Hemos hablado con productores de todo el país para conocer cuáles son sus impresiones de la última cosecha, qué ha marcado la añada, qué ha sido lo mejor y lo peor, y qué camino creen que van tomando sus vinos. En esta primera parte abordamos las regiones de la mitad septentrional.
De la vendimia 2021, Xurxo Alba de Bodegas Albamar destaca la cantidad de uva cosechada en Rías Baixas, muy superior a la de los últimos años. De hecho, el Consejo Regulador aumentó la cuota de 12.000kg a 13.500 kg/ha, igual que en 2011, una añada que según Alba, es similar en cuanto a volumen aunque entonces los vinos fueron más delgados. Curiosamente, el precio mínimo de la uva subió a 1,70 € en 2021, 20 céntimos más que el año pasado, pagándose incluso 2,50 € por kilo. “Lo comentaba recientemente con Rodri Méndez; como 2022 sea una cosecha corta, el precio de la uva subirá de nuevo”, señala Alba.
El viticultor de Cambados asegura que ha sido un año duro en la viña, con un envero que se alargó por el verano tan frío que se vivió en la zona. Con su piel más gruesa, la albariño aguantó bien el frío y la lluvia, pero la caíño se pudrió antes de madurar. Por fortuna, el buen tiempo llegó en septiembre y trajo una vendimia larga y tranquila, que acabó adelantándose a mediados de septiembre.
En cuanto a la calidad de los vinos, la impresión general entre los productores de la zona es buena, indica Alba. “Aunque hemos tenido mucha producción, los vinos tienen estructura, volumen, grado más bajo que en años recientes y buena acidez”.
Al igual que en Rías Baixas, la vendimia finalizó en Valdeorras con una subida de más del 30% en el número de kilos recogidos en relación a 2020, según datos del Consejo Regulador.
Tanto Xurxo Alba, que elabora un vino en la zona de A Rúa, como Jorge Navascués, director técnico de la bodega Virgen del Galir del grupo Cvne, con viñas en la zona más oriental de la denominación, coinciden en que ha sido una buena cosecha. Para Alba, las viñas de godello en suelos de pizarra han aguantado mejor que las de granito, pero tanto el viticultor gallego como Navascués coinciden en que la cosecha 2021 ha traído uvas sanas y con buena acidez para quien las vendimiara antes de las lluvias. “En nuestro caso”, indica el enólogo de Virgen del Galir, “esto se traduce en vinos más aromáticos y frescos de lo habitual en esta zona de Ourense”. Respecto a los tintos, Navascués asegura que es un año interesante para la mencía, “quizás a la altura de 2019” pero no tan buena como los blancos.
El tiempo, lluvioso y fresco, marcó la vendimia de este año en Ribeira Sacra, donde también hubo zonas afectadas por el granizo de finales de primavera. Iria Otero nos cuenta que, en Chantada, muchas de las pérdidas de cosecha este año son debidas a las tormentas de esos días, incluida una parcela en la que ella compra uva en San Fiz. En esta zona cercana al Miño, Xurxo Alba, que elabora sus mencías Fusco y Nai, habla también de una cosecha más corta por el granizo y una maduración más lenta aunque con fruta sana. Sus vinos hacen maceraciones largas así que están todavía algo crudos, pero sí avanza que son más delgados que en 2020.
Por su parte, Roberto Santana de Envínate indica que tuvieron que parar la vendimia por las precipitaciones, aunque consiguieron recoger uva sana y en el momento óptimo. En su opinión, Amandi fue la zona más satisfactoria, con rendimientos buenos y uva fresca y equilibrada, mientras que en Ribeira do Sil hubo menos acidez y grado alcohólico que otros años. “Es una añada tradicional de corte atlántico; desde el principio los vinos son bebibles y tienen taninos fluidos y potencial”.
Tras un mes de marzo con temperaturas algo más altas de lo habitual en Ribeiro, el desborre de las cepas se adelantó con respecto a otros años y la viña despertó unos 15 días antes de lo habitual, explica Iria Otero, viticultora asentada en Leiro, donde trabaja con viñas propias y arrendadas. A la lluvia de mitad de junio le siguió un verano fresco y húmedo aunque sin precipitaciones importantes que afectaran a la sanidad de la uva, pero que sí ralentizaron la maduración. Como en otras comarcas, la lluvia de nuevo hizo aparición en septiembre, condicionado en parte la vendimia, que se saldó con graduaciones algo menores de las conseguidas en los últimos años, y acideces algo mayores pero bien equilibradas. “Los vinos tienen algo menos de estructura que en años anteriores y más fluidez; recuerdan a los de hace una década”.
