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Canarias ante la filoxera: medidas urgentes, vendimia caótica y un enemigo a batir

¿Podría revivir Canarias la pesadilla de la plaga que asoló el viñedo europeo entre finales del siglo XIX y principios del XX? Hasta hace unas semanas, el archipiélago era uno de los pocos territorios vitícolas libres de filoxera, con carta blanca para cultivar la vid sin necesidad de utilizar portainjertos. Pero la detección de varios focos del devastador pulgón en la zona nororiental de Tenerife amenaza con alterar este status quo.

Todas las plantas infectadas se encuentran en la DO Tacoronte-Acentejo, con especial incidencia en el valle de Guerra, dentro del municipio de Tacoronte, y en La Laguna. Aunque es muy pronto para aventurar el alcance que puedan tener estos focos, las medidas adoptadas para atajar la expansión están condicionando la vendimia en curso y, en algunos casos, dificultando de manera notable la recogida de la uva. 

La Consejería de Agricultura, Ganadería, Pesca y Soberanía Alimentaria del Gobierno de Canarias ha prohibido el movimiento de uva fresca, material vegetal (plantas, esquejes, sarmientos, patrones), maquinaria y enseres (cajas, suelo de viñedo…) entre islas y entre distintas regiones de una misma isla. Y el Gobierno español ha frenado la importación y tránsito de frutos y semillas de vid desde países con presencia de filoxera, incluyendo la Península. La única excepción es la uva de mesa, que llega empaquetada para la venta y en la que, según los técnicos del Cabildo, no hay riesgo de presencia de filoxera. No obstante, durante la vendimia se están permitido movimientos de uva fresca bajo estrictos criterios de control y previa comprobación de que los viñedos de origen no tienen afección del pulgón.

Un ingente trabajo de control

Según Santi Perera, agente superior de extensión agraria y especialista en protección vegetal del Cabildo de Tenerife, la prioridad en este momento es monitorizar la vendimia y evitar la dispersión de la plaga. De ahí que todo el trabajo técnico esté centrado en la supervisión de los movimientos de uva y en llevar a cabo nuevas prospecciones: casi 4.400 hasta finales de septiembre con algo menos de 70 positivos.


Los productores más afectados son aquellos que procesan uva de Tacoronte-Acentejo en otras zonas de Tenerife porque no puede haber movimientos de vendimia fuera de esta región. Es el caso de Envínate, que elabora con el sello de la DOP Canarias y cuya bodega está en Santiago del Teide, en el noroeste de la isla, pero que se sirve de viñedos de Taganana, en el extremo nororiental de Tacoronte-Acentejo, para algunos de sus vinos más emblemáticos. La prohibición les obliga a despalillar y prensar o vinificar in situ para posteriormente trasladar mostos o vinos terminados que no entrañan riesgos para la expansión de la plaga. En el caso de viñas situadas a menos de un kilómetro de una planta infectada, no se permite mover la uva fuera del foco. Y los movimientos de uva entre islas y regiones no afectadas también están sujetas a una inspección previa para verificar que proceden de viñas libres de filoxera. 

Las voces más críticas con los controles vienen de AVIBO, la Asociación de Viticultores y Bodegueros de Canarias que está detrás de la DOP Islas Canarias, la más perjudicada, ya que es la única denominación que puede elaborar con uvas de todo el archipiélago. Su presidente, Juan Jesús Méndez, que es también propietario de Viñátigo, considera que las medidas son desproporcionadas y absurdas: “Los límites al tránsito de uva se han hecho por denominaciones [ver mapa inferior de las denominaciones canarias]. Nuestra propuesta es que si hay un foco, se bloquee un perímetro para dificultar la expansión y que esto dé tiempo al sector para reaccionar”.


Loreto Pancorbo, de Tierra Fundida, que también trabaja con uvas de distintas zonas, cree que, pese a los trastornos que están sufriendo, las medidas de contención tienen que ser estrictas porque si la plaga se extiende, se acabará abandonando mucha superficie vitícola. “Tengo compañeros en La Orotava cuyo único medio de vida es su viñedo. ¿Por qué los vamos a poner en riesgo?”, defiende. Pero también reconoce que hay un gran enfado en el sector. “La vid es el sustento de muchas familias y las cosas estaban ya muy complicadas por la sequía y el calor. Esta crisis ha pillado en pañales a la industria vitícola porque no hay estudios de investigación para saneamiento vegetal ni para portainjertos”.
Mientras tanto, su día a día de vendimia no es nada fácil. A su bodega de Los Baldíos, en La Laguna, pueden llevar uvas de las zonas de Tacoronte que no están afectadas; también de sus viñedos de Los Realejos, en La Orotava, tras las consiguientes inspecciones. “Para la uva que tenemos cerca de los focos, hemos hablado con una bodega que está situada en esa zona para poder despalillar y llevarnos el mosto con los hollejos; lo que no se puede transportar es el raspón”, explica. 

