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Informe de vendimia 2022 La ausencia de humedad permitió vendimiar uvas de una sanidad extraordinaria en toda España.Foto: A.C.

Cosechas

Informe de vendimia 2022

Amaya Cervera y Yolanda Ortiz de Arri | Martes 13 de Diciembre del 2022

Muy pronto empezaremos a tener en nuestras copas la primera avanzadilla de la cosecha 2022. Hemos hablado con una veintena de productores de toda España para conocer sus tribulaciones, el perfil de los vinos y, sobre todo, cómo se han enfrentado a una añada particularmente dura que ha pulverizado récords de temperaturas, sequía y fechas de inicio de la vendimia.

La tónica general es de descenso en la producción a causa de la sequía, muy buena sanidad de uvas por la ausencia de humedad, acideces más bajas, pero también grandes paradojas. Al parar las plantas el ciclo para defenderse del calor, las maduraciones finales costaron y, en muchos lugares, los grados alcohólicos han sido inferiores a lo habitual. El Master of Wine Norrel Robertson, que elabora en Calatayud y otras regiones españolas, hablaba hace unas semanas de variedades optimistas como la tempranillo que continúa el proceso de maduración creyendo que llegará al final del ciclo y pesimistas, como la garnacha, que prefiere protegerse y esperar. Está claro que en la elección de variedades ya empieza a pesar más el clima que las modas.

Y hay cosas que están cambiando. Melanie Hickman y David Sampedro, de Bodegas Bhilar y Struggling Vines (Rioja Alavesa), nos contaban que, si habitualmente vendimian en función de las variedades y la altitud, este año han sido los suelos los que han determinado la fecha de recogida. “Los viñedos con suelos poco profundos y terrenos arenosos se recogieron antes porque les afectó más la sequía y sus rendimientos fueron inferiores en general. Los viñedos con limo y arcilla que se adaptan mejor a la sequía funcionaron mejor y sus uvas fueron las últimas que entraron en bodega”, explican desde Elvillar.

El otro gran tema que surge en añadas de este perfil es el agua: cómo gestionar este bien escaso, el riego como algo inevitable en ciertas situaciones y/o zonas geográficas, técnicas para preservar la humedad en los suelos, imposibilidad de utilizar cubiertas vegetales en situación de sequía extrema… 

Esto es lo que productores de distintos puntos de España han experimentado en la cosecha 2022.

Dominique Roujou y Laura Montero, asesores (Galicia y otras zonas)

Tras un invierno seco y una primavera suave que retrasó la brotación un par de semanas, las lluvias de primavera y el buen tiempo aceleraron la floración en lugares como Rías Baixas o Ribeiro, donde, como en casi toda la geografía española, vivieron un verano muy cálido y seco que ayudó a mantener la sanidad de las plantas. “En Galicia, sequía significa menos problemas de enfermedad, algo importante teniendo en cuenta que, en nuestro caso, trabajamos en ecológico,” explican los enólogos Dominique Roujou (en la foto inferior)y Laura Montero. “Quizás es provocador, pero siguiendo el refrán “Año de nieves, año de bienes” resumiríamos la vendimia en “año de sequía, año de alegría”. En ese sentido, fue una bendición y un gran contraste con 2021”.


Aunque en Ribeiro se secaron algunos pozos en los que siempre hay agua, las plantas no sufrieron tanto la sequía como en 2020 y hasta se veían viñas verdes o incluso con algo de hierba en los lindes. “Algunas parcelas que yo no las consideraba tan buenas, y a las que les suele atacar la botryitis, este año al bajar la capa freática de agua se han comportado fenomenal”, comenta Roujou.

La gestión de las cubiertas vegetales sí que ha sido más complicada que en otras ocasiones. “En Ribeiro se levantaron antes ante la previsión de un verano más seco y caluroso que de costumbre, pero en zonas como Betanzos, donde se quitaron más tarde, los rendimientos y la cantidad han bajado”, explica Roujou. La sequía este año se ha traducido en uvas con más piel y menos mosto, acidez y rendimientos, explica Laura Montero, directora técnica de Viña Mein Emilio Rojo. “Nuestro blanco se vendimió antes de la lluvia porque estaba maduro. A primera vista, no parecía que hubiera poca uva porque los racimos se veían compactos y sanos, pero las bayas pesaban un 30% menos que otros años”. 

A la hora de valorar qué variedades aguantaron mejor la sequía, ambos citan la treixadura en Ribeiro y las variedades tardías como la brancellao, que otros años no maduran bien en Ribeira Sacra, o la caíño tinto. También la albariño en el Salnés, donde según Roujou, hay un equilibrio y una acidez natural muy buena, eso sí con un grado alcohólico entre 13% y 13,5%, que es alto para la zona. “Como en 2017 ó 2020, los vinos serán de un perfil similar a otras añadas cálidas, en general más inmediatos, agradables y golosos. En Ribeiro, con el abanico tan grande de variedades que tienen, quizás los coupages con variedades como la caíño tinto o la loureira puedan ser de ayuda a la hora de equilibrar los vinos.”

Roujou, que tiene experiencia trabajando en el Mediterráneo, explica que lo que le preocupa en Galicia es el futuro de la viticultura. “El cambio climático está tropicalizando el clima y eso supone muchos más tratamientos que hace 10 años para quien trabaja en convencional y busca rendimiento, y mucho más trabajo preventivo en la viticultura ecológica. Habrá que profesionalizarse mucho más, no puede continuar la viticultura de fin de semana habitual aquí”. 

