La semana pasada pudimos asistir a una cata muy especial presentada por el Master of Wine español Pedro Ballesteros y organizada por la UEC (Unión Española de Catadores) en la que probamos vinos no españoles firmados por enólogos o grupos españoles.
La originalidad de la propuesta y de los vinos bien se merece una excepción en nuestras páginas ya que esta vez el acento español no está en el origen del vino, sino en el de aquellos que los elaboran. Por otro lado, y tal como se encargó de recordar Pedro Ballesteros, resultó gratificante comprobar cómo después de siglos de recabar influencias vinícolas externas (fenicios, romanos, órdenes religiosas, camino de Santiago, comerciantes ingleses, négociants bordeleses), España es capaz de exportar cerebros enológicos al mundo y algunos grupos vinícolas tienen la capacidad de asentarse en regiones productoras de otros países. No hay duda de que el intercambio de conocimientos y la globalización en el mundo del vino es una realidad. Desde Suecia a Virginia (Estados Unidos) pasando por Chile y Argentina hasta Hungría, Francia y Portugal, la cata fue de todo menos aburrida.
El blanco Solaris 2014 se llevó el premio al vino más exótico de la cata, sobre todo porque para la mayoría de los presentes, incluido Pedro Ballesteros, era la primera vez que probábamos un vino sueco. Desafiando los límites del cultivo de la vid que se han situado tradicionalmente en el paralelo 50 (aquí llegamos al 57), el viñedo está situado en la isla de Öland, el lugar con más horas de sol de Suecia. El proyecto iniciado en 2003 por Ingrid y Gunnar Dalhnerg tuvo que hacer frente a la política comunitaria (no había derechos de plantación previstos para Suecia, pero hoy el país tiene asignadas 100 hectáreas) e investigar las variedades más adecuadas para su entorno (de 40 uvas de ciclo corto que se llegaron a plantar, se han quedado con ocho). El vino que probamos está elaborado con la variedad solaris, un cruce de merzling y del híbrido geisenheim 6493 creado en los años setenta y autorizado en Alemania en 2004, según Wine Grapes.
Daniel Barrio, el enólogo español autor del vino, señaló que después de intentar todo tipo de técnicas y elaboraciones (desacidificación, malolácticas), lo que mejor funciona es trabajar de la forma más natural posible y dejar una cierta cantidad de azúcar residual al estilo de los blancos alemanes con los que tiene ciertas similitudes. Sorprendente que aun así se alcancen los 13 grados. Pálido verdoso. Leve nota auvada, floral, hierbas. Boca ligero, muy cítrico, con azúcar residual, sensación tartárica en final. Por desgracia no hemos encontrado ninguna referencia de venta del producto, que ni siquiera aparece en Wine Searcher.
El actual presidente del Consejo Regulador del Cava y director de comunicación de Freixenet, Pedro Bonet, presentó el Champagne rosado Henri Abelé La Sourire de Reims 2007 en formato mágnum. En 1985 Freixenet adquirió esta casa francesa fundada en 1757 y responsable junto a Veuve Cliquot de perfeccionar la técnica del pupitre y de iniciar el degüelle por congelación del cuello de la botella. El propio Pedro Bonet estuvo al frente de la elaboración entre 1986 y 2007. Su rosé se hace de forma directa mediante maceración con uvas de pinot noir procedentes de Ricey. La botella de litro y medio reforzó la sensación de frescor. Rosa asalmonado. Fina nariz con flores secas, pan tostado, anisados. Boca sabroso, seco, con abundante fruta roja ácida, intenso, buena estructura, y con final amargo. En torno a 80 € la botella de 75 cl.
Paz Espejo, que se inició en el mundo del vino en Remelluri, dirige Château Lanessan desde agosto de 2009. La familia Bouteiller, que ha mantenido la propiedad desde 1793, buscó alguien de fuera para dar nuevos bríos a esta bella finca situada en la zona de Haut-Médoc que cuenta con 45 hectáreas de viñedo rodeadas de bosque. Hay una bonita historia anterior que relaciona el château con España. Jean Pineau, el enólogo francés que fue contratado por la Diputación de Álava para implantar el método bordelés en Rioja Alavesa y que acabó elaborando los primeros Riscal para Camilo Hurtado de Amézaga, fue su chef de cave. De la bodega bordelesa catamos su primer vino, Château Lanessan 2011. Cereza. Limpio en nariz, con clásicas notas de sotobosque y grosella. Boca cuerpo medio, muy delineado por su acidez, algo de tanicidad, carácter terroso. Desde 13,80 € vía Wine Searcher.
La familia Torres se instaló en Chile en 1979. Miguel Torres Maczassek, que dirigió la bodega del país andino desde 2010 hasta su nombramiento como director general en septiembre de 2012 y sucesor oficial de su padre al frente del grupo, habló de un paraíso vitícola entre dos fuentes de frescor, la Cordillera y el Pacífico. Para la cata presentó uno de sus vinos de variedades autóctonas, Cordillera Carignan 2011, procedente de un viñedo de 17 hectáreas ubicado en Maule. La variedad, que se introdujo en el país en los años 30 del siglo pasado y se utilizaba para dar color a los vinos de la autóctona país, se expresa de manera muy diferente a los ejemplos que tenemos en España. “Hay menos degradación de ácidos por la amplitud térmica,” señaló Miguel Torres Jr. Picota intenso. Existe un interesante grupo de elaboradores llamado Vigno centrado en defender los cultivos de estas cariñenas en vaso y de secano plantadas en la región de Maule y en el que participa Miguel Torres. Muy aromático, con fruta casi cítrica, lavanda, pimienta negra. Boca con bastante menos estructura que las españolas, carácter de fruta de zarza. Desde 17,72 € vía Wine Searcher.
