“He mantenido hasta hace poco una viticultura de retorno al pasado”, contaba Miguel Ángel de Gregorio en un soleado día de febrero visitando algunos de sus viñedos en el municipio riojano de Briones.
“Pero, como en una eterna víspera, en el mundo del vino nunca consigues estar al día”, se lamentaba. “Ahora que ya tengo la viticultura del pasado, siento que he llegado tarde porque la problemática actual es diferente de la de hace 20 años”. Lo más preocupante: las enfermedades de la madera (“de una intensidad inimaginable”) y el cambio climático “que aún no conocemos en su verdadera dimensión”.
Si no fuera por este contexto, su anuncio de que este año empezará a poner riego en algunos de sus viñedos sería inimaginable para uno de los grandes defensores del terruño en Rioja. “En 2012 y 2015 tuvimos que subir agua a Mártires (el viñedo del que sale su blanco de parcela) porque se nos secaban las cepas; en 2017 las plantas aguantaron solamente por la menor carga de uva tras las heladas y la sequía”, relata. El riego, mediante tuberías enterradas en la tierra (17 kilómetros hasta el momento), se utilizó ya para intentar recuperar las cepas tras la devastadora helada de finales de abril de 2017.
Uno de los líderes de la revolución riojana de los noventa, probablemente De Gregorio nunca ha estado tan encima de sus viñas.
Un ejemplo de lo relativamente rápido que están cambiando las cosas en la viña es el material vegetal con el que se abordan las nuevas plantaciones. “Hace casi 20 años realizamos un proceso de selección vegetal basado en criterios cualitativos: racimos abiertos, polifenoles, resistencia a la botrytis…”, explica De Gregorio. “ Ahora nuestra prioridad número uno será encontrar cepas resistentes a los hongos de la madera”.
De momento, Finca Allende cuenta con una colección de 84 biotipos de tempranillo y graciano que resumen la biodiversidad de sus viñas y deberían aportar algunas herramientas para hacer frente a ese futuro incierto. Dos series de la colección, la 30 y la 40, proceden respectivamente de Mingortiz y Gaminde, las viñas que alimentan sus dos nuevos vinos de parcela. Otros biotipos están en la base de algunos de los clones de tempranillo de perfil más cualitativo comercializados por el vivero Vitis Navarra.
La diferencia de este material con los primeros clones de tempranillo disponibles en el mercado es abismal. Según De Gregorio se puede apreciar muy bien catando uvas en Gaminde, ya que una parte está plantada con lo que él denomina “el clon productivo de los 70”.
Además del material vegetal, otro foco de atención es el estrés hídrico. “Como la tempranillo en una variedad rica en antocianos pero no en taninos, hemos estado obsesionados por los taninos y hemos buscado en exceso un estrés hídrico que no creo que sea bueno para la planta”, señala.
“Hoy –puntualiza– la preocupación reside en qué tipo de taninos tenemos. Con estrés hídrico los taninos son más duros; sin estrés, mucho más finos”. Para explicar su visión de forma práctica catamos una muestra de 2017 (añada de sequía, estrés y tanino duro) al lado de un 2016 mucho más amable en el que la planta no experimentó estrés.
Todos los viñedos de Finca Allende están ubicados en Briones o localidades limítrofes.
Con algo más de 1.300 hectáreas, es uno de los municipios importantes de la DO en términos de superficie vitícola. Situado en la margen derecha del Ebro, De Gregorio siempre ha valorado la mayor exposición norte de esta zona que queda menos protegida por la Sierra de Cantabria frente a los viñedos de la margen izquierda. “Los suelos –explica– son más rojizos que los de San Vicente y la altitud va de los 420 a los 620 metros”.
Nos detenemos un momento en La Cenzana, una viña con suelos de arcilla roja y grava en profundidad que Miguel Ángel describe como “el Briones arquetípico”. En Finca Allende se considera que ese sustrato de grava calcárea resultado de un pasado aluvial permite el desarrollo de las raíces en profundidad y contribuye a dar un carácter mineral a los vinos.
El primer contacto de Miguel Ángel de Gregorio con Briones fue en 1986. Un estudio sobre la vendimia mecánica en esta zona le dio la oportunidad de catar tintos de maceración carbónica de 20 años criados en barricas viejas y conservados en calados subterráneos que estaban sorprendentemente vivos. Por eso cuando asumió la dirección técnica de Bodegas Bretón pocos meses después empezó a comprar importantes cantidades de uva en Briones y cuando decidió iniciar su propio proyecto no tuvo ninguna duda sobre el lugar en el que iba a trabajar.