José Luis Mateo, Quinta da Muradella (Monterrei)

Como en otras zonas de interior, el calor sofocante y la sequía en los viñedos de Monterrei, una zona ya de por sí seca y cálida dentro de Galicia, marcarán el perfil de una añada en la que el crecimiento de algunas plantas se bloqueó, produciendo uvas con poco grado y baja acidez. “Hacía años que no nos enfrentábamos a una situación tan extrema. Tuvimos que vendimiar para evitar la pasificación pero esa primera uva que entró en la bodega no tenía sabor, era débil”, explica José Luis Mateo. “Yo no tenía muchas expectativas, pero después de prensar me sorprendí para bien. No es que sea una añada para guardar pero los vinos de esta primera fase son mejores de lo esperado, sin mucho grado y de consumo inmediato; vinos agradables pero que no envejecerán”.


Las lluvias del 12 de septiembre aliviaron algo la situación. “Las parcelas que estaban muy estresadas mejoraron algo, pero el pH y la acidez están desequilibrados”, explica Mateo, que ve más diferencias en los tintos, algo menos incisivos porque les falta málico. “Por contra, las viñas que retuvieron algo más de humedad durante el verano cogieron el agua justa para madurar y sí que conseguimos una buena maduración fenólica, grado, acidez y equilibrio, sobre todo en los blancos”. 

Como no le gusta tocar los vinos en bodega, busca compensarlos haciendo mezclas de variedades y viñas para ganar en equilibrio, pero asegura que ha notado pocas diferencias de perfil y maduración entre su veintena de parcelas y avanza que no saldrán todas sus etiquetas. “En blanco tengo algún monovarietal de treixadura de arcilla, que separé, y el resto los mezclé. De tinto solo separé dos parcelas”, explica Mateo.

A pesar de lo extremo de la añada, no ve que 2022 sea un punto de inflexión. “La tónica habitual ahora parece que va a ser añadas cálidas y falta de lluvia, pero la reflexión sobre el viñedo ya está hecha. Yo llevo desde 2007 en reconversión de variedades y parcelas, cambiando el perfil de todo, pero la climatología siempre te pilla con el pie cambiado y este año se agudizó. Lo fundamental ahora es trabajar los suelos a largo plazo para que retengan lo máximo posible y que no haya evaporaciones para facilitar algo más de vigor en la planta”.

Roberto Santana, Envínate (Ribeira Sacra)

Con apenas 300 mm de lluvia desde el 1 Octubre hasta el 31 Marzo y 555 mm en todo el año del ciclo de la viña (lo habitual solía estar entre 700 y 900), la añada 2022 en Ribeira Sacra será recordada por los cuatro socios de Envínate como la más seca desde que trabajan en esta zona, con bloqueos de algunas viñas al final del ciclo por el calor y la sequía del verano. Además, una fuerte tormenta de granizo el 29 de mayo se llevó por delante la cosecha de su parcela Camiño Novo, que todavía se estaba recuperando de otra tormenta fatídica en 2018, con lo cual tendrán que empezar de cero en su recuperación. 


Nos preocupa la inestabilidad climática y los fenómenos aislados e impredecibles. En los últimos seis años, la piedra y el black rot están cada vez presentes en la zona y es algo que tenemos que tener en cuenta a la hora de trabajar el viñedo”, asegura Roberto Santana. “De todas formas, nosotros nos adaptamos al perfil de la añada pero lo que es realmente complicado de gestionar es la falta de mano de obra en el viñedo”.

Respecto a la vendimia y el perfil de los vinos de 2022, Roberto explica que la recogida finalmente no fue tan temprana como se podía esperar en un principio y la uva se benefició de las lluvias a partir de la segunda semana de septiembre. “Todo hacía presagiar una añada de mucha concentración y alcohol, pero nada más lejos de la realidad”, indica Roberto Santana. “Los vinos son de graduación moderada y quizás más inmediatos que otros años, pero son expresivos y sin calidez”.

Garikoitz Ríos, Itsasmendi (Bizkaiko Txakolina)

El calor excesivo o la escasez de lluvias no han sido el gran problema en esta zona cercana al Cantábrico sino la ausencia de frío. “En las cosechas de 2012 y 2017 hubo estrés hídrico, pero este año no. Esa falta de frío ha reducido la diversidad porque las maduraciones se han agrupado, especialmente en las parcelas que normalmente vendimiamos las últimas,” indica Ríos. “La cantidad no se ha resentido, pero tuvimos que adelantar la vendimia unos nueve días, hasta el nueve de septiembre, para mantener la frescura”. 


Las altas temperaturas han traído consigo acideces un punto y medio más bajas que otros años así que en Itsasmendi ya están preparados para reducir el tiempo de crianza sobre lías y evitar que los vinos, que ya vienen con cuerpo y estructura, queden pesados. La otra cara de la moneda es que la uva entró muy sana por lo que pudieron minimizar mucho los tratamientos en una zona donde el mildiu suele ser habitual. 

