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1. Porrera. 2. Los primos Adrià y Marc con un mágnum de Cims de Porrera 1997. 3. Priorats de entrada de gama. 4 y 5. Cada vez más cariñenas. 5. La nueva garnacha de Familia Nin-Ortiz. 6. Mapa maduración. Fotos: Amaya Cervera.

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Tintos de Priorat: cada vez más diversidad

Amaya Cervera | Martes 20 de Junio del 2017

La celebración cada dos años de Espai Priorat, un evento orientado a periodistas, críticos, prescriptores y compradores extranjeros, es una excelente oportunidad para pulsar la realidad de los vinos de esta fascinante y montañosa región catalana. A lo largo de tres días los participantes visitan bodegas y viñedos, comen y cenan con distintos productores de la DOQ y pueden asistir a una cata en la emblemática cartuja de Scala Dei que este año congregó a más de 40 bodegas.

Si en la edición de hace dos años, la conclusión más evidente fue la evolución de los tintos hacia estilos más frescos y fáciles de beber dejando de lado extracciones excesivas y apostando por las variedades locales en los vinos más altos de gama, este año se impuso una diversidad sin precedentes reforzada por el afianzamiento de estilos e interpretaciones personales por parte de muchos productores. La evolución es constante y la buena noticia es que cada vez hay más dónde elegir.

La otra cara de esta moneda es que el estilo y la elaboración tienen a menudo más peso en la copa que conceptos básicos de terruño en los que el Consejo Regulador está intentando profundizar. Priorat es la denominación de origen española que más ha apostado por acotar su territorio siguiendo el modelo de Borgoña y, de hecho, fue pionera en el reconocimiento de los vinos de municipio (denominados aquí vi de vila) en nuestro país. Ahora se barajan nuevas categorías como vino de paraje, vino de viña calificada y gran vino de viña calificada que, muy probablemente, quedarán definidas y publicadas este mismo año. Todas ellas coexistirán con el “vino de finca”, la categoría de vino de pago legislada en Cataluña que otorga el INCAVI (Instituto Catalán de la Viña y el Vino) y que en Priorat se ha concedido hasta el momento a Clos Mogador y Mas de la Rosa (Vall-Llach).

Como comentábamos hace dos años, el vi de vila cuenta con partidarios y detractores entre los productores, no tanto por su demarcación (se han tenido en cuenta criterios geográficos y del terreno que no se corresponden necesariamente con los límites administrativos de los municipios), sino porque no se ha impuesto claramente como una categoría cualitativamente superior. Hay bodegas que han utilizado la mención en sus vinos de entrada de gama frente a otras que la han colocado inmediatamente debajo de sus tops procedentes de un único viñedo. En el candente debate actual sobre zonificación y clasificación de calidades en España y con la categoría de “viñedos singulares” recientemente aprobada en Rioja, quizás el quid de la cuestión es hasta qué punto las demarcaciones territoriales deben estar asociadas o no a criterios cualitativos (definición variedades, rendimientos…) y hasta qué punto un exceso de reglamentación resta libertad a los productores y al final resulta insuficiente para elevar el prestigio de una región. 

Independientemente de este trasfondo, la calidad y diversidad de los vinos tintos que pude probar en el marco de Espai Priorat y en el par de días posteriores que viajé por la zona fueron realmente destacadas. Lo que sigue es un resumen de favoritos dentro de un amplio abanico de precios y estilos.

Priorats para todos

Un caso único en la España de los precios tirados para el vino, Priorat nació como una región de gamas medias y altas; las etiquetas por debajo de los 15-18 € no llegaron hasta el estallido de la crisis. Hoy, la mayoría de priorats asequibles apuestan por una línea más frutal que mineral, se sirven salvo excepciones de viñedos más jóvenes y casi siempre se apoyan en mezclas que combinan variedades locales e internacionales aunque también existen ejemplos de garnachas frutales elaboradas sin madera o con crianzas muy leves. 

Lo más novedoso en este último grupo es el 4 Gotes 2015 (11,95 € en Decántalo, más opciones vía Wine Searcher) que elabora el arquitecto Alfredo Arribas en su bodega Portal del Priorat mezclando garnacha tinta, gris, peluda y alicante bouschet con parte de racimo entero y trabajo en hormigón para buscar un estilo atípico en la zona: ligero, casi eléctrico y con expresión cítrica (frambuesa). Es casi afilado en comparación con la garnacha joven 2016 de Scala Dei (11,20 € en Vinissimus), que va más por la línea de la fruta golosa mezclada con hierbas mediterráneas. 