En Monterrei hay un antes y un después de las precipitaciones de septiembre. El verano fresco y la lluvia a finales de agosto, que aceleró la maduración, trajo una primera parte de la vendimia con uvas sanas, con buena acidez y grado equilibrado. Para mediados de septiembre, José Luis Mateo ya había cortado los blancos y algunos tintos pero después del 17 todo se torció. “Empezó a llover día sí y día no, apareció la botrytis, especialmente en la godello y la mencía, el pH se disparó y las uvas venían más desequilibradas, diluidas y con menos concentración y sabor”. Para Mateo ha sido una cura de humildad. “Creíamos que lo teníamos todo controlado pero al llegar una vendimia como las de antes nos trastocó todo. Cuando yo empecé hace más de 30 años era así, y nos confiamos”.
Es una cosecha de menos cantidad en su caso (en el conjunto de la DO Monterrei, hay más producción), pero el propietario de Quinta da Muradella cree que los vinos tendrán buen recorrido. “Las treixaduras son finas y con la acidez bien compensada. La dona blanca, que se cortó pronto, también me gusta, igual que la caíño redondo, el souson y la zamarrica, que tienen tanino fino y grado contenido de 12,5%. La mencía se desequilibró mucho y el tempranillo tiene alcohol y verdor”.
Lo mejor: Una cosecha en general abundante y con frescura, tras unos años con poca uva, especialmente en Rías Baixas.
Lo peor: el desequilibro o pérdida de algunas variedades por las lluvias de final del verano y el granizo en la zona de Chantada, que redujo la producción
La frase de Xurxo Alba: “Es un añada como las de antes de 2015, con menos grado pero con acidez y músculo”.
A las bienvenidas lluvias del invierno y la primavera, acompañadas de temperaturas suaves, les siguió un golpe de granizo que afectó a algunas zonas del Bierzo poco antes del verano y precipitaciones intermitentes en los últimos días de agosto y parte de septiembre que obligaron a interrumpir la vendimia a quienes estaban recogiendo uva por esas fechas.
En ese sentido, Diego Magaña tiene sentimientos encontrados. “Como la climatología decidió la fecha de vendimia, se te queda la impresión de que no has hecho el trabajo como tú quisieras. Algunos racimos venían con botrytis y ha hecho falta mucho trabajo de selección en la viña pero finalmente, el resultado ha sido bueno y los vinos a día de hoy presentan mucha fruta y son aromáticos en una añada con rendimientos algo más bajos que en 2020”, asegura el productor navarro, que trabaja con parcelas en El Rapolao (Valtuille de Abajo) y Otero (Villafranca del Bierzo). Como había más carga en las viñas, Magaña ha usado un poco más de raspón que en la añada anterior.
Lo mejor: El trabajo en la viña al final ha dado buenos resultados.
Lo peor: La sensación de estar a merced de la climatología durante la cosecha.
La frase de Diego Magaña: “Esta añada recuerda un poco a la 2016, de perfil atlántico”.
Almudena Alberca MW, que vendimia para Viña Mayor en amplias zonas de Ribera del Duero, habla de un año difícil e irregular, marcado por el paso de Filomena, que permitió recuperar las reservas hídricas, y las heladas y tormentas de finales de mayo y principios de junio que determinaron rendimientos más bajos, pero con muchas variaciones entre diferentes municipios, y también presión de enfermedades. El verano, aunque seco, tuvo temperaturas muy moderadas exceptuando dos semanas de calor. Las lluvias volvieron en septiembre y condicionaron la recogida de la uva.