Ante este panorama, en Itsasmendi ya se empiezan a plantear una serie de cuestiones a largo plazo. “Parece evidente que habrá que ir plantando en lugares frescos y apoyarnos algo más en variedades con acidez como la gros manseng y la petit manseng para mantener la frescura,” añade Ríos, aunque matiza que de momento estos cambios son solo una hipótesis. “2019 fue un año fresco, así que tendremos que verlo con la perspectiva de varios años antes de tomar decisiones. Lo que sí me preocupa es que no haga frío. La primera helada no llegó hasta el 5 de diciembre, cuando noviembre en Bizkaia es uno de los meses más fríos del año, y para eso no tenemos una solución”.

Ricardo Pérez, Descendientes J. Palacios (Bierzo)

El productor riojano asentado en Bierzo ve un ciclo de añadas similares que se inicia en 2019 y que culmina en esta 2022 de calidez más manifiesta y con una pluviometría de apenas 460mm frente a los 900mm de un año estándar. “Para nosotros, la añada está afectada también por las cosechas anteriores, ya que la planta lleva varios años sufriendo el calor. En 2022 ha habido sequía y sol continuado. En zonas concretas de Corullón de suelos secos y pobres algunas cepas viejas no han aguantado y también se nos han muerto algunas que plantamos el año pasado, en este último caso incluso pese a haber regado todas las semanas [la DO Bierzo permite el riego hasta el tercer año de vida de la vid]”, explica Ricardo Pérez.


Las fechas de vendimia también reflejan esta situación: “En tres de los últimos cinco años hemos empezado a vendimiar en agosto cuando lo normal sería hacerlo hacia el 7 de septiembre”, comenta. Decidir cuándo no ha sido fácil porque había una contradicción entre buenas maduraciones y grados alcohólicos bajos. Al final, habrá algo más de alcohol que en 2021, cuando se vivió una situación parecida, pero sin sobrepasar los 13,5% vol. Los pHs están por encima de la media para una variedad, la mencía, que es de por sí generosa en este capítulo. Ricardo siempre señala que el gran milagro de los tintos del Bierzo es que tengan frescura y puedan envejecer a pesar de sus pH elevados. En esta sucesión de añadas cálidas, él ve un tanino más presente, pero que, unido a la acidez, sostiene muy bien los vinos. Anuncia que el perfil aromático podría ser un poco más pesado en 2022, pero que las bocas se mantienen muy bien.

Aparte del trabajo de suelo y el abonado, prevé que en el futuro habrá que estudiar detalladamente el manejo de la vegetación porque será clave para alargar el ciclo de la planta. Su conclusión sobre 2022: “Un año que invita a la reflexión y a plantearse trabajar de manera sostenible y ecológica en el sentido más amplio del término”. 

Martina Prieto Pariente, José Pariente (Rueda)

En Rueda las altas temperaturas han marcado la añada más que la sequía. Martina Prieto ve grandes diferencias entre las uvas vendimiadas en agosto (“la planta empezó a perder acidez y concentrar azúcares, pero sin que hubiera desarrollo fenólico”) y las que consiguieron ir más allá, que en su caso superaron el 90%. “La formación en vaso, la espaldera semi libre y el riego en viñedos de menos de 15 años han sido clave para mantener la uva hasta mediados de septiembre en el campo y beneficiarse de las lluvias que cayeron en esas fechas para marcar un final de maduración lento”, nos cuenta.


En cuanto a variedades no tiene dudas: “La verdejo ha demostrado por qué es la uva autóctona de nuestra zona, con una total adaptación al clima súper continental de esta añada; al final es una variedad con un ciclo más largo que necesita tiempo para madurar”. Hay más conclusiones interesantes: “Nos afianzamos en la búsqueda de viñedos viejos mejor adaptados a las adversidades y, por tanto, al cambio climático. La añada nos reafirma en la necesidad de trabajar en distintas zonas o pueblos, con diferente altitud, clima y, por supuesto, distinguiendo por suelos, para obtener vinos más complejos”, añade. El enemigo a batir es el incremento de pH en los mostos que ha sido la tónica de la añada. Por eso en José Pariente llevan tres años investigando, a través de distintos proyectos de I+D en colaboración con el CDTI, “prácticas de viticultura que ayuden a controlar estas subidas que parecen inevitables en las añadas calurosas”, señala.

Paradójicamente, las viñas viejas en suelos arenosos han funcionado muy bien, tanto por su ubicación en una zona suavizada por la cercanía de los ríos Eresma y Adaja, como por la menor pérdida de agua en la planta y el hecho de que liberan más rápido el calor del suelo por la noche, lo que ha permitido mantener el ácido málico y la acidez en general. Según explica Martina, los suelos de cascajo han necesitado más trabajo de viticultura.

Respecto al estilo que se va a encontrar el aficionado en 2022, Martina habla de “vinos elegantes y finos en nariz, con estructura, frescura y un recuerdo largo en boca. No es una añada exuberante en nuestro caso”.

Ángel Anocíbar, Abadía Retuerta (Castilla y León)

2022 fue una añada de récords en Abadía Retuerta: la más calurosa desde el inicio del proyecto y también la más seca: solo 163 mm. frente a la media de los últimos años de 350 mm. En el histórico de integrales térmicas de la zona (se mide el número de grados diarios que superan los 10ºC entre abril y octubre) se ve perfectamente el incremento de temperatura en los últimos años y la manera en la que el termómetro se dispara en 2017 y muy especialmente en 2022.

A Anocíbar la experiencia de otra cosecha particularmente cálida como la 2017 le resultó muy útil a la hora de tomar decisiones. Sus principales herramientas han sido la poda en verde, para dejar solo la carga que la planta pudiera madurar en un año tan extremo, y los “riegos de supervivencia” para hacer frente a los golpes de calor de mayo, junio y especialmente de julio. 

