Quizás no sea el barrio más joven ni el más moderno de Madrid, pero pocas zonas de la capital pueden competir con la calidad de los bares de vinos y tapas que encontramos en torno a la estación de metro de Ibiza y a ese lado del parque del Retiro. Olvídense de ruedas, riojas y riberas; los restaurantes de los que hablamos tienen una oferta seria (¿dónde sino se encuentra un Allende Mágnum por copas?) y elevan las tapas a nuevas alturas gastronómicas.
Con una competencia feroz y semejante nivel de calidad, nos hemos centrado en destacar aquellos bares que cuentan con una selección más amplia y original de vinos por copas a precios razonables.
Para que la experiencia sea lo más placentera posible recomendamos evitar los momentos más concurridos (jueves, viernes y sábado noche a partir de las 9:30) y vestir bien. No esperen encontrarse con tabernas en las que se puede tirar de todo a un suelo cubierto de serrín y aunque no prohíban la entrada, quien vaya con camiseta y pantalones cortos tiene todos los números para sentirse incómodo entre las pulcras camisas de marca y los zapatos de cuero que abundan por aquí.
El restaurante que marca el listón de calidad en la zona. La barra en forma de herradura y las mesas altas dejan abundante espacio a su pudiente clientela para sentarse y observar a Javier, uno de los tres hermanos Laredo, mientras dirige el bar, recuerda pedidos, llena copas y hace pà amb tomaquet a la velocidad de la luz.
La carta de vinos, en tableta en lugar de papel, incluye más de 20 regiones españolas además de un buen puñado de vinos de países vecinos. Hay muchas etiquetas de gama alta con añadas destacadas de Artadi, Roda, Vega Sicilia, Pingus o Aalto entre otros, pero lo mejor es ver las botellas que tienen abiertas en la cubitera para servir por copas: casi siempre está el mágnum de Allende (Rioja) pero el resto de vinos cambian. En una de mis últimas visitas ofrecían Mestizaje, un equilibrado ensamblaje de bobal, tempranillo, cabernet sauvignon, merlot y shiraz de DOP Pago El Terrerazo con una excelente relación calidad-precio.
En otras ocasiones se puede ver algún tinto asturiano (no muy memorable) o La Maldición, un vino madrileño que combina tempranillo con la variedad blanca malvar. Los vinos por copas más básicos se mueven en torno a los 2,80 € y se acompañan de generosas tapas de dados de queso, chorizo o colines. Respecto a la comida, solo hay que echar un vistazo a los expositores de productos frescos que están junto a la barra para saber que uno se va a pegar un homenaje (por lo visto, los lomos de grasa entreverada son capaces de hacer llorar a hombres hechos y derechos). “La ensalada de cangrejo, burrata, aguacate y tomates secos es la mejor que he probado”, dice un amigo mío. También son muy recomendables los tacos de merluza con alioli y las minúsculas chuletillas de conejo, tan deliciosas como difíciles de comer.
Calle Doctor Castelo 30. 28009 Madrid
Tel.: +34 915 733 061
Es un recién llegado a la zona, ya que abrió en 2015, pero se ha hecho un lugar tras ganar el premio Metrópoli al mejor bar de tapas. En nuestra visita volaban los torreznos, muy bien presentados; el resto del menú oscila entre platos clásicos y algo más innovadores servidos tanto en la barra como en las mesas del fondo.
La carta de vinos está expuesta en una enorme botella mágnum y la lista de vinos por copas se escribe con tiza sobre pizarra. Viña Real se sirve de mágnum, al igual que otros clásicos como el albariño Pazo Señoráns.
Decidimos probar uno de los vinos más atípicos: el txakoli de Álava Uno 2014 de la Bodega Goianea por 3 € que nos demostró que no todos los txakolis son ácidos. Con cinco meses de lías, olía a madreselva, fruta verde y de hueso y el paladar tenía una textura casi oleosa con un final muy equilibrado. Es un gran compañero de uno de los platos más modernos de la carta: el skrei en salsa de curry verde y godello con guisantes frescos y el punto justo de picante.
En el extremo opuesto, el Honoro Vera de Calatayud ofrece una generosa nariz frutal con cerezas y ciruelas maduras, regaliz y menta; cálido y opulento en el paladar pese a ser un vino de cuerpo medio. Encaja muy bien con los garbanzos con champiñones silvestres y foie gras, una mezcla muy sabrosa y untuosa. Para acabar, las sublimes torrijas de sobaos del Macho empapadas en natillas, con el esponjoso bizcocho rezumando bajo una capa de crujiente caramelo.
Calle Doctor Castelo, 19. 28009 Madrid.
Tel.: 918 311 842
Situado en la esquina entre la avenida Menéndez Pelayo y la calle Doctor Castelo, es el segundo establecimiento del estrellado chef gallego Pepe Solla en Madrid y es uno de los bares más nuevos de la ruta. De diseño moderno y equipado con altos taburetes, la ubicación es ideal para hacer una parada tras visitar el parque del Retiro.
Petiscos es el equivalente a tapas en gallego y portugués. La selección, corta pero deliciosa, se apoya en productos gallegos de temporada: pescado por supuesto, pero también carnes y verduras como los famosos grelos.
La carta de vinos tampoco es muy extensa y, como cabe esperar, se centra en vinos gallegos. Probamos una copa de L’Ombre (3,80 €) de Bodegas Merencio, un nuevo proyecto en Ribeiro. Sencillo pero agradable, su fresca acidez y notas frutales de manzana y albaricoque acompañan bien a la baguette de calamares con mayonesa de lima y limón, aunque por el mismo precio quizás el Gaba do Xil de Valdeorras ofrece algo más de calidad.