“Ha sido una vendimia de no hacerse ideas preconcebidas, de estar muy cerca del campo y observar la realidad de lo que había. Ha sido inusual y hasta cierto punto un poco desorganizada, con cambios e incertidumbre, pero hemos llegado a un buen punto”, señalaba. El veredicto: “Para mí es buena, salvo lo último que entró en bodega, más maduro y con más alcohol. Pero todavía no sé si es fresca o cálida: el ciclo ha sido frío, pero el grado de maduración no es propio de años fríos, me lleva más a 2015 ó 2019 pero con acidez más fresca. Probablemente, esa maduración extra se debe a los bajos rendimientos”.
De similar opinión son Gonzalo Iturriaga, en Vega Sicilia, quien encontraba una densidad parecida a 2019, aunque la consideraba más fresca que 2020 o Eduardo García (Garmón, Mauro, San Román) quien también establecía similitudes con 2019 y 2015.
Para García es una muy buena añada en general en Ribera, sobre todo gracias a las noches frías en la última fase de maduración que han aportado buenos niveles de color y estructura y ha permitido esperar más para vendimiar. Avisaba, sin embargo: “Este año los riberas parecen toros y los toros riberas. El que haya esperado mucho tendrá grados muy altos”. El director técnico del grupo Mauro cree que el cambio climático de momento está favoreciendo más que perjudicando al global de la región y que cada vez más hay que vendimiar fijándose en el ciclo de la planta y en cuándo tiene lugar la floración y el envero. “Hay años como el 20 que se pueden empezar a recoger uvas con un potencial alcohólico de 13% vol. y otros que tienes que esperar a 14 o 14,5% vol.”, apuntaba.
En Toro, donde el ciclo es diferente, la recogida de la uva tuvo lugar un poco antes de que llegara ese frío nocturno, pero, según García, las lluvias ayudaron a contener el grado, conseguir buenos pHs y moderar una concentración que a menudo tiende a ser excesiva. Para Gonzalo Iturriaga, 2021 es más fresco que 2020 y en línea con 2018. En su caso, lo más complicado ha sido el último tramo de vendimia, que se vio más afectado por la lluvia.
En Rueda, Almudena Alberca describía un patrón similar a Ribera, con un envero tardío e irregular y algunos problemas de oídio. Las lluvias de septiembre ayudaron a madurar las uvas. Tuvieron rendimientos más bajos en el sauvignon blanc pero “los vinos son muy aromáticos porque la maduración no ha tenido lugar en los periodos de temperaturas más elevadas”. Los verdejos tienen buena acidez y consiguieron buena calidad en los viñedos propios y en lo que compran de viñas viejas. “Para mí es un año más de boca que de nariz”, señala Alberca.
Lo mejor: El contraste térmico día-noche en fase final de maduración en Ribera del Duero
Lo peor: El último tramo de vendimia en Toro, que se vio más afectado por la lluvia
La frase de almudena Alberca MW: “El ciclo ha sido frío, pero el grado de maduración no es propio de años fríos”
Arkaitz Gabanxo, de Hasi Berriak, con viñedos en los alrededores de Gernika (Bizkaia), cuenta que la floración empezó temprano pero ha sido un verano frío, seco y poco soleado en las tres zonas de producción del txakoli con alguna helada que afectó a zonas de interior. La vendimia, realizada principalmente en octubre, se saldó con algo de mildiu al final por culpa del sirimiri, combinado con temperaturas y humedad altas pero en general la calidad es buena y Gabanxo, que trabaja una de sus principales parcelas en biodinámico, no ha notado que ésta tenga más enfermedades que otras que no lo son.
En cuanto a la cantidad, en Hasi Berriak calculan que será parecida al año anterior pero otras zonas de interior como el conjunto de la DO Arabako Txakolina, la caída de la producción se cifra en un 37,5%. Los vinos resultantes, indica Gabanxo, tienen buena acidez, grado más bajo que en añadas recientes y un perfil aromático fresco.
Lo mejor: Una vuelta a una cierta normalidad tras un complicado 2020.
Lo peor: El verano, frío, seco y sin insolación y el descenso de la producción.
La frase de Arkaitz Gabanxo: “Tenemos vinos con acidez marcada, de aromas frescos y graduación más baja”.
