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Familia Navascués

Avenida del Ejército, 32. Bajo B, 50400, Cariñena, Zaragoza, España

Familia Navascués

Jorge Navascués, tercera generación de elaboradores afincados en Aragón, es una de las caras importantes de la garnacha en España. Su abuelo fue bodeguero en la cooperativa de San Juan en Fuendejalón, la actual Bodegas Aragonesas. Su padre, Jesús Navascués, de 75 años, se jubiló en 2024 tras una larga trayectoria como asesor en numerosas bodegas de Aragón, incluidas algunas en Somontano, así como Navarra o Tenerife. Jorge se inició a su lado en 1997, pero hace ya un tiempo que ha limitado las labores de consultoría a Viña Zorzal, en Navarra, y al grupo Cvne, donde es el responsable técnico de Contino, en Rioja, y Virgen de Galir, en Valdeorras.

A comienzos de los 2000, los Navascués se decidieron a crear un proyecto propio más allá de la consultoría asociándose con Carlos San Pedro, fundador y propietario de Bodegas y Viñedos Pujanza en Laguardia (Rioja Alavesa). Utilizaron la marca Mancuso, que alude a una moneda acuñada en Aragón al inicio del siglo XI, para mostrar la personalidad de las garnachas viejas de Jarque del Moncayo (Zaragoza). La colaboración finalizó en 2011, pero en 2015 Jorge y su padre resucitaron el proyecto. Conservaron la marca y la variedad, pero cambiaron la procedencia de las uvas.

El lugar elegido fue Almonacid de la Sierra (Zaragoza), un municipio que conocían muy bien a nivel vitícola y en el que tenían buenos contactos. Almonacid está ubicado en las faldas de la Sierra de Algairén, a unos 10 kilómetros de Cariñena. Su orografía accidentada contrasta con las plantaciones del valle donde se asientan buena parte de los viñedos de la DO Cariñena.

Arrancaron alquilando una bodega y comprando uva. Poco a poco, han ido adquiriendo algo de viñedo viejo y plantando la misma superficie de viña que compran. En la actualidad cuentan con 4,5 hectáreas propias. 

Con bodega propia desde la cosecha 2025, las nuevas instalaciones son fruto de la rehabilitación de una de las muchas bodegas tradicionales del pueblo, con sus propios calados subterráneos. Se destinan solo a la gama alta, mientras que los vinos de relación calidad-precio que se comercializan bajo la marca Cutio se siguen elaborando en instalaciones alquiladas. Han hecho una gran apuesta por el hormigón, tanto para fermentar como para criar. El resto son barricas de gran formato y también se van a ir incorporando fudres.

Los vinos

Cutio Blanco (9 €, 20.000 botellas) es un macabeo de muy buena relación calidad-precio que se beneficia de su crianza en hormigón y destaca por su textura y longitud, poco habituales en esta banda de precio. La versión tinta (9 €, 80.000 botellas), sin apenas madera, lleva un 10% de cariñena que aporta cierta rusticidad, pero también viveza. 

Mancuso (14 €, 15.000 botellas) es el vino de mayor disponibilidad dentro del proyecto de gama alta. Es el resultado de una mezcla de parcelas situadas en la parte media y alta del pueblo con parte de raspón y más crianza en hormigón que en barrica. Es una garnacha expresiva y auténtica con abundantes notas de hierbas de monte y fruta en licor.

Los Mas de Mancuso son los parcelarios que elaboran con viñedos propios con orientación norte. Hay dos tintos, uno de garnacha y otro de cariñena y un blanco de macabeo con producciones de entre 3.000 y 1.200 botellas y precios que no van mucho más allá de los 30 € en España. La garnacha tinta procede de una parcela de algo menos de una hectárea que es la última que se vendimia. Es una viña residual en un paraje colonizado por almendros y el vino más fresco y delicado de la gama, pero a la vez con profundidad y capacidad de desarrollo en botella. La cariñena, de suelos de pizarra, tiene garra y frescura, mientras que el blanco, también de suelos de pizarra, es un vino consistente y equilibrado con un claro perfil mediterráneo.