En el entorno de los 13 €, el Priorat Classic 2016 del gallego criado en Suiza Fredi Torres apuesta por ofrecer fruta roja, frescura y una expresión también bastante ligera y muy accesible de la zona. A punto de salir al mercado, la base es garnacha con alrededor de un 20% de cariñena y syrah a partes iguales, y uva blanca. Las claves del estilo: trabaja con suelos sedimentarios y graníticos de fondos de valle, vendimia pronto, extrae poco y busca que la planta produzca más para evitar el estrés hídrico y contener el alcohol.

Por algo más, el tinto Humilitat 2014 de Franck Massard (16,05 € en Gourmet Hunters; otras opciones vía Wine Searcher) es una mezcla de cariñena (60%) y garnacha (30%) que se cría un año en barricas de 500 litros. Es expresivo y sabroso, con muy buen paso de boca; un priorat amable para iniciarse en el conocimiento de la zona y además con una etiqueta llena de fuerza y energía positiva. Con un coupage muy similar pero en una versión más rústica, Terroir Historic 2016 (16,40 € en Alforins, más opciones vía Wine Searcher), el nuevo tinto asequible de Terroir al Limit se elabora con raspón en depósitos de cemento en la antigua cooperativa de Torroja dentro de un estilo más mineral y de fruta contenida. 

Priorats para no equivocarse

Lo que se puede denominar gama media en Priorat (vinos entre los 22-35 € aproximadamente) está formada por etiquetas en general muy consistentes y salvo en el caso de productores que apuestan un 100% por uvas locales, lo habitual es redondear los vinos con porcentajes variables de cabernet, syrah, y/o merlot, variedades que representan 234, 228 y 100 hectáreas respectivamente de las casi 1.850 hectáreas de cepas tintas que se contabilizan actualmente en la región. 

Por 23,50 € en Decántalo,  Font de la Figuera 2014 de Clos Figueras es un buen representante de esa mezcla entre un estilo internacional accesible y la muy reconocible mineralidad de la pizarra de la zona matizada por fruta nítida. Un estilo muy diferente en un vino con 25% syrah y 5% de cabernet acompañando la garnacha es el Laurel 2015 (22.000 botellas, 33,50 € en Decántalo) de la pionera Daphne Glorian (Clos i Terrasses). Sorprendentemente fragante y balsámico pese a la mayor calidez de la añada 2015, la estructura tánica también es diferente al combinar en su crianza foudres, ánforas y barricas e incluir algo de raspón en fermentación.

En general, la garnacha aporta mayor frutosidad, sabrosidad y redondez (también puede ser más complicado controlar el punto de maduración y el alcohol), mientras que la cariñena, más adusta, estructurada, ácida y herbácea, es su alter ego y compañera de viaje ideal. Este particular antagonismo también se refleja en el cultivo: la cariñena, de ciclo largo, se planta casi siempre en laderas que miran al sur para asegurar una buena maduración, mientras que para la garnacha se buscan orientaciones frescas para controlar el grado y la maduración.

Esta complementariedad se refleja muy bien en Salanques 2014 de Mas Doix (16.000 botellas, 28,40 € en Gourmet Hunters), un coupage de 65% garnacha, 25% cariñena y 10% syrah en el que junto a la profundidad y concentración de los suelos y las cepas bañadas de sol, está la presencia vibrante y la acidez de la cariñena para levantar y vivificar el paladar. En el caso del Salmos 2014 de Torres Priorat (23,20 € en Decántalo, más opciones vía Wine Searcher), una etiqueta ampliamente disponible con 120.000 botellas de producción anual, el mayor peso de la cariñena (60%) junto a garnacha (25%) y syrah (15%) se traduce en fruta más madura y oscura en este caso, con recuerdos de bosque (piñones), sabrosidad y buena acidez en boca que da equilibrio. Con un 70% de cariñena y sin variedades internacionales, en el Ferrer Bobet Vinyes Velles 2014 (22.000 botellas, 31,50 € en Bodeboca) se intensifican las notas minerales y de fruta en licor, pero también está más presente la acidez de la cariñena para aportar recorrido y longitud dentro de un conjunto final equilibrado y en el que además se consigue elegancia. 

Aunque sin alcanzar quizás la definición y altísima expresividad de la excelente cosecha 2013, el nivel de calidad de los 2014 que probamos fue bastante consistente y la mayoría de las veces mantenían niveles de frescura en línea con 2013. Los pocos 2015 que pudimos probar, en cambio, ofrecían un perfil algo más cálido. 

