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Probablemente, la mayor lección de la cosecha 2017 ha sido la de concienciar más si cabe a los productores sobre los retos del cambio climático. Fotos: Amaya Cervera.

Cosechas

¿Cómo serán los vinos de 2017?

Amaya Cervera | Martes 12 de Diciembre del 2017

La ventaja de haber tenido la cosecha más temprana en la historia reciente de numerosas regiones españolas es que muchos elaboradores tienen ya un diagnóstico claro del estilo de vinos que elaborarán este año. 

Sin embargo, el relato que emerge de todas estas conversaciones es mucho más diverso de lo que cabría esperar. Si bien la escasez de agua en amplias áreas de la Península y las dramáticas heladas que afectaron a la mitad septentrional se llevaron los grandes titulares, muchas zonas se desmarcaron de estos clichés. No hubo sequía en las regiones del txakoli, en Valencia ni en menor medida en el Marco de Jerez o Baleares; Rías Baixas cosechó una añada especialmente generosa; Levante quizás puede presumir de los mejores vinos de la cosecha junto a la zona norte de Tenerife y, una vez más, nos dimos cuenta de que en los más de 100 kilómetros que recorren los viñedos de la DO Rioja, caben muchas vendimias. 

Al margen de los resultados, la mayor lección de la cosecha 2017 ha sido la de concienciar más si cabe a los productores sobre los retos del cambio climático.

Andalucía

Marco de Jerez. Bodegas Luis Pérez elabora tanto vinos tranquilos como generosos. Su enólogo, Willy Pérez, considera que 2017 será mejor que 2016, una añada con influencia de vientos cálidos de Levante y perfil de vinos más concentrados. “En 2017 hay más suavidad y equilibrio y las tintillas tienen mucha intensidad aromática”, señala. Respecto a la palomino, prefiere la sapidez más marcada de la añada 2016, aunque apunta que “los 2017 muestran mucha fruta y buena acidez”. De hecho, el régimen de lluvias en 2017 fue generoso. “En nuestras viñas hemos tenido una pluviometría media de unos 630 litros”, confirma Willy Pérez. 

Montilla-Moriles. La sequía marcó notablemente la cosecha con el consiguiente bloqueo y estrés hídrico para las cepas y obligó a una vendimia especialmente rápida y adelantada. En Alvear, de hecho, empezaron a vendimiar el 10 agosto para los vinos de su nuevo proyecto con Envínate. 

Málaga. El enólogo Lauren Rosillo, que eligió la región de la Axarquía para llevar a cabo su pequeño proyecto de vinos tranquilos, describe 2017 como una añada temprana y con fruta muy bien equilibrada. “En Levante la cosecha ha sido muy buena”, puntualiza. Desde su punto de vista, es la mejor de los últimos tiempos junto con 2010.

Aragón y Navarra

“Para quien ha sabido esperar, la calidad este año ha sido excepcional en las uvas no afectadas por el granizo”, asegura Fernando Mora MW, que elabora en Campo de Borja (Cuevas de Arom) y Fuendejalón (Frontonio). “Se han conseguido vinos con mayor equilibrio entre madurez fenólica y alcohólica”. Mora también destaca la buena acidez en los viñedos de altura y la calidad de los taninos, que serán maduros pero firmes. 

En Cariñena, el enólogo Jorge Navascués, que elabora los vinos de Aylés y tiene también un nuevo proyecto personal en marcha, se sorprendía de que pese a ser una cosecha con un 40% menos de producción por la sequía acumulada de tres años, la maduración fue muy homogénea, sin verdores ni excesos de maduración. “La acidez y los pHs son buenos y los vinos tienen buena concentración. A diferencia de otras zonas, en Cariñena el adelanto de vendimia ha sido solo de seis días con respecto a la media”.

Las impresiones en Navarra, donde Navascués asesora en Viña Zorzal, son similares: “Las garnachas viejas siempre se autorregulan en condiciones extremas; este año hay más estructura, pero sin perder la frescura característica de la zona de Fitero”.