En cuanto a la comida, destacan platos como las alitas de pollo picantes y los makipanes, la versión gallega de las empanadillas chinas al vapor con lacón y grelos, jamón, y un cremoso queso local con pulpo.
Av. De Menéndez Pelayo 11.28009 Madrid
Tel.: +34 914 352 819
Ninguna ruta de tapas en la zona está completa sin mencionar al legendario La Castela (Doctor Castelo, 22) y aunque su milhojas de ventresca, su marisco y vermut de grifo sean muy difíciles de superar, creo que los aficionados al vino disfrutarán más (y tendrán más espacio) en La Montería (Lope de Rueda, 35), el restaurante situado a la vuelta de la esquina que regenta la misma familia.
También con su venerable historia (se fundó en 1963), sirve gran variedad de vinos por copas de botella mágnum. En nuestra última visita probamos Senda 2008, el tinto de entrada de gama de las excelentes garnachas ecológicas de Las Moradas de San Martín en San Martín de Valdeiglesias (DO Vinos de Madrid) y el biodinámico Luna Beberide Mencía 2015 (DO Bierzo). La carta de vinos incluye más de 100 referencias con muchas marcas clásicas entre las que se incluyen añadas viejas de López de Heredia o vinos de nuevos y pequeños productores como La Movida Pizarra 2012 de Bodegas Maldivinas, una garnacha procedente de vertiginosas laderas de pizarra en Cebreros y El Tiemblo (Gredos). Sus notas de tomillo, hinojo y lavanda y abundante fruta roja van bien con platos clásicos como el rabo de toro, pero tiene la acidez suficiente para acompañar el famoso atún rojo de esta casa que literalmente se deshace en la boca. También merece la pena pedir algunas de las famosas “monterías”: una rica y cremosa bechamel de mejillones servida en una concha bajo una capa crujiente.
El Restaurante Marcano (Doctor Castelo 31) también merece una mención, aunque en su nueva ubicación (antes ocupaba un diminuto local en la calle Menorca) es más un restaurante para comer sentado que un bar de tapas. Todavía se puede picar algo en la pequeña barra de la entrada, en especial sus famosos bocartes en salazón con mermelada de tomate, de sabor muy equilibrado y tan tiernos que se deshacen en la boca.
No pudimos resistirnos a pedir dos jereces de la bodega de Chiclana Primitivo Collantes: su amontillado de libro, que acaba con un toque salino a corteza de bacon y que va de maravilla con el calamar relleno de tentáculos crujientes; y el oloroso con aromas a higos secos y frescura salina que acompaña muy bien al plato de foie gras con ruibarbo.
Otro bar con una gran selección de vinos es La Catapa (Menorca, 14). Aunque nos decepcionó la comida de su restaurante, la lista de vinos por copas incluye el Guitián sobre Lías de Bodegas A Tapada en Valdeorras, con notas de pera madura y melocotón, buen peso en boca y salina mineralidad; K-Naia de Rueda o Lalama de Ribeira Sacra. Por botellas, se encuentran añadas viejas de Rioja. Merece la pena sumarse a su clientela de siempre para disfrutar de una rápida copa de vino y un pincho en la barra.
Justo enfrente está Venta La Hidalguía (Menorca, 15), el bar delicatessen que regenta una discreta pareja de Las Pedroñeras (Castilla-La Mancha) y en el que apenas hay sitio para una cocina, unas pocas mesas y algunos taburetes altos. Los platos se cocinan frente a los clientes; la oferta tanto culinaria como de vinos cambia constantemente y se anuncia en una pizarra. Siempre hay varios jereces como el Fino La Ina de Lustau y diversos blancos y tintos por copas. La última vez que estuve allí estaban sirviendo 7 Fuentes, un tinto canario que comprensiblemente se ha puesto muy de moda por el carácter ahumado y mineral que resulta de la mezcla de uvas listán negro y tintilla cultivadas en las laderas del Teide. La comida es sencilla, pero emplean buenas materias primas. La ensaladilla rusa con marisco muestra lo bueno que puede ser este plato cuando no se carga en exceso con patata y mayonesa; y en temporada se ofrecen excelentes setas servidas con huevos poché.
Sázon-arte (Menorca, 19) se encuentra unos pocos portales más abajo, en el pequeño local que ocupó en su día La Catapa y luego Marcano. Siguiendo sus pasos, a menudo ofrece clásicos modernizados como la tortilla de patatas trufadas, perfecta para los que les guste poco cuajada. Los vinos por copas (en torno a 2,5 €) incluyen el súper frutal Artuke riojano y la mencía Vel ‘Uveyra que elabora María José Yravedra en Ronsel Do Sil dentro de la DO Ribeira Sacra. Con sus etéreas notas de violetas y moras, es un tinto sedoso y muy, muy fácil de beber.
A quien le apetezca finalizar la ruta con algo dulce y dejar por un momento de lado el vino, una de las mejores heladerías de Madrid está en la calle Narváez, 62. La Heladería Sienna lleva décadas elaborando helados italianos y ofrece numerosos sabores con precios a partir de 1,80 € por una bola. Recomendamos encarecidamente el doble chocolate, la vainilla con cookies, yogurt con cerezas, coco, mango, tarta de limón, leche merengada, tarta de queso, canela…
Desde que escribí este reportaje han abierto nuevos bares en la zona como la Casa de Fieras, una taberna navarra que sirve los excelentes Viña Zorzal de esta región, así que es posible que haya nuevas actualizaciones en breve.