Cuatro meses como au pair cerca de El Escorial fue todo el tiempo que necesitó Sarah Jane Evans para sentir una conexión especial con un país que vivía los últimos años del franquismo. Con el paso del tiempo, España acabó por fascinarle, en buena medida gracias a su interés por los vinos españoles —y por el jerez en particular— en la Universidad de Cambridge donde estudió Ciencias Sociales y Políticas.
Como periodista, combinó su trabajo como editora asociada en la revista BBC Good Food con los estudios de Master of Wine, que superó en 2006 con una tesis sobre la contribución de los almacenistas a la calidad del vino de Jerez.
Ahora Sarah Jane dedica la mayor parte de su tiempo a escribir —está preparando un libro sobre los vinos del sur de España y sus artículos se publican regularmente en Decanter—, trabajar como consultora y ser jurado en numerosos concursos de vino.
Visitante frecuente de España, nos reunimos con ella en Vitoria, donde dirigió una cata de vinos del País Vasco en la conferencia de enoturismo IWINETC antes de viajar a Madrid para inaugurar el primer Congreso Internacional de Vinos Tradicionales Andaluces. Siempre educada y simpática, Evans es una gran defensora de la diversidad de los vinos españoles pero como “buena amiga crítica”, como la define César Saldaña, director del consejo regulador de Jerez, también alerta de los retos y dificultades que se avecinan.
Viviste en Madrid en tu juventud. ¿Qué recuerdos tienes de esos días?
A los 16 años fui a París para un intercambio, pero me temo que la ciudad y yo no nos enamoramos. De hecho, fue una experiencia adolescente terrible. Encontré a los franceses muy intelectuales y en ese momento me pareció que comían comida muy extraña. Dos años más tarde, en 1972, y antes de ir a Cambridge, trabajé como au pair durante tres o cuatro meses con una familia cerca de El Escorial. Fue hace mucho tiempo y España es ahora completamente diferente.
Franco todavía estaba vivo.
Sí. Yo era muy inocente y por aquel entonces no pensaba ni en la dictadura ni en Franco. Madrid era un lugar muy diferente y con clases sociales bien diferenciadas. Yo vivía con una familia de clase alta muy rica -tenían chófer, criada, etc. La cena de la primera noche la sirvió el chofer porque era el día libre de la criada. Al pasarme el plato por encima del hombro me di cuenta de que los guantes le quedaban pequeños. Mi hermano me había dicho que la experiencia iba a ser como una película de Luis Buñuel y así fue. Tenía 18 años y fui a todas las galerías de arte, iglesias, museos y, sin saberlo, aprendí muchísimo sobre la Edad de Oro de España —¡me sabía todos los santos católicos a pesar de haber sido educada como buena protestante!
¿Bebiste vino durante tu estancia en Madrid?
Había vino en la casa de El Escorial pero no recuerdo detalles. Por aquel entonces, yo quería viajar y todos los fines de semana me iba a Toledo, Ávila, Segovia. Fui en tren a Mérida, Cáceres y Sevilla pero ese año no fui a Jerez. Me enamoré de España durante esos viajes e intentaba volver todos los años tras entrar en la universidad.
¿El vino español era popular en Inglaterra en aquella época?
Sí, era un vino barato y popular y tristemente lo sigue siendo. Había un par de marcas que todo el mundo tenía. Muchos años después, cuando me mudé a Londres, la primera marca que recuerdo es Paternina Banda Azul. Estaba en todas partes.
Tu último libro, The Wines of Northern Spain, comienza con la frase "España es el país más interesante de Europa para los amantes del vino y uno de los más interesantes del mundo". ¿Crees que los compradores y los consumidores comparten esta opinión?
Es mi trabajo decírselo; no me da ninguna vergüenza decirlo porque creo que es muy importante que lo sepan. España produce unas garnachas deliciosas y sorprendentemente baratas y otros vinos que ofrecen gran placer, pero no es algo sostenible y se debería hacer algo al respecto. Como mercado inglés, queremos vino barato y España nos lo está dando.
Durante muchos años, España estuvo aislada del resto de Europa, por lo que la agricultura y las comunicaciones no se modernizaron. Lo bueno de esto ahora es que los terruños históricos están siendo descubiertos o redescubiertos y hay una pasión por el trabajo artesano y por las antiguas variedades que está aflorando ahora. Es algo que me parece emocionante.
¿Encuentras esa emoción en otros países?
