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Alan de Val Castes Nobres 2022 Tinto

Valdeorras ha sido una de las zonas vinícolas gallegas más afectadas por los incendios de este verano. Tras el paso del fuego, la vendimia continua su ritmo habitual en una región internacionalmente conocida ya por sus blancos de godello, pero en la que también hay una producción relativamente importante de vinos tintos.

La cara B del éxito de la godello ha sido la pérdida de superficie de variedades tintas hasta situarse en un 20-25% del total cultivado en la DO. De las 370 hectáreas de godello registradas en 2018, cuando publicamos este artículo, se ha pasado a casi 720 hectáreas. En la práctica, muchas parcelas de tinto se han injertado con la nueva reina blanca gallega.

Más allá de los vinos tintos con base de mencía, la región tiene su propio potencial para realizar mezclas. En 2009 el Consejo Regulador introdujo el sello Castes Nobres que exigía el uso de un 85% de variedades preferentes, pero daba libertad para completar la mezcla con cualquiera de las uvas autorizadas por la DO. La indicación se ha obviado totalmente en blancos por el gran valor que se da a la mención godello – aquí sí con obligatoriedad de elaborar con el 100% de la variedad-, pero ha tenido un tímido desarrollo en los tintos.

Un excelente ejemplo es este Alan de Val Castes Nobres, que combina brancellao, caíño y sousón y tiene una corta crianza de seis meses en madera. La familia Alan -el apellido es de origen celta- lleva varias generaciones asentada en la zona y sus miembros tienen una larga tradición como viticultores y viveristas. El bisabuelo y el abuelo pusieron su grano de arena en la replantación del Ribeiro tras las filoxera y, varias décadas más tarde, el padre hizo lo propio cuando la construcción del embalse de Castrelo do Miño anegó una parte de las viñas de esta región y se plantó en terrenos más altos. La generación actual está formada por los hermanos Joaquín, Manuel y José Luis. El primero está más en la dirección y la enología y los otros en la viña. 

El oficio de viverista fue precisamente lo que les ayudó a estar entre los primeros en plantar godello tras la puesta en marcha del plan de recuperación Revival, así como otras variedades minoritarias. “Mi padre ya decía que palomino y garnacha [tintorera], no”, explica José Luis Alan. “El brancellao es de aquí; el caíño no, pero se adapta bien y es la variedad más resistente a las enfermedades”.

Entre sus 20 hectáreas propias con dominio de godello y mencía, la familia tiene más de una hectárea de brancellao. Después de probar una ubicación en el valle que no funcionó, la plantaron en el año 2000 en A Costiña, una finca de pizarra degradada con orientación sur a caballo entre A Rúa y San Miguel. Utilizaron su propio material vegetal, plantando primero el barbado para injertar después en campo, y fueron los primeros en elaborar un monovarietal en Valdeorras. Parece ser que la brancellao era la variedad dominante a mediados del XIX en las laderas que miran al río Sil, pero se vio muy afectada por la plaga de oídio y la filoxera acabó por debilitarla definitivamente.

Con aproximadamente un 85% de la mezcla, la brancellao es la base de este Castes Nobres. La caíño representa alrededor de un 10% y la potente sousón no más de un 3-5% “para no ahogar la frescura y el carácter aromático de la brancellao”, explica Joaquín Alan. 

El vino encaja muy bien en ese nuevo perfil de tintos gallegos evocadores y con poco color. Dominan las sensaciones frescas, la fruta roja y sobre todos los toques herbales de monte. Sabroso y con personalidad, destaca por su carácter aromático y elegancia. Una excelente compra.

13% vol.
3.000 botellas
16,5 €
Puntuación: 92 

Firma

Amaya Cervera

Periodista especializada en vino con más de 25 años de experiencia. Fundadora de Spanish Wine Lover y Premio Nacional de Gastronomía a la Comunicación Gastronómica 2023