Innoble 2025: un festival que crece sin hacerse mayor

Mucho y nada ha cambiado desde aquel primer Innoble de 2017. Sin saber muy bien qué esperar, acudimos a Sanlúcar unos pocos centenares de locos del vino y apenas una veintena de elaboradores del Marco y de más allá. Se celebró en El Espejo, un restaurante que, como este festival, ha crecido en todo: calidad, cantidad de vinos, fama y personalidad.
La última edición, celebrada hace unos días, se ha hecho más grande, multitudinaria, atractiva para el postureo y compleja de gestionar, pero sigue conservando el espíritu irreverente, informal y siempre divertido que tanto nos gusta a los que intentamos ir cada edición. Las ingeniosas pegatinas en los baños con frases sobre vino atribuidas a personajes históricos son buena muestra de ello.
Horas de sueño y algún que otro quebradero de cabeza les habrá costado, pero Armando Guerra y Rayco Fernández -y todo el gran equipo de personas que gestionan la buena marcha del festival- han conseguido que perdure la esencia de lo que sus innobles e inquietas mentes idearon hace ocho años. Valientes son: no contentos con montar un festival en el sur de España en pleno cambio climático, hace cuatro años se lanzaron a editar una revista en papel (sí, en papel) en castellano y portugués, que aún sobrevive en tiempos de pantallitis crónica.
Durante los dos días de festival, Innoble se instaló en Las Caballerizas de Montpensier, un recinto tan noble como imponente, mandado construir por los duques homónimos en el XIX para guardar sus coches de caballos. Hoy en día, es lugar de bodas y también la bodega de los Infantes Orleans Borbón. Las mesas de los 85 productores se dispusieron en dos amplios espacios; el casco de bodega en la planta baja, con una acústica muy mejorable y abierto durante los dos días, y la sala de la planta superior -la zona VIP, como la definió algún productor, abierta solo el segundo día- con aire acondicionado, mucha luz natural y amplitud para catar sin agobios.
Winetanamo: retratos de la resistencia vinícola
Además del salón, el sábado se celebraron varias catas paralelas: Luis Gutiérrez con vinos del Cono Sur; Pepe Ferrer con el Marco como eje; Manel Pla y sus champagnes de pequeños productores; y Dirk Niepoort, que hizo un recorrido por sus proyectos portugueses con parada también en Sanlúcar.Tampoco faltó el gran retratista del vino y su alma, Abel Valdenebro, que montó un set en uno de los cascos de bodega. Allí, muchos nos dejamos retratar con trajes de presidiario de “Winetanamo”, esposados y encadenados a unos barrotes. Una performance con sentido: una crítica divertida —pero no por ello menos seria— a la creciente demonización del vino. El cartel de esta edición, obra de Pepe Serra, también iba por ahí. Rayco lo explicó a la perfección en redes: “Culpables de beber vino. Culpables de beber sin escupir. Culpables de no ser influencers saludables. De seguir defendiendo que el vino no es solo alcohol, sino cultura, territorio, historia… y muchas más cosas que no caben en una etiqueta nutricional. Y de reírnos —sí, reírnos— de la absurda tentación de censurarlo todo.”
Clásicos reincidentes y nuevas apuestas
En cuanto a los vinos, el mapa fue amplio. De Argentina llegó Zuccardi con sus vinos precisos, trabajados solo con materiales de formas redondas, así como Alejandro Vigil y Adriana Catena, ambos con su proyecto conjunto El Reventón en Gredos. También hubo presencia de Perú, Portugal, Italia y Francia. De España había unos cuantos repetidores de otras ediciones como Forlong, Muchada-Leclapart, Lagar de la Salud y Los Insensatos, ambos bajo la dirección enológica de Fátima Ceballos, Viñedos Verticales, L’Enclos de Peralba, Artadi o Bhilar —David Sampedro llegó pedaleando desde Elvillar, a más de 900km de distancia, tras tres días de mucha lluvia y frío en bicicleta, acompañado por otro viticultor alavés, Javier San Pedro, y el distribuidor catalán Mia Miret.Con una banda de mariachis de fondo, también probamos vinos de bodegas que se estrenaron en este Innoble como Serdio —la continuación de Urium con nueva gerencia— o Martínez Lacuesta, que descorchó un magnum del Gran Reserva 2005: puro clasicismo riojano en formato XL.
Uno de nuestros grandes descubrimientos fue Bodegas El Monte, en Montilla-Moriles. Antonio López, cuarta generación de la familia que elabora el popular Fino Cebolla, está rescatando joyas olvidadas en Bodega Los Naranjos —herencia de su abuelo— que llevaban sin tocarse desde 2005. Vinos como el fabuloso Fino Los Naranjos, que todavía conserva el velo de flor, o un Oloroso Fundacional tan cortante como eterno en boca. López, a quien le está ayudando en esta recuperación su amigo Gabriel Raya (Bodegas Barrero en Sanlúcar), también está elaborando nuevos vinos con uvas seleccionadas de Bodegas El Monte con la idea de dar a conocer el carácter del terruño de Moriles. Habrá que seguirle la pista.
Echamos de menos un listado con las bodegas participantes y qué día estaban. Y quizá algo más de tiempo para catar en las mesas. Este año, a diferencia de otros, no hubo pausa para comer. El horario continuo de 12:00 a 18:00 obligaba a elegir entre alimentarse o catar, con lo que para los que salimos a comer algo, la jornada no dio mucho de sí.
Pero eso no quiere decir que se acabara el vino ni la fiesta. Tras el cierre de los salones, la fiesta continuó en los amplios patios de Las Caballerizas, donde quien más, quien menos, bailó al ritmo de los Wine Drinkers —con actuación estelar del hijo preadolescente de Armando Guerra a la batería—, Pepsi o Los Jaguares de la Bahía. El viernes, cuentan las malas lenguas, que el personal también lo dio todo cuando Fredi Torres —que dobló en Innoble como productor y DJ— pinchó temazos inmortales como Te Estoy Amando Locamente de Las Grecas.
Porque Innoble no es solo un festival sino una actitud. Una declaración colectiva de amor a los vino con alma, al hedonismo con fundamento y al beber con criterio y sentido común pero también con el corazón. En un mundo donde muchas veces confundimos seriedad con solemnidad, en Innoble el vino se descorcha en mágnums y se comparte sin miedo. Y eso, por mucho que crezca o no, no debería cambiar nunca.
Diez vinos destacados de Innoble:
Mestres Mas Vía 2006, DO CavaRené Barbier y Sara Pérez La Figuera Rosa 2019, DO Montsant
Las Alas de Frontonio La Tejera 2022, Aragón
Los Insensatos Parcela de La Condená 2021, Sierra de Montilla
Bodega San Francisco Javier, Fino Corrales Pago Balbaína, DO Jerez-Xérès-Sherry
Bodegas Serdio Palo Cortado, DO Jerez-Xérès-Sherry
Bodegas Bhilar Phinca Abejera 2019, DOCa Rioja
Eduardo Torres Acosta, Quota N 2022 Vino di Contrada, IGT Terre Siciliane
Susana Esteban, A Centenaria 2023, Serra de Sao Mamede
Zuccardi Finca Los Membrillos Paraje Altamira 2020, Mendoza
Fotos de Estanis Núñez (las buenas) y de Yolanda Ortiz de Arri

Yolanda Ortiz de Arri
Periodista con más de 25 años de experiencia en medios nacionales e internacionales. WSET3, formadora y traductora especializada en vino
Victoria del equipo de Bisavis en el Campeonato de España de Cata a Ciegas
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