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El placer de probar vinos viejos. Fotos: A.C.

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Añadas antiguas y vinos añejos para unas celebraciones muy wine lover

Amaya Cervera | Lunes 16 de Diciembre del 2024

Las añadas antiguas están de plena actualidad. Cada vez más productores con botellero histórico ofrecen ediciones limitadas a restauración o clientes privados. El nuevo lujo en el vino tiene mucho que ver con la exclusividad que se consigue con el paso del tiempo. Y España tiene mucho que ofrecer en este sentido.

De ahí que el Salón de Vinos del Tiempo, que va por su segunda edición, se haya convertido en una de nuestras citas favoritas dentro del calendario de catas de Madrid. Detrás de esta muestra dedicada a “añadas antiguas y vino añejos” está el Sindicato del Gusto, el colectivo creado por el veterano escritor José Peñín, el periodista Federico Oldenburg, el fotógrafo Massimilano Polles y la especialista en marketing y comunicación del vino Carmen Fuentes.

No es fácil probar en una misma tarde una buena cantidad de riojas históricos, una de las primeras añadas de Condado de Haza, la segunda bodega que creó Alejandro Fernández en Ribera del Duero a principios de los 90, un cava Mestres Mas Vía 2003 degollado en 2018, o un Jean Leon 1988 del Penedès elaborado con variedades internacionales. El hecho de que el salón sea relativamente pequeño (15 bodegas en esta última edición) permite probar todos los vinos expuestos con cierto sosiego y libertad. 

A continuación, relatamos parte de nuestro periplo y las opciones de compra de muchas de estas viejas añadas, y remitimos a un artículo sobre jereces viejos en el que se puede encontrar información más detallada sobre las viejas soleras de Osborne, la única representación jerezana en el salón.

Un 1955 que enamora

Una de “las botellas” del salón fue el Gran Faustino 1955. La añada es anterior a la creación de la marca Faustino I y su icónica etiqueta con un caballero Rembrandt, que se presentó en la cosecha 1958. El vino, de hecho, salió al mercado en 1963 como Viña Santana, en alusión a uno de los viñedos de la familia. La bodega, que cuenta con un botellero histórico importante, ha puesto a la venta una edición limitada de 2.555 unidades de este vino para la que se ha creado una etiqueta específica. Se puede adquirir a través de su web por 410,52 € la botella

Entonces se trabajaba sin despalillar, sometiendo a las uvas a un ligero estrujado para que arrancara la fermentación. El vino envejeció mayoritariamente en roble americano, aunque ya consta la existencia de algunas barricas de roble francés en aquel momento. El estilo se corresponde con el de los grandes reservas de Faustino, siempre muy delicados, de cuerpo más bien ligero y muy apoyados en la acidez; lo que la familia Martínez llamaba de puertas adentro “vinos de señorito”. En nariz, aparecen aromas de fruta desecada, hoja de té, especias y licor de cereza, sin rastro de cueros o notas animales. En boca es un vino fresco y etéreo; sorprendente todo lo puede expresar desde una complexión tan liviana.

Pasarela de riojas de 2001

La otra gran estrella entre las añadas presentados por Faustino (por encima de un 1964 de la que he probado mejores botellas) fue la 2001, que ya había sido una de mis favoritas en una vertical de la marca celebrada el año pasado. Es impresionante la cantidad de fruta que conserva y la profundidad de sabores dentro de esa constante de elegancia y estructura moderada. Cuantos más 2001 pruebo (y a la espera de ver cómo se desarrollan los 2021), me reafirmo en que es la añada con mayor potencial de envejecimiento del siglo XXI, al menos en Rioja.

Otra bodega que apostó por la cosecha 2001 fue La Rioja Alta, S.A. En su stand pudimos comparar un Viña Arana Reserva 2001, marca que en la actualidad se elabora como Gran Reserva, con los dos grandes reservas clásicos de esta firma del Barrio de la Estación de Haro: 904 y 890. Aunque Viña Arana mantenía cierta tensión, quedaba un poco eclipsado por la precisión y persistencia del 904 (fresquísimo, aéreo, magnífico) y la opulencia y madurez de un 890 con más estructura y potencia (de hecho, casi le faltaba desarrollo) y pensado para una guarda más prolongada. Ese día, como me ocurre casi siempre que cato las dos marcas juntas, me decanté por el 904. Quizás, porque estaba más cerca de su momento óptimo de consumo y porque aparecía ese equilibrio tan bello y frágil que solo puede conseguir Rioja cuando proyecta expresividad y profundidad desde la delicadeza.


