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Raquel Pérez Cuevas: “Rioja ha sido siempre líder y se ha sabido adaptar a la coyuntura”

Han hecho falta 100 años para ver a una mujer en la presidencia del Consejo Regulador de la DOCa Rioja. El techo de cristal lo ha roto Raquel Pérez Cuevas (Quel,1974), que en unos pocos días ha accedido también a la presidencia de Grupo Rioja, la asociación con mayor representatividad en el Consejo, y a la de la Organización Interprofesional del Vino de Rioja (OIPVR).

Su currículo es impecable. Es ingeniera agrónoma por la Universidad Pública de Navarra y licenciada en Enología por la Universidad de La Rioja. Ha cursados estudios de posgrado en marketing del vino y gestión en París y Navarra, y tiene un MBA por la Universidad Pontificia de Comillas. Habla tres idiomas (español, inglés y francés) y desde 2005 lidera Ontañón, la bodega que fundaron sus padres, en calidad de consejera delegada.

Como vicepresidenta de Grupo Rioja desde 2012, Pérez Cuevas era la sucesora natural de Fernando Salamero, quien estuvo al frente del Consejo entre 2017 y 2021 durante la rotación correspondiente al sector comercializador. Estos últimos cuatro años el cargo ha estado en manos de Fernando Ezquerro, en representación del sector productor. 

La nueva presidenta conoce bien los entresijos de la DOCa porque ha sido vocal de la Interprofesional desde 2010. Como productora, se ha curtido en la exportación y en la gestión, y tiene experiencia en distintos segmentos del mercado, desde el vino de supermercado (Ontañón es proveedor histórico de Mercadona) hasta la gama alta con Queirón, la bodega boutique de la familia que busca poner en el mapa los viñedos de Quel (Rioja Oriental) y que ha recuperado la elaboración en su barrio de bodegas.

Esta entrevista se ha editado por razones de estilo y claridad. 

El sector del vino, y Rioja como parte de él, atraviesa un momento complicado por la caída del consumo y los cambios de tendencia. ¿Cuáles son los principales retos que va a tener que afrontar el Consejo en los próximos años?
El primer reto es volver a encontrar nuestro equilibrio para plantearnos qué queremos ser dentro de cinco, 10 e incluso 20 años. Esta búsqueda de equilibrio en el largo plazo se tiene que articular en torno a la calidad. La autorregulación y la calidad deben ser la base de todo. 

Otros temas importantes son el mundo rural y el relevo generacional. Hay 144 pueblos en Rioja y estamos viendo que aquellos que vehiculan su economía en torno al viñedo conservan o incluso aumentan su población. 

También me gustaría fomentar el diálogo y el debate para generar más unión y para que los actores del sector nos conozcamos más. Antes de asumir la presidencia me reuní con todas las asociaciones que forman parte del Consejo en sus respectivas sedes. Debo decir que todas me recibieron fenomenal y encontré muchas cosas en común. Tendemos a marcar las diferencias, pero lo que tenemos en común es mucho más grande y bonito de trabajar.

A partir de estas conversaciones, ¿está claro cuáles son los mínimos o las bases comunes sobre las que construir esa unión? 
La clave es potenciar e impulsar Rioja para seguir generando valor a lo largo de toda la cadena, de modo que el proyecto Rioja siga siendo sostenible y rentable. Hay que trabajar por un fin común, mirando más por la denominación como un patrimonio de todos y por su futuro. 

¿Cuáles van a ser las prioridades de los próximos años?
Lo primero sería la autorregulación, tanto en bodega, con controles de producto terminado, como en viñedo. El Consejo Regulador y los servicios técnicos de la DOCa, por ejemplo, han implantado un sistema de inteligencia artificial que detecta distintos parámetros de viticultura, como la mayor o menor producción, la incidencia de plagas o el estrés hídrico. Esto permite estar mucho más encima del viñedo y solucionar las limitaciones humanas para supervisar las 65.000 hectáreas de la DOCa.

También queremos apostar por una formación de referencia desde el Consejo. La viticultura en Rioja está a un nivel importante, hay un conocimiento que viene de la tradición histórica, y vemos un deseo de aprender. 

