Catas
¿Sabrías decir si un vino es de viña vieja al catarlo?

Dentro del ciclo de catas sobre viñas viejas en la Barcelona Wine Week, el Master Sommelier y Master of Wine Doug Frost presentó una sesión que abordaba la siguiente cuestión: Aparte de su innegable romanticismo, ¿el atractivo de los vinos de viñas viejas se fundamenta en algo racional? Para comprobarlo, el experto estadounidense dirigió una cata a ciegas de seis vinos con el objetivo de evaluar si realmente tienen mayor complejidad aromática, estructura o profundidad que los de viñas más jóvenes.
Frost comenzó su intervención con un par de preguntas retóricas:
• “¿Una cepa vieja produce un gran vino porque es vieja o quizás ha llegado a ser una cepa vieja porque hace un gran vino y la dejamos envejecer?”
• “¿Los vinos de cepas viejas saben mejor porque las uvas se cuidan más?”
Al fin y al cabo, no tiene mucho sentido utilizar viñas viejas –que producen menos y suelen estar en terrenos difíciles de cultivar– para elaborar vinos sencillos y fáciles de beber.
Como embajadora regional de la Old Vine Conference, suelo defender la teoría de que las viñas viejas producen menos uvas, pero más concentradas, consiguiendo vinos con mayor intensidad en boca. Pero ¿cómo se traduce esto en una cata? ¿Sería yo capaz de distinguir un vino de viñas viejas de otro procedente de viñas más jóvenes?
A pesar de poner en riesgo mi credibilidad, he decidido compartir aquí mis primeras impresiones. Para contextualizar: todos los vinos se cataron a ciegas, sin información sobre añada, procedencia o variedad de uva, lo que hizo que la experiencia fuera un reto.
1. Vatan Nisia Verdejo Old Vines 2023, DO Rueda
En mis notas escribí: “Melocotón blanco fresco, agradable toque salino, mineral, largo. Viñas viejas”
Empecé con buen pie. Este vino me llevó de inmediato al noroeste de España, donde el perfil de los vinos de viñas jóvenes (melocotón, carácter afrutado, sencillo) suele diferenciarse bastante del de las viñas viejas, que tienden a mostrar más mineralidad y un carácter pedregoso.
En este caso, el vino proviene principalmente de viñas sin injertar plantadas entre 1900 y 1988 en suelos arenosos.
2. Envínate Palo Blanco 2023, DO Ycoden-Daute-Isora, Tenerife
“Notas volátiles, ahumadas, arcillosas, ¿tinaja? Sabroso, hoja de tomate, manzana madura, lima, agradable frescura. ¿Viñas jóvenes?”
Si algo hay que debemos tener claro cuando se cata a ciegas es que no puedes estar seguro de nada. Mi primera impresión fue que Frost intentaba despistarnos con un vino de viñas jóvenes criado en ánforas, pero fue un recordatorio de que, en catas a ciegas, no hay que dar demasiadas vueltas a las cosas sino centrarse en el contenido de la copa. Tendría que haber relacionado las notas ahumadas y la textura con los suelos volcánicos de Tenerife y con cepas centenarias. Este vino fermenta en depósitos de hormigón y envejece durante 10 meses en fudres de roble.
3. López de Heredia Viña Tondonia Reserva 2012, DOCa Rioja
“Color granate, frutos rojos sabrosos, roble tostado. Elegante, profundo y largo. ¿Tempranillo? ¿Viñas viejas?”
Se trata, por supuesto, de un clásico de Rioja, donde la clave está más en el envejecimiento prolongado en barrica que en la expresión frutal. Ahora bien, los vinos concebidos para una larga crianza suelen proceder de viñas más antiguas, que aportan estructura y capacidad de evolución. El viñedo de Viña Tondonia se plantó originalmente entre 1913 y 1914, aunque desde entonces se han replantado varias secciones, por lo que conviven cepas jóvenes y viejas.
4. Frontonio Supersónico Garnacha 2022, IGP Valdejalón
“Cereza pálido. Aromas florales, notas de fresa, cuerpo ligero, taninos ligeramente presentes, buena frescura. Garnacha. ¿Viñas jóvenes?”
Este vino es complicado de encajar por su estilo. Fernando Mora MW suele vendimiar pronto para preservar la acidez y el toque crujiente de la fruta roja. De hecho, las cepas tienen más de 80 años, y son mayoritariamente garnacha con un pequeño porcentaje de macabeo. En este caso, la edad de las viñas se percibe más en la longitud que en la amplitud de este tinto ligero y etéreo.
5. Tinto Pesquera Reserva 2020, DO Ribera del Duero
“Fruta negra y azul, con notas de roble y chocolate. Intensidad frutal, taninos aterciopelados, final persistente. ¿Viñedos de diferentes edades?”
El carácter afrutado del vino me hizo pensar que podría haber viñas más jóvenes mezcladas con las viejas. De hecho, en Ribera del Duero es bastante habitual combinar uvas de viñedos de diferentes edades: las plantas jóvenes aportan notas frutales, sobre todo en los vinos jóvenes sin barrica, mientras que se busca el tanino y la concentración de las viñas viejas para los vinos de guarda. En este caso, el viñedo de Pesquera se plantó en 1975, por lo que ahora, con 50 años, ya se considera viejo, aunque no tanto como algunos de los más longevos de la región.
6. Numanthia 2019, DO Toro
“Fruta roja concentrada, incienso y notas oscuras en el centro de boca. Profundo, tánico, muy largo y elegante. ¿Priorat? Viñas viejas”
Aquí era evidente asociar la concentración y la persistencia de este vino con viñas viejas, aunque la elegancia y madurez de los taninos me llevaron a otra región. Numanthia mezcla fruta de toda la DO Toro para lograr mayor complejidad, incluyendo viñas a más altitud en el suroeste y algunas parcelas muy viejas. El resultado es un estilo más equilibrado. En este caso, la edad media de las viñas es de 80 años.

