Un brindis con vinho en honor a los lazos entre España y Portugal
De Espanha nem bom vento, nem bom casamento. Es el refrán histórico que quedó en el imaginario colectivo portugués tras algo más de medio siglo de reinado español –desastroso para el imperio colonial luso– y cierta condescendencia de los españoles, dados en general a despreciar lo que no conocemos, hacia nuestro vecino atlántico.
Por suerte, la democratización de los viajes y vacaciones al extranjero para el español medio han conseguido despojarnos de nuestros recelos e incluso apreciar con cierta admiración la facilidad (y voluntad) de los portugueses para hablar español, su carácter tranquilo y respetuoso y el apego hacia sus costumbres y modo de vida, reflejado en ciudades y pueblos que todavía conservan su identidad.
Las Spanish Wine Lover lo comprobamos en persona en Simplesmente Vinho en Oporto, un interesantísimo salón de vinos abierto al público y profesionales. Se celebra anualmente desde 2013 y a él siempre acuden un puñado de productores españoles para dar a catar sus vinos junto al grueso de elaboradores portugueses. Coincide con Esencia do Vinho, la feria decana del país luso, pero Simplesmente es la versión informal y centrada, como dice su director João Roseira, en “vinos sin maquillaje”. Este año, entre los productores españoles con mesa –o mejor dicho barrica– en Simplesmente, vimos a Daniel Ramos, de la Sierra de Gredos, Gemma Miró de Priorat, Federico Schatz de Ronda, Alfredo Maestro de Peñafiel y Anna Martí de Ca n’Estruc en Montserrat.
Para Luis Gutiérrez, representante de The Wine Advocate para España y Portugal, Simplesmente Vinho es ahora mismo la feria más interesante de vinos del país vecino. “Como España, Portugal es un país que está en busca de su identidad, más allá de hacer vinos ligeros con raspón u otras modas”, asegura el crítico español, que lleva visitando Portugal regularmente desde 1998. “Conservan muchas variedades locales y viñedo viejo pero a diferencia de nosotros, todavía beben vino a diario en casa y están en transición hacia un consumo más de ocio y restauración”.

Jerez, invitada de honor
Entre los 124 productores que acudieron al edificio Alfándega, a orillas del Douro, había 14 del Marco de Jerez, la región invitada en esta edición, aunque curiosamente la mayoría eran bodegas de vino blanco, demostrando el interés de Simplesmente Vinho por descubrir lo nuevo que se cuece en la región.
Nombres como Ramiro Ibáñez, Luis Pérez, Tradición junto con otros viticultores menos conocidos como Barrialto, Vinifícate, Agrícola Calcárea, El Piraña –el único viticultor de Trebujena que también etiqueta vinos– o Pepe Blanco, que tras su largo recorrido en la bodega familiar Callejuela acaba de presentar sus recién lanzados vinos blancos de Sanlúcar.
También estaba Raúl Moreno, que gestiona su propio proyecto y hace los vinos de Diatomists y Sotovelo, dos bodegas de reciente creación presentes en Oporto. Moreno, que habla portugués con fluidez, es probablemente uno de los elaboradores españoles que mejor conoce Portugal y sus vinos. Trabajó en Esporão y Quinta dos Murças, hizo su tesis universitaria sobre el uso de variedades portuguesas en Australia para mitigar el cambio climático y tiene un proyecto con Tiago Macena, futuro MW portugués, para elaborar vinos en el Alentejo con uvas y estilos de ambos países bajo el nombre de Vinhos Sin Fronteiras.
“Me gusta trabajar con los portugueses porque son gente noble y sencilla, y me gustan muchas de sus variedades, que pueden ser una buena respuesta al cambio climático en algunas zonas de España”, asegura. De hecho, ha plantado de forma experimental en Sanlúcar baga, castelão, encruzado y otras castas para ver su adaptación. También arinto, que ya utiliza en algunos de sus vinos como Destellos o La Esencia para conseguir acidez y notas aromáticas.

