La gran concentración de eventos que ha traído la reactivación masiva del sector tras la pandemia no nos ha permitido plasmar muchas de las catas a las que hemos asistido con el detalle necesario. Más allá de los posts publicados en redes, creemos que algunos se merecen una cobertura en web en las dos versiones de inglés y castellano. Con nuestras disculpas a los organizadores de otras propuestas a las que nuestra saturadísima agenda no nos permitió acudir, este es un resumen de nuestras andanzas primaverales.
Bajo el lema de Viños D.O. Camiño, Fevino, la feria de referencia de Galicia tiró este año la casa por la ventana para embarcarse en tres etapas que recorren simbólicamente el camino inglés aprovechando la prolongación del año jacobeo durante todo 2022 para compensar el parón del Covid. La primera cita fue el 30 de mayo en su lugar de celebración habitual, Ferrol, a modo de feria monográfica dedicada a los vinos gallegos atlánticos y donde se reconoció como “Guardianes del Vino” a productores que han sido y son grandes locomotoras de sus distintas regiones (Rodrigo Méndez, Raúl Pérez, Telmo Rodríguez, Luis Anxo Rodríguez, José Luis Mateo y Fernando González) y a los Masters of Wine Tim Atkin y Sarah Jane Evans. Al día siguiente, el foco se trasladó a Betanzos para realizar una jornada centrada en la variedad blanco legítimo, y finalmente del 13 al 14 de junio se celebró en Santiago de Compostela la gran feria profesional con unos 200 productores venidos de distintos puntos de España y un apretado programa de catas.
Fue un placer moderar una de las sesiones en Santiago junto a los cinco Masters of Wine que luego recibirían también el galardón de “Guardianes del vino” (este año hubo dos ceremonias de entrega): Sarah Jane Evans, que hizo doblete, Álvaro Ribalta, Almudena Alberca, Norrel Robertson y Fernando Mora.
Sus vinos, o los que eligieron defender quienes no forman parte del sector productor, sirvieron de fantástico escaparate, no solo de los nuevos estilos que triunfan en España, sino del alto nivel de calidad que pueden alcanzar.
El viaje empezó en Valencia con La Mujer Caballo Toronja 2020 de Filoxera & Cía., un vino “elaborado con pieles como los de antes por una mujer fuerte”, dijo Sarah Jane Evans MW en alusión a Pilar Esteve. Para la experta británica en vino español y co-presidenta de los Decanter World Wine Awards, se trata de un gran ejemplo de su categoría, un icono de la recuperación de variedades locales (hay un 60% de valencí, junto a airén, moscatel romano y otros), además de un blanco muy gastronómico que recordó haber armonizado con éxito con un chocolate con frutos secos.
Álvaro Ribalta MW, el comprador de vino español de Indigo Wines que lleva un año asentado en Cataluña y está a punto de lanzar su propia distribuidora e importadora bajo el nombre de Massal Selection, eligió el tinto Cortezada 2019 de Fedellos do Couto. Además de apostar por un vino local (de Ribeira Sacra, pero fuera de DO), quiso convertirlo en ejemplo del exitoso ascenso de los tintos gallegos y de la creación de una nueva categoría en un espacio de tiempo relativamente corto. Estaba también la parte sentimental de una etiqueta que ya no volverá a elaborarse y de poder probar su última añada en el mercado. Ribalta señaló que introducir los nuevos estilos de vinos españoles en los mercados anglosajones no ha sido fácil, pero que se ha conseguido conectar con sumilleres, prescriptores y comunicadores y que, a partir de ahí, estas nuevas elaboraciones irán permeando otros segmentos del mercado.
