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El estado de la biodinámica en España: 3.500 hectáreas y creciendo

La familia García (Mauro, San Román, Garmón) llevaba cinco años cultivando en ecológico cuando se planteó qué más podía hacer para expresar el carácter de las regiones en las que trabaja. Aunque reticentes a la biodinámica, una reunión con el consultor y suministrador de preparados Ángel Amurrio, de Entheos Bio, los animó a dar el salto en 2015. En 10 años han certificado 270 hectáreas de sus distintas bodegas en Ribera del Duero, Toro y Castilla y León, y están en proceso de conversión en sus nuevos proyectos de Rioja (Baynos) y Bierzo (Valeyo), donde partían de viñedos de cultivo convencional.

“Esto nos ha obligado a estar más tiempo en la viña y a conocerla mejor”, explicaba David Cancela, director de producción del grupo, en un congreso organizado a principios de abril por Entheos Bio, que contó con la presencia de referentes internacionales como Jean-Michel Florin, Dominique Massenot o Jürgen Fritz.

Entre los asistentes estaban muchos practicantes convencidos y nombres de referencia en el desarrollo de la biodinámica en España, como Ricardo Pérez, de Descendientes de J. Palacios (Bierzo), quien llevó a cabo la primera traducción al español del libro de Nicolas Joly, El vino del cielo a la tierra, en 2004. Otro pionero, Peter Sisseck, que llegó a comercializar Pingus 2015 con sello Demeter, también mandó a parte de su equipo al evento. El productor comenzó a aplicar la biodinámica de manera consistente en sus viñas de Dominio de Pingus en el año 2000 con ayuda de Jerome Bougnaud. Por el camino, se ha convertido también en granjero, cuenta con sus propias vacas que le permiten generar 300.000 kilos de compost al año y produce su propio queso. Aunque abandonó la certificación, dice que sigue aplicando “la “misma filosofía de siempre”.

La biodinámica entiende el cultivo como parte de un “organismo granja” capaz de autoabastecerse e integrado por plantas, animales y seres humanos. Sus fundamentos fueron enunciados a principios del siglo XX por el filósofo austriaco impulsor de la antroposofía Rudolf Steiner. Muchos de sus principios, en especial la realización de tareas en consonancia con los ritmos del universo (ciclos lunares, etc.), se corresponden con prácticas agrícolas ancestrales. La biodinámica parte del cultivo ecológico, pero va más allá al proponer toda una serie de preparados que se dinamizan previamente y se aplican en dosis homeopáticas. Los dos más importantes son el 500, a base de estiércol, que algunos definen como una “bomba microbiológica” para el suelo y el 501, que se realiza con sílice y se orienta a la parte aérea de la planta.

Lejos de las connotaciones esotéricas del pasado, el objetivo del congreso organizado por Entheos Bio fue, según Amurrio (en la imagen inferior), “aportar la seriedad y el rigor que merece la biodinámica”. 


Algunas cifras

En España, la biodinámica es una historia del siglo XXI. Según Demeter, principal certificadora internacional, en 2002 solo llevaban su sello dos bodegas y 70 hectáreas de viña. En 2010, con solo dos operadores más, se alcanzaron las 205 ha. Desde entonces, se ha producido un crecimiento significativo hasta las 3.500 ha actuales. Hay 28 bodegas inscritas (con certificación tanto para viña como para vino) y 72 operadores que solo certifican el viñedo.

Estos datos nos posicionan entre los países más comprometidos con la filosofía. Aunque con datos algo más antiguos y criterios ligeramente diferentes (todos los operadores aparecen como bodegas), la última comparativa de Demeter International sitúa a España en tercer lugar por superficie tras Francia e Italia (ver cuadro inferior) y en cuarta posición por número de bodegas, inmediatamente después de Alemania. Según la misma fuente, los únicos países no europeos que superan las 1.000 hectáreas de viñedo certificado son Estados Unidos y Chile, en ese último caso con un número de productores significativamente menor.   


El liderazgo de Francia es abrumador, sobre todo si se suma la superficie controlada por Biodyvin, la certificadora específica para viña y vino (Demeter cubre todo tipo de cultivos) creada por el Sindicato Internacional de Viticultores Biodinámicos. Con unos pocos socios en Italia, Portugal, Grecia, Alemania, Suiza y Bélgica, la mayor parte de sus 215 miembros y 5.200 hectáreas se concentran en Francia.

Otro dato interesante en España es que el viñedo es el cultivo biodinámico más importante del país. En 2024 representaba el 25% del total, por delante del olivar (12%) y los frutales (12%).

De la incredulidad a los resultados

Las experiencias que presentaron los distintos productores en el congreso y las opiniones de algunos de los asistentes fueron reveladoras del momento en el que se encuentra la biodinámica en España.


Lo primero que quedó claro es que se pueden trabajar extensiones de viñedo relativamente grandes. Mauro, por ejemplo, cuenta con 270 hectáreas, mientras que la finca Torremilanos (Bodegas Peñalba López, Ribera del Duero), donde se celebró el congreso, tiene 200 hectáreas certificadas desde 2014. Pero quizás el ejemplo más llamativo sea el grupo Aliances per la Terra desarrollado en Penedès por Gramona y sus proveedores, que ha conseguido reunir 500 hectáreas en un espacio de tiempo relativamente corto. 

