Enric Soler: el artesano que cuida todos los detalles de sus vinos blancos
Enric Soler es uno de los productores que menos se prodiga por salones y ferias, pero no hay profesional del vino que no conozca sus blancos y que no los tenga situados entre los más serios e interesantes de España.
Con poco más de 10.000 botellas anuales y precios al alza, no es fácil hacerse con unos vinos que se destinan en su mayoría al canal de restauración o se van fuera de España, con un 65% de venta en exportación. Soler, de hecho, se escuda en esta baja disponibilidad para explicar sus escasas salidas públicas.
Pero cualquiera que conozca el pequeño y acogedor universo que Enric y Mercè García han construido a largo de los años en la antigua casa familiar de Cal Raspallet, en el Alt Penedès (Barcelona), entiende que les cueste separarse de su casa-bodega y de sus viñas. La sensibilidad, la pulcritud y la obsesión por el detalle impregnan el espacio, a sus habitantes y, en última instancia, al vino.

Mercè tenía apuntado en su móvil la fecha de mi visita anterior (22 de noviembre de 2016), me recordó que comí con ellos en casa ¡y los platos que había preparado! No todo el mundo podría convivir con personas tan detallistas y organizadas, pero qué puede hacer más feliz a un aficionado que saber que su productor de cabecera utiliza todos los recursos a su alcance para elaborar los mejores vinos posibles.
La viña del abuelo
Soler ha sido cocinero antes que fraile; esto es, sumiller antes que productor de vino -fue campeón de España de sumilleres en 1997- y entiende muy bien el papel del vino en la mesa y su capacidad de generar placer y crear momentos memorables. Por eso, su mirada es diferente. “De la parte técnica he tenido que aprender todo. Donde estoy más cómodo es en el lado sensorial”, dice.
Su trayectoria como elaborador empezó casi de manera experimental en 2004 cuando falleció su abuelo y le dejó una viña vieja de xarel.lo plantada en 1945. La parcela está en Sabanell, una minúscula población con apenas una veintena de habitantes adscrita al municipio de Font Rubí y situada junto a la carretera C-15. Por su orografía llana, la zona había sido utilizada como campo de aviación por el bando republicano durante la Guerra Civil.

“En aquella época elaboraban xarel.lo en el Penedès Finca Viladellops, Parés Baltà y Can Ràfols dels Caus”, recuerda Soler. “No podía ser que con una variedad tan buena prácticamente solo se hicieran espumosos”.
Nun Vinya dels Taus marcó un antes y un después en la historia de los xarel.los tranquilos del Penedès. Tanto por su ambición y su elaboración clásica en madera a la manera borgoñona, como por la rapidez con la que se ganó el favor de los sumilleres. Soler estaba convencido de que, gracias a su capacidad de envejecimiento, la xarel.lo podía competir en el liga de los grandes blancos.
Desde entonces, Soler ha creado un pequeño mundo alrededor de su viña, pero sin abandonar ese talante de pequeño orfebre que parece consustancial a todo lo que hace. El paso de una a cuatro etiquetas y de 2.000 a poco más de 10.000 botellas en 20 años es la prueba más evidente de que sus metas poco tienen que ver con la cantidad. Le interesa más, por ejemplo, fraccionar los prensados de sus viñas por sectores para ir al detalle (“para eso hay que tener una prensa de 1.000 kilos”, apunta) y afinar más en sus ensamblajes. “Nos podemos permitir ese lujo porque somos pequeños. Si no, se diluiría la idea del vigneron que vive en su bodega”, defiende.
Otros puntales de su filosofía son el cultivo ecológico y biodinámico, aunque en esta última práctica no tienen certificación, las fermentaciones espontáneas y la vocación de no corregir los vinos. Desde 2019, trabaja fuera de la DO Penedès.
Construyendo una familia de vinos
Al igual que otros productores de la región, Enric y Mercè han experimentado la presión de la expansión industrial en una zona que apenas dista 40 kilómetros de Barcelona. “A finales de los 2000 se hablaba de nuevos polígonos industriales y ampliaciones de carretera. Por eso decidimos plantar en una zona más alta”, explica Soler.
Fue el punto de partida de Espenyalluchs (abajo), el primer xarel.lo que se atrevió a subir la cota habitual de plantación de la variedad y adentrarse en territorio parellada. La viña ocupa un coster a 400 metros de altitud en Torrelles de Foix, justo en el límite con Guardiola de Font-Rubí, otro núcleo de un municipio, Fontrubí. Era un terreno en pendiente y de difícil acceso en el que hace tiempo que no se cultivaba nada. La plantación se hizo con “una selección masal aleatoria de la Vinya dels Taus y esta filosofía se ha seguido en todas las plantaciones del proyecto. “Ya no tenemos ninguna planta comprada a viverista”, confirman.

Desde 2013, la viña se ha elaborado de manera independiente con el objetivo de mostrar la expresión de esta xarel.lo de altura. Es un blanco con toques silvestres, menos estructura que Nun, fina textura y toques salinos que aportan frescura. En la cosecha 2023 actualmente en curso (aunque es imposible encontrar botellas a la venta online) tuvieron que hacer una selección importante en viña para compensar los efectos de la sequía que, en muchos casos, bloqueó las cepas. Desecharon todos los racimos que, en cata de uva, se notaban diluidos y faltos de profundidad.
La ampliación de la carretera llegó finalmente a Sabanell y, con ella, la expropiación de una parte de su viña histórica. Con previsión de lo que se les venía encima, habían realizado ya plantaciones al otro lado de la carretera que contribuyeron a ampliar la familia de vinos.
Antes habían ampliado el perímetro de la Vinya dels Taus con Sisqueta, una viña vecina que constituye el corazón de Improvisació, su segundo vino de Cal Raspallet. Para diferenciarlo de Nun, en 2016 adquirieron su primer foudre austríaco de Stockinger.