Baleares

Con en torno a un 20% de pérdida por la helada, Matías Batle de Binigrau incide especialmente en la ola de calor de junio que “ahogó a la planta”. Asimismo, destaca como muy atípicas las altas temperaturas de abril coincidiendo con la festividad de Sant Jordi. Por su parte, Francesc Grimalt de 4 Kilos insistía en que se tiene una imagen errónea de las islas. Se da por hecho que el clima es muy seco, pero en 2016 tuvieron 700 litros de lluvia y este año se habían registrado 600 litros hasta noviembre

Grimalt describe 2017 como “un año tropical” con abundantes lluvias en inverno y precipitaciones en julio y agosto. Ha sido un año de mucho calor en el que han recogido un 10-15% menos a causa de las heladas. Los callets de esta cosecha que pude probar hace algunos días en bodega eran jugosos, frescos y con buena definición frutal. Para Grimalt, las variedades locales son las mejor adaptadas y las más resistentes al calor. Cree, por ejemplo, que el fogoneu mallorquín será una gran herramienta contra el cambio climático. 

En la zona norte de la isla, en Pollensa, donde se ubica el pequeño proyecto de Can Xanet, los mejores resultados fueron con las variedades tardías manto negro y gorgollassa. Este año la merlot se vendimió a finales de agosto.

Canarias

Roberto Santana de Envínate distingue entre la zona norte de Tenerife, situada por debajo de los 800 metros y con influencia de los vientos alisios (Taganana y Orotava), y la de Santiago del Teide, a mayor altitud, que escapa de su alcance y donde la sequía y los golpes de calor provocaron un notable estrés en la viña. Determinar el momento de vendimia para no quedarse cortos (verdores) o pasarse de madurez (pasificación) fue lo más complicado. Lo que normalmente se cosecha en dos semanas se recogió en cuatro días. La elaboración estuvo muy limitada, sin posibilidad de superar los 26-27ºC en fermentación o de realizar encubados largos. Para Santana, los vinos serán “expresivos, bastante finos y muy asequibles desde el principio”, pero sin gran capacidad de guarda.

En cambio en el norte de la isla han cosechado una de las mejores añadas desde 2008. En esta zona naturalmente húmeda, el calor y la sequía han permitido recoger uvas muy sanas, perfectamente maduras y de gran calidad, lo que les ha dado carta blanca para trabajar muy bien los terruños y realizar las elaboraciones más adecuadas para cada uno de ellos. 

Castilla y León

Las heladas hicieron estragos en esta comunidad. Más allá de Bierzo o Ribera del Duero, Rafael Somonte de Dominio de Tares nos confirmó que no habían vendimiado ni un solo racimo en su proyecto de prieto picudo en León. La orografía de la zona, una llanura en la meseta sin protección de montañas, y el porte rastrero de la variedad explican el alto alcance de la helada. 

Para Eduardo García, que elabora en Ribera del Duero (Garmón), Toro (San Román) y VT Castilla y Léon (Mauro), 2017 es “un buen año en calidad con el único problema de la falta de acidez debido a las altas temperaturas y a la escasez de agua durante la primavera y el verano”. La sequía ha determinado unos rendimientos muy bajos, de modo que los vinos tienen fruta y alta concentración. García cree también que hay bastante tanino que ayudará a compensar el grado alcohólico. 

“Los vinos se muestran concentrados, pero con el tanino suave y graso; falta un punto de tensión debido a la menor acidez, pero me está sorprendiendo que a pesar de ello se muestran frescos en boca”, señala. “Están en la línea del 2015 pero algo más suaves. Para mantener ese frescor ha sido fundamental no esperar mucho a vendimiar, así como realizar maceraciones cortas para no extraer demasiado potasio”, explicaba Eduardo García.