Armando Guerra también acudió a Simplesmente Vinho, pero no con los vinos de Barbadillo sino con los de su famosa Taberna der Guerrita en Sanlúcar, que gestiona junto a su familia. El completísimo libro de cata que la organización entregó a cada asistente a la feria explicaba que Vinos Según Cede nació “para formalizar la producción de graneles que sirven en la taberna desde 1978”, aunque los Guerra también embotellan vinos blancos –prefieren ese nombre a “vino de pasto".
El productor sanluqueño, que impartió en la feria una cata de vinos del Marco junto con Luis Gutiérrez y Dirk Niepoort, nos decía que la conexión entre España y Portugal ha mejorado mucho en los últimos años. “Quizás pasa algo inadvertido, pero en Portugal hay mucha gente que aprecia todo lo español y también el vino. Desde la primera edición del festival Innoble, los portugueses han sido asistentes fieles”, explica Guerra. “Había gente que nos pedía que editáramos nuestra revista en inglés, pero optamos por publicarla en español y portugués, que son los idiomas de nuestros lectores”.

La influencia de Niepoort
Dirk Niepoort es sin duda una de las personas que más ha hecho por estrechar lazos vinícolas entre España y Portugal. Luis Gutiérrez, que le conoció en 1998, define al productor luso como “el motor del vino de Portugal de este siglo” y le compara en ese sentido con Raúl Pérez. “Dirk es inquieto, creativo, sabe conectar con las personas y tiene una gran sensibilidad para captar y prever cosas antes que otros”, explica el crítico español.
Probablemente por ese don de gentes, Niepoort, quinta generación de una familia de origen holandés, ha impulsado numerosas colaboraciones con productores locales. El primer vino Sidecar, una colaboración de Susana Esteban, la enóloga española aficanda en Portugal, con otros productores, lo hizo con el bodeguero portuense, pero Niepoort también ha dejado su huella en España: ahí están Ladredo, procedente de una viña de Guímaro en Ribeira Sacra, Ultreia Douro con Raúl Pérez y el tinto Omlet con Telmo Rodríguez, también en Douro. Pero seguramente la colaboración que más impacto ha tenido en el vino español es la que hizo con el Equipo Navazos. “El primer blanco moderno de Jerez fue Navazos Niepoort 2008 y fue idea de Dirk, que quería hacer un vino ligero y sin fortificar con el carácter del suelo de Jerez”, explica Gutiérrez. “En ese momento, Jesús Barquín y Eduardo Ojeda no lo veían claro, pero se hizo gracias a la cabezonería de Dirk”.
Ahora, 17 años después, el productor portugués regresa al Marco para lanzar Niepoort Manzanilla Solera, una selección de tres botas de Barbadillo en las que ha buscado frescura, elegancia y bebilidad sin presencia marcada de flor. La manzanilla, que tiene unos tres años de crianza, se presentó en Simplesmente Vinho y saldrá a la venta en breve por unos 22 €.
Otro proyecto impulsado por Niepoort que tiende puentes entre productores del mundo es Nat Cool, un movimiento cuyos preceptos son hacer vinos con uvas locales, de trago largo, baja graduación, precio accesible y de consumo informal en botella de litro. El primer Nat Cool fue de la variedad baga y salió hace una decena de años, pero la idea se ha exportado a otros países y ya hay unos 20 vinos en la gama. En España se han unido al movimiento Nat Cool varias bodegas: Suertes del Marqués en Tenerife, Viña Zorzal en Navarra, L’Enclos de Peralba en Penedès, El Hato y el Garabato en Arribes y en breve lo hará Javi Revert en Valencia.