La viña más variopinta (en la foto superior) es Jerónia. Había poco más de una hectárea de parellada plantada en 1996 que se reinjertó con material vegetal de xarel.lo de la Vinya dels Taus. En 2020 se añadieron 400 cepas de malvasía de Sitges y en 2024 plantaron 1.600 cepas de xarel.lo rosado. Parte del xarel.lo de Jerónia va también a Improvisació, que, en añadas concretas, se puede nutrir también de uvas de Espenyalluchs.
Esta mezcla hace que Improvisació sea el vino que mejor expresa la variedad, la zona y el estilo del productor por encima de las características específicas de una viña. También es el de más disponibilidad (puede superar las 6.000 botellas) y, para Soler, el que mejor refleja la añada. Para reforzar esta idea cambian el color de la etiqueta en cada cosecha. Con un tono naranja claro en 2023, el vino tiene un perfil clásico ahumado en nariz, con buena estructura en boca (ahí está el saber estar de la xarel.lo) y una sensación casi esférica y envolvente.

Variedades invitadas: malvasía y xarel.lo vermell
El último blanco en sumarse a la gama en la cosecha 2017 fue Istiu (verano en catalán). Aquí se sirven de sus nuevas plantaciones de malvasía que representan el 50% de la mezcla y de una parcela pequeñita, Darrere Casa (detrás de la casa), con cepas de xarel.lo de más de 50 años.
La malvasía es una variedad difícil de cultivar por su alto crecimiento vegetativo, pero tiene una acidez increíble y una paleta aromática bien refinada. La cultivan en espaldera con dos hilos fijos y podan en guyot simple. Por su alta sensibilidad al oídio, que afecta especialmente entre los meses de julio y agosto, tienen que deshojar generosamente.
Istiu es el único blanco de la casa que no ve la madera. La mayor parte de la crianza se realiza en huevos de hormigón y el resto en acero inoxidable. Es muy fragante, aunque quizás con más carácter herbal que floral en la cosecha 2023, con característicos toques cítricos (pomelo), vibrante y buen final de boca con ciertas sensaciones de tiza y pedernal en final. Un vino de luz.

La última variedad en llegar al viñedo de Cal Raspallet ha sido la xarel.lo vermell, una mutación rosada de la Xarel.lo original. “Imagina lo que me gusta la variedad, que ahora nos hemos puesto el reto de recorrer un camino similar con la xarel.lo vermell”, cuenta entusiasmado Soler. En la plantación, de hecho, se ha intercalado un 15% de cepas de xarel.lo pensando ya en producir un field blend. El material vegetal de xarel.lo vermell procede de una viña vieja que se arrancó porque no sobrevivió los duros años de sequía que vivió el Penedés. “La xarel.lo vermell tiene la piel más gorda y un punto rústico. De momento, la vinificaremos en blanco”, anuncia el productor catalán.
Más cambios fuera que dentro de bodega
Aunque los vinos muestran muy buena definición y carácter, los últimos años han sido de todo menos fáciles. La sequía, con registros de lluvias de entre 260-290 mm, no ha sido tan devastadora en términos de plantas muertas, pero sí se han visto afectados muchos brazos. En 2024 redujeron el número de yemas; prefirieron sacrificar una añada para dar futuro a las plantas. En la cosecha 2025, el ciclo mucho más lluvioso les ha permitido dejar cubierta vegetal, pero también han tenido que hacer frente al mildiu. En Espenyalluchs han instalado ya una estación meteorológica para controlar la humedad y poder anticiparse al hongo.
Los cambios que ha visto Soler en 20 años de proyecto son significativos. “Se han modificado los ciclos vegetativos y la fruta que nos llega es totalmente diferente a la de los inicios del proyecto. Ahora cosechamos mucho antes, incluso a finales de agosto. Esto hace que los vinos sean más bebibles antes y nos obliga a reducir la madera nueva, aunque Nun sigue teniendo su fracción de roble. Lo cierto es que no sabemos qué nos va a deparar el clima en cada nueva cosecha”.

Otros cambios notables incluyen una poda en verde y deshojado más progresivos y selectivos. “Ya no te puedes arriesgar a dejar el racimo muy expuesto, a menos que tengas una gran presión de hongos. En blancos, yo prefiero una uva más verde que sobremadura. La luz directa no es imprescindible y de esta manera conseguimos más frescura y profundidad”.
Él dice no haber cambiado tanto en su visión del vino, pero, al menos en términos de elaboración, hay algún punto de inflexión, como el abandono del bâtonnage en 2013 o el aumento de madera usada. Nun apenas lleva un 15-20% de madera nueva en las últimas cosechas, mientras que Espenyalluchs se cría íntegramente en barricas de 300 litros de madera usada.
Otro cambio es que ahora vendimian pensando más en la acidez. Probar juntas dos añadas de dos décadas de Nun fue especialmente ilustrativo en este sentido. En la 2014, muy compleja y opulenta (hierbas secas, especiados, toques tostados), se notaba una mayor madurez frutal, mientras que la 2023 mostraba más jugosidad y se marcaban más las sensaciones tizosas en final de boca. En ambos casos, se impone el perfil de vino serio y con capacidad de guarda, pero la cremosidad del 2014 ofrece una mayor consistencia y una boca más llena y golosa.
Amaya Cervera
Periodista especializada en vino con más de 25 años de experiencia. Fundadora de Spanish Wine Lover y Premio Nacional de Gastronomía a la Comunicación Gastronómica 2023
NEWSLETTER
Únete a nuestro grupo de Spanish wine lovers