Con su Secreto 2 RS 2016, Almudena Alberca MW, directora técnica de Entrecanales Domecq, quiso demostrar que había muchas Riberas diferentes y que la zona no es tan monolítica como la consideran muchos consumidores. Al contrario, defendió las personalidades de los distintos pueblos, tanto para mostrar matices por separado como para construir vinos complejos de mezcla, y el carácter único de viñedos viejos como el cultivado en Peñaranda, en la frontera con la Ribera soriana, que permite crear un tinto de gran refinamiento y elegancia como el que presentó en la cata. Además, y en calidad de embajadora de la compañía de inversión en vino Oeno en España, apuntó que, pese a la escasa presencia de los vinos españoles en el mercado secundario (subastas, transacciones entre particulares…) transacciones que se realizan en , existen oportunidades claras y, en consecuencia, veremos cada vez más marcas nacionales cotizadas en este ámbito.
Asentado en Calatayud desde 2003, Norrel Robertson MW, más conocido como El Escocés Volante, señaló que, tras los arranques propiciados por los últimos fondos europeos, Aragón se encontraba en una situación relativamente estable y destacó el valor de los viñedos viejos para elaborar vinos de gran personalidad y calidad. El ejemplo más claro fue el Cismático 2019 que aportó a la cata: una expresión profunda, evocadora e intensa de las mejores garnachas de la región que sorprende por su personalidad. También es un tipo de vino que Norrel confía que tendrá un buen desarrollo en botella y una capacidad de envejecimiento que ayude a elevar la consideración de la zona y la variedad en el mercado.
También desde su base de Aragón, pero a caballo entre Valdejalón y Cariñena, Fernando Mora MW defendió la singularidad de los mejores terruños aragoneses y se mostró muy afortunado de haber descubierto el valle de Barrandijos en Alpartir donde nacen sus tops de gama que se cotizan por encima de los 170 €. Para la cata eligió El Jardín de las Iguales 2018 en versión blanca, un vino elaborado a partir de un viñedo de macabeo plantado a finales del XIX y que, según él, le descubrió la grandeza que podía alcanzar esta variedad en Aragón. También reconoció, que pese al rápido ascenso de Bodegas Frontonio, el camino no había sido fácil -costó mucho encontrar los mercados adecuados para sus vinos-, pero que es un momento de gran oportunidad para los vinos españoles de terruño.
En Fevino también asistimos a la cata que impartió Luis Gutiérrez combinando regiones francesas y españolas por las que discurre el Camino de Santiago. La representación nacional arrancó con un especiado Tabuérniga 2019 de la Cía de Vinos Telmo Rodríguez con taninos aún bastante firmes y continuó con el Pan y Carne 2020 que elabora Raúl Pérez en Bierzo y que generó un pequeño debate sobre las confusiones en el nombre de las variedades. Y es que en Bierzo a menudo se utilizan los nombres de estaladiña y pan y carne para referirse a la merenzao, cuando la clasificación oficial considera las dos primeras como sinonimias de una variedad diferente a la merenzao.
Nos encantaron el albariño Noventa e Nove Arrobas 2019 de Xurxo Alba, que lo hemos destacado como vino de la semana, y el Finca Genoveva Tinto 2019, fresco, jugoso, con tensión e innegable carácter atlántico.
Una de las bodegas de referencia en Rueda desde su fundación a finales de los noventa, la familia Prieto Pariente decidió celebrar su primer cuarto de siglo con una retrospectiva de añadas antiguas como mejor prueba del potencial de envejecimiento de la verdejo en todos los vinos de la gama, incluido su blanco básico, del que se atrevieron a descorchar un 2009 que, aunque algo reducido, estaba mantenido por la acidez y no tenía signos de oxidación. El más cercano 2019, por otro lado, fue el mejor recordatorio de lo bien que sientan un par de años de botella a los blancos básicos de calidad de la zona (notas herbales y de frutas tropicales frescas, jugoso y con complejidad). Ayuda el hecho de que desde 2017 se incluyan también en el ensamblaje pequeños porcentajes de vinos criado en tino de madera y en hormigón.