Cariñena vs garnacha 

Si en su renacimiento en los ochenta y durante los años posteriores los priorats han sido básicamente vinos de coupage y mezcla de variedades, en los últimos años hemos visto cómo algunos productores se concentraban, especialmente en sus gamas altas, en el trabajo con alguna de sus dos variedades por excelencia: garnacha o cariñena, con un interés creciente por esta última. Sin duda, a Priorat le toca llamar la atención sobre la capacidad de la menospreciada cariñena para elaborar vinos de talla mundial

Mi lista de cariñenas favoritas arranca en Porrera, una de las zonas más frescas de la denominación. En Vall Llach pude catar muestras de cemento y barrica de las cosechas 2015 y 2016 de gran tensión y profundidad. De lo que llevaron a la cata de la Cartuja, el Porrera Vi de Vila 2014 (5.000 botellas, 43,50 € en Bodeboca, otras opciones vía Wine Seacher) aun con un 20% de garnacha, reflejaba toda la concentración, elegancia y frescura que pueden dar los viñedos viejos de cariñena en esta zona particularmente montañosa y de pendientes muy inclinadas. También del entorno de Porrera, pero con más madurez, concentración (chocolate negro, fruta en licor) y peso de la barrica, el Ferrer Bobet Selección Especial Vinyes Velles 2013 (52,90 € en Ideavinos) es un vino para esperar en la botella. La acidez final es tal que además de augurarle larga vida, levanta el paladar borrando la licorosidad inicial.

La muy mineral cariñena de Clos Mogador Manyetes Vi de Vila Gratallops 2014 (4.600 botellas, 49,90 € en Vinissimus) juega también la carta de la concentración. Refleja una zona más cálida y de gran insolación, así como los bajísimos rendimientos de viñas viejas. En este caso, la elección de la cariñena se ha impuesto por  su propio peso; ninguna otra variedad funcionaba en estas condiciones de calor relativamente extremo. 
 
Volviendo a una zona más fresca, Poboleda, quien pueda permitirse económicamente la experiencia, la Cariñena Centenaria 1902 de Mas Doix (980 botellas, 199,50 € la cosecha 2013 en Vinissimus, más opciones vía Wine Searcher) ofrece niveles máximos de concentración, mineralidad y persistencia sin un ápice de rusticidad.  Un auténtico monstruo elaborado con cepas plantadas en 1902 que vale la pena probar alguna vez en la vida y por el que merecerá la pena esperar y esperar.

Aunque parezca complicado, la cariñena también se puede elaborar de una forma más amable. Una expresión notablemente menos contundente es la de los vinos de Terroir al Limit. Si Arbossar 2015 es casi ligero y delicado, su fantástico Les Tosses resulta un poco inalcanzable a 180 € la botella. Pero el Dits del Terra 2014 (4.500 botellas, 54,05 € en Gourmet Hunters o vía Wine Searcher) que caté en formato mágnum se situaba en un perfecto lugar intermedio con muchas notas de hierbas mediterráneas acompañando la fruta bien madura (ciruela) de una viña orientada al sur en el municipio de Torroja. 

La gran sorpresa del salón fue el nuevo Clos Alzina 2014 de Costers del Priorat (1.500 botellas; 39,95 € en Petit Celler o vía Wine Searcher), una cariñena de un viñedo situado también en Torroja y que antes se destinaba al top de la bodega Clos Cypres. Plantado en 1939, está situado a 600 metros de altitud y orientado al norte. El estilo es más fragante y delicado de lo que se suele esperar habitualmente de la variedad con la acidez muy integrada y una textura fantástica. La elaboración también se sale un poco de lo habitual porque fermenta en tinaja y se cría en foudre.  

En el capítulo de garnachas hay que distinguir entre las que proceden de suelos de pizarra y las que se cultivan en arcillas rojas en la montaña de Montsant a espaldas de la cartuja de Scala Dei. Las dos estrellas de esta última categoría (y una expresión de Priorat que merece la pena conocer) son la evocadora y aérea Les Manyes 2014 de Terroir al Limit (1.500 botellas, 172,65 € en Gourmet Hunters o vía Wine Searcher), esta vez sin ninguna alternativa más baja de precio en su gama; y la jugosa y profunda Masdeu 2013 de Scala Dei (89,25  € en Vinissimus). Ambas proceden de viñedos muy cercanos, están elaboradas con raspón y la tendencia en ambos casos es a eliminar progresivamente la crianza en foudre para trabajar únicamente con cemento. La diferencia más importante: Les Manyes se vendimia a principios de septiembre y Masdeu en las últimas semanas de octubre, lo que revela concepciones muy diferentes en viticultura.