En una vendimia algo más larga que la de 2020 y ligeramente más abundante en el conjunto de la denominación, la sensación general en Rioja es de gran optimismo, especialmente en Rioja Alta y Rioja Alavesa. Ha sido un año fresco y con una lluvia muy bienvenida a principios de septiembre que alivió la sequía del año. Quienes se libraron del pedrisco de principios junio, que afectó principalmente al corredor desde Fuenmayor a Lanciego y Yécora, hablan de maduraciones lentas y muy equilibradas con buena carga polifenólica y excelente extracción de color en una vendimia tranquila, con días soleados y noches frías.
Raúl Acha, director técnico de Vintae, cree que puede ser “un año histórico, con vinos con grado, buen pH y estructura pero de madurez casi perfecta y mucho equilibrio”, mientras que en Contino Jorge Navascués destaca la calidad del tanino, especialmente en la tempranillo “a la altura de las grandes añadas” y la expresividad aromática de la viura.
Diego Magaña, que trabaja con viñas en Laguardia y Elvillar, secunda este sentimiento. “En mi caso, todo ha salido prácticamente a pedir de boca. Yo creo que va a ser una gran añada en Rioja Alavesa, con vinos con grado, mucha fruta y buena acidez. Yo la sitúo entre 2019 y 2020”. Telmo Rodríguez va aún más allá: “Es la mejor añada de la historia en nuestras viñas de Rioja. Ha sido una vendimia como las de antes; otros años acabamos con nieve en noviembre pero esta ha sido más corta y con buena cantidad, particularmente en Remelluri aunque no tanto en Lanciego”.
Este optimismo es más contenido en Rioja Oriental, donde Rubén Pérez Cuevas, enólogo de Ontañón Familia, subraya que hay tres fases en la vendimia: antes de la lluvia (uvas con estrés hídrico y madurez y vinos alcohólicos y con menos volumen), tras los 40 litros de lluvia entre el 10 y 20 de septiembre (fruta con buena carga aromática y vinos con menos color y graduación) y la uva vendimiada en octubre, con buena maduración y vinos expresivos, con cuerpo y mucho color. “El premio estaba este año para los menos impacientes. En nuestra bodega supimos esperar y estamos teniendo recompensa”, indica Pérez Cuevas.
Lo mejor: La maduración lenta y prolongada ha producido uvas con equilibrio y energía.
Lo peor: La pérdida de producción en zonas de Rioja Alta y Rioja Alavesa por el granizo.
La frase de Telmo Rodríguez: “La mejor añada de la historia en nuestras viñas de Rioja.”
La cosecha se inició a finales de agosto y tras las lluvias de principios de septiembre, la amplia oscilación térmica entre el día y la noche y el cierzo propiciaron un buen desarrollo de las uvas y un final de maduración excelente. Según datos del Consejo Regulador de Navarra, se ha recogido un 20% menos de cantidad.
En palabras de Jorge Navascués, asesor en Viña Zorzal, ha sido una buena añada para las garnachas. “Así como 17 y 19 fueron años de mayor madurez y vinos algo más pesados, en 2021 encontramos la fruta fresca y la elegancia de 2018 pero más concentración, buena acidez y equilibrio”. Las maduraciones pausadas y el buen tiempo en la recogida de la uva han hecho que sea un año de menos tensión, en el que la toma de decisiones ha sido cómoda y fácil. “Ha sido una de las pocas vendimias que me ha dado pena que se acabara".
Lo mejor: La expresividad varietal y de zona: fruta fresca, no dulce y acidez alta.
Lo peor: La sequía durante el año, pero se compensa con creces con la calidad.
La frase de Jorge Navascués: “Una de las añadas más expresivas de los últimos tiempos”.
Los productores y los informes de vendimia de las denominaciones de origen de esta comunidad autónoma coinciden en que 2021 es una cosecha más tranquila que la del año anterior, sin problemas de sanidad de la uva, con una maduración más pausada y en general con rendimientos ligeramente inferiores.
A pesar de estas buen impresión general, Norrel Robertson (El Escocés Volante) recuerda que el viñedo en Calatayud y otras zonas de Aragón sufrió con las temperaturas de hasta -20ºC provocadas por la tormenta de nieve Filomena, que dejó daños vasculares en las plantas más expuestas lo que hizo que la brotación fuera muy irregular y escalonada.