Jaume Gramona no ocultó las dificultades del proceso. “A la gente le cuesta entender que haya que cambiar algo que funciona”. Él mismo tuvo que emprender una transformación radical tras conocer en Borgoña a Claude y Lydia Bourguignon, expertos en microbiología del suelo, que hicieron que tomara conciencia de la ausencia de vida en sus viñedos del Penedès. Tras esto, “ir un poco más allá fue un paso natural”, pero también avisa: “Hoy, quien no está en ecológico, no está”.

El caso de Ernesto Peña, asesor enológico y vitícola, y defensor del cultivo ecológico, explica muy bien esta evolución. Cuando empezó a trabajar para el grupo Chapoutier en España y le plantearon cultivar en biodinámica, tuvo bastantes dudas. Tras formarse en Francia con Pierre Masson, uno de los referentes del movimiento, hizo numerosas pruebas comparativas de poda y tratamientos hasta ver resultados claros en la viña y convencerse de sus beneficios. El logro más importante desde su punto de vista es que tratan mucho menos que antes y hasta han conseguido, por ejemplo, solucionar los problemas de clorosis en sus viñedos de Ribera del Duero. 

Miguel Ángel Peñalba, responsable de viñedo en la finca familiar de Torremilanos y químico de formación, también tuvo sus reparos, pero reconoce que el proceso ha sido enriquecedor: “No volvería a atrás”. En su caso, además de reducir el número de tratamientos y sus dosis, lo que más valora es la mejora de los suelos. “Tenemos bastante arcilla y el terreno se quedaba muy duro; con la biodinámica, ha cambiado de color, está más blanco y labramos con más tranquilidad”. 


Muchos responsables de viticultura coinciden en que los primeros resultados visibles tienen que ver con la aplicación del preparado 501. Según Cancela, de Mauro, “aporta estructura y verticalidad a la madera y genera una masa foliar más grande”. “Las hojas cogen más perpendicularidad y más fuerza”, corrobora Mario Cancho responsable de viticultura de Milsetentayseis, la segunda bodega de Alma Carraovejas en Ribera del Duero, tras apenas un año de aplicar los preparados. Siguen la estela de otras bodegas del grupo como Marañones en Gredos y Ossian en Segovia, ambas ya con certificación Demeter. 

Dar el salto

Para el asesor de viticultura Julián Palacios, fundador de Viticultura Viva, que asistió como público, “el hecho de que haya bodegas de mucho peso que estén haciendo biodinámica en España, te motiva a aprender y entender lo que hay detrás”. Lo que más le gustó del congreso fue el hincapié que se hizo en el vínculo entre biodinámica y la agronomía. Para él, “no se puede hacer buena biodinámica si no se es antes buen viticultor”. 

En este sentido iba también el mensaje de Fernando Mora, de Bodegas Frontonio (Alpartir, Zaragoza), quien, tras trabajar en ecológico, se está adentrando ahora en la biodinámica. Ve el salto como un “afinamiento de la viticultura”, sin necesidad de que lleve a un “sabor concreto”. Le interesa especialmente la observación para conseguir “la mejor versión de un lugar”.

Pero para ello hace falta un cambio de mentalidad. “No podemos perder la confianza en nuestra capacidad de observar y comprender. El gran cambio metodológico pasa por dejar de querer transformar la Naturaleza para confiar en ella”, apuntaba Alejandro Muchada, socio del productor de Champagne David Léclapart en Muchada Léclapart (Sanlúcar de Barrameda, Cádiz). A Muchada le distingue un trabajo muy específico en viña. Cuenta, de hecho, con un equipo de tres personas para las cuatro hectáreas del proyecto en el Pago Miraflores. “Hay que poner ganas e invertir. En viticultura convencional, una persona lleva 10 hectáreas”, puntualizó.

David Cancela, por su parte, minimizó los costes finales frente a una viticultura de calidad: “La biodinámica no es más cara, no va a hacer que baje la producción y, una vez amortizada la maquinaria, resulta más barata. Lo importante es que las personas que la lleven a la práctica estén involucradas, convencidas, informadas y formadas”.


Rubén Jiménez, responsable de viticultura de Amaren (Samaniego, Rioja, a punto de tener todo en ecológico) y Luis Cañas (donde se dan un plazo de cinco años) reconoce llevar años leyendo, catando, asistiendo a eventos y, en general, siguiendo la biodinámica con inquietud. Aunque aplican algunos tratamientos a base de plantas, no utilizan los preparados. En su día a día, intentan ser lo más respetuosos posible con el entorno, favoreciendo la biodiversidad, la recuperación del ecosistema y la coplantación de variedades. “La biodinámica sigue siendo un debate que está sobre la mesa”.

De las decisiones que tomen este y otros productores y viticultores en el futuro, dependerá gran parte de la evolución del movimiento en España. De lo que no hay duda, es de que cada vez genera mayor interés y menos controversia. 

Fotos: A.C. y Entheos Bio.

Firma

Amaya Cervera

Periodista especializada en vino con más de 25 años de experiencia. Fundadora de Spanish Wine Lover y Premio Nacional de Gastronomía a la Comunicación Gastronómica 2023