En la recámara, y al margen de Nat Cool, hay al menos otro proyecto de Niepoort en España. Será en Gredos, de la mano de Comando G, según nos comentaba Daniel Niepoort, hijo de Dirk.
Discípulos avezados
Además de ser un gran dinamizador del vino ibérico, las bodegas de Niepoort para vinos tranquilos en Douro, Bairrada y Dão son una gran cantera de enólogos que luego han volado por su cuenta para crear sus propios proyectos.
Uno de los primeros fue Luis Seabra, quien, tras más de una década como jefe de enología en Niepoort, lanzó su propia marca en 2013. Trabaja en el Douro y en Monçao y Melgaço, en la frontera con Galicia, donde produce un Vinho Verde con la variedad alvarinho bajo el nombre de Granito Cru, que ahora ha expandido al Dão. Seabra, que asesoró a Suertes del Marqués en Tenerife durante varios años, ahora colabora con Saíñas, la bodega de Ribeira Sacra que gestionan Saleta Fernández y Jorge Suárez, a quienes conoció durante una formación en el Ingavi. Cinco hectáreas de viñas en suelos de granito junto al río Cabe, con variedades locales trabajadas sin herbicidas y con edades de entre 20 y 90 años.

Carlos Raposo ha trabajado en Francia, Australia y Estados Unidos pero guarda buenos recuerdos de Quinta Sardonia, una de sus primeras experiencias como enólogo. También de Ribeira Sacra, después de haber ayudado en la elaboración de Ladredo durante los años que trabajó como enólogo en Niepoort. “Me encanta el perfil de los vinos y los viñedos de Ribeira Sacra, especialmente la garnacha tintorera y la mencía. Cuando catas uvas en el campo, percibes la expresión de la tierra y esas notas de fruta negra y especiada”, explica Raposo. De hecho, nos comentó en Simplesemente Vinho que le encantaría hacer mencía en Ribeira Sacra, algo que quizás consiga.
Desde 2018 elabora sus propios vinos, principalmente en Dão, bajo las marcas Vinhos Imperfeitos y más recientemente World Wild Wines. En línea con otros enólogos de la escuela Nieeport, en su proyecto personal busca hacer vinos que expresen el terruño, trabajando con variedades locales y prácticas sostenibles. El sueño de Raposo con este último proyecto, del que probamos excelentes vinos como Impecável, Ideal o Tinta Pinheira (rufete), es “hacer vinos únicos en cualquier región del mundo”.

Fue en la universidad Rovira i Virgili de Tarragona donde surgió la amistad entre el actual director técnico de la gama de vinos tranquilos de Niepoort Luis Pedro Cândido da Silva y el productor canario Carmelo Peña (Ikewen, Jable de Tao). “El primer día de clase Carmelo pidió al profesor si podía repetir en castellano lo que acaba de explicar en catalán. Yo, que no entendía por entonces el catalán, sentí un alivio enorme así que me quedé a esperarle al final de la clase para darle las gracias”, explica Cândido da Silva en perfecto español.
Ese día fue el principio de una amistad que continuó cuando Carmelo trabajó una temporada en Niepoort y que se ha consolidado con El3mento, el proyecto conjunto que emprendieron en 2017 en el Douro. Eligieron una viña centenaria de pizarra a 600 m de altitud en Barcos–Tabuaço, –donde Cândido da Silva también se encarga de vinificar los vinos de la bodega familiar, Quinta da Carolina–, compraron una tinaja e hicieron un vino al estilo que les gusta: con fermentación espontánea, raspón, pisado ligero con los pies sin control de temperatura y maceración durante cuatro meses, sin apenas sulfuroso.
En breve llegarán a tener seis vinos en la gama El3mento: Douro, Vinho Verde, Gran Canaria, Lanzarote, Suiza (junto a Silou Wines, en Neuchatel) e Itata en Chile. Todos se elaboran en tinaja con el estilo común, y según Cândido da Silva, no hay problema de egos. “No es una orquesta sino que somos tenores; cada uno nos encargamos de la elaboración en nuestra zona pero todos participamos en la cata y en la mezcla”.

El viñedo es parte de la cultura, de la vida rural y del paisaje de Portugal y de España y así lo quiere reflejar el enólogo Luis Lopes en Moreish, un proyecto itinerante de vinos “libres y sin DO” cuya personalidad varía, según él, en función de las personas, regiones y variedades con las que trabaja.
Lopes también asesora a bodegas como Dominio de Açor –entre nuestros vinos favoritos en Simplesmente Vinho– y Quinta das Marías, ambas en Dão, y desde 2019 a Palacio Quemado, la bodega de vinos tintos de Alvear en Extremadura. En el centenar de hectáreas plantadas con viña en esta propiedad del siglo XVIII, hay mucho tempranillo –muy demandado para el consumo local– y variedades francesas como syrah y petit verdot pero la casta favorita de Lopes es la garnacha tintorera, que se plantó cuando Envínate comenzó a trabajar con el grupo cordobés. “Controlar la producción y la vegetación para conseguir proteger la uva y que todo el racimo madure de forma uniforme es el primer paso que hemos dado. El siguiente será incrementar la largura del vino con el uso de raspón y modular el carácter frutal de la variedad”, asegura Lopes.

