Javi Revert: “Es más importante el lugar que la viña vieja”
Javi Revert es una de las nuevas estrellas del vino mediterráneo en España. En 2015 comenzó a recuperar parte de la tradición vitícola de La Font de la Figuera, el pueblo de su familia en el extremo suroccidental de la provincia de Valencia, que había desaparecido prácticamente por completo.
Zona de paso en la ruta hacia la meseta y Alicante, el municipio está atravesado por el Camino de Santiago de Levante y es también el punto donde confluyen los valles de Alforins y Les Alcusses que conforman el grueso de la producción vinícola de la subzona de Clariano.
“Antes de la filoxera había 25 bodegas en el pueblo, muchas en los bajos de las casas, con sus tinajas enterradas y depósitos de hormigón”, recuerda Revert. Como en muchas otras zonas, estas elaboraciones artesanas y familiares fueron desapareciendo con la creación de las cooperativas. La de La Font de la Figuera se llama La Viña y se fundó en 1945. Con 2.500 hectáreas en manos de sus socios y cerca de 15 millones de litros de producción, es la más grande de la DO Valencia.
“En este tiempo no solo ha cambiado la manera de producir el vino, sino también el paisaje”, defiende Revert. “Antes, la viña se plantaba en los suelos más pobres, en laderas y zonas de montaña donde no se podía cultivar otra cosa. Cuando aumenta la demanda y la rentabilidad, las uvas se mueven al valle, donde se consiguen mayores producciones y se puede mecanizar el cultivo”. Su objetivo es recuperar una parte de lo que se abandonó.

El proceso ha llevado su tiempo. En 2015, mientras trabajaba como enólogo en Celler del Roure (estuvo ahí de 2008 a 2020), Revert empezó a perfilar su proyecto. Le ayudó conocer a productores como Dani Landi y Fernando García de Comando G en Gredos y probar vinos como los que elabora Domaine Gauby en la región francesa del Rosellón. “Son vinos que, en lugar de llevarte a la bodega, te transportan a la viña. En La Font de la Figuera había una zona que me recordaba a lo que hacía Gauby, y me di cuenta de que era factible plantear un proyecto centrado en la viña”.
Un lugar en el mundo
El paraje se llama Els Juncarejos y puede describirse como una sucesión de laderas que descienden desde la Penya Foradà (978 metros), un punto geodésico con espectaculares vistas sobre los valles de Alforins y Les Alcusses, desde el que también se divisan terrazas imposibles que fueron construidas por los moriscos en terrenos de gran inclinación.
Para Revert, este paraje muestra una identidad única dentro de los terruños de La Font de la Figuera. El productor valora especialmente la orientación norte, la altitud (de 700 a 830 metros frente a la media de 500 metros en las viñas del municipio) y el carácter más extremo de los suelos: poco profundos, asentados sobre roca calcárea, con gran presencia de arena (70%) y también limo que ayuda a mantener la humedad. En el valle, en cambio, los suelos blancos son margas con mayor presencia de arcilla. “Las montañas en cierto modo son más importantes que la altitud”, apunta Revert. “Es mejor estar a 800 metros en una ladera que en una meseta”.
“La misma variedad madura aquí 10 días más tarde que en el valle. En esta zona tradicionalmente había uva blanca o garnacha tintorera, que es de ciclo corto, pero he plantado otras variedades tintas que ahora se adaptan bien por el cambio climático”. Se refiere, sobre todo, a arcos y garnacha.

Para su primera añada, 2016, utilizó cinco hectáreas recuperadas de la zona de Els Juncarejos, entre ellas la viña de blanco que plantó su abuelo en pie franco en 1948 de la que sale Micalet. Posteriormente, ha plantado seis hectáreas más en este paraje. Estas 11 hectáreas son las que dan forma al proyecto Javi Revert Viticultor. Hay otras siete hectáreas heredadas del abuelo que son viñedos en espaldera. Son parcelas cercanas o en el valle que vende a la cooperativa o destina a La Comarcal, un proyecto paralelo de vinos de négociant creado junto su amigo y antiguo compañero en Celler del Roure, Víctor Marqués.
Viñas viejas vs. viñas jóvenes
Todos los viñedos adscritos al proyecto Javi Revert Viticultor aparecen descritos con detalle en la web de la bodega, donde también se puede consultar un cuadro con los años de plantación, la extensión y los vinos a los que se destina cada uno de ellos. El blanco Micalet y el tinto Simeta se apoyan en las viñas más viejas, pero en ambos casos se han realizado nuevas plantaciones con selecciones masales que, en cuanto entren en producción, irán alimentando a estas etiquetas.
“El lugar es más importante que la viña vieja”, asegura Revert sin dudar. “En esta zona la viña vieja fue lo primero que se abandonó porque estaba en los lugares más difíciles de cultivar y los rendimientos eran muy bajos. Lo que se perdieron antes fueron los buenos sitios”.
Su nuevo parcelario Foradà (60 €), que considera su grand cru, es la mejor prueba de esta visión. Procede de sus dos parcelas más altas, denominadas Terrazas, una de arcos y otra de garnacha (en total suman 2,2 hectáreas), plantadas en 2018 en suelos calcáreos con textura arenosa. En el mercado desde 2022, la producción es de unos pocos cientos de botellas, pero debería llegar a las 6.000 cuando el viñedo alcance madurez y, de hecho, anuncia 2.000 botellas en la cosecha 2024. La primera vendimia fue 2021, pero la mezcló con uvas de Simeta para crear Matador Joana Vasconcelos, elaborado para la letra Y de esta mítica revista cultural que iba acompañada de un vino y un cuaderno de la artista.