Pensemos en Francia: Borgoña, Burdeos, Champagne, Alsacia. Es un país que está tremendamente impregnado de tradición y que además tiene guardianes —incluidos muchos Masters of Wine— que te dirán lo que es bueno de cada una de esas regiones y sus reglas, que deben ser seguidas. Lo que me resulta emocionante de España es que, más allá de bodegas y regiones famosas como Rioja, se pueden encontrar diferentes variedades, influencias climáticas, estilos de vino.... A mí España me da todo lo que quiero beber y además en un solo lugar. Incluso si quieres un tipo de vino más radical, como el vino de ánfora, lo tienes. Hay gran cantidad de opciones y eso es lo que lo hace tan interesante. ¡España es mucho más que Tempranillo!
La diversidad que existe en España es evidente pero, ¿lo sabe el resto del mundo?
Se necesitan buenos comunicadores. Cuando comenzó en el Priorat, Álvaro Palacios hizo exactamente eso y lo sigue haciendo. Hace poco organizamos una clase magistral sobre los tintos del Atlántico del norte y del noroeste y uno de ellos era de Fedellos de Couto. Curro [Bareño], que es otro gran comunicador, nos habló de sus vinos, que tienen la capacidad de ser muy populares en Londres o en cualquier otro mercado metropolitano como Madrid y Barcelona. Primero necesitas el vino y el lugar para poder contar una buena historia, y luego necesitas a alguien para comunicarlo. Eso es lo bueno de esta nueva generación. En Rioja Alavesa, Sandra [Bravo] de Sierra de Toloño es también una buena comunicadora. No tiene una personalidad en absoluto bulliciosa, pero es muy entrañable; el éxito está en combinar las personas, el vino y el lugar.
Los productores que has mencionado también hablan inglés. Seguro que ayuda.
Sí, el poder comunicarse en inglés ayuda. Otra persona que lo ha hecho muy bien es Xabi [Sanz] de Viña Zorzal, que ha conseguido que una empresa familiar en Navarra tenga presencia global. De una manera diferente, Vintae también son un ejemplo. Tienen un vino tradicional de Rioja que gusta mucho en el Reino Unido y luego hacen sus garnachas más especiales.
¿Pero el consumidor medio está familiarizado con esos vinos?
No. El Reino Unido es el mercado más importante para la marca Rioja pero es probable que si vas a un hotel cualquiera en algún lugar del país, el primer vino que te ofrezcan sea un Rioja poco interesante que no reflejará todo lo que está sucediendo ahora en la región y eso es decepcionante.
Pero hay esperanza. En la feria anual de Wines from Spain había variedad, desde grandes marcas como Cvne y Codorníu hasta una pequeña empresa que está importando una interesante gama de vinos de Galicia.
Las grandes marcas son lo que conocen los consumidores.
Hay que felicitar a grupos como Pernod Ricard y demás por hacer de Campo Viejo una marca tan conocida pero, por otro lado, para conseguir un mensaje más sutil, se necesita algo más. Tuve una interesante conversación con la enóloga y consultora Mª Antonia Fernández Daza. Le contaba lo entusiasmada que estoy con la diversidad de España y me dijo: 'no se puede construir una industria sobre bodegas que producen 1.000 botellas de cada marca; hacen falta Vega Sicilias y La Rioja Altas', lo cual es cierto. Se necesitan grandes marcas que produzcan en más cantidad.
¿Y cómo dar ese salto para tener marcas de prestigio y renombre?
Yo no vendo vino y no hay una respuesta fácil, pero la calidad debe ser parte de ello.
Hace cincuenta años, Jerez era imparable. Era EL líquido que bebíamos antes de la cena y a veces después de la cena y cada vez que te apetecía tomar algo. Y no tenía por qué ser de buena calidad, con que fuera jerez era suficiente. Lo mismo sucede con Rioja, en el sentido de que buscamos la seguridad que nos da la marca.
Pero realmente hay que seguir adelante con la calidad, buscando mejores clones; se necesita más gente para cuidar el viñedo y de ahí se podrá conseguir una pirámide de calidad con una parte superior, que puede estar limitada a producciones de 2.000 botellas y una gama media con buen precio y buena calidad. Ricardo Pérez en Bierzo lo hace muy bien: tiene Pétalos, un vino de entrada accesible para todos y luego todos los demás, que ascienden en calidad y precio.
Según el Master of Wine Andreas Kubach, España es muy buena en la entrada de gama, tiene algunas marcas reconocidas en el nivel premium, pero donde realmente necesita actuar es en el rango medio.