Ribera del Duero. La región sigue sin liberarse de la maldición de los años terminados en 7. Casi nadie se libró de la helada y además el frío “atacó zonas que no se suelen ver afectadas como el páramo”, señalaba Pedro Ruiz de Pago de Carraovejas que reconoce haber cosechado un 40% de lo que procesan en un año normal. Otros productores nos han dado cifras mucho más dramáticas de apenas el 15% o 20% especialmente en zonas alrededor de Aranda de Duero, Fuentelcésped, los dos Gumieles o La Aguilera.

Gonzalo Iturriaga, director técnico del grupo Tempos Vega Sicilia, distingue entre la zona de Valladolid, donde la producción fue reducida pero se han conseguido vinos elegantes, especiados y con frescura (“No son muy concentrados –señala–, pero tienen tensión y los taninos están bien pulidos”) y Burgos, con un perfil mucho más heterogéneo y donde se ha separado por lo menos un 40%. “No es una añada concentrada, pero tal y como venían las cosas no está mal. Hemos hecho mucho trabajo en verde y hemos retirado todo lo que no era homogéneo, no había madurado o venía con problemas”. Para Iturriaga, 2017 es a priori mejor que 2007

Toro. Según Eduardo García, “en San Román las cosas fueron mejor, ya que no heló y la merma de cosecha se ha debido más a la sequía”. En su opinión, “lo bueno en Toro es que las viñas están más acostumbradas a la falta de agua y la estructura del suelo permite que se adapten mejor a la sequía; el estrés hídrico ha sido bastante más controlado que en Ribera. Las cepas han mantenido mejor el frescor y han tenido una madurez más larga”. 

Gonzalo Iturriaga cree que los entre 30 y 50 litros que cayeron en Pintia a finales de agosto, cuando las bayas ya tenían un grado potencial de 15% vol. y estaban lejos de la madurez fenólica, han permitido arreglar la cosecha y llegar a una madurez completa de pieles con buena acidez. “No es una cosecha de mucha potencia, de forma que no hemos forzado la extracción y hemos reducido la maloláctica en barrica”, explicaba. En la copa hay que esperar más elegancia que potencia.

Marcos Eguren por su parte habla de una cosecha más corta que 2016 en Teso La Monja, pero dentro de los parámetros normales y con muy buena calidad en las viñas viejas que no se vieron afectadas por las heladas. Un dato significativo es que es el primer año que han empezado a vendimiar a finales de agosto, lo que no les ha permitido beneficiarse de los contrastes térmicos día-noche, aunque sí han conseguido un poco más de acidez. “Los vinos me encantan. Tienen fruta y fuerza, con menos estructura por el adelantamiento del ciclo y algo más de graduación que otros años,” explica Eguren. 

Rueda. Con entre un 30 y un 50% menos de producción ya sea por efecto de las heladas o la sequía, Lauren Rosillo de Finca Montepedroso (Familia Martínez Bujanda) describe un perfil de añada muy concentrado, con mucho extracto y poca acidez que ha obligado a corregir en bodega. No obstante, el pH ha sido bajo por lo que la considera mejor que 2012; se han obtenido “granos pequeños de uva soleada y muy madura”, nos decía.

Bierzo. Ha sido una de las regiones españolas más tocadas por las heladas lo que ha hecho que los precios de la uva se disparen y haya aumentado notablemente los costes en el viñedo.

Rafael Somonte, de Dominio de Tares, informa de una pérdida de uva en torno al 50%. Como en otras zonas de Castilla y León, ha sido una vendimia corta y adelantada (dos semanas respecto a un año normal), pero muy buena desde su punto de vista: “La poca uva que ha quedado tras la helada ha madurado muy rápido ayudada por un verano muy seco”. En elaboración las fermentaciones malolácticas casi han enlazado con las alcohólicas. El perfil de la añada es potente, concentrado y algo alcohólico, con pHs altos y acideces más bien bajas aunque en Tares, según explica Somonte, han intentado vendimiar pronto y están realizando una fuerte apuesta por las zonas frescas. 