Otra cosa que buscamos es vincularnos más con la gastronomía, la cultura y entidades y centros académicos locales para seguir viviendo y potenciando el vino y convertirnos, en última instancia, en embajadores nosotros mismos.
Rioja es la primera Denominación de España y un tesoro de diversidad. Sin prepotencia y desde la humildad debemos creernos que es un activo que debemos proteger, defender y hacer evolucionar.

¿Esta autorregulación se orientará también a un control de rendimientos por parcela en lugar de referirse a todas las viñas de cada viticultor? 
El control se fija tanto en bodega como en viñedo, lo que permite, como decía antes, actuar de manera preventiva. Esto muchas veces es más eficiente que una viticultura curativa y ha supuesto una ayuda importante en los últimos años. Creo que el viticultor habla ya más de calidad que de los kilos que tiene. Veníamos de una época de bonanza pero actualmente los rendimientos en campo están limitados al 90% y el rendimiento de transformación [litros obtenidos por kilos de uva] ha pasado del 70 al 69%. Me parece más importante que cada viñedo se monitorice y que el viticultor sepa si va por encima o por debajo y que tenga claro que lo único que va a entrar en bodega es lo que va por debajo.

¿Es el arranque una opción para superar la caída del consumo?
Me gustaría puntualizar que desde que se creó la Interprofesional en 2004, se han plantado 4.500 hectáreas en Rioja, de las cuales 2.500 son variedades blancas; dirigirte hacia donde quieres estar también es autorregulación. 

Y sobre el arranque: ¿Hablamos de una medida voluntaria? ¿Se orientaría a los viticultores que viven de la viña? ¿Siguiendo estrictamente criterios de calidad, no vaya a ser que perdamos precisamente los viñedos más antiguos y valiosos? ¿Con qué fondos? El arranque, como cualquier otra medida, lo tendrá que poner encima de la mesa y debatir el sector. Hay otras medidas que han dado frutos, como el Plan para la Recuperación del Equilibrio que se puso en marcha hace dos años, y que se deben agotar antes de tomar decisiones irreversibles que conlleven una pérdida de patrimonio. 


En este escenario también hay factores incontrolables como la crisis climática que parece capaz de poner al sector contra las cuerdas en ciertos momentos, y que incide asimismo sobre la producción.
Tengo gran confianza en la diversidad de Rioja para aportar valor. Estoy hablando de los diferentes paisajes, altitudes o variedades de uva como elementos positivos a la hora de afrontar el cambio climático. Es cierto que están viniendo años complicados. En 2024 la cosecha se anunciaba excelente y a última ahora se torció, y este año estamos muy preocupados por el mildiu. Que no haya una cosecha muy grande puede ser bueno en este momento, pero creo que la limitación tiene que venir porque nos autorregulemos; no por enfermedades como el mildiu o fenómenos climáticos adversos como el granizo. En este contexto, la sostenibilidad es uno de nuestros pilares estratégicos, entendida no solo en la vertiente medioambiental, sino también socioeconómica y de gobernanza.

Pero curiosamente Rioja no es una zona que esté apostando con fuerza por el cultivo ecológico, al menos si se compara con otras regiones vitícolas españolas
No, exactamente. Cada vez hay más viñedo ecológico, y las prácticas de Rioja son de las más sostenibles de España. De hecho, desde 2018 hemos multiplicado por tres la superficie de viñedo ecológico y una de cada cuatro bodegas de Rioja incluye ya en su porfolio vinos con certificación ecológica. Certificado o no, sí se ve que cada vez se hacen menos tratamientos, se potencia la biodiversidad y se busca un equilibrio dentro del viñedo. En Rioja, por otro lado, no reducimos la sostenibilidad a lo ecológico. Un ejemplo es el Diagnóstico en Sostenibilidad en el que estamos trabajando, un ejercicio único en una denominación de origen y que verá la luz muy pronto.

Has hablado de futuro y de largo plazo. ¿Hay por fin una idea de dónde se quiere ver a Rioja en 10, 20, 50 años? Está claro que hay una gran efervescencia en la región, pero el resto de regiones del mundo también se mueven y avanzan.
Creo que Rioja y el vino español en general deben defender su sitio. España es un país con una diversidad y calidad impresionantes. Yo he pasado media vida en exportación y he podido ver lo que hemos hecho mal; no hemos sido embajadores de nuestra tierra. De ahí que tengamos el deber de ser cada vez mejores en la venta. 