Detección y tratamiento

Las primeras alarmas saltaron a finales de julio cuando se identificó un primer foco en un parral de un jardín particular en Valle de Guerra. El propietario descubrió las típicas agallas que forma la filoxera en las hojas durante su fase aérea, lo notificó a la oficina de extensión agraria, se tomaron muestras y, al día siguiente, se confirmó la presencia de la plaga. 
Los siguientes positivos se encontraron en viñedos abandonados y, al cabo de un tiempo empezaron a aparecer también en parcelas en producción. El 13 de agosto, el Gobierno canario y el Cabildo de Tenerife comunicaron que se había tratado y controlado un caso en La Matanza, muy alejada del resto de focos activos. En esta ocasión, fue en una finca de aguacates que tenía viñas viejas abandonadas en sus lindes. La parcela, propiedad de la bodega Piedra Fluida, se había replantado parcialmente unos meses antes con plantas de aguacate procedentes de un vivero de Valle de Guerra, explica Loreto Pancorbo, quien asesora este proyecto y tomó la foto inferior.


Cuando se detecta un positivo, se establece un perímetro de contención de 500 metros y “una zona tampón” de hasta un kilómetro en la que se estudian todas las vides, y se continúa inspeccionando áreas limítrofes que tengan o hayan tenido viñas recientemente. Previa toma de muestras de las raíces, las plantas infectadas son extraídas para su eliminación in situ, se aplica un tratamiento fitosanitario e inyecciones con herbicida sistémico en las raíces, además de insecticida en el suelo. Posteriormente, se riega el terreno para favorecer la absorción del tratamiento, se cubre con tierra y se añade una malla anti-hierba para impedir un posible rebote. 

De la hoja a la raíz y vuelta a empezar

Con varios análisis de suelos y raíces ya efectuados, el elemento común en todos los focos identificados hasta el momento es que el pulgón se muestra únicamente en fase aérea (o gallícola), con afección exclusiva en las hojas.

Según Alfonso Lucas Espadas, ingeniero técnico con una larga trayectoria en el Servicio de Sanidad Vegetal murciano y actual asesor de Genoma Laboratorio, la plaga se puede iniciar a través de ejemplares adultos que se establecen en una cepa y se aparean o con el desarrollo de huevos en el sistema radicular de la planta. Lucas Espadas es uno de los pocos profesionales españoles familiarizados con la filoxera gracias al seguimiento de plagas que realiza en uvas de mesa en Murcia. “En los últimos años, el cambio climático está favoreciendo el alargamiento de los ciclos de todas las plagas”, explica. “En el cultivo de uva de mesa, la reutilización del mismo terreno para renovar plantaciones y los riegos continuos facilitan el desarrollo de la filoxera; aun contando con pies americanos, las poblaciones son tan grandes que generan problemas en campo”. 

Pero esta reactivación de la filoxera también está afectando a las viníferas. “En Australia incluso ha saltado la resistencia del patrón 1103 De Paulsen, y la preocupación es creciente porque ahora ya se sabe que cuando hay un ataque aéreo se producen una serie de cambios en la fisiología de la planta que la predisponen a ser más sensible a los ataques por la vía radicícola”, apunta Espadas.

En este sentido, Rafael García, del vivero de referencia Vitis Navarra, recuerda el caso de California, cuando en los años ochenta el patrón AXR1 dejó de ser tolerante al insecto. “La filoxera va mutando y haciéndose cada vez más agresiva. Ahora se ven puestas de huevo en la Península con presencia de agallas en hojas. Nosotros las hemos detectado ya en nuestras colecciones de moscatel de grano menudo en Navarra”.

La capacidad de la filoxera para reproducirse sexual y asexualmente y para sobrevivir al frío explica parte de su fuerza devastadora. El ciclo se inicia con un huevo fecundado por un macho y una hembra. Puede ser un huevo de invierno escondido en la madera de la cepa que se aviva cuando se dan las circunstancias favorables de temperatura, normalmente en primavera. La ninfa resultante, que se reproduce asexualmente, pone huevos en las hojas (ahí se forman las agallas) dando lugar a cientos de individuos que siguen alimentándose de las hojas o que pueden descender a las raíces, especialmente si la temperatura exterior deja de ser favorable, donde continuarán reproduciéndose, dando lugar a la fase radicícola (ver foto inferior cortesía de Alfonso Lucas Espadas). Sus picaduras deforman las raíces generando protuberancias y permitiendo la entrada de otros parásitos, lo que debilita y, en última instancia, mata a la planta. En algunas ocasiones, las ninfas del estadio radicícola pueden alumbrar individuos alados capaces de volar grandes distancias y poner huevos femeninos y masculinos, lo que genera nuevas parejas que se aparean y reinician el ciclo en fase aérea. Las ninfas de las raíces, por su parte, pueden hibernar durante los meses fríos y volver a activarse en primavera. 