Difícil elección
Frost nos pidió que levantáramos la mano para identificar qué vinos creíamos que provenían de viñas jóvenes o viejas. Solo unos pocos nos atrevimos a responder y, como podéis ver en mis notas, apenas conseguimos acertar la mitad de las veces.
Para el experto estadounidense, la edad de las viñas no es algo que se puede identificar de inmediato en una cata. Más que una cuestión de aromas o sabor, Frost cree que se manifiesta en la profundidad y la longitud en boca. Es cierto que en los vinos más tánicos resulta más evidente, pero me sorprendieron los perfiles más frescos como el blanco tinerfeño de Envínate y la garnacha de Fernando Mora. La forma de vinificar y el tipo de crianza añadieron un nivel extra de complejidad al desafío.
Si hubiera una próxima vez, dedicaría más tiempo a cada vino antes de sacar conclusiones y prestaría atención tanto a la longitud como a la amplitud en boca. Sin duda, creo que habría sido más fácil si se hubiera incluido algún vino de viñas jóvenes para comparar.
Viñas viejas: más que una cuestión de paladar
En cuanto al marketing, las viñas viejas son un reclamo irresistible, señaló Frost. El MW, que todavía trabaja en sala como sumiller, reconoce que los clientes no se resisten a la tentación de elegir un vino si les dice que procede de viñas que llevan plantadas cien años o más.
Lo resumió con claridad: “Desde una perspectiva social, económica e histórica, las viñas viejas son fundamentales. Pero en cuestión de cata, la historia es distinta. Si alguien te dice que puede distinguir con certeza un vino elaborado con uvas de viñas viejas de otro de viñas jóvenes, te está mintiendo”.
Lo que sí es innegable es que todos los vinos que catamos contenían, al menos en parte, uvas de viñas viejas según la clasificación de la OIV (35 años o más). Y ninguno nos decepcionó. Por eso, creo que sigue siendo válida la idea de que las viñas viejas pueden dar grandes vinos cuando se cultivan en el lugar adecuado y se vinifican con criterio.

Firma
Anna Harris-Noble
Especialista en marketing de vino con más de 20 años de experiencia en Reino Unido y España, posee el Diploma WSET. Trabaja como consultora, traductora y comunicadora. Es Embajadora para España del Old Vine Conference desde 2022.
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