Castilla La Mancha

En Finca Antigua, la bodega de Familia Martínez Bujanda en La Mancha, Lauren Rosillo habla de una merma de entre el 30 y el 60%. Los 2017 serán vinos muy concentrados con taninos polimerizados, bastante color, alto grado y algo flojos en acidez. “Aquí los años frescos son la excepción –recuerda Rosillo–. Aunque la maduración fue galopante, 2017 es mejor cosecha que 2015 y 2016, pero sin llegar a la calidad de 2010 y 2013”.

Para Rafael Orozco, que asesora varias bodegas en la DO Manchuela, no es un buen año para blancos y rosados porque el estrés sufrido por la viña y las maduraciones rápidas han provocado una cierta pérdida de aromas. En tintos el panorama es mucho mejor, según Orozco, porque el año ha sido muy sano y por lo menos se merece un notable. “A la bobal, una uva rústica y de menos grado, el calor le ha venido fenomenal para alcanzar los 13,5%”, nos explicaba.

En Uclés, en Bodegas y Viñedos Fontana han registrado una pluviometría inferior a la media desde 2014 y este año ha sido el más severo, con solo 230mm. El reto en estas circunstancias, según nos explicaba el enólogo Tao Platón, fue "utilizar el riego como un elemento de calidad, impidiendo las paradas vegetativas de la planta debido al estrés para mantener el frescor en los vinos y usar la masa foliar para sombrear los racimos”. Intentaron vendimiar la cosecha más temprana de su historia (iniciada el 9 de agosto con la moscatel) buscando retener la mayor frescura posible y con la uva en su madurez aromática. “En contra de lo que se pudiera pensar, los vinos son frescos, con nitidez frutal, definición varietal y de alcohol moderado e incluso inferior a un año medio. Los blancos son aromáticos y en los tintos no se ha comprometido la textura, que es firme sin muestras de verdor”, concluye Platón.

Cataluña

El detallado informe de vendimia que prepara Bodegas Torres considera que la cosecha 2017 ha sido de buena calidad. Pese a que la mayoría de zonas contaban con buenas reservas hídricas del invierno, los golpes de calor de primavera y verano y la sequía en este período marcaron la añada. Por suerte, el hecho de que agosto y septiembre fueran algo menos cálidos que la media de los últimos años permitió alcanzar buenos índices de madurez finales en muchas zonas. Miguel Torres Maczasseck describe 2017 como “la cosecha más precoz que recuerdo y también doblemente corta en días y producción”. En estilo, hay que esperar vinos con altos niveles de concentración.

En Penedès, las primeras uvas blancas (moscatel y chardonnay) entraron en bodega el 16 de agosto y el merlot lo hizo el 26 de agosto. La última variedad en vendimiarse (el 6 de octubre) fue la moneu de parcelas en vaso, una de las uvas ancestrales recuperadas por la familia con vistas a combatir el cambio climático y que ha mostrado una buena resistencia a las altas temperaturas. La merlot es la uva que más sufrió y exigió una mayor selección. El balance final es de blancos con buena intensidad aromática y tintos bastante estructurados que en algunos casos (como el cabernet de la finca Mas La Plana) han exigido maceraciones más cortas. Aunque el índice de lluvias durante el ciclo vegetativo fue casi de la mitad respecto a un año normal, las temperaturas en Penedès estuvieron en línea con la media. 

En Priorat la primavera y el verano resultaron particularmente secos y calurosos con el consiguiente adelanto de vendimia y producciones más bajas, con algunos problemas de deshidratación en las bayas en las zonas más cálidas (El Lloar) y maduraciones más equilibradas en la zona de Porrera gracias a una inicio de septiembre fresco y ventoso. Se anuncian vinos con aromas muy varietales y alta concentración en boca, pero sin perder amabilidad.

Conca de Barberà se ha movido con patrones similares de adelanto de vendimia y escasez de lluvias en primavera y verano, pero las temperaturas no han sido significativamente más altas de lo habitual. Las variedades tardías maduraron lentamente;  los tintos muestran alta concentración con buen potencial de envejecimiento; bastante equilibrio e intensidad aromática en los blancos. 

