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Agrícola Calcárea

Arocha, 7. 11540. Sanlúcar de Barrameda (Cádiz)

www.agricolacalcarea.com
Agrícola Calcárea

Agrícola Calcárea es el pequeño proyecto en Sanlúcar de Barrameda de Juan Jurado. Nacido en una familia dedicada al cultivo de aceitunas en Dos Hermanas (Sevilla), Jurado comenzó su andadura profesional en el mundo de la hostelería en Reino Unido. Allí, además de aprender inglés se empezó a interesar por la sumillería antes de mudarse a Australia donde compaginó el servicio en sala con trabajos en varias bodegas. El Covid le trajo de vuelta a Andalucía tras 12 años en las antípodas y después de una temporada con Raúl Moreno y vendimias en Chile y el norte de Italia, en 2021 decidió hacerse viticultor invirtiendo sus ahorros en comprar una viña de 1,2 hectáreas en el Pago Miraflores.

Plantada en 1950 con listán y otras variedades tradicionales que quiere ir recuperando, Jurado asegura que la viña ha estado muy bien cuidada por su antiguo propietario, un viticultor sanluqueño que antes vendía la uva a la cooperativa y que todavía le da consejos. Jurado la cultiva y la labra con la ayuda de una mula y un tractor pequeño y las faltas en la viña las reemplaza con selecciones masales de plantas del clon antiguo de listán. Trabaja en ecológico y hace un par de preparados biodinámicos pero ni está certificado ni prevé hacerlo, al menos hasta que su joven proyecto esté más asentado.

Jurado elabora seis vinos que vende principalmente en España y algo en exportación. Todos llevan pieles en mayor o menor medida pero la presencia de velo es limitada. “Es una gran herramienta enológica en esta zona pero hay que saber utilizarla y yo estoy aprendiendo”, explica. “El velo en exceso marca mucho el vino y yo quiero que en la copa aparezca la viña y el suelo”.

Porfía Blanco (800 botellas, 17 €) es su vino insignia y del que espera hacer más botellas en próximas añadas. Fermenta en diferentes recipientes y se cría durante unos ocho meses. Es el que mejor representa el trabajo de recuperación que está haciendo con las uvas minoritarias locales. En 2022, su primera añada, hizo ocho microvinificaciones individuales de beba, mantúo de pilas, doradilla, cañocazo, mantúa castellana, indiana, jaén blanco y vigiriega, pero el vino de la añada 2023 se ha reducido a seis. Las uvas las consigue de amigos y vecinos y de su viña en Miraflores, donde también ha injertado algunos líneos de las que más le gustan: vigiriega, jaén blanco e indiana. Según Juan, las tres en conjunto son hábiles transmisoras del suelo, tienen buena acidez, textura y finura.

Sin Bulla (1.300 botellas, 19 €) es su blanco principal. En la primera añada lo hizo con uvas de palomino de Miraflores, Mahina y Campix para saber qué pago le gustaba más. La forma de elaborarlo, según cuenta Juan, fue un tanto improvisada. “Después de pisar las uvas fuimos a comer. Tomamos un par de botellas de vino y claro, tuvimos que echar la siesta. Cuando volvimos a la bodega a prensar ya habían pasado cinco horas, de ahí ese tiempo de maceración. Ahora lo tomamos como una religión”, explica Juan, que fermenta el vino en una bota muy vieja de manzanilla, donde desarrolla algo de velo de flor y se cría durante nueve meses. La añada 2023 es solo listán de su viña de Miraflores.

Por su alta acidez, cañocazo e indiana son las principales variedades de Porfía Ancestral (300 botellas que prevé ampliar a 700, 19 €). Las vendimia pronto y luego mezcla con porcentajes menores de listán y otras más tardías. Cuando el vino termina de fermentar, deja una parte en una damajuana sin flor que luego utiliza para rellenar tras el degüelle.

Tras su experiencia con la moscatel en Chile elabora Arrinconado (800 botellas, 19 €), con uva que compra en Chipiona. Lo cosecha pronto para conservar la acidez natural y lo fermenta con la mitad de las pieles en una tinaja centenaria de Extremadura durante casi un mes, antes de dejarlo criar en ese mismo recipiente durante seis meses. Es un vino que, según Jurado, gana en expresividad con tiempo de botella.

El Descontrol es un original clarete con mezcla de moscatel y tintilla que surgió de una decisión tomada a las tres de la mañana después de muchos días de vendimia. Ambas variedades fermentaron por separado con sus pieles durante 10 días en tinajas viejas. A Juan le gusta contar que este vino surgió porque la prensa de moscatel se quedó a medias y tuvo que rellenarla con tintilla para ejercer presión y poder prensar los hollejos. Cuando probó el vino resultante al mes siguiente no le disgustó, así que lo metió en un depósito de inox durante seis meses hasta que su importador de Taiwan, que quería un rosado, lo probó y le pidió que le vendiera toda la producción. En 2023 solo hizo 300 litros pero espera poder repetir en próximas añadas.

Porfía Tinto (400 botellas, 22 €) está hecho con tintilla de Rota que compra en el Pago Carrascal. La fermentación alcohólica y maloláctica se hace en inox y se cría en barrica usada de 500 litros con un toque de velo de flor. Aromáticamente recuerda a una barbera, pero es un vino con fuerza y tanino. Para Juan, la tintilla es una variedad con gran potencial. “Creo que aún no ha salido la mejor tintilla del Marco, ni la mejor moscatel, y con los blancos hay también mucho por investigar”, reconoce.

Al ser una bodega tan joven, habrá pronto novedades. Tras tres años en un espacio cedido por Armando Guerra y su padre en el Barrio Bajo, espera trasladarse a unas instalaciones amplias y funciones a las afueras de Sanlúcar. También quiere dar una identidad más clara a su marca así que va a unificar el diseño de las etiquetas siguiendo la línea de Porfía Blanco, que es una creación de la artista sanluqueña Laura Millán, ganadora de un Goya por la dirección de arte de la película La Sociedad de la Nieve.

Agrícola Calcárea no está dentro de ninguna DO pero comparte inquietudes con otros viticultores de la comarca como El Piraña, Barrialto o Sotovelo con quienes forma el grupo UVA (Unión de Vinificadores Artesanos) para acudir a ferias como Vinoble.