Señala asimismo que el comportamiento de las viñas ha sido algo errático: “Parcelas fértiles y menos cualitativas como las situadas en zonas llanas cerca del Duero han funcionado mejor que terruños clásicos en ladera y con buenas insolaciones”.

Además de la sanidad, la parte positiva de la buena climatología ha sido que ha permitido vendimiar en el momento idóneo. “Los tempranillos se han recogido con 13,7% vol. de alcohol (solo una semana más tarde habrían estado a 14,5% vol.) con lo que la expresión de la fruta no será demasiado confitada. El resto de variedades han ido bien, en especial la garnacha, la malbec y, sobre todo, la syrah que nos sigue sorprendiendo para bien. Por su ciclo largo, la cabernet sauvignon siempre va muy bien en este tipo de cosechas”, señala.

Desde su punto de vista las graduaciones moderadas son clave. “Con más alcohol es más difícil concluir la fermentación porque alarga la maceración y esto es algo que no queríamos esta añada; al contrario, el objetivo era mantener un buen equilibrio de estructura, tanino fino/maduro/integrado, pH y acidez”, señala.

Agustín Santolaya, Roda (Rioja)

El director general de Roda apunta a precedentes como 2017 (“sequísimo y con mucho calor, sigue siendo nuestra vendimia más temprana”) y las varias olas de calor de 2019 que no empañaron “un año para nosotros fantástico”. Sin embargo, considera que los problemas en 2022 han sido mayores. Solo hay que comparar la integral térmica de este año con la serie histórica de la zona. 


Además, se han generado debates importantes. “En cultivos de secano como los nuestros, la cubierta vegetal total se ha puesto en tela de juicio; aunque ya trabajábamos las cubiertas alternas, para próximos años estamos hablando de limitarnos a cubiertas de invierno o solo durante una parte del año y luego dejarlas muy segadas para que no consuman agua. Y unido a este modelo entra en juego el parámetro del riego; si seguimos en esta línea, es algo que va a llegar.

El último debate es el de las acidificaciones. Nuestra estrategia en este campo ha sido recurrir a una variedad rica en acidez como la graciano, pero uno de los problemas importantes de este año es que algunas uvas llegaban sin málico. La cosecha también ha puesto en tela de juicio técnicas como el desnietado o el deshojado que dejan los racimos expuestos al sol porque se han quemado muchas uvas. Aunque esto no afecta a la calidad, sí incide de manera importante en la producción”, apunta.

En la parte positiva Santolaya destaca la práctica ausencia de enfermedades y tratamientos en viña y el hecho de que, pese a que las maduraciones fueron difíciles porque las plantas detuvieron el ciclo, no ha sido un año de estrés hídrico evidenciado por caídas de hoja. “Los viñedos de 3.500 kg/ha y las viñas viejas funcionan bien todos los años. Venga el año como venga, lo más importante es que la planta esté equilibrada”, resalta. 

Están contentos con el comportamiento de su nuevo viñedo de Cellórigo, donde las viñas plantadas el año pasado no han necesitado riego. Tanto por la frescura de la zona, muy metida en los Montes Obarenes, y de los suelos, la viña ha vegetado sin problemas. Este viñedo “del futuro” se ha plantado con los morfotipos de tempranillo más adecuados en un contexto de cambio climático, mientras que su diseño siguiendo las curvas naturales del terreno (keyline) está pensado para resistir las lluvias torrenciales que cada vez son más frecuentes.

¿Cómo son los vinos? “Sorprendentemente, no son nada pesados. Más livianos de lo esperado, quizás porque la maduración no ha sido plena, con menos volumen y carnosidad que los de 2019 o 2021, buenos aromas y taninos más presentes que ha habido que trabajar mucho mediante maceraciones cortas y casi sin tocar. Quizás no son excelentes, pero sí muy buenos, están equilibrados y están dando la cara desde muy pronto”, concluye Santolaya.

Norrel Robertson MW, El Escocés Volante (Aragón)

Tras un invierno prácticamente sin lluvias, las tormentas de marzo y abril dieron un respiro a los viñedos de Calatayud. La brotación se produjo en las fechas habituales, pero a partir de mayo Aragón registró temperaturas inusualmente altas y muy poca lluvia durante el resto del periodo vegetativo. "2022 ha sido el año en el que el futuro se transformó en presente en mis 20 años de trabajo en España", afirma Norrel Robertson.

Muchos viticultores tuvieron problemas con el aclareo y el despunte por la dificultad de manejar un crecimiento vegetativo desmesurado. La sequía y el calor de junio propiciaron una floración y cuajado excepcionales, con muchos más racimos que en años anteriores. Aunque muchos viticultores preveían una cosecha abundante, la falta de agua en julio y agosto limitó el rendimiento, con la consiguiente disminución de mosto con respecto al hollejo. De ahí que muchos vinicultores se vieran obligados a adaptar la maceración y fermentación.


