
Asturias no es el primer lugar que viene a la cabeza cuando se habla de vino. Durante la segunda mitad del siglo XX, su zona tradicional de viña, Cangas, estuvo más centrada en la minería y la viticultura quedó sumida en el abandono. Pedro Ballesteros MW visitó la región en 2017 y escribió un detallado artículo para SWL contando su historia, y el gran potencial de sus variedades y su paisaje. También volvió convencido de estar asistiendo al “nacimiento de una región clásica de vinos, probablemente la última”.
Además de su relativa juventud -la recuperación se inicia en los 2000-, la razón principal de su desconocimiento es la escasa disponibilidad de vino. Estamos hablando de la DO más pequeña de España con apenas 70 hectáreas de viña.
Uno de los embajadores más activos de la región es Ramón Coalla. El propietario de la conocida tienda gourmet de Asturias, con su propia distribuidora de vinos y sucursal en Madrid desde hace unos años, cuenta con proyecto propio en la zona. Se trata de una colaboración con la bodega local Monasterio de Corias bajo la dirección enológica de Rafa Somonte, director técnico de Dominio de Tares en Bierzo, y asturiano de nacimiento.
La iniciativa tiene ya 12 años, pero es en los últimos tiempos cuando se ha acabado de desarrollar una amplia gama de vinos que explota las distintas posibilidades de la región. Son unas 15.000 a 20.000 botellas anuales repartidas entre dos referencias de albarín blanco (Cangas y Castaño), tres monovarietales tintos de verdejo negro, carrasquín y albarín negro, el parcelario Finca La Zorrina y el tinto de ensamblaje Mezcla Canguesa.
Las uvas de Mezcla Canguesa proceden del viñedo Escolinas que da nombre al proyecto. Está situado en Cangas del Narcea y se extiende sobre las pronunciadas laderas pizarrosas que caracterizan al municipio. Aquí conviven las variedades carrasquín, verdejo negro (merenzao o trousseau) y albarín negro (bruñal), junto a algunas pocas cepas de uva blanca que también entran en el ensamblaje. Antiguamente llevaba también algo de mencía, pero la han dejado de utilizar para centrarse en las variedades más propias de la zona.
Con 4.000 botellas, es el tinto de mayor disponibilidad del proyecto y una buena puerta de entrada para explorar el sabor y las particularidades de esta región, muy recomendable para los amantes de los tintos frescos y atlánticos. El vino pasa cuatro meses en barrica, pero el elemento dominante es la fruta y la original combinación de notas de bayas dulces y toques herbales en nariz. El paladar es tenso y bien delineado también con mucha presencia de fruta, aunque empiezan a definirse notas minerales en el final. Será interesante seguir su evolución en botella durante los próximos dos años.
4.000 botellas
13% vol.
17 €
Puntuación: 92

Amaya Cervera
Periodista especializada en vino con más de 25 años de experiencia. Fundadora de Spanish Wine Lover y Premio Nacional de Gastronomía a la Comunicación Gastronómica 2023
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