La particular ubicación de las viñas permite una maduración muy lenta que retrasa la vendimia hasta octubre. De hecho, la cosecha 2023 que probamos con Revert se vendimió el 10 de octubre. Elaborado con raspón y criado en barricas de 500 litros y damajuanas de vidrio, es un vino aéreo, con carácter de fruta crujiente y abundantes hierbas silvestres que evocan el paisaje donde maduran las uvas. Aunque liviano, no carece de profundidad y tiene buena persistencia, características que no son fáciles obtener de viñedos jóvenes.
El contraste es particularmente marcado con Simeta (algo menos de 3.500 botellas, 45 €), el único vino de orientación sur del proyecto, procedente de una viña de 80 años con un perfil similar de suelo, pero más presencia de hierro. En la copa es sabroso y sápido, con tensión, pero mucho más estructurado, con notas de cacao bien definidas y un final rotundo con un leve deje metálico.

Las viñas viejas y jóvenes de Els Juncarejos se reúnen en el tinto Sensal (9.000 botellas, 22 €), la etiqueta de más volumen del proyecto. Aquí se busca expresar el paraje (fruta roja, matorral, sapidez y buena textura en la cosecha 2023) de una manera lo más directa posible, elaborando con raspón y criando íntegramente en hormigón. Pero no se renuncia a las diferencias de añada. 2024 tiene mucho más peso de fruta porque lleva más monastrell en el ensamblaje.
Evolución de estilo
Revert empezó elaborando en un garaje de 80 metros cuadrados antes de recuperar una de las bodegas tradicionales de La Font de la Figuera, con una zona subterránea idónea para la crianza. Lo primero que llama la atención es la exposición de botellas bebidas y disfrutadas con amigos, algo cada vez más habitual en estas nuevas generaciones de productores. Lo segundo, la gran variedad de recipientes de vinificación y crianza.

Revert, sin embargo, está reduciendo la presencia de barricas en la crianza. “El mediterráneo ya tiene bastante calor para utilizar recipientes que añadan golosidad y estructura al vino”, apunta. Ha utilizado tinajas en el pasado, pero ahora sus preferencias van, por este orden, hacia el vidrio, el hormigón y los foudres. Situaciones como la larga ola de calor de agosto no hacen sino reforzar esta estrategia. “La uva es muy pequeña y con poco peso, lo que implica más estructura y taninos”, señala. El mildiu, por otro lado, ya había generado cierto corrimiento y reducido los rendimientos. La parte positiva para Revert es que, tras tres años de sequía, la planta ha recuperado sarmientos.
“En el Mediterráneo lo que más marca los vinos es el final del ciclo y lo que ocurre en agosto y septiembre es decisivo. Este año nos han faltado las tormentas de agosto que refrescan la uva”, explica. 2025, de hecho, ha sido su añada más temprana después de la cálida 2022, pero en 2023 sí se benefició de estas lluvias que, desde su punto de vista, han dado un perfil más liviano y afilado a los vinos, mientras que en 2024, otra añada muy seca, arreglaron el resultado final.
El clima condiciona las decisiones en bodega tanto o más que el estilo. Se ve muy bien en el blanco Micalet (5.000 botellas, 33 €), un field blend de tortosí, trepadell merseguera, malvasía y macabeo de su viña más vieja. En las cosechas 2020 y 2021 se trabajó enteramente en hormigón, pero en 2022 se buscó un toque más borgoñón con la introducción de la barrica. La consigna, tras estas experiencias, es prescindir de la madera en los años cálidos.

En 2025 solo se utilizarán damajuanas de vidrio y hormigón, pero es interesante comparar las añadas 2023 y 2024, con un 20% y un 30% de madera respectivamente. La primera, de perfil más wine lover, es austera aunque jugosa, con sensaciones de tiza bien definidas en boca; la segunda, algo más llena en boca y con una textura más grasa, gustará probablemente a un público más amplio. “Cuando quitas la madera, sale la austeridad del calcáreo”, reflexiona. Reconoce haber estado algo obsesionado con Borgoña, pero ahora ha encontrado otros referentes blancos como Château Simone en Provenza o el Trebbiano d’Abruzzo de Valentini.
Construyendo zona
El compromiso de Revert con la zona va más allá de sus propios vinos. En 2024 comenzó a trabajar de forma desinteresada con la cooperativa La Viña para desarrollar una gama de vinos más ligada al terruño. Lo primero que hicieron fue seleccionar 15 hectáreas de viñas viejas en zonas altas que luego se elaboraron por separado. Los vinos que salgan de aquí utilizarán los nuevos indicativos de vino de pueblo y de parcela que autoriza en el pliego de condiciones de la DO Valencia.
El proyecto incluye también un Nat Cool junto a Dirk Niepoort, lo que refuerza la capacidad de la zona para producir vinos frescos y fáciles de beber. En 2024 se elaboraron 3.200 botellas en su característico formato de un litro y en 2025 se prevé alcanzar las 6.000. Este vino, que en el futuro se venderá como vino de pueblo, replica las elaboraciones tradicionales en la zona con mezcla de variedades y crianza en hormigón. El original ensamblaje está compuesto por porcentajes similares de monastrell y forcallà junto a un 5% de arcos. “Es un estilo crujiente y fresco que se mantiene entre los 12 y 13,5% vol.”, apunta Revert.

En preparación están un blanco y tres tintos de parcela, estos últimos elaborados respectivamente con forcallà, monastrell y arcos, y un vino de pueblo blanco, de los que os contaremos más cosas en breve. El proyecto se ha bautizado como Alt de les Fonts.
Amaya Cervera
Periodista especializada en vino con más de 25 años de experiencia. Fundadora de Spanish Wine Lover y Premio Nacional de Gastronomía a la Comunicación Gastronómica 2023
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