No es el modelo de VDP que se rumoreaba en su día ni un Corpinnat a escala nacional. El espíritu que alentó el Manifiesto Matador y que continúo unos meses después con el I Encuentro de Viticulturas impulsado por Telmo Rodríguez, una reunión memorable celebrada en la Granja Nuestra Señora de Remelluri en Rioja Alavesa, no se ha diluido en el tiempo.
Durante los últimos tres años se han sucedido encuentros de productores que buscaban una vía de colaboración para defender y preservar los viñedos tradicionales españoles. De estos debates ha surgido el colectivo Futuro Viñador, que se ha constituido formalmente como asociación sin ánimo de lucro.
Sus 16 miembros fundadores son Zárate, Algueira y Guímaro en Galicia, Dominio del Bendito en Toro, Dominio del Águila en Ribera del Duero, Artuke, Ostatu, Cía Vinos Telmo Rodríguez y Remelluri en Rioja, Domaines Lupier en Navarra, Ponce en Manchuela, Raventós i Blanc en Cataluña, Celler del Roure en Valencia, Casa Castillo en Jumilla y en las islas 4 Kilos (Baleares) y Suertes del Marqués (Canarias).
Según su presidente Eulogio Pomares (Zárate, Rías Baixas), sus actividades incluirán “desde formar trabajadores que quieran entrar en la viticultura y fomentar la investigación y la divulgación de la cultura del vino a la defensa de nuestros pueblos”.
Pomares puntualiza asimismo que Futuro Viñador busca huir de una finalidad comercial o meramente técnica y propugna una visión humanista “desde la óptica de una viticultura familiar a escala humana”.
Para la secretaria, Elisa Úcar (Domaines Lupier en Navarra), “la figura de la asociación es un mero requisito legal porque realmente éste es un movimiento para mejorar el país y el territorio, y se va a demostrar andando”. La declaración de intenciones del colectivo que, según Úcar, ha sido redactada entre todos sus miembros se puede consultar en su recién estrenada página web.
La primera acción conjunta del grupo tendrá lugar a finales de mes en el salón Viñateros en Londres y en sendas cenas con consumidores y profesionales esa misma semana en la capital británica. En marzo se llevará a cabo en la Ribeira Sacra un taller sobre construcción y recuperación de muros de piedra a cargo de sus dos socios en la zona, Algueira y Guímaro. Como cierre, una charla de la arquitecta Isabel Aguirre, directora de la Escuela del Paisaje de la Fundación Juana de Vega.
Para el futuro se anuncian talleres de poda y de injerto en campo que definen el espíritu del proyecto y la línea de trabajo que quieren seguir. Aunque con plazas limitadas, se trata de actividades abiertas en las que pueden participar profesionales que no forman parte de la asociación.
Futuro Viñador es fruto de tres años de encuentros, debates y visitas entre todos los productores miembros de la asociación. El objetivo durante este año es continuar trabajando a nivel interno para, a partir de 2021, abrirse a nuevos socios que den representatividad a otras regiones españolas.
Para uno de sus miembros más jóvenes, Juan Antonio Ponce, elaborador en Manchuela, “es importante mostrar la pureza de la diversidad que sigue habiendo en España y dar valor al paisaje y a la forma de vida tradicional de distintas zonas por muy remotas que sean”. Valora especialmente la mezcla de proyectos dispares y con distintas trayectorias del grupo, pero con inquietudes similares y objetivos comunes. “Las reuniones que hemos realizado hasta la fecha”, señala, “han sido muy enriquecedoras sobre la características, manejo e interpretación de la viticultura en distintas zonas”.
Por su parte, Antony Terryn, propietario de Dominio del Bendito en Toro y gran defensor de los viñedos tradicionales en pie franco de esta región, resalta la importancia de reivindicar que “España tiene grandes viñedos en la Península y en las islas” y de practicar una viticultura de calidad. “Al final es un tema de creer en nosotros mismos; la asociación quiere ser el impulso de algo”.
Aunque no quieren desvelar aún su normativa de funcionamiento interno, sí anuncian que está basada en metas y objetivos medibles que den constancia de la progresión de cada socio. Pomares adelanta que se trata de un planteamiento abierto y dinámico en el que se tienen en cuenta aspectos de sostenibilidad, viticultura y vinificación, pero que “no se entiende como una limitación de partida, sino como un objetivo de llegada”.
El presidente de Futuro Viñador reconoce que “hubo bastante discusión sobre si debíamos partir con un reglamento cerrado o plantear una serie de objetivos a cumplir y eso retrasó el proyecto y motivó que algunos estuvieran y otros no”.
“¿Hay que limitar el sulfuroso total?, ¿establecer el porcentaje de viñedo en propiedad o arrendado?, ¿buscar una certificadora que audite a cada uno? Nos parecía frustrante discutir de cosas que no eran las más relevantes. Al final, una persona que compra nuestros vinos no lo hace porque tenga 40 o 60 gramos de sulfuroso total”, apunta Pomares.
El colectivo sale al mercado con un logo identificador en las etiquetas. “El objetivo”, según Pomares, “es que el consumidor tenga claro que está bebiendo un vino de artesanos, personas que cuidan el suelo y el paisaje, que dan valor a lo rural y que no tienen nada que ver con el concepto del vino industrial y ‘marquetiniano’. No se trata de dejar de consumir un vino en beneficio de otro, sino de que se puedan diferenciar en el mercado”.