Rioja ha sido siempre líder y se ha sabido adaptar a la coyuntura. Somos lo que somos por las bodegas centenarias tradicionales que salieron a exportar cuando nadie lo hacía. Cuando se empezó a hablar de blancos en 2007, las bodegas y los viticultores ya estaban peleando por la categoría. No es casualidad que ahora seamos la segunda denominación de blancos de España. Quizá no siempre hemos sabido transmitirlo, pero creo firmemente, y esto es algo que dice todo el mundo, desde consumidores hasta prescriptores, que se están haciendo los mejores vinos de la historia de Rioja. De modo que si mantenemos esa autoexigencia, superándonos constantemente, incrementando la calidad y sabiendo transmitir todo esto, seguiremos siendo líderes y tendremos mucho más peso. Como paraguas que recoge toda esta diversidad, Rioja debe incrementar su visibilidad como referente mundial.

Uno de los hándicaps que arrastra Rioja y el vino español en general son los bajos precios en la exportación.
La media de Rioja en exportación está entre los 5,20-5,30 €/litro frente a aproximadamente 4 € de la media del vino español embotellado. Por supuesto que vamos a apostar por que Rioja siga representando más en valor que en volumen, y para ello hay que aumentar aún más la calidad porque no podemos pedir más por lo mismo. No hay otro camino; la unión de valor y calidad es la semilla del futuro de Rioja. Se dice fácil, pero es una tarea ingente.

Por otro lado, hay que trabajar la pirámide desde la base hacia arriba; no puede haber tantas diferencias. De ahí el control y la autorregulación. Tiene que haber vinos para todos los públicos porque no todo el mundo puede permitirse descorchar una botella de 50 €. El objetivo es que, en cada segmento, Rioja ofrezca la mejor calidad por cada euro que se paga y que el consumidor sepa que a ese precio es la mejor calidad que puede encontrar en el mercado.

Desde fuera se percibe cierta tensión entre los distintos actores del sector, especialmente tras la salida de Bodegas Familiares del Consejo
Creo que el sector no entendió esta decisión en un momento en el que Rioja necesitaba que todos estuviéramos trabajando codo con codo. Hubo, de hecho, una declaración unánime de la Interprofesional al respecto.

Por ponerlo en perspectiva, cuando se crea la Interprofesional del Vino de Rioja en 2004, se buscó incluir a todas las asociaciones y sensibilidades pidiendo un 1% de representación de entrada como mínimo. Esto dio cabida a 15 asociaciones, nueve del sector productor y seis del comercializador, más que en otras Denominaciones de Origen y que incluso a nivel nacional. Ahora somos 12, tras la pérdida de ese 1% de ENE (País Vasco) en la parte productora, y, en la parte comercializadora, la fusión de ARBOR con Grupo Rioja y la salida de Bodegas Familiares de la Interprofesional y del Consejo. Esta estructura nos hace más plurales que otras DOs. Rioja siempre ha tenido esa sensibilidad hacia la diversidad y las minorías, y también se buscó un sistema que favoreciera grandes consensos. Por eso es necesario el 75% de los votos para sacar adelante cualquier iniciativa. 


El argumento de Bodegas Familiares era que para poder demostrar que sus vinos tenían más valor y conseguir una mayor representatividad en el Consejo se les exigían una auditoría externa cuyo coste era muy difícil de asumir debido al tamaño pequeño de sus asociados.
Ciertamente, la representatividad no está solo en función del volumen y los litros que se elaboran, sino que también se pondera el precio medio de exportación por categorías; es decir, no vale lo mismo un litro de Crianza que de Reserva.
El sector pidió a Bodegas Familiares que se quedara, porque las cosas se hablan y se trabajan desde dentro. Incluso ABRA (Asociación de Bodegas de Rioja Alavesa), con todo el revuelo de Viñedos de Álava, sigue dentro de la mesa del Consejo. Yo me he reunido con ellos, tienen sus propuestas y quiero escuchar todo.

En cuanto a la representatividad, es el sector, de nuevo, quien decide modificar, ratificar o incorporar criterios, normas y estatutos. Probablemente, se seguirá trabajando en este sentido. De hecho, este año se ha aprobado aumentar la representatividad de quien demuestre que su valor medio de venta es el doble de la media del mercado y ya hay bodegas que ya se han beneficiado de ello. 