Estoy de acuerdo y añadiría que sería bueno tener más vinos top, especialmente teniendo en cuenta la demanda global. Una de las regiones en las que trabaja Kubach es Uclés, una zona de la que seguramente mucha gente no ha oído hablar nunca. Allí es evidente que necesitas construir tu marca, algo que creo que él está haciendo, y ofrecer calidad en el vino.
Campo de Borja y Cariñena han sido proveedoras de un líquido delicioso que contentaba a todo el mundo, pero estas zonas tienen que ser mucho más que eso. Por eso es estupendo ver a gente como Jorge Navascués, Fernando Mora y Norrel Robertson que se dejan la piel para mejorar el perfil de Aragón.
Si pides a los amantes o profesionales del vino de todo el mundo que nombren sus tres regiones favoritas, es probable que ninguna de ellas esté en España.
Estoy de acuerdo. Estuve de jurado recientemente con un grupo de sumilleres de los mejores restaurantes de Londres y todos me decían que su vino favorito era Barolo. Hay que conseguir que hablen de la misma manera del Priorat, por ejemplo.
Ribera del Duero es un vino muy difícil de vender en el Reino Unido porque los vinos convencionales son más concentrados y estructurados de lo que quizás nos gusta. Para mucha gente, los de Soria son más delicados y en línea con un estilo que ahora se demanda. Pero Ribera del Duero puede vender estos vinos en Estados Unidos y España, por lo que no tienen que preocuparse demasiado por el mercado británico.
En esa competición que te comentaba catamos una serie de vinos de Catalunya —no sabíamos exactamente de dónde— y todos los sumilleres comentaron lo buenos que eran estos vinos y de cómo podían venderlos en sus restaurantes así que las bases se están asentando. Y si pensamos en las principales revistas de Estados Unidos, las que hacen las listas de los Top 100, suelen incluir un vino español entre los cuatro mejores, normalmente de Rioja. Están allí, pero es cierto que Francia está en la cima, seguida de Italia y después España.
Y probablemente los sigan definiendo como "Great Value", aunque sean grandes vinos...
Sí, y eso es odioso. En las subastas, es muy raro ver vinos de España; no hay suficientes vinos de gama alta, quizás porque no hay suficiente producción. Vega Sicilia es la excepción; en Rioja sólo hay unos tres o cuatro. Sería interesante ver más, aunque no me gustan mucho las subastas porque significa guardar los vinos y no beberlos.
Para estar a ese nivel se necesita un cierto número de marcas.
Ciertamente, pero las cosas han cambiado mucho. Hace 40 años, todos los españoles que emigraron al Reino Unido después de la Segunda Guerra Mundial trabajaban en restaurantes italianos como camareros italianos, no como camareros españoles. Ahora en el Reino Unido se está desarrollando una auténtica cultura gastronómica española y es una estupenda plataforma para el vino español.
¿Crees que el vino español interesa a los sumilleres?
El año pasado, me pidieron que hablara en Texsom. Es una conferencia para sumilleres que buscan obtener su título de Master Sommelier o de Advanced Sommelier. También hay jóvenes sumilleres que renuncian a sus vacaciones para trabajar en el congreso y aprender. Debo decir que España no estaba realmente en su mente. De todas las cosas de las que podrían haberme pedido que hablara, nunca hubiera pensado que elegirían Vinos de Pago, aunque es cierto que como estudiante del MS, necesitas entender de qué se trata. Decidimos que el seminario se llamara "WTF are DO Pagos" -¡Nunca podría haber hecho algo así en Inglaterra!
La respuesta fue muy cálida, pero también tuve que dar una charla de una hora sobre las tendencias de los vinos españoles. Todavía hay mucho que aprender, pero hay que ver quién ha sido importante allí; nombres como Jorge Ordóñez, Eric Solomon y alguno más, pero se necesita una nueva generación, con gente como Fernando Mora o Xabi Sanz [Viña Zorzal], para trabajar el mercado.
Hablemos de Rioja. ¿Cree que el Consejo ha manejado bien las nuevas designaciones?
Necesitaban hacer algo. Si no lo hubieran hecho, todo el mundo se habría llevado las manos a la cabeza o habría dicho que no hacían nada. La pregunta es: ¿la nueva reglamentación es inamovible o se puede volver a tratar el tema dentro de cinco años y afinarlo?