En la finca Purgatori (subzona meridional de Garrigues) de Costers del Segre se registraron temperaturas medias entre abril y septiembre superiores a la media desde 1999. Importante caída de rendimientos debido al verano muy seco, particularmente en el caso de la syrah, una parte de la garnacha y las variedades ancestrales. Las variedades tardías (parte de la garnacha y la cariñena) han sido las más beneficiadas por las temperaturas más frescas de septiembre. Al norte, en Pallars, donde Torres cultiva a 950 metros de altitud, se ha repetido el patrón de precocidad pese a las grandes diferencias térmicas día-noche que caracterizan esta área.

En Terra Alta el enólogo francés Dominique Roujou que elabora los vinos de Franck Massard habla de maduraciones tempranas y escasa producción, con resultados más homogéneos en los viñedos que tuvieron un poco más de carga. “Hemos jugado a mezclar fincas para no tocar en elaboración y tenemos recursos para controlar el grado. En blancos hemos conseguido buen equilibrio”, señala.

Galicia

Las heladas se cebaron especialmente en Valdeorras y Monterrei, pero no alcanzaron a Rías Baixas, donde recogieron una cosecha particularmente generosa. Según Dominique Roujou, que ahora mismo asesora en la región a Pombal, Lagar de Pintos y Don Olegario en el Salnés y Tricó en Condado, es un año con grado, acidez y buen equilibrio en el que también podría haber algo de dilución en función de los rendimientos, pero considera que “2017 está entre las buenas añadas de la región”. Para Rodrigo Méndez de Forjas del Salnés en cambio ha sido uno de sus años más complicados a causa de la sequía. Se han visto obligados a hacer varias pasadas por la misma viña debido a lo irregular de la maduración. “Los mejores sitios han sufrido mucho –nos decía–. Este año se han comportado mejor las cepas de suelos profundos”.

Ribeira Sacra. El adelanto de ciclo fue especialmente llamativo en la subzona de Amandi donde “había mencías totalmente maduras a finales de agosto con tres semanas de adelanto respecto a un año normal, así que no van a ser los vinos más frescos de la historia”, según señalaba Dominique Roujou que asesora los vinos de Ponte da Boga. Según su visión, las zonas tardías como Bibei o Pontón sufrieron menos y ofrecerán más frescura y considera que “las añadas cálidas son mejores para variedades tardías como brancellao o sousón”. Predice vinos amables e inmediatos en los que la mezcla de uva de zonas más frescas pudiera ayudar a compensar el perfil cálido general. Respecto a los blancos, nos contaba que la producción ha sido especialmente baja por las heladas pero de buena calidad.

Roberto Santana de Envínate ratifica esta impresión y señala que las lluvias de finales de agosto ayudaron a relajar un poco las cosas y a que la viña se recuperara algo de la sequía. En estilo prevé tintos bastante frutales y con estructura pero inmediatos. Tiene claro que “no va a ser la añada del siglo”.

Ribeiro. Xose Lois Sebio, enólogo de Coto de Gomariz y con proyectos propios en distintas zonas describe 2017 como un año muy seco y de poca producción por la sequía y las heladas tardías que “nos llevaron 12 de las 33 hectáreas”. El adelanto de la cosecha en su caso fue de casi un mes. “Afortunadamente, la pérdida de agua concentró no solo el azúcar, sino también parte de la acidez, y el tiempo seco y las altas temperaturas permitieron vendimiar cada parcela en el momento adecuado. Gracias a eso, la segunda brotación de la helada maduró perfectamente y en muchos casos de forma más equilibrada”. 