La fundadora Mariví Pariente señaló que jamás hubiera imaginado que aquel primer vino elaborado al año siguiente del fallecimiento de su padre con el viñedo que él cultivaba pudiera dar lugar a lo que hoy es José Pariente. Con el nombre del padre como marca de referencia, el futuro está asegurado gracias a sus hijos Ignacio, en la dirección, y Martina, a cargo de viñas y vinos.
De José Pariente Cuvée Especial, el verdejo pionero de la crianza en huevo de hormigón, probamos un 2019 salino y mentolado y un 2016 muy entero, complejo, untuoso que mantenía similar perfil balsámico. Este vino se elabora con dos viñas viejas plantadas en suelos de arena en 1934 y 1926 respectivamente que comparten una maduración más tardía.
Como contrapunto, el José Pariente Fermentado en Barrica procede de suelos de canto rodado. En las últimas añadas se ha reducido el porcentaje de barrica nueva, que ya es solo del 5-10% y se va cada vez más al formato de 500 litros. De hecho, apreciamos notables diferencias entre el 2008 marcado por los toques tostados y cremosos (praliné) y un 2019 con notas levemente especiadas y de fruta blanca y de madera muy discreta.
Probamos también dos añadas de Finca Las Comas: un 2020 de depósito aún falto de desarrollo y un 2018 elegante y de fina textura con toques de hinojo. Se trata de un blanco parcelario que procede de una viña de 1910 plantada en el típico suelo de cascajo de la zona y situada en el paraje El Camino del Puerto en La Seca. El vino fermenta y se cría en foudre de 2.500 litros.
El broche de oro fue José Pariente 25, el último verdejo que elaboró José Pariente y que ha permanecido 25 años en barrica con rellenados periódicos. La graduación (17%) es fruto de la concentración natural del alcohol durante todo este tiempo. La complejidad es nariz es fascinante, con abundantes frutos secos y piel de naranja y mandarina. En boca destaca la textura muy elegante y la buena acidez que equilibra el conjunto y aporta toques cítricos junto al punto reconfortante del alcohol. El único problema es lo reducido de la propuesta: solo hay 538 botellas.
A principios de junio asistimos a la celebración del 20 aniversario de Viñedos Alonso del Yerro, una de las apuestas más serias de comienzos de los 2000 para elaborar vinos de alta calidad y de terruño por parte de inversores externos en la Ribera del Duero. Fue un evento entrañable que tuvo lugar en la finca familiar de Santa Marta, en Anguix (Burgos) y que contó con la asistencia de importadores, distribuidores, comunicadores e incluso productores compañeros de la asociación Grandes Pagos de España de la que Alonso del Yerro es miembro.
Uno de los grandes alicientes fue poder probar un buen número de añadas antiguas de los tres vinos de la firma: los dos que elaboran en Ribera del Duero junto al de su proyecto Paydos en Toro. Todos, por cierto, han renovado etiquetas en su última añada 2018, con cambios bastante notables como se puede ver en la imagen inferior y una apuesta clara por el blanco.
Con la perspectiva de la cata vertical confirmamos una impresión que tenemos desde hace tiempo y es que en Alonso del Yerro se trabajan muy bien las añadas frías. Quedó bien patente en los 2008 y 2013 del tinto central Alonso del Yerro y también en el 2013 de María. Los 2018 mostraron todos muy buen nivel y un perfil fresco y elegante, con potencia, persistencia y muy buena textura en el caso de María, y gran intensidad frutal y firmeza tánica en Paydos. La añada es propicia para ello, no tan fría ni complicada como las anteriores, pero con rendimientos ligeramente más altos que benefician a zonas de concentración natural como son Toro y Ribera.
De María destacó además el 2014 (fino, jugoso, pero con tanino aún firme que augura un desarrollo bastante lento) y la buena evolución de 2012 y 2011 dentro de un perfil de tintos con algo más de madurez y estructura tánica que culminaba en un 2010 que fue el más poderoso de la serie.
En Paydos se aprecia una evolución hacia vendimias más tempranas, especialmente en un 2018 que ofrece mucha más finura de lo habitual en la zona.