A los 2001 de La Rioja Alta, y en especial al 890, les queda mucha vida por delante. Si tuviera que descorchar un 890 estas Navidades, sería el 1995, que está en un momento dulce, con frescura, concentración, carácter muy especiado y con un final de boca mucho más desarrollado y de magnífica longitud. Los vinos se pueden adquirir en la tienda online de la firma riojana, en el espacio destinado a añadas antiguas, con precios que van de los 380 € del 890 1995 a los 209 € del 904 1991.

Encontramos nuevas pruebas de la firmeza de la cosecha 2001 en el Montecillo Gran Reserva Selección Especial, con un 10% de graciano acompañando a la tempranillo y 36 meses de crianza en roble americano y francés de Allier. Firme, rico y con agradables notas balsámicas, se mostró fino, sabroso y largo. Es un vino al que también se le puede seguir esperando. Una cantidad limitada de botellas estará a la venta  al precio de 160 € en la tienda online de la bodega. Otro 2001 muy interesante fue el Marqués de Riscal Gran Reserva, cremoso, equilibrado y de gran persistencia, que parecía haberse instalado cómodamente en una de esas mesetas en las que algunos riojas son capaces de mantenerse durante décadas, siempre que se conserven en las condiciones adecuadas.

Diversidad de estilos y el carácter Riscal

Lo bueno de tener casi una decena de bodegas de Rioja fue la posibilidad de comparar estilos. Del lado de los paladares refinados, Conde de los Andes, presentó un tinto de 1981, perfumado y sutil. La bodega, que forma parte del grupo Muriel, posee una envidiable colección de añadas viejas en sus viejos calados de Ollauri que pertenecieron a Paternina

Vintae, con la gama Classica de sus López de Haro, apuesta por envejecimientos muy largos en botella a precios comparativamente más asequibles, ya que no se trata de remanentes de cosechas que salieron al mercado en su momento, sino de vinos pensados específicamente con este fin. Con un toque un poco más actual gracias al uso del roble francés, ahora mismo comercializa un tinto Gran Reserva 2005 (52 €), con sorprendente peso de fruta, sabroso y persistente. Muy recomendable también, en el mismo nivel de precio, un atractivo rosado 2012, con tensión y mineralidad, y deudor de la maravillosa cabezonería de Tondonia para preservar esta categoría olvidada. La gama Classica se encuentra a la venta en la tienda online de Vintae.

Para buscar tintos más estructurados hay que ir a Marqués de Riscal. La bodega cuenta con la colección más antigua y mejor surtida de Rioja; conserva todas las añadas elaboradas desde 1862. En las maravillosas catas históricas que ha compartido con profesionales del vino, los vinos han demostrado una gran capacidad de envejecimiento y se ha reafirmado el carácter diferencial de sus Reservas Médoc, elaborados con una presencia importante de cabernet sauvignon. De Barón de Chirel, la marca heredera de este estilo, probamos tres añadas, 1994, 1995 y 1996, con porcentajes de cabernet que iban del 40% al 46%. Son tintos de evolución lenta, con una parte herbal que remite a la variedad bordelesa y mucha firmeza en el paladar, pese a que con el tiempo, como era evidente en el 94, los taninos se fueran puliendo elegantemente.  

El contrapunto de tempranillo lo puso una excelente botella de Marqués de Riscal 1964, de las mejores que he probado, degollada con tenazas como es habitual en la casa con las añadas antiguas. Un tinto de 12,2% vol. muy fresco, con carácter de hierbas secas y hoja de té y un paladar finísimo y de vibrante acidez que llegaba a dar incluso sensaciones cítricas. Lo que diferencia a esta casa en la actualidad es que no comercializa añadas antiguas, de modo que la única manera de conseguir estos vinos pasa por el mercado secundario o por la compra y guarda privada.


