Hay dos cosas fundamentales en cualquier feria de vinos: calzado cómodo para sobrellevar tantas horas de pie y cardo mariano para proteger el hígado. En esta edición 2018 de Alimentaria también ha sido necesario tener la batería del móvil bien cargada para que la agenda y el google maps recordaran y guiaran a los asistentes por la creciente e interesante cantidad de eventos que conforman el On y el Off de la feria.
Quim Vila, hábil comerciante y una de las personas que mejor conoce el negocio del vino en España, fue el primero en darse cuenta del potencial de estas actividades paralelas a Alimentaria y es quien sigue llevando la delantera. Además de la popular Cata por Parejas de Vila Viniteca, que va ya por su 11ª edición, Vila organiza desde el 2000 La Música del Vi, que este año contó con más de 180 bodegas nacionales e internacionales de primer nivel. Junto a su tienda en el barrio del Born barcelonés, en la imponente Llotja del Mar, descorchaban sus vinos productores consagrados como Peter Sisseck, los hermanos Eguren, Telmo Rodríguez o Álvaro Palacios junto a indies como Abel Mendoza, Salvador Battle (Cosmic), Pilar Higuero (Lagar de Sabariz) o Emilio Rojo y su eterna gorra.
La impresión general entre muchos asistentes y productores es que la experiencia de catar en la Música del Vi ha sido más agradable (este año se redujeron las invitaciones), sin los agobios para moverse entre mesas o encontrar una escupidera de otras ediciones. Cuentan que hasta se pudo probar el mítico champagne Salon, del que sus productores abrían una botella cada hora, sin las avalanchas habituales de otros años.
También cuentan que esa misma sensación se vivió en La Nit dels Tanins, la fiesta nocturna que Vila organiza para productores y asistentes a la Música del Vi. Esta cronista no lo puede confirmar porque optó por el más sosegado Gastronomy Night, un cóctel-cena organizado por Alimentaria al que acudieron chefs, bodegueros y compradores seleccionados y algunos de los invitados estrella de este año como Eric Asimov, crítico de vino del New York Times o Jancis Robinson y su marido Nick Lander, ambos del Financial Times.
Los tres, además de Pedro Ballesteros y el experto en champagne Richard Juhlin, participaron como ponentes en esta edición de Vinorum Think, un espacio reservado a la divulgación del vino. Es un tema al que Alimentaria parece estar dando más importancia, especialmente en esta última edición, con Spain’s Top Pairings, un espacio dedicado a los maridajes con seis mini-platos preparados por restaurantes como El Celler de Can Roca, Aponiente o Sofía Be So y maridados con vinos españoles por sumilleres como Pitu Roca, Juan Ruiz Henestrosa o François Chartier. Coordinado por Ferran Centelles, sumiller y colaborador de Jancis Robinson, fue una agradable parada para disfrutar de un almuerzo diferente y novedoso en la feria, aunque resulta imposible beber seis copas de vino si después hay que continuar trabajando.
En la cata de Jancis Robinson, a la que asistieron unas 100 personas (entre ellas un buen puñado de bodegueros), la Master of Wine británica presentó su visión de los vinos de España y lanzó un mensaje optimista. “Hay una pequeña revolución en ciernes, especialmente en términos geográficos, con zonas nuevas, uvas locales y estilos diversos. Es algo que interesa al sector del vino internacional, pero no a los supermercados, sino a compradores en busca de historias.”
Robinson, que eligió 14 vinos de toda la geografía nacional (la lista, al final de esta crónica), habló de la necesidad de poner una moratoria para proteger el patrimonio de viñas viejas en España, alabó el trabajo de la familia Torres para recuperar variedades antiguas (Miguel Torres padre e hijo estaban entre el público) y lanzó una lanza en favor de la garnacha (“nunca he entendido por qué ha sido la hermana pobre del tempranillo”) y del jerez, del que dijo que “debería estar en la categoría de grandes vinos del mundo y ser servido en copas de verdad, no en copitas absurdas”.
El martes fue el turno de Eric Asimov, quien de pie y sin notas, presentó diez vinos “que seducen en Estados Unidos”, incidiendo en que hay muchos consumidores en este país alejados del estereotipo de vinos maduros y con alto contenido en alcohol. “Al no tener la tradición vinícola que existe en Europa, los americanos estamos casi instintivamente abiertos a vinos del resto del mundo, también a vinos delicados y moderados”.