Se hicieron muchas reuniones informativas, pero tal vez las organizaron demasiado pronto. Hablaron en privado con la prensa del Reino Unido sobre el tema, pero sólo ahora estamos empezando a saber quién está interesado. Al principio sólo sabíamos de las personas que no querían hacerlo y, de hecho, hubiera sido bueno saber los nombres de, digamos, 10 personas que apoyaban las nuevas designaciones.
¿Y cómo está funcionando la campaña “Saber quién eres” en el Reino Unido?
No lo sabemos pronunciar. Entendemos cosas como “buenos días” pero “saber quién eres” no, aunque realmente no importa tanto. Audi hizo su famosa campaña Vorsprung durch Technik y con el paso del tiempo lo hemos aprendido. Todavía no es un lema familiar pero ahora está en todas las catas. Los consejos tienen que seguir avanzando; los cambios son importantes.
Rioja tiene vinos y terruños excepcionales pero es difícil hacer una campaña con un nombre genérico. A Burdeos le ha ocurrido lo mismo; su campaña tiene imágenes genéricas de parejas que se miran amorosamente unas a otras y piensas: ¿realmente es algo que funcione para Château Latour?
¿Temes que la “borgoñización” del territorio o la clasificación pueda perjudicar la imagen de los grandes vinos tradicionales de Rioja?
Hay una historia muy bonita con los vinos de pueblo y es una dirección que todos los productores de calidad están tomando. Dicho esto, creo que una de las cosas buenas de Rioja es que se pueda mezclar, por ejemplo, garnacha de Rioja Oriental y tempranillo de Rioja Alta. Burdeos también lo hace y no hay ningún problema si se explica de dónde viene la fruta. La gente se comporta a veces como si los productores estuvieran ocultando algo porque se están mezclando uvas de dos zonas, pero no hay que avergonzarse de ello. Solo creo que tienes que ser súper honesto al respecto.
A menudo hablas de los bajos precios de Rioja y de que esto debería cambiar.
No quiero aceptar el hecho de que Rioja, que ha tenido tanto marketing, se venda a cinco libras la botella en mi supermercado de barrio. Eso está mal. Se debería cuidar más la imagen de las zonas premium para poder cobrar más por los vinos y pagar mejor a los viticultores. Si se puede comprar Rioja por cinco libras, es evidente que se puede comprar Uclés por menos. La pirámide tiene que empezar en alguna parte.
¿Es Rioja un estilo familiar para los consumidores ingleses?
Durante un tiempo, Rioja no fue fácil de seguir para los consumidores ingleses. Mucha gente aprecia el estilo oxidativo —los sabores a cereza y vainilla— pero se encontraba vinos envejecidos en roble francés, vinos de parcela y luego vinos de una sola variedad con graciano o maturana tinta y la gente pensaba: "¿Esto es Rioja? Ahora hemos aprendido que la región nos está expresando lo mejor. Sólo necesitamos un poco más de información en las contraetiquetas.
¿Qué te parece alentador en la región?
Es interesante ver grupos como Rioja'n'Roll porque demuestra que todos los jóvenes, no sólo aquellos que poseen viñedos familiares, pueden crear su propio proyecto y trabajar la tierra. Pueden alquilar o comprar sus dos hectáreas y eso es muy alentador e importante para el futuro de Rioja.
La crisis del Cava, ¿puede ser un paso en la dirección adecuada en términos de calidad aunque ahora resulte doloroso o es un paso atrás?
La presentación del Cava de Paraje a los MW hace unos años fue muy buena, pero, al igual que con los singulares viñedos de Rioja, se hizo antes de explicar a fondo de qué se trataba. Los Masters of Wine preguntaron muchos detalles y la gente del Cava no tenía respuestas, lo que fue desafortunado. Por un lado, era bueno que lo comunicaran, pero por otro lado habría sido bueno que los cambios hubieran estado bien definidos y claros antes de explicarlo en público. Tengo mucho respeto por lo que se hizo por el Cava de Paraje —el nombre es difícil de pronunciar pero es convincente.
Al mismo tiempo, entiendo por qué nació Corpinnat. Aunque en este caso el nombre ni funciona ni suena convincente, Corpinnat está muy bien organizado y tiene algunos nombres famosos detrás de la marca.
Hubiera sido positivo si Cava hubiera encontrado una forma de mantenerlos bajo su manto. Me alegro de que quieran mantener la puerta abierta, pero en cualquier caso, la situación actual no beneficia a nadie.
Poner Cava en la contraetiqueta es como decir Prosecco barato para algunos de estos productores.