Sebio describe cuatro vendimias diferentes: uva seca y sobremadura, uva tocada por el granizo, uva de maduración lenta de zonas frescas y uva rebrotada tras las heladas. Hay muchas variación en función de la localización del viñedo desde su punto de vista, pero en general, considera que los 2017 serán “vinos muy maduros, de acidez tirando a baja; muy dulces y golosos por el alcohol, con taninos blandos y tendencia a no ser muy longevos; en definitiva vinos muy comerciales para el gran público, que deberían beberse rápido”. También advierte que “el cambio climático ha llegado para quedarse. Debemos adaptarnos en viña y en bodega. No puede volver a pillarnos desprevenidos”.

Valdeorras. Rafael Palacios de As Sortes distingue claramente entre dos vendimias: una primera de maduración rápida a principios de septiembre, con mucha concentración y sabor pero aromas modestos; y una posterior de segundas brotaciones que llegó a maduración gracias a la buena climatología de octubre y que aportará la frescura y elegancia de la que carece la anterior. Esta segunda fase, desde su punto de vista, es lo que arreglará la añada y permitirá tener vinos interesantes en 2017. En su caso, además de Louro, unas 15.000 botellas de As Sortes, bastante por debajo de la producción habitual.

Gredos

En 2017, la zona sufrió todos los males posibles: helada, lluvia en floración, sequía a finales del verano y principios del otoño pero lo peor, según Daniel Jiménez Landi de Comando G, fueron las dos granizadas del verano “extrañamente abundantes y generalizadas en los tres valles de Gredos”. Con unas pérdidas del 50% en producción, la cosecha fue igualmente temprana y de perfil algo cálido “con mayor desequilibrio en la maduración alcohólica/fenólica, acideces algo más bajas, pHs más altos y mayor inestabilidad microbiológica en los vinos,” describía Landi. La sitúa en línea con 2012 o 2015, pero por encima en calidad. Junto a su socio Fernando García reconoce haber trabajado mucho y también aprendido mucho. “No es una mala añada si se ha sabido leer bien”, reflexiona. El diagnóstico: “vinos fluidos, con menos peso y complejidad pero que, sin embargo, aparecen perfilados y presentan una elegante y bella expresión aromática”. 

Levante

Es una de las zonas que se han librado del desastre y que en algunos casos además pueden presumir de una calidad excelente. José María Vicente de Casa Castillo (Jumilla) está encantado con sus monastrelles y anuncia vinos muy interesantes en su gama alta (Gravas, Pie Franco) de esta añada. El factor cualitativo en este caso fueron las lluvias, abundantes en invierno y muy oportunas a finales de agosto para refrescar unas cepas estresadas y mermadas por la sequedad de la estación estival. “Hemos tenido una excelente maduración en la monastrell y los vinos muestran ya gran intensidad frutal”. Para Vicente, 2017 es una típica añada mediterránea, quizás con acidez ligeramente baja pero bastante parecida en estilo a la 2015. 

En Albacete, El equipo de Envínate está especialmente contento con sus garnachas tintoreras de Almansa y su moravia agria de Manchuela. Vendimiaron con dos semanas de adelanto pero están convencidos de que será un gran año, con vinos complejos y con potencial de guarda.

Pablo Calatayud de Celler del Roure comparte este entusiasmo en Valencia: “De la vendimia 2016 a la 2017 hemos recogido más de 800 litros por metro cuadrado; ¡una maravilla! Con toda esta lluvia y unas temperaturas algo más altas de lo normal, especialmente en mayo y junio, el ciclo se adelanta y tenemos mucho vigor y muchas hojas para madurar no demasiados racimos. La producción ha sido baja por la sequía del año anterior. Menos kilos pero muy buena calidad, uvas muy sanas, con buen equilibrio entre azúcar y acidez y buena maduración fenólica. Estamos muy contentos y pensamos que será una añada muy representativa de nuestro estilo mediterráneo y del carácter de nuestras variedades.”

En Alicante, Pepe Mendoza de E. Mendoza cuenta una historia muy parecida. Tuvieron un 50% menos de producción, pero este año no hubo necesidad de tirar racimos al suelo. Al ser una cosecha de ciclo más corto, los vinos quizás no son tan aromáticos o exuberantes pero según nos contaba tienen buen color, acidez y potencial de envejecimiento.

