Mancuso, vinos de altura al abrigo de la Sierra de Algairén en Aragón

Las mejores garnachas de Aragón buscan las alturas. Pero para el enólogo y productor Jorge Navascués, más altitud no es necesariamente sinónimo de mayor calidad. “Lo que más valoro son los suelos de montaña y la cercanía de la sierra en orientaciones que permiten el sombreado del viñedo y limitar la exposición al sol”, explica.
Hace ya unos años que Navascués trabaja con parcelas que cumplen estas premisas en Almonacid de la Sierra (Zaragoza), en las faldas de la Sierra de Algairén, a unos 10 kilómetros de Cariñena. La orografía accidentada contrasta con las plantaciones del valle donde se asientan buena parte de los viñedos de la DO Cariñena. Siguiendo las estribaciones de la sierra hacia el oeste está Alpartir, el centro de operaciones de un proyecto clave de garnachas en Aragón como Bodegas Frontonio.
2025 es un año importante para Mancuso. “Estrenamos la primera bodega propia de la familia”, cuenta Jorge Navascués con orgullo. No es para menos si se piensa que han hecho falta cinco generaciones de viticultores, con orígenes en Requena del lado materno y tres de elaboradores enraizados en Aragón por la vía paterna.
El abuelo de Jorge fue bodeguero en la cooperativa de San Juan en Fuendejalón, la actual Bodegas Aragonesas. Su padre, Jesús Navascués, de 75 años, se jubiló el año pasado tras una larga trayectoria como asesor en numerosas bodegas de Aragón, y también en otras regiones como Somontano, Navarra o Tenerife. Jorge se inició a su lado en 1997, pero hace ya un tiempo que ha limitado las labores de consultoría a Viña Zorzal, en Navarra, Aylés en Aragón y al grupo Cvne, donde es el responsable técnico de Contino, en Rioja, y Virgen de Galir, en Valdeorras.
Los Navascués, padre e hijo, pueden presumir de haber sido testigos de la evolución de la garnacha desde la época en la que el enemigo a batir era la oxidación. Han vivido el apogeo de las altas maduraciones y las extracciones generosas y, de un tiempo para acá, la búsqueda de estilos más aéreos y fragantes.
Jorge cree que hay que seguir trabajando para descubrir cuál es el estilo más puro de la garnacha y, por supuesto, cómo se expresa en diferentes terruños. Con experiencia en Aragón, Navarra y ahora también en Rioja, cifra la maduración idónea de la variedad entre los 13,5% y 14,2% vol. “El problema es encontrar gente que pueda vendimiar en esa horquilla de tiempo”, apunta.
Después de haber probado distintas modalidades de elaboración (despalillado estrujado, racimos enteros, raspón en combinación con uva blanca…), cree que la mejor opción es el pisado con racimos enteros, aunque “es muy importante que la uva esté muy bien pisada”, puntualiza.
Un proyecto en dos tiempos
A comienzos de los 2000, los Navascués se decidieron a crear un proyecto propio más allá de la consultoría asociándose con Carlos San Pedro, fundador y propietario de Bodegas y Viñedos Pujanza en Laguardia (Rioja Alavesa). Trabajando ya bajo la marca Mancuso, que alude a una moneda acuñada en Aragón al inicio del siglo XI, el objetivo era mostrar la personalidad de las garnachas viejas de Jarque del Moncayo (Zaragoza). Como el municipio quedaba fuera de las DOs de la provincia, los vinos se lanzaron bajo el indicativo de Valdejalón.
La colaboración se mantuvo hasta 2011. La lejanía de las viñas respecto al lugar habitual de trabajo de los socios y la dificultad de compatibilizar la gestión con el resto de sus obligaciones fueron las principales razones del abandono del proyecto.
Como el deseo de hacer algo propio seguía ahí, en 2015 Jorge y su padre resucitaron Mancuso. Conservaron la marca y la variedad, pero cambiaron la procedencia de las uvas. “Vinimos a Almonacid por Mancuso”, explica Jorge. “Mi padre conocía el pueblo desde finales de los años 70 y yo había elaborado aquí ayudando a un productor desde 1999. Entendíamos bien la zona a nivel vitícola y teníamos buenos contactos”. De la vocación vinícola del municipio no había duda gracias a las más de 200 bodegas que se cuentan en su casco urbano con sus correspondientes calados. Muchas de ellas se han mantenido porque se han convertido en la sede de distintas peñas o se han transformado en merenderos.
Los Navascués arrancaron alquilando una bodega y comprando uva. Poco a poco, han ido adquiriendo algo de viñedo viejo. Hoy elaboran todos sus parcelarios con viñas propias, salvo la cariñena, cuya viña esperan poder comprar en breve. Una máxima que practican es que plantan la misma superficie de viña que compran. En la actualidad cuentan con 4,5 hectáreas propias.
Distinguen claramente entre Cutio, su marca de entrada de gama, y Mancuso. La primera se empezó a elaborar en Pago de Aylés mucho antes de que se recuperara el proyecto de garnachas de montaña. Pero, una vez instalados en Almonacid de la Sierra, decidieron que Cutio se abasteciera también de uvas del municipio (la primera añada de esta etapa es 2018). A estos efectos, solo se surten de viñas que van desde la carretera hacia la sierra. La elaboración de Cutio se mantendrá en la bodega que tienen alquilada en el pueblo, mientras que en esta cosecha 2025 los Mancuso pasarán a sus nuevas instalaciones.