Las altísimas temperaturas no sólo afectaron al crecimiento de los viñedos. En julio, una empresa holandesa que vende créditos de compensación de carbono a otras empresas para financiar programas de reforestación (y compensar así las emisiones de carbono de sus actividades) provocó un incendio forestal mientras trabajaba con maquinaria a más de 40ºC. Las llamas devoraron 14.000 hectáreas de terreno en Calatayud y el fuego llegó a escasos metros de algunos viñedos viejos de Robertson (en la foto superior, la parcela de Marzolin, plantada en 1917). "Es una señal inequívoca de que el cambio climático es algo real. Afortunadamente, el incendio tuvo lugar antes del envero, por lo que no hemos tenido contaminación por humo", explica el viticultor escocés. "Mientras avanzamos hacia la viticultura regenerativa, el debate sobre las cubiertas vegetales o suelos labrados adquiere mayor relevancia. Lo cierto es que muchos viñedos actuaron de cortafuegos al no haber materia combustible entre las cepas".

Robertson y su equipo empezaron a vendimiar el 6 de septiembre, entre 10 y 15 días antes de lo habitual. "Los viñedos más viejos afrontaron muy bien las difíciles circunstancias de 2022. Nuestros rendimientos fueron ligeramente superiores a los de 2021 y los vinos están muy equilibrados. El ácido málico ha bajado en las garnachas, algo menos de 0,5 g/l tras la fermentación alcohólica". Respecto a la menor proporción de mosto en relación con el hollejo, Robertson ha evitado los bazuqueos en 2022 para no extraer mucho tanino y ha optado por remontados suaves, mojando ligeramente el sombrero.

La viticultura de secano es más exigente que nunca, señala Robertson, quien añade que ahora su atención se centra en el uso de recursos naturales propios para gestionar la sequía y la salud de las plantas. "Ahora producimos biochar para capturar carbono y mejorar la salud del suelo y la retención de agua en nuestros viñedos. El mundo de Mad Max ya lo tenemos aquí".

Roc Gramona, Gramona, (Penedès)

2022 ha sido la vendimia más temprana de la historia de la casa (empezó el 27 de julio), con temperaturas altísimas y sequía bastante importante. “Ha habido un grado de diferencia con respecto a 2021 y en los meses de junio, julio y agosto, un grado y medio. Lo que más nos han marcado han sido los cuatro golpes de calor que hemos tenido”, explica Roc Gramona. 

Roc es el más joven de la saga Gramona, pero tiene las ideas claras. Para él, 2022 ha sido la prueba definitiva de que variedades como pinot noir o chardonnay no tienen sentido en la zona: “En espumosos, el tamaño de la baya en importante. Este año la chardonnay ha tenido la mitad del tamaño habitual, lo que quiere decir más piel, menor contenido de mosto y alta dificultad en la extracción. El rendimiento ha sido mucho más bajo y el prensado ha durado más de dos horas de lo habitual. Esto nos lleva a plantearnos redimensionar la entrada de uva”. Cree que la garnacha es una buena candidata para sustituir a la pinot noir. En lo que respecta a otras variedades, la macabeo sufrió mucho, con caídas significativas de producción, mientras que la xarel.lo ,“una todoterreno que ha aguantado bastante bien”, tendrá un papel destacado en las mezclas de los espumosos de la casa en 2022.  La media de rendimientos en las viñas propias ha pasado de 6.000 a 4.000 kg/ha. La excepción son las parcelas viejas de xarel.lo y macabeo donde hay mucha menos variabilidad.


En viticultura, no han podido tener cubiertas vegetales: “Hemos tenido que labrar para que los suelos no se agrietaran y retuvieran el agua, sobre todo en terrenos arcillosos”, puntualiza. Roc entiende que en el futuro tendrán que adaptarse a las condiciones climáticas de la añada y utilizar más las cubiertas en años lluviosos con exceso de vigor. Asimismo, piensa que tendrán que buscar marcos de plantación menos densos, trabajar con pies más resistentes a la sequía o más vigorosos y hacer una selección clonal orientada a tener mejores acideces y pHs bajos. “Ahora plantamos los pies, esperamos dos años a que saquen raíces profundas y luego injertamos en campo asegurándonos de que el material vegetal es de nuestra selección. El objetivo es crear plantas más vigorosas que sean capaces de aguantar estas condiciones”. También se están planteando tener una balsa de riego de soporte, lo mínimo para que la planta pueda generar suficiente madera para el año siguiente, “pero existe el riesgo de crear raíces superficiales y el agua además es escasa”, puntualiza Roc.

Respecto a los vinos, aunque la acidez ha sido algo inferior a 2021, el resultado en bodega ha sido mejor de lo esperado. “Los vinos son expresivos, tienen cierta armonía y no están descompensados. Al final, la acidez no ha caído tanto porque, por un lado, hubo partidas que se vendimiaron pronto para tener un reservorio de acidez para según qué coupage y en otros la propia concentración no dejó que se degradara”. 

La añada en una frase: “Desesperante en viñedo, aunque luego en bodega ha dado la talla de sobra”. 

Valentí Llagostera, Mas Doix (Priorat)

No tiene que pensar la frase que define esta vendimia: “Seis meses de verano. Después de abril, tuvimos julio, julio, julio, julio, julio, julio, noviembre y diciembre”. No pintaba bien, pero al final se han quedado boquiabiertos con la resiliencia de las plantas del Priorat, en especial las viñas viejas, que se han traducido en vinos con buena acidez y pHs bajos. “Esto es fruto del suelo, la edad de las cepas y el frescor de Poboleda. La ubicación y el tipo de suelo (suelos ácidos de pizarra) nos garantizan que, sin grandes variaciones térmicas durante la fase de maduración, los vinos vayan a tener guarda. Lo que nos lleva a pensar que las vides del Priorat tienen un aprendizaje de calor y sequía que les permite llevar mejor los momentos extremos”.