De vuelta a Valencia, en Bodegas Los Frailes, el asesor Dominique Roujou nos contaba que las variedades tempranas sufrieron mucho con el adelanto de la añada, en especial syrah y tempranillo. Con más grado del habitual, se produjo un desfase entre madurez fenólica y la de los azúcares; de ahí que en elaboración hayan recortado maceraciones y se piense en reducir los tiempos de crianza.

Rioja

Marcos Eguren del grupo Sierra Cantabria habla de una cosecha muy corta y con mucha incertidumbre a causa de las heladas y el hecho de haber tenido que gestionar dos brotaciones. “Al final, sin embargo, el resultado ha sido más fácil de lo que pensábamos y la calidad bastante buena”, nos contaba. “Los racimos de segunda brotación han aportado la acidez que necesitaban los primeros para compensar su alta maduración. Al final, tenemos medio grado más que un año normal”.

Marcos cree que hay que esperar algo más a ver la evolución, pero sitúa la cosecha en línea con otras vendimias adelantadas como 2015, 2014 y 1994 “que fue la primera vez que vendimiamos en septiembre”. En estilo le parece una añada cálida como 2015, pero le sorprende que los vinos tengan más acidez y un pH más bajo, “probablemente por el aporte de las uvas de segunda brotación”, dice. Muy interesante también que sus grandes vinos no se hayan resentido demasiado a diferencia de las etiquetas de entrada de gama, donde reconoce haber sufrido mucho. “Los costes de producción para un kilo de uva han sido altísimos por la cantidad de veces que hemos tenido que pasar por la viña”.  

En Macán, la bodega riojana del grupo Vega Sicilia, Gonzalo Iturriaga reconoce que los hollejos venían muy duros y que tuvieron que hacer muchísimo trabajo de selección antes de meter el vino en barrica además del clarificado de prensas. Extracciones muy moderadas para no sacar verdores y fermentaciones por debajo de 26ºC. 

Lauren Rosillo de Familia Martínez Bujanda aporta una visión muy favorable de aquellas zonas que se libraron de la helada como el entorno de Logroño donde está ubicada Finca Valpiedra u Oyón (Rioja Alavesa) donde se cultivan uvas para Viña Bujanda. “La calidad aquí ha sido muy buena en línea con 2015 y 2016, dos cosechas “que han estado rayando la excelencia”, quizás con algo más de grado alcohólico en 2017. En líneas generales, habla de una cosecha “seca, con concentración, taninos pulidos, algo baja de acidez, pero que probablemente evolucionará bien”.

Muy cerca de allí, en Contino, la primera vendimia de Jorge Navascués como enólogo de esta bodega en la órbita Cvne no podía haber sido mejor. “Los 2017 no parecen vinos de añada seca o cálida. Pese a las rápidas maduraciones hay gran equilibrio y las graduaciones no son excesivas. Todos los depósitos tienen un nivel espectacular”.

Txakoli

Garikoitz Ríos de Itsasmendi describe 2017 como una añada con más protagonismo de las personas (“ha requerido muchísimo más trabajo en viñedo y bodega que las anteriores”) en detrimento de la naturaleza debido a la gran complicación del fin de vendimia. “Septiembre ha sido uno de los más fríos y lluviosos que he conocido en los 25 años que llevo vendimiando,” señala Ríos. Las mejores partidas se recogieron en el primer tramo de vendimia antes de que la botrytis complicara mucho las cosas. “En líneas generales estamos hablando de una añada con menos graduación alcohólica que las tres anteriores y con un puntito más de acidez; delicada en algunos depósitos y con buena expresión aromática. Se anuncia ya menos cantidad en la gama alta pero manteniendo la identidad, más dificultades en el vino joven y una interesante experiencia de fermentación con pieles con hondarrabi zuri.

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