Matador es una de las iniciativas más exitosas para relacionar vino y arte. Esta publicación anual de arte y tendencias incluye un vino en cada nueva edición y lo liga al nombre del artista invitado ilustrando la etiqueta con alguna de sus obras. A los productores, por otro lado, les anima a dar rienda suelta a su imaginación y a correr riesgos. Esta primavera asistimos a la presentación del vino correspondiente a la letra X de la revista que tuvo lugar en un idílico rincón del Jardín Botánico de Madrid. Sus autores: Comando G Viticultores.
Para Telmo Rodríguez, director de la bodega Matador, la elección de Comando G no solo escenifica un relevo generacional al que se le quiere ir pasando el testigo, sino que convierte a Gredos en símbolo del ascenso de regiones vinícolas olvidadas. Hay un guiño adicional que recupera al equipo fundacional integrando a Marc Isart en el diseño y concepción del vino (Isart se desligó del proyecto en su día, pero ha permanecido ligado a los viñedos de Gredos) junto a Daniel Jiménez-Landi y Fernando García. Los podéis ver a todos en la foto inferior junto a Telmo Rodríguez y al fotógrafo Alberto García Alix, autor de la etiqueta y del proyecto "Fantasías en el Prado" que los asistentes a la presentación pudimos visitar antes en el Pabellón Villanueva del Real Jardín Botánico. Se trata de una serie fotográfica de dobles exposiciones que mezcla y reinterpreta grandes obras de arte del museo madrileño.
Respecto al vino, intenta resumir el espíritu de Gredos haciendo algo diferente a la filosofía de Comando G, que es mezclar dos parcelas de gran personalidad. La primera, Los Canchones, en zona fría (Villanueva de Ávila), cara sur, suelos de granito y por encima de los 1.000 metros, representa dos terceras partes del ensamblaje. La segunda es El Reventón, en Cebreros: suelos de pizarra y fermentación sin raspón. Se trabajaron primero por separado en foudre y barrica y, tras el ensamblaje, en depósito de hormigón. En la copa, el García-Alix 2020 es fresco y herbal, pero con un toque mediterráneo de piel de naranja; la boca es algo más llena que las elaboraciones habituales de Comando G, sabrosa, fresca y casi adictiva. Se han hecho 2.100 botellas que se venden en el entorno de los 77 €.
Tras la edición fallida de 2020 por culpa de la pandemia, Vinoble acogió de nuevo a los profesionales que viajan a Jerez cada año para disfrutar de las novedades del Salón y las excelentes catas que se organizan en el Alcázar gracias al impulso y el buen hacer de Juancho Asenjo, miembro del comité asesor.
Con un título un tanto críptico —Teoría de la Versatilidad: PX=M2—, la última cata de Vinoble 2022 estuvo protagonizada por los vinos de Montilla-Moriles y dos jóvenes sumilleres. Sus nombres quizás no suenen mucho, pero Paula Menéndez y Virginia García, fundadoras de la asesoría In Wine Veritas, han venido para quedarse y seguramente empezaremos a oír sus nombres con más frecuencia porque son dos mujeres que están preparadas y tienen pasión por el vino.
Su cata a ciegas fue didáctica y refrescante y seguramente consiguió su objetivo: demostrar a los asistentes que la pedro ximénez es una variedad todoterreno, capaz de transmitir el terruño y de producir desde vinos jóvenes y frescos como Los Injertos de Los Insensatos, con ocho meses de crianza en tinaja, hasta finos sápidos y largos como el Fino en Rama Pérez Barquero, pero también estilos con músculo (Fino Cebolla, 15 años de crianza) y otros vinos eternos como el Palo Cortado La Inglesa, con 80 años de vejez media y una amplitud y elegancia estratosféricas. Esta joya, nacida en suelos de barajuela en Moriles Altos, fue uno de los 11 vinos y un vinagre muy viejo que Paula y Virginia presentaron para demostrar 12 hipótesis —entrecomilladas en el siguiente párrafo— que ellas planteaban sobre los vinos de Montilla-Moriles, una zona que llegó a tener 25.000 hectáreas en los años 70 pero en la que hoy en día apenas quedan 4.800.