Dentro de la voluntad de diálogo a la que aludías antes, ¿consideras que es un buen momento para plantear su regreso?
No sé si Bodegas Familiares se está planteando esta posibilidad. Yo, por honestidad con el sector, al presentar mi candidatura he hablado con todos y cada uno de los actores que están dentro del Consejo y de la Interprofesional. Mi siguiente objetivo es hablar con todas las asociaciones que no están dentro, incluido ese movimiento maravilloso de grupos y viticultores jóvenes de Rioja. Aunque en estos momentos vean el Consejo como un órgano lejano, quiero sentarme a escuchar, exponer nuestras ideas y potenciar el hecho de que son parte activa de Rioja porque, al final, todos bebemos de esa gran marca que nos une. Podemos discrepar, pero el debate genera riqueza.

¿Este talante tiene que ver con tu personalidad y el hecho de que seas mujer? ¿Por qué ha tardado tanto en haber una mujer al frente del Consejo?
En Rioja siempre ha habido y hay mujeres trabajando en distintas áreas: grandísimas enólogas, viticultoras, comerciales. Lo que ocurre a veces es que al vivir en un entorno rural no tenían un gran protagonismo. Ya lo dije en mi discurso: soy mujer y van a venir muchas más. 

¿Pero qué falta para que más mujeres alcancen puestos de poder en el sector?
Yo creo que, como en todo, hay que echarse adelante. Pienso, por ejemplo, en Loyola Martínez de Cañas, una de nuestras nuevas vocales, que para mí es un ejemplo de ánimo y constancia. Cuantos más referentes haya, más se avanzará en esta línea. Soy positiva en este aspecto; creo muchísimo en las mujeres y me parece que aportamos cosas muy necesarias. 

¿Cómo hay que entender las últimas resoluciones del Consejo sobre reducción de grado alcohólico* y la categoría de blend** para vinos con presencia de azúcar residual? 
La reducción del grado alcohólico es una adaptación a lo que demanda el mercado y una manera de dar más herramientas a los operadores de la DOCa Rioja que buscan dinamizar ventas y llegar a esos consumidores que quizás no están preparados para un vino de 14% vol. Y aunque creo que el vino es mucho más que alcohol, hay una tendencia general a reducir su consumo. Lo importante para Rioja es que sean vinos de calidad. Creo que es importante ser flexibles y escuchar al consumidor.

¿Llegar a esas graduaciones más bajas implicará el uso de sistemas de desalcoholización?
La reducción del grado se va a poder hacer tanto en viñedo como mediante un proceso de desalcoholización, pero no es competencia del Consejo entrar en las técnicas concretas que se utilicen para ello. La normativa comunitaria permite quitar un máximo del 20% de alcohol siempre y cuando no se baje de 9% vol. Lo que ha hecho Rioja es ampliar su horquilla para dar cabida a vinos de menor graduación, dando más posibilidades a los operadores de la DOCa y también a los consumidores. 

¿Y los blend? 
Se refiere a los vinos semisecos que ya estaban permitidos en Rioja. Hay que informar al Consejo de su elaboración y luego se puede poner o no en la etiqueta; es una mención facultativa, al igual que el término blend. En ciertos mercados, menciones como red blend están asociadas a vinos con un cierto contenido en azúcar. Lo que se busca simplemente es potenciar la comercialización, siendo más competitivos y acercándose a más consumidores, siempre desde la calidad.

¿No se ha planteado nunca crear una DO genérica o VT para dar salida a productos más comerciales?
La estructura de Rioja y el propio sector han realizado diferentes apuestas a lo largo del tiempo. La dinamización de la categoría de genéricos responde a una demanda del consumidor. Antes se potenciaban vinos de 15% vol. y ahora cada vez se habla más de vinos finos -históricamente los vinos de Rioja estaban en el entorno de 12% vol. Rioja es una gran denominación, en todos los sentidos, por su calidad, por sus hectáreas y por su diversidad: debemos conseguir el equilibrio en todo.  

*Nuevas graduaciones mínimas de 10% vol. en tintos y espumosos, y 9% en blancos y rosados
**Red blend para tintos con contenido en azúcar superior a 4 g/l e inferior a 12 g/l; rosé blend y white blend para rosados y blancos entre 12 y 45 g/l


Firma

Amaya Cervera

Periodista especializada en vino con más de 25 años de experiencia. Fundadora de Spanish Wine Lover y Premio Nacional de Gastronomía a la Comunicación Gastronómica 2023