Para Llagostera, las tormentas de verano típicas del Mediterráneo permitieron que la planta pudiera seguir el ciclo sin llegar a sufrir estrés hídrico o entrar en parada. Las viñas jóvenes las riegan y este año tuvieron que adelantar el aporte de agua a junio. Nos cuenta que, tras la experiencia de 2017, muchos productores se preocuparon por tener sus reservas o balsas de agua en la región. En 2022 la brotación fue más tardía, pero el calor pegó con fuerza desde mayo. La gráfica inferior muestra cómo las temperaturas (curva naranja) son muy superiores a la media (curva verde) e inusualmente altas en el mes de octubre. “Los mayores del lugar no habían vivido una situación de estas características”, apunta Llagostera para poner el año en contexto.


Cosechas como ésta refuerzan la apuesta de Mas Doix por las variedades autóctonas: “El ciclo largo de la cariñena ha ayudado mucho. En la garnacha y, sobre todo, en las variedades blancas se nota más la bomba de calor, aunque la pedro ximénez ha funcionado a la perfección”, señala. Como en otras zonas, y ante la falta de humedad, el estado sanitario ha sido magnífico: “No hemos tenido que hacer ningún tratamiento”.

¿Y los vinos? “Las añadas cálidas suelen estar listas antes y esto también nos lo estamos encontrando en 2022. Los vinos son mucho más bebibles”.

Pepe Mendoza, Casa Agrícola (Alicante)

La lluvia intensa entre abril y mayo, en plena época de floración, causó serias pérdidas a muchos productores en zonas vinícolas entre Yecla y Tarragona. Uno de ellos fue Pepe Mendoza, que vio mermada su cosecha un 40%, pero el viticultor alicantino reconoce que, en su caso, fue la salvación. “Al llevar menos carga, la viña pudo hacer frente al calor y el estrés ha sido menos acuciante que en plantas con más carga o con alta densidad, que no pudieron recuperarse. En el Mediterráneo hay que ser generoso con la planta; siempre hay que dejar que vaya ligera y fresca, evitando que la uva esté cansada”. 


En este contexto de calor y sequía, Mendoza ha visto como la viña vieja en secano y vaso se ha comportado mejor que las plantas en espaldera y con riego por goteo. “Todo se va a 'mediterraneizar', también en Rioja y Ribera. Afortunadamente aquí ya tenemos la sapiencia y se supo plantar a la antigua, pero habrá zonas que deberán plantearse cruces de poda más bajos para que la planta no tenga que subir tanto a por agua y volver a los marcos de plantación tradicionales de 1.500 plantas por hectárea en lugar de 2.800. Los gobelets de 10.000 plantas hectárea se dejarán de ver”, vaticina el propietario de Casa Agrícola.

A contracorriente de la visión actual generalizada, Mendoza rompe una lanza a favor de variedades de ciclo corto en su zona como la giró. “Llevamos poco tiempo haciéndonos preguntas. Todos apuestan por las variedades de ciclo largo porque preservan acidez pero con las DANAs que tenemos en esta parte del Mediterráneo, con lluvias torrenciales de 200 litros en septiembre y octubre que suponen el 50% de la lluvia que cae en un año ¿es positivo tener la hoja degradándose? ¿O quizás es mejor tener variedades de ciclo corto que se vendimian antes de las lluvias torrenciales y con la hoja intacta? Si nuestros mayores siguieron plantando giró, sería por algo.”

Respecto a los vinos, el productor alicantino habla de una cosecha corta, con concentración y estructura, pero ve fuerza y carácter en sus vinos y vaticina sorpresas positivas. Sin embargo, reconoce que queda trabajo por delante en bodega. “Las viñas buenas serán buenas pero hay más malo que bueno. En una añada de perfil maduro como esta, la viña que se estresa da notas cocidas y el vino se percibe cansado en boca. El ratio de líquido por piel este año es menor por lo que hay que ser más delicado y sutil en las extracciones para evitar vinos duros en los que se marque el tanino”.

José María Vicente, Casa Castillo (Jumilla)

En esta zona donde el calor extremo es un viejo conocido, las temperaturas tampoco han sido mucho más altas que otros años aunque sí sufrieron calor continuado, con varios días a más de 40ºC y un verano muy largo, que se extendió desde mayo a octubre. “Tras las abundantes lluvias de primavera llegó el calor y la planta creció de manera explosiva; de hecho tuvimos algo de corrimiento”, asegura José María Vicente. “En Jumilla, la producción ha sido un 30%-35% menor por el calor”. 


Para el viticultor murciano, que cultiva en secano el 100% de sus viñas de monastrell y garnacha, ambas variedades de ciclo largo, 2022 ha sido un año típico seco mediterráneo, parecido a 2017 y 2012, y cree que la menor producción ayudó a las plantas a soportar mejor el estrés hídrico. 

Tras dos grandes cosechas como la 20 y la 21, “la 2022 es una añada menor, fruto de un año complicado, pero los vinos ahora mismo están jugosos y vivos”, asegura Vicente. “Me esperaba fruta más confitada, pero los vinos tienen vivacidad. Es cierto que tienen menos acidez pero en cuanto a sabor y textura son ligeros y frescos. El calor y la sequía han hecho que la maduración alcohólica vaya por delante de la fenólica y eso quizás se note cuando los vinos lleguen al consumidor, pero de momento hay frescura”.