El crítico del New York Times reconoció que no podía dar consejos sobre ventas o marketing (“mi trabajo es ofrecer mis reflexiones a gente que ama el vino”) pero recomendó a los productores que fueran fieles a sus ideas. “Si a ti te gusta el vino que haces, continúa haciéndolo. Si sigues las modas, tendrás que cambiar el estilo de tu vino con la siguiente moda y te resultará mucho más difícil defenderlo”, aseguró Asimov, que puso el ejemplo del Priorat, una zona que “ha mejorado mucho desde hace 10 años, cuando adoptó un estilo de vinos potentes con variedades foráneas. El regreso hacia las variedades locales ha sido positivo porque ¿quién necesita otro merlot?”
Asimov también criticó la industrialización del albariño. “La calidad y la novedad de esta uva le dieron gran popularidad en EE UU hace unos años, pero se empezaron a hacer elaboraciones masivas que perdieron su alma por el camino; vinos con notas tropicales, populares pero poco fieles a sus orígenes,” explicó. “Hay excepciones como Do Ferreiro Cepas Vellas [el tercer vino de su selección]; por su estilo linear y mineral, este vino no gustará al bebedor de chardonnay de California, pero cuando la moda cambie de nuevo, los sumilleres y los conocedores volverán a albariños de este estilo”.
Fuera de Alimentaria abundan las catas y salones de vino pero, como de momento nadie se atreve a contraprogramar la Música del Vi del lunes, la mayoría de los eventos paralelos a Alimentaria se concentraron el martes.
Para esta cronista fue un poco como elegir entre papá y mamá, pero el tetris de catas posibles y la distancia entre las distintas ubicaciones decidió que asistiera (brevemente) a Off the Record y Renaissance des Appellations.
El primero, organizado por los elaboradores Fredi Torres y Marc Lecha, es probablemente el más dinámico y original, tanto por su ubicación (este año se celebró en el invernadero de una floristería) como por la variedad de productores que allí se juntan: Javi García (4 Monos), Xurxo Alba (Albamar), Paola Medina (Williams & Humbert), Sergi Colet, Roberto Oliván (Tentenublo), Beatriz Herranz (Barco del Corneta), Verónica Ortega o Fredi y Marc (Lectores Vini) junto a bodegas como Sota els Àngels o Sílice Viticultores, con los que Fredi Torres colabora. Allí conocimos los proyectos de Albert López (Esteve i Gibert), que trabaja con las viñas familiares de xarel.lo, sumoll y merlot (más algún experimento con ¡albariño!) en el Penedès y de Óscar Navas (La Furtiva), un joven enólogo, ex colaborador de 4 Kilos, que elabora un interesante vino con garnacha blanca y parellada en Terra Alta y que está recuperado otra viña vieja en la zona.
Viajar de la Fira al Museo Marítimo, sede de Renaissance des Appellations, llevó su tiempo (45 minutos en transporte público) así que, tras la presentación de Asimov, quedó apenas media hora para catar antes de que el salón de vinos biodinámicos —que hizo coincidir la fecha con un día de fruto— cerrara sus puertas a las 20:00.
De las 45 bodegas provenientes de nueve países apenas quedaban media docena de viticultores, la mayoría locales, como Ton Mata de Recaredo, Enric Soler, Joan Rubió (Cal Tiques) o Carles Ortiz de Nin Ortiz, que comentaba el ambiente tranquilo y sin aglomeraciones. Según el productor de Priorat, contribuyó a poder conversar con los invitados al evento, que contó con una charla impartida por Nicolas Joly (La Coulée de Serrant), impulsor de este grupo biodinámico que establece estrictos criterios de trabajo para sus asociados. Por cierto, uno de los últimos catadores en el salón era Quim Vila junto a parte de su equipo.
En el tintero se quedaron Magnificat, el más chic de todos los salones paralelos, con casi 50 bodegas y catas de productores míticos como López de Heredia o verticales de Chatêau d’Yquem; Terra de Garnatxes, con productores de esta variedad, principalmente de Cataluña y el Languedoc, que organizaron un salón durante el día, además de una cata dirigida por Pedro Ballesteros y una fiesta nocturna; y Las Mujeres del Vino, con 146 vinos de elaboradoras de todo el país reunidas para la segunda edición de este evento.
Mientras productores y visitantes hacen balance del On y Off de esta edición 2018, los organizadores de Alimentaria, conscientes de la competencia que suponen todos los eventos alternativos, se están poniendo las pilas para encontrar fórmulas que atraigan a pequeños pero mediáticos productores al recinto de la Fira y ya se han producido reuniones en este sentido. “Estamos abiertos a todo,” asegura Marta Macías, project manager de Intervin. Aunque los locales en los que se celebran los off tienen en general el encanto de los pequeño, si se llega a un acuerdo, seguro que muchos asistentes lo celebrarán.