Los españoles somos, en general, poco amantes de lo antiguo. Este desapego hacia lo viejo, que se extiende al mundo del vino, benefició a compradores y coleccionistas extranjeros -principalmente de Estados Unidos y Gran Bretaña, mercados que valoran enormemente los vinos antiguos. Aprovecharon para hacerse con lotes de las grandes añadas de clásicos como López de Heredia o Marqués de Riscal, hasta tal punto que en la actualidad la mayoría de bodegas españolas que cuentan con un importante botellero histórico rara vez comercializan botellas antiguas. "¿Qué otro lugar del mundo es capaz de producir vinos de tanto nivel y consistencia? Quizás Borgoña, pero no Burdeos", escribía Jancis Robinson MW en su web tras una cata de riojas que se remontaban desde 1939 a 1982. En precio, no hay competencia. Berry Bros, la tienda de vinos más antigua de Gran Bretaña, ofrece un Chateau Palmer Margaux 1982 a 340 libras frente a las 195 que cuesta La Rioja Alta Gran Reserva de la misma añada.
"El escaso interés en España por los vinos antiguos es una cuestión de cultura de vino y proximidad", dice María Álvarez, quien a través de su empresa Fine Wines Connection, se encarga de localizar, inspeccionar y valorar colecciones privadas de riojas antiguos. "Quizás como es algo accesible no se le presta tanta atención. Si vives en España no es difícil desplazarte a Haro y comprar una caja de López de Heredia; si te lo tienen que enviar a Estados Unidos el esfuerzo y el coste es mucho mayor", añade. Es una opinión compartida por Fernando Ortiz, de la Bodega Histórica Don Carlos en Aranda de Duero y propietario de una colección de 5.000 vinos que se remontan a 1890 y que vende a través de su empresa Vinocolección. "Yo estudié enología en Rioja y me sorprendía mucho la gente mayor porque cuando se hablaba de vinos viejos mostraba una gran repulsión hacia ellos. Tenía amigos en Nueva York que cataban vinos muy antiguos. En España en cambio los tiraban porque pensaban que estaban estropeados".
Las colecciones con las que trabaja María suelen ser herencias de aficionados al vino cuyos descendientes las quieren vender. "Como se colecciona por hobby y no por obtener provecho económico, no se suele prestar mucha atención a la conservación", lamenta. Suele descartar marcas desaparecidas porque no tienen tirón ni garantía y cata muestras de colecciones para inspeccionar la calidad.
"En la cornisa norte, donde hay más tradición de comprar, se pueden hallar grandes añadas como la del 28, 45 ó la del 70, pero muchas veces se han almacenado en pisos desocupados o en locales comerciales sin un aislamiento adecuado", explica María. En zonas más cálidas como el Mediterráneo, el efecto de una mala conservación es devastador. Si estos vinos llegan al mercado se altera su valor, como está ocurriendo en Reino Unido. "Americanos e ingleses son los que más aprecian lo antiguo, pero en Reino Unido se están poniendo a la venta añadas viejas a precios baratos que ponen en duda la autenticidad de los vinos y desprestigian el mercado", alerta María.
Los vinos más solicitados en este momento son los de 1964. El hecho de que sea una añada mítica y de que hay gran demanda de gente que cumple los 50 este año ha disparado su precio hasta los 300 ó 500 dólares, pero se pueden encontrar botellas antiguas desde 100 dólares. "Grandes añadas como la del 70 o la del 82 están a ese precio. Las marcas más buscadas son Cvne, López de Heredia, Marqués de Murrieta, La Rioja Alta y de fuera de Rioja, Vega Sicilia", dice.
Fernando Ortiz también destaca estas marcas pero le gustaría que se conocieran mejor añadas relativamente antiguas de otras marcas riojanas como Viña Lanciano (Bodegas Lan) en sus añadas de la década de los 70. Desde su experiencia como coleccionista alerta de algo que considera muy importante: "Desde el 70 ya no es lo mismo; creo que los vinos no aguantan tanto, se introducen otro tipo de técnicas. También influye el cambio climático que condiciona unas graduaciones más elevadas o sobremaduraciones".
María también duda de la capacidad de envejecimiento de los vinos modernos, especialmente los monovarietales. "Buenas uvas, acidez y larga crianza en barrica son fundamentales para que un vino perdure. Los modernos pueden tener buena materia prima, pero son de crianza corta en barrica nueva, sin excesiva acidez y de alta extracción por lo que sus probabilidades de llegar a viejos se reducen. Eso no quiere decir que todos los clásicos evolucionen bien. Hay que saber aplicar la fórmula para que un vino tenga larga vida", explica.
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