En Palacio Quemado también trabajan con castas portuguesas como trincadeira preta o arinto, perfectamente adaptadas a los suelos y el clima de la Tierra de Barros. De hecho, ya tienen en el mercado La Raya, un tinto de trincadeira preta que fermenta en hormigón y se cría en foudre. “Con el cambio climático, desde 2021 vemos más incidencia de esca en el tempranillo y plantas que se mueren por falta de agua”, indica Lopes.
Su interés por saber más sobre los suelos y zonas en las que trabaja le ha llevado a crear Monte Ilha, un arinto plantado en suelos de granito en Dão y fermentado en bota al que inocula flor traída de la bodega de Alvear en Montilla para criar posteriormente durante 17 meses con las lías. Con notas de curry y umami, es un blanco original, sabroso y con un bonito final salino. Tras este primer vino luso-montillano, Lopes quiere probar el mismo estilo pero con la variedad bical, también de Dão.
Una vasca en el Douro
Guiarse por la diversidad de su terruño y variedades para conseguir identidad es también lo que mueve al portuense Mateus Nicolau de Almeida y a la donostiarra Teresa Ameztoy. Ambos nacieron en familias ligadas al vino –el padre de Mateus trabajaba en Ramos Pinto en Oporto y el de Teresa en Murúa, en Rioja– y estudiaron en Burdeos, donde se conocieron, pero en lugar de seguir la senda familiar, iniciaron un proyecto propio que culminó en 2015 cuando construyeron su propia bodega en Vila Nova de Foz Côa, en el Douro Superior, cerca del Parque Natural de Arribes del Duero.
Teresa, quien antes de mudarse a Portugal trabajó para Viniberia en Jerez, La Mancha y otros lugares de España, todavía se sorprende del formalismo en el trato que recibe en Portugal. “Cuando estoy en la viña se llaman ingeniera como una forma de respeto; aquí la estratificación social está más marcada que en España”, explica Teresa, que también incide en el ritmo de vida más pausado pero no por ello menos desarrollado. “Aquí he podido vivir tradiciones y formas de trabajar que en España ya no se ven, pero también es verdad que cuando en Portugal estaba ya todo informatizado, yo recuerdo que en La Mancha tenía que seguir yendo en persona a los sitios para hacer todo el papeleo. Tendemos a pensar que somos mejores que el vecino, pero no es así”.

En su bonita bodega subterránea cavada en el xisto, donde todo el proceso es ecológico y biodinamico, hacen tres gamas de vinos: Trans-Douro-Express, que representa la diversidad climática de cada una de las tres zonas del Douro; Eremitas, que son vinos blancos parcelarios; y Curral Teles, con diferentes técnicas de vinificación o, como los describe Teresa, “vinos de influencia humana”.
Aunque están en una zona un tanto aislada, tanto ellos como algunos de sus vecinos en Arribes –Chus Jensen (Frontio), que presentó sus vinos en Simplesmente Vinho o José Manuel Beneitez (El Hato y El Garabato), que estaba entre el público–, mantienen contactos intrafronterizos. “Hay productores que vienen a pedirnos varas para injertar y a veces nos prestamos maquinaria; entre los pequeños productores hay siempre voluntad de ayudar”.
Como bien decía el título del álbum de la banda gallega Siniestro Total, menos mal que nos queda Portugal.
Yolanda Ortiz de Arri
Periodista con más de 25 años de experiencia en medios nacionales e internacionales. WSET3, formadora y traductora especializada en vino
Una recopilación de artículos sobre mujeres profesionales del vino
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