Los otros vinos de la cata fueron Alvear Tres Miradas Cerro Macho (“la PX muestra la grandeza del suelo del que proviene dejando ver su contenido calcáreo), Miut Santa Magdalena (“la PX se adapta a la barrica francesa generando vinos con capacidad de guardia”), Robles Piedra Luenga (“se adapta a formas de viticultura con menor uso de sistémicos”), el Amontillado del Consejo Regulador (“la PX ha dado lugar a numerosas referencias literarias”), Alvear Oloroso Asunción (“da lugar a una de las bodegas más antiguas de España”), La Aurora Gran Pedro PX en Rama ("dibuja el camino para diversificar los vinos dulces") y Toro Albalá Convento Don PX Selección 1955 (“da origen a uno de los vinos más dulces del mundo”).
La víspera de Vinoble, 22 equipos pusieron a prueba sus sentidos y memoria en el III Campeonato de España de Cata a Ciegas por Equipos. Organizado por los distribuidores Ribeira de Fefiñans, Eclèctic Vins y Arrabal 18, con el apoyo de Spiegelau y el distribuidor local 4Gatos Wines, los participantes se congregaron en la histórica finca El Corregidor de Jerez, hoy en día propiedad de Bodegas Luis Pérez, rodeada de un espectacular mar de viñedos sobre albariza.
Los grupos, un variopinto grupo de sumilleres, restauradores, periodistas, comerciantes, amantes del vino o bodegueros como Jonatan García (Suertes del Marqués) y el futbolista David Silva, propietario de la recién inaugurada Tameran en Gran Canaria, tuvieron que adivinar a ciegas, en hora y media, una selección de ocho vinos de variedades y denominaciones de origen un tanto rebuscadas entre las que había una Maturana Blanca de Rioja o un tinto de Cahors, por ejemplo.
Los ganadores (en la foto de izquierda a derecha) fueron Eduard Ros, propietario de la taberna Bisavis en Barcelona, su pareja Marla González, que trabaja para la distribuidora catalana Clos Terroir, el enólogo Raúl Moreno, que elabora una curiosa colección de vinos en Sanlúcar, y el fisioterapeuta y winelover malagueño Fran Montoya. Los cuatro amigos viajarán a Reims en octubre para representar a España en el Campeonato del Mundo de Cata, organizado por publicación La Revue du Vin de France, e intentar mejorar la tercera posición del equipo español del año pasado. El resto de participantes tendrán que esperar hasta 2023 para probar suerte en la próxima edición, que se celebrará probablemente en Rioja.
Junto a ellos, los segundos y terceros puestos fueron para el equipo catalán formado por María Carmen Vico, Anna Casabona, Rosa Aguado y Jordi Sella, y los asturianos Rafael Salas, Felipe Ferreiro, Tano Collada y Damián Arana.
Una vez finalizado el concurso, los participantes y un grupo de profesionales y aficionados al vino se trasladaron a la explanada frente a El Corregidor —donde en época de vendimia se asolean las uvas de La Barajuela—, para compartir botellas de vino y disfrutar en una relajada y divertida fiesta con música a la sombra del sol del sur. Fue cortesía de la asociación de productores Territorio Albariza, que defiende un mayor enfoque en el viñedo y en el rico patrimonio de la región.
Formada por Bodegas Luis Pérez, Cota 45, De la Riva, Callejuela, Muchada Léclapart, Forlong, Primitivo Collantes y Meridiano Perdido, este año también cuentan con Peter Sisseck, que se ha unido con su proyecto jerezano Bodegas San Francisco Javier. Durante los tres días de Vinoble, su stand en el albero de los Jardines de San Fernando fue sin duda uno de los más concurridos del Salón.