Malagueño de nacimiento, lo primero que le atrajo de la Axarquía al importador de vinos españoles en Estados Unidos, Jorge Ordóñez, fueron los vinos dulces elaborados con moscatel en ese abrupto rincón de Andalucía. A finales de los noventa, animó a Telmo Rodríguez a elaborar en la zona y, unos años después, tras conocer al especialista austriaco en vinos dulces Alois Kracher, se asoció con él para poner en marcha un proyecto propio en la zona.
“La idea era hacer dulce sin encabezar, pero Alois me convenció para elaborar vinos secos y gracias a eso sobrevivimos”, confiesa Ordóñez. Kracher falleció en 2007, pero su hijo Gerhard continuó ligado al proyecto.
A diferencia de otras zonas españolas donde la variedad puede pecar de ligera o pesada, la concentración que se consigue en los escarpados viñedos de la Axarquía, la personalidad de sus suelos de pizarra y la frescura que ofrece la altitud y la influencia del mar da blancos fragantes, pero con entidad en boca.
Tras la salida al mercado en la añada 2005, el vino marcó estilo en la región. Con el bagaje de todos estos años, Jorge Ordóñez cree que la clave de estos blancos secos está en la madurez de la uva. En los últimos años han intensificado los muestreos hasta hacerlo diarios y poder así decidir el punto adecuado de una vendimia particularmente temprana que arranca a principios de agosto. “Este es uno de los lugares más difíciles de España para elaborar vino porque el grado se dispara en nada. Hemos tardado 10 años en entenderlo”, dice Ordóñez.
La abrupta geografía, con laderas de hasta un 70% de inclinación, y la fragmentación y dispersión del viñedo dificultan esta tarea. Más aún si se tiene en cuenta que la bodega se abastece de 42 hectáreas divididas en 54 parcelas y trabajadas por 48 agricultores. Solo cuenta con una viña en propiedad. Los viñedos, cultivados entre los 600 y 700 metros de altitud, se reparten entre los municipios de Almáchar y El Borge. Otra dificultad añadida es la persistente sequía que ha reducido unos rendimientos ya de por sí escasos a cifras de entre 1.500 y 2.000 kg/ha en la cosecha 2024.
Los Botani actuales son más secos y directos. Conservan toda la potencia aromática de la variedad, con notas de lavanda, flor blanca, piel de cítricos o lichi, y en boca se han hecho un poco más afilados, con una acidez vibrante como gran hilo conductor, bien arropada por la textura que se consigue con la crianza con lías.
Si a la hora de buscar su materia prima, Ordóñez siempre ha sido un gran defensor de los viñedos tradicionales de secano, en la elaboración siempre ha apostado por el trabajo con lías. En este caso, en acero inoxidable durante seis meses.
14% vol.
60.000 botellas
16 €
Puntuación: 92
Amaya Cervera
Periodista especializada en vino con más de 25 años de experiencia. Fundadora de Spanish Wine Lover y Premio Nacional de Gastronomía a la Comunicación Gastronómica 2023
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