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La evolución del Penedès, vista por tres productores y sus vinos

La mejor forma de hacerse una idea del peso cuantitativo de la DO Penedès es diferenciar las viñas destinadas al cava de las de vino tranquilo. A este último apartado se destina apenas el 10% de las 25.000 hectáreas cultivadas a lo largo de la extensa depresión que se abre paso entre las cordilleras Litoral y Prelitoral, y cuyo territorio se reparte entre las provincias de Barcelona y Tarragona. Una superficie más cercana a la extensión de Bierzo o incluso a Priorat que a Rueda o Ribera del Duero.

Penedès ha sido noticia en los últimos años por la severa sequía que afectó a la región y que, por suerte, ha remitido esta primavera. Además, seguirá dando titulares este año cuando se convierta en la primera denominación de origen 100% ecológica. Pero la profunda transformación que ha vivido en las primeras décadas del siglo XXI tiene mucho más que ver con la exploración de terruños concretos, el cambio de atención hacia las variedades locales, y una nueva generación de productores más centrada en elaborar vinos diferenciados y con personalidad. Algo de esto fue lo que intentaron transmitir hace unos días en una cata celebrada en el bar de vinos madrileño La Caníbal, Jordi Esteve (Can Ràfols dels Caus), Ramón Parera (Pardas) y Roc Gramona (L’Enclos de Peralba).

En cierto modo, cada una de estas bodegas representa distintos estadios de evolución en el Penedès. Can Ràfols encarna el espíritu pionero e indomable de su fundador Carlos Esteva, quien inició su proyecto en los ochenta y falleció en junio de 2023. Pardas, por su parte, ofrece una aproximación muy pura a las variedades locales desde mediados de los noventa, incluida una defensa bastante heroica de la sumoll. L’Enclòs de Peralba, que arrancó en la cosecha de 2017, representa la energía de las nuevas generaciones, que llegan viajadas y con un ADN de proximidad y territorio. 

El grueso de la sesión se centró en la xarel.lo. Si Roc Gramona apuntó que es la variedad mejor adaptada al Penedès y la que mejor transmite el terruño, Ramón Parera defendió una viticultura de calidad “más de raíz que de hoja”. Jordi Esteve, por su parte, explicó la naturalidad con la que Carlos Esteva había vinificado las viñas más viejas de la propiedad en madera castaño porque fueron los dos elementos que se encontró a su llegada a Can Ràfols dels Caus.

La primera tanda de vinos, de la cosecha 2021, permitió mostrar la diferencia de terruños y el estilo de los productores, desde un Benzinera (L’Enclos de Peralba) cítrico y ahumado, procedente de una viña del paraje Font de Jui que la familia Gramona destinaba antes a espumoso, pasando por un Pur Xarel.lo de Pardas, austero, mineral y con acidez muy marcada de sus viñedos del valle del Bitlles; y la textura amplia y envolvente, no exenta de mineralidad (tiza) del Xarel.lo Pairal que Can Ràfols del Caus elabora con sus viñedos más viejos del Garraf desde la cosecha 1999.


También se pudieron probar interesantes desarrollos de la variedad en botella, como el Xarel.lo Pairal 2000, con una ligera evolución en nariz pero bien sujeto por la acidez, o un xarel.lo de Pardas de la complicada cosecha 2010 (lluviosa y con mildiu), que se encontraba en un gran momento: muy entero y con la acidez bien arropada. Las elaboraciones actuales de Pardas han rebajado el grado alcohólico (12% vol. frente a 13-13.5% en el pasado) y la cantidad de madera nueva.

Echamos de menos a Enric Soler, otro gran pionero de la xarel.lo al que se mencionó en varias ocasiones. Sus dimensiones más modestas (no supera las 12.000 botellas entre todas sus referencias) hace que se prodigue menos que otros productores. 

La cata se cerró con un repaso a otras variedades de futuro en el Penedés. La malvasía de Sitges estuvo representada por un excelente Blau Cru 2016 de Pardas, al que la botella ha sentado estupendamente (flor blanca, toques melosos y herbales complejos, cítrico y con gran dimensión aromática en boca). El sumoll se presentó a través del estilo contenido y poco extractivo que Can Ràfols dels Caus practica con esta variedad desde la añada 2008 (llevaron un 2016 delicado y terroso a la vez). La garnacha brilló con el expresivo Les Escorpins 2018 de L’Enclos de Peralba, con muy buen equilibrio entre notas minerales, frutales y balsámicas y especiadas, así como excelente recorrido y persistencia.

Fotos de Abel Valdenebro.

Firma

Amaya Cervera

Periodista especializada en vino con más de 25 años de experiencia. Fundadora de Spanish Wine Lover y Premio Nacional de Gastronomía a la Comunicación Gastronómica 2023