Sin duda, las garnachas más finas de pizarra (es sorprendente que se puedan conseguir vinos tan aéreos y refinados en este suelo) las firma Álvaro Palacios en Gratallops, quien ha ido dejando atrás las variedades internacionales y dando más alas a la garnacha. El Finca Dofí 2014, con sólo un 6% de cariñena y resto de garnacha (76,20 € en Vinoselección) fue uno de los vinos más deliciosos y seductores del salón por su nariz evocadora (cereza, flor de naranjo, especias dulces), su elegancia y fantástica textura. 

Ester Nin y Carles Ortiz tienen nuevo vino en la cosecha 2015 dentro de su pequeño proyecto familiar. El contrapunto a su racial mezcla de cariñena, garancha y garancha peluda del viñedo Mas d’en Caçador que necesita mucho desarrollo en botella es una garnacha de viñas muy viejas que se cultiva en la última finca que han adquirido en Porrera. Con orientación sureste, dice Carles que les ha llevado cinco años poder conseguir sensaciones más frescas en el vino. Nit de Nin Coma d’en Romeu 2015 (68,50 € en Vila Viniteca) es esa otra cara fragante y amable del Priorat (romero, lavanda) que en este caso se expresa con gran pureza varietal y sin un ápice de calidez. 

Frente a esta novedad, quizás la garnacha de Porrera con más solera es la de Cims de Porrera, una firma que se distingue por su filosofía de sacar los vinos con bastante botella al mercado. La cosecha 2013 que se cató en el salón (1.500 botellas, 12 meses en barrica de 225 litros) y que no saldrá al mercado hasta 2020 ofrecía una buena combinación de notas terrosas y paisaje mediterráneo dentro de un conjunto vibrante que refleja la frescura de la cosecha 2013.

En la cata de Scala Dei, Mas Martinet llevó su garnacha Els Escurçons 2015 de la añada en la que este viñedo especialmente alto sufrió un desafortunado incendio. Pese a que se produjo en junio, las notas de humo y ceniza estaban presentes en este vino que tiene la particularidad de trabajarse en ánfora. Todo lo que quedaba contenido en 2015 se expresaba magníficamente en cambio en la añada 2014 (71 € en Gourmet Hunters) que tuve la oportunidad de catar unos días más tarde en una cata de garnachas del mundo: fruta del bosque, hierbas silvestres, lavanda, con sabrosidad, finísima textura y la marca de un viñedo salvaje y en altura.

Evolución en botella 

Sangenis i Vaqué es una de las bodegas más tradicionales de Porrera. Defienden que los priorats necesitan tiempo en botella y, aunque no son en absoluto defensores de la categoría de gran reserva, embotellan algunas de sus mejores garnachas y cariñenas con rendimientos de 500 gramos por cepa bajo este indicativo y una imagen clásica donde las haya para el Clos Monlleó. Núria Sangenís acudió a una de las cenas en el Hostal Sport de Falset con un fantástico 2000 (2.500 botellas, 50 € en Vinum Priorat): potente, reconfortante, con taninos contenidos por el paso del tiempo y una nariz que reflejaba la parte más dura y adusta del paisaje (frutos secos, esparto, tabaco, especias dulces). 

Cims de Porrera, que en los últimos años se está especializado en sacar partidas de añadas viejas en formatos especiales, presentó en la cata de la cartuja de Scala Dei un Clàssic 1997 en mágnum (150 € en Vinum Priorat) elaborado con 65% cariñena, 30% garnacha y 3% cabernet (en 2005 el vino se transformó en un monovarietal de cariñena al tiempo que se creó otro monovarietal de garnacha). En el slider superior podéis ver a los primos Adrià y Marc Pérez, actuales gestores de la bodega sujetando la botella. El estilo es clásico, con toques maduros (fruta en licor), aromas a piñones y frutos secos y una excelente combinación de reconfortantes notas cálidas (el alcohol está presente) y la vibrante acidez de la cariñena que le augura más tiempo en botella.

Mientras, Valentí Llagostera de Mas Doix ofrecía a los catadores que se acercaban a su mesa la primera añada 1999 de Doix, en la que el suelo y el paisaje se llevaban todo el protagonismo: toques secos y terrosos, madurez aromática coqueteando con lo rancio, pero con fina complejidad de laureles, tabaco y sotobosque mediterráneo. 

No sería mala idea poder probar más vinos con evolución en botella en la próxima edición de Espai Priorat, especialmente después de descubrir que en Vall Llach han guardado una buena provisión de botellas de todas sus añadas.


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