“Algunas cepas perdieron brazos enteros por lo que habrá que reorientar su vigor y crecimiento cuando llegue el momento de podar”, indica Robertson, quien también incide en los problemas de corrimiento en viñedos en altitud y de maduración más tardía tras una ola de frío al final del cuajado. Lo que sí evitó el productor fue la botrytis tras las lluvias de septiembre, gracias a unos rendimientos adecuados y a la utilización de nuevas técnicas orgánicas, como la pulverización de Bacillus amyloliquefaciens para combatir la podredumbre.
“Gracias a la maduración más fresca, este año los vinos tienen más ácido málico y son jugosos y seductores”, indica Robertson, que este año recogió la garnacha antes que el Macabeo. “Los vinos de 2021 me recuerdan a algunas de las cosechas más frescas de aquí como la de 2004, 2008, 2013 y 2018 en términos de calidad”.
Jorge Navascués, que tiene el proyecto familiar Mas de Mancuso en Cariñena y asesora en Aylés, secunda las palabras de Robertson y valora muy positivamente esta añada, especialmente porque el ciclo vegetativo ha sido más largo, dando uvas con “más vida e identidad”. El enólogo aragonés indica que, a pesar de algún bache cualitativo tras las lluvias de principios de septiembre, las plantas tuvieron una madurez muy noble entre noches frías y días cálidos, destacando “la excelente concentración y equilibrio” de los vinos. “Quizás es pronto para decirlo, pero 2021 será de las mejores añadas de los últimos 10 años”.
Lo mejor: Las noches frías y los días cálidos que ayudaron a conseguir el equilibrio ácido de las uvas.
Lo peor: Los fenómenos meteorológicos cada vez más imprevisibles.
La frase de Norrel Robertson: “Los vinos tiene más ácido málico que otros años y son jugosos y seductores”.
Para Josep Sabarich, director técnico de Familia Torres, 2021 ha sido una vendimia rara. El ciclo estuvo marcado por la sequía en Penedès (para junio había llovido menos de la mitad de lo que cae en un año), Empordà y la zona central de Costers del Segre. Sin embargo, el verano no fue caluroso y la irrupción de las lluvias en septiembre determinó resultados diferentes tanto por regiones como por variedades y afectó en algunos casos al estado sanitario.
Así, en Penedès, las variedades de ciclo corto, como moscatel y chardonnay maduraron rápido por la escasez de uva, pero las lluvias frenaron la maduración de la xarel.lo, que se vendimió algo más baja de grado. “Las acideces son buenas en general, quizá con málicos más bajos, pero ante la ausencia de calor, los vinos no están caídos”, señala Sabarich. Encuentra que los vinos blancos son menos exuberantes y más marcados por matices vegetales; también menos potentes e intensos.
En los tintos, la garnacha fue la variedad con mejor comportamiento (“ha soportado mejor todas las condiciones del año”) y los vinos tienen buen color e intensidad aromática. La cariñena, una variedad necesitada de calor, ha sido la más perjudicada, en especial las cariñenas jóvenes de Priorat que se vendimiaron con grados más bajos, aunque las viejas, con sus uvas pequeñas y saneadas, respondieron mejor. En Priorat, donde hasta llegaron a plantearse rebajar el mínimo del grado alcohólico, que está establecido en 13% vol., y Montsant, las producciones han sido algo más altas.
En el extremo norte, en Tremp (Lleida), donde la familia Torres cultiva a gran altitud, ha sido un año de abundancia y buena calidad. Respecto a las variedades ancestrales, forcada y pirene fueron las últimas en vendimiarse y, gracias a su ciclo largo, no sufrieron con las lluvias.
“Teníamos una sensación de añada cálida, pero al final se ha acercado más a 2018 o 2013, aunque la calidad en Priorat está por debajo de esas cosechas. Ha habido que trabajar mucho para hacerlo bien. Los viñedos productivos y con suelos arados han sido los más problemáticos. En cualquier caso, se puede considerar muy buena comparando con lo que pensábamos en junio, julio; el resultado final ha sido muy positivo”, concluye Sabarich.
Lo mejor: Habrá tintos frescos y potentes, exceptuando las cariñenas más productivas. Cabernets, merlots y tempranillos muestran la tensión de añada fría.
Lo peor: La sequía y los bajos rendimientos en Penedès.
La frase de Josep Sabarich: “La garnacha es la estrella de la vendimia en Cataluña”.