Bàrbara Mesquida (Baleares)

“De las 19 vendimias que llevo, ésta ha sido de las más difíciles a nivel mental y físico”, cuenta la productora mallorquina. “La más temprana [empezó el 2 de agosto y terminó el 13 de septiembre] y con un calor horroroso; no ha habido tregua, el verano se ha prolongado hasta principios de noviembre. El estado sanitario perfecto, pero ha habido maduraciones irregulares y subidas de grado repentinas. A esto se han añadido los problemas para encontrar vendimiadores, lo que ha hecho que todo se vaya alargando”.


En su caso, y con todos los viñedos en secano, ha sido una vendimia corta de producción. La caída de rendimientos más acusada, de entre un 30% y un 40%, se ha registrado en las variedades francesas que aún cultivan (“lo que nos indica que no están tan adaptadas”), mientras que las autóctonas han resistido mejor. De hecho, las estrellas de la cosecha han sido la blanca prensal y la tinta callet

Su estrategia ha sido vendimiar pronto para no arriesgarse a trabajar con acideces bajas y pHs altos, apostar por maceraciones cortas y también por la co-fermentación. “Con mucho esfuerzo y cansancio, un día me di cuenta de que al final era una buena vendimia porque hemos conseguido que no se note tanto el factor de añada cálida. Los vinos tienen un perfil bastante fresco, son vinos limpios y florales. A día de hoy, todos tienen nombres y apellidos, que no es algo habitual. Sabemos ya a dónde va cada cosa”, explica. 

Más Que Vinos (Toledo, Castilla-La Mancha)

El equipo formado por Margarita Madrigal, Alexandra Schmedes y Gonzalo Rodríguez, se siente afortunado de contar con un viñedo en altitud situado en la planicie elevada de la Mesa de Ocaña. “Las fechas de vendimia en nuestro caso no han cambiado mucho; empezamos el 3 de septiembre y acabamos a principios de octubre. En algunos casos hemos tenido más en cuenta el pH y la acidez total que el grado o los azúcares para recoger la uva”.


En sus viñedos ecológicos de Toledo, sin embargo, se han dado algunas paradojas: vendimias adelantadas en algunas viñas y, por otro lado, variedades rústicas como la airén y la garnacha tintorera que han alargado el ciclo vegetativo, pero en las que se ha producido menos concentración de azúcares, de forma que hay menos grado y se han conseguido vinos más frescos. “Los tintos tienen taninos persistentes pero maduros; los blancos quizás tienen más volumen, pero paradójicamente son más ligeros que otros años”, explica Margarita Madrigal.

Aunque las olas de calor no son nuevas en la zona, consideran que en 2022 la sequía ha enseñado su cara menos amable. “Si esto empieza a ser la tónica general, las viñas van a sufrir”, comentaba Margarita Madrigal. En estas circunstancias, se reafirman en la elección de variedades autóctonas como cencibel, garnacha tintorera, airén o malvar. “Trabajar con viñas viejas y bajas densidades de plantación también ayuda a mantener la calidad”, señalan. Las nuevas plantaciones, por otro lado, las realizan con barbado e injerto en campo de modo que la planta enraíce mejor y puedan utilizar también su propio material vegetal adaptado a la zona. 

Elías López Montero, Verum (Ciudad Real, Castilla-La Mancha)

Para el recuperador de la airén de pie franco en Castilla-La Mancha, lo peor de 2022 fue la ola de calor de mayo que redujo el cuajado y derivó en una caída de producción en torno al 30%. La zona, sin duda, está acostumbrada a las altas temperaturas y en Verum además han puesto el acento en el trabajo con variedades adaptadas al cambio climático. “Pero la floración es crítica porque provoca desequilibrios e influye en el año siguiente”, apunta López Montero. “En el futuro vamos a ir a producciones más bajas e incluso en los viñedos que podamos regar habrá que tener cuidado porque las reservas de agua son escasas y hay limitaciones”, señala. 


La estrategia de Verum busca potenciar los viñedos de secano, las variedades que demandan menos agua como la tinta velasco, y las cubiertas vegetales para retener la humedad del suelo. Y los resultados son positivos: “Estamos notando que necesitamos menos agua cada vez”, señala López Montero. Este año, sin embargo, la sucesión de olas de calor ha hecho que algunos viñedos de secano no conservaran bien la hoja, detuvieran la actividad fisiológica y no desarrollaran el azúcar de manera habitual. “En La Divina, que está es un suelo muy rústico, llegamos a los 11% vol. raspados con muy poca hoja, mientras que Las Tinadas, con un suelo más profundo ha aguantado mejor y se han conseguido 12,5% vol.”, explica Montero. En las viñas en espaldera, en cambio, el riego ha permitido sujetar más las hojas y que la planta aguantara más”.

Además de variedades indígenas bien adaptadas a la zona como la airén y la tinto velasco, la garnacha y la mazuelo también se han comportado bien este año, mientras que la graciano ha sufrido más el calor

Respecto a los vinos, los pHs son algo más altos, pero la graduación alcohólica es menor. “Todos los tintos están por debajo de los 13,5% vol., han madurado algo irregularmente y las maceraciones han sido más delicadas. En general, son vinos más ligeros, pero con mucho sabor, que es algo que nos ha sorprendido positivamente”, comenta López Montero.