La dualidad de estilos más atractiva la encontramos en Martínez Lacuesta. En los últimos años, esta firma histórica de Haro ha reorganizado su gama mirando al pasado y recuperado, por ejemplo, Campeador, la marca que abandera el estilo borgoña. Al salón llevó una edición especial de 1.300 botellas del Campeador Gran Reserva 2004, con una etiqueta antigua elegida del amplio archivo documental de la casa. Con un 50% de garnacha de Yerga en el ensamblaje, el vino se crío 28 meses en barrica, y todavía tiene destellos de fruta roja en licor de la garnacha, con abundantes toques especiados y finos ahumados. El paladar se sujeta sobre un fino hilillo de acidez que aporta nitidez y viveza. El contraste con el serio y estructurado Martínez Lacuesta Gran Reserva 1998, en botella burdeos, es fascinante. Son las dos caras de la moneda riojana. La bodega vende ocasionalmente añadas antiguas. Se puede consultar la disponibilidad en pedidos@martinezlacuesta.com o en el teléfono +34 941 310 050.


El capítulo blanco

La representación fue menor, pero no por ello menos interesante. Hay que apuntar que los mejores años para blancos no siempre coinciden con las grandes cosechas de tintos. La fría y lluviosa 2013 que dejó tintos un tanto diluidos, permitió elaborar blancos con buena capacidad de guarda como el Classica Gran Reserva de López de Haro. 

Las añadas más antiguas llegaron de la mano de Conde de los Andes, que puede acreditar la colección más completa de blancos históricos de Rioja embotellados en formatos muy distintos. Al salón llevaron un 1983 en botella rin elaborado con viura y algo de malvasía, tostado, con paladar sutil y sensaciones calizas en final; y un 2010 más lleno y con notas cremosas y lácticas, presentado en botella borgoña. Algunas de estas añadas viejas se pueden adquirir visitando la bodega con precios que van de los 65 € la añada 2010 a 115 € la 1983. En la etapa actual bajo la propiedad de Muriel se busca continuar el legado de los vinos de guarda reservando entre un 15% y un 20% de cada añada en botellero.

Otro nombre imprescindible, aunque de trayectoria más reciente es Vinícola Real 200 Monges, bodega situada en el valle del Iregua, al sur de Logroño pero que utiliza uvas blancas de viñedos en altitud en el valle del Alto Najerilla. Los grandes reservas se elaboran en producciones muy limitadas que no superan las 3.000 botellas y salen al mercado con una larga crianza en botella. La cosecha actual es 2010, un vino grandioso que combina acidez, tostados, notas cítricas maduras y especiados, y hasta un toque de barquillo. Son solo 2.400 botellas que se venden en el entorno de los 75-80 €. Otro blanco que mostró la bodega fue un Selección Especial Gran Reserva de la cosecha 2007 (225 €), en este caso con presencia de garnacha blanca y malvasía del Iregua y también algo de viura, aunque el grueso del vino es la viura del Najerilla. Es una edición especial de 1.500 botellas con estilo algo más opulento, pero con buenas dosis de acidez para seguir envejeciendo en botella.

Las aportaciones del valle del Duero

Echamos en falta la presencia de más bodegas de Ribera del Duero y Castilla y León en general. Aunque con una trayectoria más breve que Rioja salvo en el caso de Vega Sicilia, ayudaría mucho mostrar cómo envejecen unos vinos que en ocasiones se han tildado de excesivos, ya sea por maduración, concentración o uso de la madera, pero que pueden dar sorpresas con la evolución en botella.

La región estuvo bien representada por Condado de Haza, la bodega tipo château con la que Alejandro Fernández, creador de Pesquera, se estrenó en la cosecha 1994 trabajando con viñas de una extensa finca de La Horra plantadas a finales de los años 80. El vino más sorprendente fue el Crianza 1995 servido en mágnum. Su viveza y frescura nos transportaron directamente a una de las mejores épocas de la región y de este productor, más aún teniendo en cuenta la juventud del viñedo. Quien tenga una botella en buen estado de conservación puede considerarse afortunado. Muy interesante comparar este tinto envejecido en roble americano con el Reserva 1999 criado en roble francés, más cremoso, con más volumen en boca y notas frescas mentoladas. 


