, la cooperativa más grande de la región, ha perdido a algunos de sus socios con mayor capacidad productiva, según explica su director general Ricard Gil. “Los ataques de mildiu de 2018 y, sobre todo, de 2020 han puesto en entredicho la agricultura ecológica”.

Pese a todo, su equipo se puso en marcha en 2022 para intentar cubrir las necesidades de vino ecológico con la nueva normativa. El esfuerzo ha sido ímprobo si se piensa que partían de algo más de un centenar de hectáreas certificadas de un total de 1.800, y una producción ecológica de 40.000 botellas de cava y 20.000 de vino tranquilo. El proceso se ha llevado a cabo durante los peores años de sequía, con caídas de rendimientos de 7.000 a 3.000-4.000 kg/ha en tintos, y de 10.000 a 5.500 kg/ha en blancos, lo que ha obligado a compensar a los viticultores con subidas en el precio de la uva. De 0,40 €/kg en 2022 a 0,56 € en 2023 y a 0,75 € en 2024. En superficie, han conseguido certificar unas 500 hectáreas, que suponen un 27% del total en propiedad de sus asociados.
En la cosecha 2025, Covides pasará unas 300.000 botellas a DO Catalunya y se estrenará con un millón de botellas de vino ecológico con sello DO Penedès frente a los pocos miles que elaboraba hasta la fecha. La mayor parte es vino blanco, ya que los bajos precios que se pagan actualmente por la uva tinta en Penedès han hecho que muy pocos viticultores quieran asumir el coste de dar el salto a ecológico.
Grandes casas y jóvenes rebeldes
El otro gran actor de la región, Familia Torres, hace tiempo que tenía los deberes hechos. Cuenta con 282 hectáreas propias certificadas y se abastece de otras 900 en manos de 222 proveedores. Desde la cosecha 2025, vinos que aún no llevaban el sello ecológico como Mas La Plana o Forcada lo añadirán a sus etiquetas para sumar un total de 11 referencias entre las que se incluyen, entre otras, marcas populares como Viña Esmeralda, la nueva gama de recuperación de variedades Clos Ancestral o el top Reserva Real. Los vinos de Jean Leon, su segunda bodega en la DO, están certificados en ecológico desde 2012.
Aunque más conocidos por sus espumosos, Juvé & Camps cuenta con cerca de 300 hectáreas certificadas en ecológico desde 2015, mientras que Gramona fue un paso más allá al certificar su viñedo en biodinámica y animar a sus proveedores a hacer lo propio llegando a crear un núcleo de 500 hectáreas con sello Demeter en el Penedès. Familia Torres apunta más hacia la viticultura regenerativa: “Tiene mucho sentido en un contexto de cambio climático ya que permite llevar a cabo una regeneración de los suelos y el entorno”, explica Mireia Torres, directora de innovación y conocimiento.

Las nuevas generaciones, con un movimiento especialmente activo en la región a través de organizaciones como Vida Penedès, tienen clara su apuesta por la sostenibilidad y el cultivo ecológico, aunque no tanto su pertenencia a la DO, con la que a menudo no se sienten identificadas. En este contexto, tienen sentido iniciativas del Consejo Regulador como la creación de un vivero de productores en instalaciones municipales de Vilafranca del Penedés para ayudar a jóvenes emprendedores a desarrollar sus proyectos vinícolas.
La creación de una categoría de vinos de baja intervención, que podría estar operativa para esta misma cosecha, va también en esta línea. En su desarrollo participa Roc Gramona, vocal del Consejo en representación de la bodega familiar, pero que paradójicamente se mantenía fuera de DO en L’Enclòs de Peralba, el proyecto de vinos tranquilos que comparte con su primo Leo Gramona. “El sello implicará trabajar con un reglamento similar al de vin methode nature en Francia y crear un panel de cata específico para estos elaboradores más libres”, adelanta.
Su implicación en el proyecto, por otro lado, le ha llevado a adscribir una de sus etiquetas a la DO a la que se añadirá otra de próxima aparición. Roc Gramona cree que la categoría evitará fugas de la denominación y hará que, tanto los productores que salen del vivero como los de Vida Penedès que trabajaban dentro de DO se sientan más cómodos. “Aunque hay preocupación por parte de los grandes productores de que esto alimente los vinos con defectos, la idea es que el panel de cata frene defectos flagrantes”, añade.
La sombra de las burbujas es alargada
Es evidente que el futuro de la DO Penedès depende de mucho más que la certificación ecológica y que es particularmente sensible a los movimientos que se produzcan en el sector de las burbujas.
Los propios elaboradores de Clàssic Penedès, el sello creado por la DO en 2014 para acoger a productores de espumosos descontentos con Cava, perciben la necesidad de crear una entidad específica independiente para esta tipología de vinos. Con poco más de un millón de botellas, su peso es inferior a Corpinnat, que en 2024 alcanzó los 2,2 millones de botellas. La sangría constante de productores que dejan Cava para unirse a Corpinnat (este año han dado el salto Viader, Mas de la Basserola y una bodega de peso como Celler Kripta) parece avalar esta opción. Pero para sacarla adelante habrá que superar numerosos obstáculos políticos y acercar posiciones entre productores de distintos tamaños y filosofías, que tendrán que debatir muchos otros temas más allá de la calidad. Si alguna vez se alcanza un acuerdo, el nuevo sello será sin duda 100% ecológico.
Amaya Cervera
Periodista especializada en vino con más de 25 años de experiencia. Fundadora de Spanish Wine Lover y Premio Nacional de Gastronomía a la Comunicación Gastronómica 2023
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