Willy Pérez, Bodegas Luis Pérez (Jerez) 

Como en el resto de zonas, el Marco de Jerez no se ha librado de la sequía y de periodos de calor extremo. La palomino ha sufrido paradas vegetativas con viñas en las que apenas han llegado al 10% de grado, aunque finalmente la media se ha quedado en 10,9%. Consecuentemente, los rendimientos apenas rondan el 60% del máximo permitido por el Consejo Regulador y la acidez es muy baja. 

La situación ha sido tan compleja que Willy Pérez considera que 2022 es la vendimia más difícil de las 20 que lleva en su haber. “Tras la falta de finura de los 2020, tuvimos precaución desde el principio e intentamos proteger las cepas al máximo desde la poda. En las que no veíamos claro dejar una vara larga, como es habitual en el Marco, podamos corto perdiendo casi toda la posibilidad de cosecha, pero asegurando la poda del año siguiente en el sentido de la carrera de verde”. 


Al ser un año tan seco, no salieron siquiera las cubiertas con lo que Willy y su equipo optaron por cubrir los suelos de la viña con mulching de paja, algo que les ha funcionado muy bien. Como es habitual en esta bodega, la vendimia, que duró dos meses en cada parcela, se hace por pases, consiguiendo una selección de uva muy concienzuda. “Los racimos más soleados han ido a cortado, y los más verdes al resto de estilos más pálidos. Este año también hemos disminuido el rendimiento en prensa tratando de evitar la falta de finura y excepto algunos vinos que podían aceptarla, no hemos fermentado prácticamente nada en bota consiguiendo ganar precisión en un año tan difícil”.

Willy es muy precavido a la hora de calificar la cosecha, pero asegura que está contento porque no se ha desviado demasiado del estilo que persiguen. “Quizás los consumidores encontrarán algo menos de intensidad que en años como el 20, que también fueron estresantes, pero la planta llegó a término bien. Pedro Domecq pensaba que los vinos que mejor envejecían eran los de años extremos como este, así que es posible que tengamos una gran añada de oxidativa como la 17”.

Fátima Ceballos, Lagar de la Salud (Montilla-Moriles)

Tras un 2021 marcado por la escasez de lluvias, las altas temperaturas y una ola de calor en la segunda mitad de agosto, justo antes de la recolección, Fátima Ceballos explica que la climatología en Montilla-Moriles este año ha seguido la misma tónica de calor y especialmente de sequía acuciante


Si en 2021 la variedad más afectada por el calor fue la Pedro Ximénez, cuyos rendimientos cayeron un 32%, este año la que ha sufrido esa misma caída en producción ha sido la cabernet sauvignon, de la que cuenta con seis hectáreas. Por contra, de Pedro Ximénez se ha perdido un 7% de la cosecha comparado con el año anterior. “La sequía se ha cebado sobre todo con las variedades menos adaptadas, causando bloqueos en el funcionamiento fisiológico de las plantas, no solo en esta añada, sino en las venideras,” explica Fátima.

Como la cosecha es una oportunidad al año, Fátima, cuya primera vendimia en la zona fue 2017, cree que necesita más vendimias para saber si realmente 2022 es un punto de inflexión pero no niega que se está cuestionando algunas prácticas en el viñedo. “Ha sido una añada desafiante. Es cada vez más complicado trabajar con variedades tintas foráneas o gestionar la cubierta vegetal. También me doy cuenta de lo importante que es tener viñedos con sistemas radiculares bien implantados y resistentes, como ocurre con la viña vieja o con una espaldera equilibrada,” reconoce la enóloga.

Respecto al carácter de los vinos de Montilla-Moriles, mayoritariamente de la variedad Pedro Ximénez, Fátima asegura que depende mucho más del momento de vendimia que de la añada en sí. “Creo es un año muy de zonas y de productor-elaborador. La decisión de recolección siempre es crucial, pero este año lo era aún más y tuvimos que hilar muy fino. Habrá excepciones, pero por lo general, creo que en los vinos vamos a encontrar concentración, potencia y en muchos casos baja acidez.”

Roberto Santana, Envínate (Tenerife)

Un otoño e invierno con temperaturas suaves y más lluvia que el año anterior ayudaron a equilibrar el viñedo y mejorar considerablemente la producción, sobre todo en Santiago del Teide al noroeste y en las remotas parcelas de Taganana en el extremo noreste. Mientras, en zonas del norte de Tenerife como La Orotava, Roberto Santana habla de un año tradicional, con una primavera lluviosa y humedad relativa alta, que obligaron a incrementar los tratamientos con secante y la gestión de la superficie foliar, y un verano seco pero con humedad elevada, especialmente en Tacoronte y Santa Úrsula. 


Como en la mayor parte de España, los días calurosos por encima de la media también se dieron en Tenerife y aunque no se llegó a bloquear la viña sí que se adelantó la maduración unos 10-15 días. Por fortuna, explica Santana, ya tenían casi todo vendimiado para cuando llegó la Dana a la isla a finales de septiembre, dejando precipitaciones de casi 100 litros.

En cuanto a la calidad de los vinos, Santana se muestra en general contento con el resultado. “Tienen bastante complejidad y son finos y elegantes. En La Orotava tenemos un 15% menos de producción pero la calidad es buena, mientras que en Taganana, tras varios años complicados, este año la producción se ha doblado.”

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