Algunas marcas españolas son tan fuertes —Gramona, Recaredo, Telmo Rodríguez, etc— que se pueden comercializar casi sin denominaciones. Es como si nos estuviéramos acercando a un momento en el que todo el castillo de naipes está empezando a derrumbarse. Las DO nacieron como garantes de la calidad y sería bueno pensar que esto va a continuar. Es evidente que ambos lados deben aprender del otro.
¿Crees que los Consejos siguen siendo garantes de la calidad?
Todo el mundo dice que sólo representan a las grandes empresas y tal vez sea algo en lo que hay que pensar. Al final, las grandes empresas se están perjudicando a sí mismas porque su inflexibilidad a veces significa que no son capaces de redefinirse ante los retos del siglo XXI.
Mientras tanto, zonas como Bierzo o Priorat parecen haber encontrado el camino correcto.
Priorat parece que está progresando mucho y lo bonito es que tiene mapas de suelos y mapas climáticos con mucho detalle. Alguien me sugirió escribir sobre los suelos españoles sobre la base de que si los franceses lo tienen, entonces España también debe tenerlo. Desafortunadamente, no es el caso.
Hablemos de Jerez. ¿Qué cambios has visto desde tu primer viaje a la región?
Jerez ha cambiado mucho en poco tiempo. Escribí mi tesis para el MW en 2006 y ya entonces en las bodegas no te explicaban nada sobre como se hacía el vino, porque era todo misterioso. Ahora te explican el nombre de las levaduras y hablan de la elaboración del vino. Eso me anima a pensar que Jerez podría seguir avanzando.
Al mismo tiempo, me emociona que Vinoble se atreva a realizar una cata de suelos y pagos como la del año pasado, que fue realmente eléctrica y emotiva. Y el hecho es que no hay absolutamente ninguna razón por la que no se deba hablar de pagos o de suelos porque es un conocimiento que existe. Simplemente no se ha compartido con el consumidor.
¿Y cómo ves Jerez ahora mismo?
En lugar de dar la espalda como parece que está ocurriendo en otras partes, el Consejo parece reconocer que o se enfrentan a cuestiones como la aceptación de los blancos de palomino sin fortificar o se quedan atrás. Consiguieron ignorarlo cuando el Equipo Navazos empezó a embotellar estos vinos, pero ahora hay gente muy seria involucrada en esto.
Lo que me preocupa desde que hice una cata en la Taberna der Guerrita el verano pasado es que en todo el mundo la gente está haciendo vinos con flor y tarde o temprano, si Jerez no hace nada al respecto, esos vinos serán más interesantes que los de Jerez. De hecho, parece que la gente se toma a Jura mucho más en serio que a Jerez.
Parece que hay una nueva generación que quiere recuperar las tradiciones.
Recuerdo la primera vez que fui a Jerez y vi uvas de pedro ximénez asoleándose sobre esteras en una de las viñas de González Byass. Hace poco estuve con Mauricio González y me mostró en su teléfono que lo están haciendo de nuevo. Por fin hemos cerrado el círculo y es bueno que podamos recuperar algunas tradiciones antiguas.
Las bodegas tienen una historia fantástica, pero en un corto espacio de tiempo en el siglo XX, nos olvidamos de eso. Como ha sucedido en otras partes del mundo, queríamos hacer vinos en acero inoxidable, a máquina y lo que no era moderno se desechó. Ahora hay que tener cuidado de no irnos demasiado lejos, pero parece que hay cosas buenas que pueden volver.
Jerez tenía muchas variedades de uva antes de la filoxera y ahora apenas se trabaja con un par de clones de palomino, pero hay muchas cosas que se pueden hacer para crear vinos súper interesantes. Lanzar finos y manzanillas con dos años de edad no está haciendo ningún bien a nadie. Es necesario prestar más atención al viñedo también.
¿Qué opinas sobre la educación en vino? Eric Asimov me dijo en una entrevista que está muy sobrevalorada.
Para mí, la educación en vino ha sido algo muy valioso. Trabajaba para la revista BBC Good Food cuando conseguí mi diploma WSET en 1997 y en las catas de vino en Londres había hombres con trajes de rayas que me miraban con desprecio. Sentía que tenía que justificarme de alguna manera, mientras que ahora una tarjeta que dice MW es suficiente. El Master of Wine me ha abierto todo tipo de puertas.