Además del clima, hay otros factores que inciden en su contención o desarrollo. En general, la humedad del suelo favorece el movimiento de las ninfas y la lluvia puede arrastrar y extender la plaga. La filoxera se siente a gusto en terrenos compactos que se agrietan, como la arcilla, muy presente en el valle de Guerra, pero no así en suelos secos y sueltos, especialmente si son de arena, donde es incapaz de sobrevivir.

¿Por qué ahora?

¿Qué ha hecho tan especial al archipiélago canario para haberse mantenido libre de filoxera durante todo este tiempo? El aislamiento insular puede haber contribuido, sin duda, pero no es un elemento determinante, a juzgar por la distinta suerte que corrieron los viñedos de Madeira o Azores que comparten características similares. A Jonatan García, de Suertes del Marqués, le gusta recordar que hubo también un aislamiento comercial. La decadencia del vino canario y el fin de las exportaciones se produce a mediados del siglo XIX, justo antes de la expansión de la plaga por Europa.  

En cualquier caso, Canarias no contó con una protección firme y un estatus fitosanitario propio hasta la Orden de 12 de marzo de 1987 que, entre otras consideraciones, prohíbe la importación de material vegetal de vid, pero sí permite la de frutos y semillas (de ahí la orden ministerial del 30 de agosto pasado que extiende la prohibición a las semillas). No es extraño, que en cuanto se tuvo noticia del primer caso, el consejero de Agricultura, Narvay Quintero, recordara que el Gobierno canario lleva muchos años pidiendo a su homólogo español más recursos para evitar la introducción de productos prohibidos y una mayor vigilancia en puertos y aeropuertos, que son ámbitos de su competencia. 

“Nosotros pensamos que la filoxera ha estado siempre en Canarias, pero que no se ha extendido por las condiciones de los suelos”, dice Roberto Santana, de Envínate. Carlos Lozano, director técnico de Teneguía en La Palma y presidente de la Asociación Técnica de Enología de Canarias, apunta en la misma dirección: “Es probable que esté aquí desde hace tiempo y en todas las islas. Ahora ha encontrado el lugar donde desarrollarse, sobre todo en el viñedo abandonado, no tratado, ni cultivado”. 

María Francesca Fort, profesora de la Universidad Rovira i Virgili de Tarragona, que ha estado muy centrada en el estudio de variedades insulares desde 2012, cree, sin embargo, que la entrada es reciente y que lo más probable es que se haya producido en forma de un huevo de invierno, lo que explicaría que el pulgón no haya colonizado aún las raíces. Es algo que, probablemente, nunca se sepa, aunque casi todos los expertos apuntan a que la fuente más probable estaría en la introducción de material vegetal ilegal.

Prepararse para el futuro

Mientras que aficionados de medio mundo se muestran entusiasmados con la personalidad única y arrebatadora de los vinos canarios, en las islas la filoxera se ve como la puntilla que pone la viticultura al borde del abismo. 

“En 10 años hemos perdido la mitad de la superficie de viña. Los viñedos están agotados por la carga virótica, con rendimientos cada vez más bajos y sin capacidad para afrontar el cambio climático”, critica Méndez, quien insiste en la necesidad de regenerar el material vegetal. 

El gran temor es que la fragmentación del viñedo y la falta de relevo generacional, con consecuencias ya visibles en el abandono de parcelas, pueda lastrar la renovación de la viña en caso de que llegara a ser necesario. “Muchos pequeños viticultores no volverían a plantar, con lo que se perderían sistemas tradicionales como el cordón trenzado [en la foto inferior] o los parrales bajos”, apunta Jonatan García, de Suertes del Marqués (Valle de la Orotava), cuyos vinos han alcanzado gran reconocimiento internacional en los últimos años.  “Uno de los grandes argumentos de venta de Canarias es el pie franco”, recuerda García.


Una situación menos extrema de contención y aislamiento del foco tampoco estaría exenta de dificultades. En Envínate, por ejemplo, Santana se plantea cómo gestionar sus viñedos de Taganana en el futuro: “Si no puedo vendimiar y traer las uvas a bodega, no tiene sentido tener dos personas en plantilla trabajando allí todo el año”.

Loreto Pancorbo resume muy bien el sentir general: “Necesitamos algo que nos ayude a mirar al futuro para ver que esto puede ser sostenible a miedo plazo y tener opciones que mejoren la rentabilidad y la viabilidad de la viticultura en Canarias”. 

Tanto desde AVIBO como desde la Asociación Técnica de Enología de Canarias se está insistiendo en la necesidad de crear un banco aislado de variedades para preservar la enorme riqueza varietal de las islas e iniciar el estudio de patrones y portainjertos

El 29 de septiembre se creó un comité científico-técnico formado por investigadores y técnicos de organismos locales y nacionales, junto con expertos internacionales. El grupo incluye, entre otros, especialistas de Canarias, científicos del ICVV o el CSIC y de centros de referencia de Viena, Burdeos, California y Australia.

Firma

Amaya Cervera

Periodista especializada en vino con más de 25 años de experiencia. Fundadora de Spanish Wine Lover y Premio Nacional de Gastronomía a la Comunicación Gastronómica 2023