Un lugar propio
La nueva etapa se afronta de manera conjunta con Virginie Coutou, representante de Mancuso a través de la agencia de exportación Awines, y socia natural de Jorge por el lado de la comercialización - Coutou maneja un interesante porfolio de productores españoles y portugueses. Caroline Lechanteur, del equipo de Awines, también está involucrada en el proyecto.
Jorge Navascués está entusiasmado con las nuevas instalaciones. En realidad, se trata de una rehabilitación de una de las bodegas tradicionales del pueblo, con sus propios calados subterráneos. Allí aún pueden verse los grandes toneles que se utilizaban antiguamente, con capacidades que van de los 1.000 a los 6.000 litros, todos ellos identificados con su propio nombre: La Preñada, la Rinconera, La Olvido, La Tardana, La Tonta, Del Abuelo, La Dolores, La Sietemesina… Estos calados ofrecen condiciones de temperatura idóneas para la crianza del vino.
En la elaboración se apuesta por el hormigón, tanto para fermentar como para criar, pero se diferencia entre blancos, a los que se destinan depósitos revestidos, y tintos que se trabajan en cemento en crudo. También se ha habilitado una sala independiente destinada a albergar foudres.
Garnacha, macabeo y un poco de cariñena
La gama de vinos refleja el papel dominante de la garnacha en Almonacid y, en general, en los municipios de la sierra. Según Navascués, los problemas de oídio que hubo en la zona en los años cincuenta del siglo pasado llevaron al arranque de la garnacha blanca, que fue reemplazada por macabeo, y especialmente a la sustitución de la cariñena, particularmente sensible al hongo, por la garnacha.
Cutio Blanco (9 €, 20.000 botellas) es un macabeo de muy buena relación calidad-precio que se beneficia de su crianza en hormigón. Es un estilo que no busca la fruta, pero que destaca por su textura y longitud, poco habituales en esta banda de precio. La cosecha 2022, actualmente en el mercado, fue muy cálida, pero el vino mantiene un buen equilibrio y un perfil mediterráneo maduro, con abundantes notas de hierbas de monte. La versión tinta (9 €, 80.000 botellas) lleva un 10% de cariñena que aporta cierta rusticidad, pero también viveza. Sin apenas madera, el perfil de la cosecha 2021 es también bastante herbal y con evocaciones del paisaje de montaña.
Mancuso (14 €, 15.000 botellas) es el vino de mayor disponibilidad dentro del proyecto de gama alta. La cosecha 2021 se elaboró a partir de cuatro parcelas situadas en la parte media y alta del pueblo. Una de ellas es la que se usó para el primer Mas de Mancuso que salió al mercado en la cosecha 2015. Dos parcelas se trabajaron con racimos enteros y las otras dos con despalillado. En la crianza domina el hormigón (dos tercios) sobre la madera (un tercio). El raspón está muy bien integrado y pasa casi desapercibido. Dominan las hierbas de monte sobre un fondo de frutilla en licor (zarzaparrilla). Es un vino expresivo, equilibrado, con buena textura y sensaciones muy auténticas.
La gama de parcelarios, comercializados bajo la marca Mas de Mancuso, incluye dos tintos de garnacha y cariñena respectivamente, y un blanco de macabeo. Las producciones oscilan entre las 3.000 y 1.200 botellas y los precios de venta al público en España no van mucho más allá de los 30 €. Jorge quiere dar valor a las garnachas y al paisaje de la Sierra de Algairén pero quiere seguir ofreciendo precios asequibles para los aficionados.
La garnacha tinta del actual Mas de Mancuso 2021 procede de una parcela de algo menos de una hectárea, una viña residual de garnacha en un paraje colonizado por almendros. Jorge se refiere a ella como la viña de Santiago, en honor a su antiguo propietario. No es la parcela más elevada del proyecto, pero su orientación norte y cercanía a la sierra se traduce en una menor insolación en las últimas horas del día y, de hecho, es la última que se vendimia. Fermentado en un 100% con raspón, es su tinto más fresco y abierto de color, y también el más sutil, con toques florales y de pimienta rosa y blanca. Sin huir de una buena maduración, consigue un paladar elegante y aéreo con una profunda dimensión aromática (romero, tomillo) y potencial de seguir creciendo en botella.
No pudimos probar la cariñena por encontrarse agotada, pero sí el interesante blanco de macabeo también de la cosecha 2021 que Navascués fermenta y cría en dos barricas de 500 litros y una de 300 litros. Procede de un viña más elevada que tampoco alcanza la hectárea de extensión sobre suelos de pizarra. El vino tiene un claro perfil mediterráneo con fruta madura (membrillo) y leves notas melosas. Las hierbas de monte juegan un papel importante. Un blanco con buena acidez, madera discreta y bien elaborado. Sin estridencias, pero muy interesante, puede ser muy versátil en la mesa.

Amaya Cervera
Periodista especializada en vino con más de 25 años de experiencia. Fundadora de Spanish Wine Lover y Premio Nacional de Gastronomía a la Comunicación Gastronómica 2023
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