Las primeras cosechas de Finca Allende se elaboraron en una bodega tradicional de cosechero de manera muy similar a aquellos vinos que le habían enamorado. Miguel Ángel tuvo la generosidad de descorchar un 1997 que tenía la profundidad, carnosidad y el estilo opulento y un tanto decadente que llamó tan fuertemente su atención a finales de los ochenta. No tuvo que recurrir a ningún top del tipo Aurus o Calvario para demostrar lo bien que pueden envejecer sus vinos.
En los últimos años Finca Allende ha estado plantando una media de cuatro a cinco nuevas hectáreas anuales hasta alcanzar las 74 actuales a las que se sumarán dos más en 2018. Aun así la edad media del viñedo es de unos 55 años. Ayudan joyitas como una pequeña parcela plantada en 1901, La Maza, que De Gregorio asegura que es la viña registrada más antigua de Rioja. Da uvas de muy buena calidad, pero no excepcionales de manera que pese a ese pedigrí histórico nunca ha sido candidata a un vino de parcela y su destino habitual es Finca Allende, el tinto central del proyecto que intenta transmitir el sabor de Briones en cada nueva cosecha.
Para Miguel Ángel de Gregorio la definición de viña vieja también ha cambiado en el siglo XXI: “Antes era una viña de 40 a 50 años. Hoy en cambio una viña puede estar en plenitud a los 25 años,” reflexiona.
Hasta hace bien poco la gama alta de Finca Allende estaba formada por Aurus, un vino que intenta reflejar un perfil atlántico sirviéndose de viñedos en exposición norte y a una cierta altitud, y dos vinos de parcela. Si Calvario es una viña por la que Miguel Ángel de Gregorio reconoce haber sentido “amor a primera vista”, Mártires es uno de esos lugares llenos de energía donde en tiempos existió un santuario celta sobre el que se construyó la actual ermita de los Santos Mártires que le da nombre. En el plano vinícola esta singularidad se corresponde con un tipo de suelo de textura franco-arcillosa completamente distinto a todo lo que le rodea.
Sin embargo, la elección de los dos nuevos vinos de parcela que se han estrenado con la cosecha 2015 ha sido bastante más sosegada. De hecho, son el resultado de un trabajo de más de diez años vinificando 14 viñas por separado para comprobar si el carácter del terruño se seguía expresando independientemente de la añada. El proceso dio lugar a cuatro “finalistas”, de los cuales uno se descartó por las dificultades que presentaba en años cálidos y otro porque daba un perfil que necesitaba mucho tiempo de desarrollo en botella. Los “ganadores” se sitúan en una banda de precio inferior a Mártires y Calvario y ofrece perfiles diferenciados, casi opuestos.
Gaminde (unos 50 €) es un paraje de 14 hectáreas del que solo se utilizan cuatro hectáreas que datan de 1942 y que se llevan trabajando siete años con tracción animal. Está orientada al este y la altitud ronda los 495 metros. Es todo tempranillo plantado en el suelo arquetípico de Briones: arcilla, grava en profundidad y también algo en superficie. El perfil es firme, mineral, con fruta bien madura, un punto achocolatado y buena percepción de frescura pese a sus 15% vol.
No pudimos acceder a Mingortiz (unos 45 €) por las lluvias de los días anteriores, pero sí contemplarla desde lo lejos. Es una finca algo más joven, plantada en 1964, con orientación sur, algo más de altitud (515 metros) y suelos arcillo-calcáreos. El perfil es muy diferente a Gaminde: aéreo y fragante, con fruta roja bien definida, toques especiados y frescura y jugosidad en boca.
Fue muy interesante poder catarlos junto a Calvario que claramente es un vino más profundo e intenso, casi “masticable” en boca, con notable longitud y vida por delante. También se ve claro el objetivo de De Gregorio de lanzar dos expresiones de terruño a caballo entre su vino de municipio y sus tops posicionados por encima de los 80 €.
Esperemos que su meticulosidad en la viña le permita seguir ofreciendo expresiones tan interesantes de este particular enclave de Rioja Alta.