La gente siempre es libre de decir que los MW son elitistas, pero de hecho entre nosotros hay enólogos, viticultores e incluso gente que tiene viñedos en Aragón. Yo odiaba la geografía en la escuela, pero luego empiezas a estudiar el vino y aprendes sobre montañas, suelos y orientaciones y, de repente, la geografía se vuelve interesante gracias a una copa de vino. Aprender de vino me ha enseñado mucho sobre la gente y la cultura y sí, el tema del mantel blanco, el lápiz, la hoja de cata y una fila de copas puede ser un ejercicio estéril, pero las ideas y los placeres que se obtienen del vino son increíbles. Deja de ser un líquido rojo en un vaso para reflejar siglos de cultura y eso es emocionante.
¿El vino sigue intimidando a la gente?
Creo que todavía hay mucha gente que no puede esperar para decirle a los demás lo mucho que sabe. Creo que el mundo del vino sigue intimidando y estoy seguro de que Eric estaría de acuerdo conmigo en eso. A mí me gusta dar oportunidades a la gente para que se sienta relajada con el vino. Eso de necesitar un sacacorchos y cristalería especial también intimida a mucha gente.
Cuando escribes o estás de jurado, ¿te resulta difícil puntuar mal los vinos de un productor que te cae bien?
Siempre trato de escribir sobre productores que hacen cosas buenas o que tienen cosas interesantes que decir. No soy de las que dan 78 puntos a un vino; prefiero no hablar de ello.
Hay bodegas o personas que saben venderse muy bien; algunas ya las he mencionado y a esa lista se puede añadir Suertes del Marqués. Tienen una gran historia, pero Jonatan [García] también la sabe explicar muy bien en inglés. Además su madre es una cocinera increíble. Todo eso seguro que le ha ayudado a vender sus vinos.
Puedes escribir una historia muy bonita con todo eso, pero luego tienes que ser objetivo sobre los vinos y asegurarte de puntuarlos como se merecen al margen de que te lo hayas pasado muy bien. Todos somos humanos, pero hay que ser justos.
¿Crees que una etiqueta ayuda a traducir el vino en su interior?
En las catas a ciegas, la etiqueta no entra en juego pero creo que tanto la etiqueta como la forma de la botella son muy importantes. Todos queremos tener información, fotografiar la botella y ponerla en los medios sociales.
En la Ribeira Sacra se producían algunas botellas que parecían más bien aceite de oliva. La DO necesita organizar un viaje al Reino Unido y visitar un supermercado para ver cómo son las botellas en los estantes. También hay un problema con las botellas de txakoli: las hay verdes, blancas, marrones, de Riesling, de Burdeos y de Borgoña. No hace falta que sean todas uniformes, pero da la impresión de que falta coherencia.
También me gusta ver un mapa en las contraetiquetas. Tomemos el caso de Terra Alta, por ejemplo. Es una región cercana a Barcelona, por lo que sería bueno tener un mapa de España que muestre dónde está Barcelona. Si tu vino está viajando al otro lado del mundo, la gente no sabe necesariamente dónde nace tu vino.
¿Y qué hay del idioma en las etiquetas?
Es una manera de celebrar el enorme patrimonio cultural vasco y me alegra ver algunas palabras en euskera o bien mitad en inglés y mitad en euskera en la etiqueta. Nos fascina el idioma, pero es mejor no tener demasiadas palabras —a los ingleses no se nos dan bien los idiomas extranjeros— aunque creo que es algo muy respetable. Una buena comparación es el creciente interés por los vinos griegos, especialmente la variedad assyrtiko de Santorini. Hatsidakis ha vendido assyrtiko en muchos supermercados demostrando que se puede hacer referencia a una cultura siempre y cuando se haga con sensatez.
¿Te sientes cómoda con las redes sociales?
Sí, llegué relativamente tarde, pero me gustan mucho. De sus tuits, Richard Hemming dice que nueve de ellos deben ser informativos o con algo de humor y uno de ellos puede ser de autobombo. Mi norma es nunca hablar de mi vida personal ni quejarme de cosas como por ejemplo sufrir retrasos en un aeropuerto. Es marketing, pero un tipo de marketing bastante controlado.
Puedes obsesionarte con las redes sociales, pero yo trato de usar los 15 minutos del viaje en tren desde el centro de Londres a mi casa para publicar mensajes porque es una forma de dar las gracias a la gente. Tampoco participo en las conversaciones que mantienen algunos miembros del sector del vino. Sus argumentos son legítimos, pero por lo general también conllevan un poco de postureo y además creo que no es productivo.