También hubo dos Alenza, la marca de elaboración tradicional con raspón, de las añadas 1995 y 1999. El perfil es más rústico y austero, con taninos ligeramente terrosos y una dimensión balsámica fresca. Son vinos para tomar sin prisa que necesitan desarrollo en copa. Estas añadas antiguas se venden ocasionalmente y solo bajo pedido. Los precios van de los 160 € del 1990 en botella de 75 cl. a los 600 € del mágnum de Alenza 1995. Se puede consultar la disponibilidad en el teléfono 947 525 254 o en el mail info@condadodehaza.com

El otro representante de Castilla y León fue Campo Elíseo, con cuatro blancos de Rueda, tres de la época en que se embotellaban bajo la razón social de Hermanos Lurton (ahora François Lurton es el único propietario), y cuatro tintos Campo Elíseo de Toro, bodega en la que durante un tiempo participaron los enólogos franceses Michel y Dany Rolland. En blancos nos gustó el equilibrio y complejidad aromática del 2012, todavía con fruta en boca y buena sapidez final. Las dos añadas más viejas, aunque con evoluciones muy dignas, tenían más presencia de la madera. El 2014 se mostró fino en nariz pero con más madurez de fruta dulce. En tintos, destacó la cosecha 2002, pulida y jugosa, perfecta para tomar frente a una 2001 aún potente; una 2003 algo caída (fue la primera cosecha muy cálida del siglo) y una 2004 poderosa y aún con bastante presencia de la madera. Con precios mucho más asequibles entre los 35 y 45 €, se puede contactar con la bodega vía email en bodega@campoeliseo.com o enoturismo@campoeliseo.com y por teléfono en el 983 034 030.

El mediterráneo: tintos y burbujas

La presencia de Mestres en el salón fue un buen recordatorio de la capacidad de envejecimiento de los mejores espumosos y dio la oportunidad de probar tres añadas de Mas Vía Gran Reserva Brut en distintos estadios de desarrollo: 2002 (hidrocarburo, largo) y 2008 (anisados, notas amargosas) con degüelle en marzo de 2024 y un 2003 degollado en 2018 y, por tanto, con seis años en botella prescindiendo del contacto con las lías. Ofrecía notas melosas y un punto oxidativo que le da una complejidad particular. Los vinos base de todos estos cavas pasan 12 meses en madera antes de realizar la segunda fermentación en botella. Estas y otras botellas con diferentes fechas de degüelle de la colección Cavateca pueden adquirirse en la tienda online de la bodega. 

Una manera más asequible de acceder a niveles muy interesantes de complejidad es guardando unos años el Visol Brut Nature, un cava con seis meses de barrica del vino base y 60 de envejecimiento con lías, que se vende por debajo de los 30 €. El 2013 degollado en 2021 que llevaron al salón estaba en un momento perfecto, con frescura, equilibrio, amplitud en boca y persistencia.

Familia Torres encontró en el salón Vinos del Tiempo el lugar ideal para dar a conocer el proyecto Colección Privada que había presentado a principios de noviembre. Se trata de una recomercialización de vinos con envejecimiento mínimo de 10 años identificados con un cintillo especial que indica la fecha de relanzamiento. Con varias añadas disponibles para algunas marcas, las etiquetas seleccionadas son Mas La Plana, Reserva Real y el blanco Waltraud, de Penedès, además del blanco Milmanda y el tinto Grans Muralles de Conca de Barberà. Debo reconocer mi debilidad por este último. La cosecha 2006 (273 €), con su potencia aromática y su equilibrada madurez, constituye una magnífica expresión del carácter mediterráneo. El Milmanda 2015, que pasará a formar parte de Colección Privada el año que viene a un precio de 73 €, también tenía una evolución más mediterránea que la que se esperaría de la chardonnay con la que está elaborado. Al Mas La Plana 2006 (124 € la botella de 75 cl.) catado de mágnum, le queda vida por delante; es una añada con tensión y más carácter herbal que frutal.


Algo más madura y con un perfil más mediterráneo nos pareció la añada 2000 de Vinya La Scala (137 €), aunque había también mucha frescura para seguir evolucionando en botella (el ensamblaje incluye un 15% de cabernet franc que le imprime buenas dosis de energía). Muy meritoria la cosecha 1998 del cabernet central de la casa Le Havre 1998 (64 €) en formato mágnum con mucha frescura y persistencia. Estos vinos, junto con los de Familia Torres que no están a la venta online se sirven bajo pedido. El email de contacto es: bsanchez@torres.es. 


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