David Pagan Castaño procede de la estirpe de los Castaño en Yecla. Tras trabajar en la bodega familiar y ganar experiencia en firmas del Nuevo y Viejo Mundo, es el flamante director técnico de Potomac Winery en Virginia. En su presentación, Pedro Ballesteros no pudo evitar citar a Thomas Jefferson, probablemente el primer wine geek de la historia, obsesionado por cultivar la vid (sin éxito) en su plantación de Virginia. David no pudo presentar el vino en persona y la botella que llegó a nuestra mesa no estaba en buenas condiciones, pero la historia detrás de su Vino Camino 2012/2013 es de lo más exótica: combina un 80% de monastrell de Yecla, cuyas uvas cruzan el Atlántico para fermentar en Virginia, con un 20% de cabernet franc americana, que es la variedad que mejor se comporta en esa zona. Para Pagan Castaño, es la mejor forma de explicar su propia trayectoria como enólogo. Precio: 29,99 $ en la web de la bodega.
El vino de Susana Esteban, una gallega de Tui que lleva desde 2002 trabajando en Portugal y se nota mucho incluso en su acento, fue uno de mis favoritos de la cata. Esteban fue enóloga en Quinta de Cotto y Quinta do Crasto en el Douro antes de trasladarse al Alentejo, donde asesora a varias bodegas y ha iniciado su propio proyecto personal. El vino que probamos se llama Procura 2013 (sólo 5.100 botellas, desde 29,50 € vía Wine Searcher) y está elaborado con un viña de Alicante Bouschet de suelos de esquisto de la zona de Évora y otra que combina multitud de variedades en Portoalegre, en el parque natural de la Sierra de Mamede, a casi a 80 kilómetros de distancia. Amoratado. Intenso, mucha fruta negra y bayas (zarza), especiado, pimienta negra, con mucha fuerza y frescura. Boca potente, delicioso, fresco, tánico, pero bebible. Tiene ese punto salvaje y de fruta arrolladora de la alicante bouschet que es capaz de despertar cualquier paladar.
Los tintos portugueses brillaron con luz propia en la cata. Tras la pequeña decepción de que el vino de Raúl Pérez no fuera el que elabora en Sudáfrica junto a Eben Sadie como estaba anunciado, sino el Ultreia Douro 2011 que hace con Dirk Niepoort, hay que reconocer el arte de este enólogo, en ocasiones irregular, pero siempre capaz de sorprender y de ofrecer expresiones bellas y depuradas de distintos paisajes. Raúl no pudo acudir a la presentación, pero el vino, con un mezcla de variedades que incluía tinta amarela, tinta barroca, touriga franca o touriga nacional entre otras, habló alto y claro. Picota granate. Fino y aromático, expresión de fruta crujiente, ligera nota de cuero. Boca sabroso, lleva raspón y se nota en el carácter herbáceo, pero está bien trabajado y hay buena textura; un vino sápido, fresco, largo, expresivo. Desde 31,50 € en El Sumiller o vía Wine Searcher.
José Manuel Ortega Fournier dejó su trabajo en el Banco Santander por su pasión por el vino que le llevó a construir un grupo vinícola con bodegas en Argentina, Chile y España (Ribera del Duero). Argentina fue el primer proyecto y el que le dio a conocer en el sector. Los viñedos están situados en una de las zonas más altas de Mendoza, el valle de Uco, con diferencias térmicas muy marcadas entre el día y la noche. La hermana de José Manuel, Natalia Ortega, plenamente integrada también en el proyecto, presentó O. Fournier Malbec 2007, la marca top de la bodega. Negro apicotado. Potente, oscuro y mineral en nariz con aromas de tinta, fruta muy madura en licor y toques especiados (regaliz). Boca equilibrado, buena textura, ligeramente alcohólico, pero con consistencia. 52,90 € en Bodeboca y desde 59 € vía Wine Searcher.
A la bodega, situada en Luján de Cuyo (Mendoza) a unos 1.050 metros de altitud, se la bautizó Séptima simplemente porque era la séptima bodega del grupo Codorníu. El viñedo, de 185 hectáreas, cuenta en la actualidad con 153 en producción. El director de marketing de Codorníu, Víctor Sánchez, recordó que los lazos de la firma catalana con Argentina se remontan a una de las cavas más antiguas de la bodega en Sant Sadurní d’Anoia, a la que se bautizó como Cava Buenos Aires. El vino elegido para la cata fue Séptima Gran Reserva 2012, un acertado coupage de 50% malbec, 38% cabernet sauvignon y 12% tannat. Negro apicotado. Comparte ciertas características con el malbec de O. Fournier como el carácter oscuro de tinta y fruta negra (arándanos), pero aquí con notas especiadas (pimienta negra y verde). Boca fresco pese al alto grado, con agradable textura que aporta elegancia. Desde 18,95 € en Celler de Gelida y vía Wine Searcher.
La cata se cerró por todo lo alto con uno de los tokajis de Oremus, la bodega que el grupo Vega Sicilia adquirió en 1993 en esta mágica región de Hungría con una vocación natural para la elaboración de vinos dulces con uvas afectadas por la podredumbre noble. El periodista Luis García, en representación de la bodega, destacó el alto porcentaje de uvas de la variedad furmint que están presentes en los vinos de Oremus. El Oremus 6 Puttonyos 2000 representa la mayor concentración posible de dulzor con excepción del llamado “Esencia” ya que por cada barrica de mosto se añaden seis cestas de 25 kilos de uvas botritizadas. Ámbar dorado. Gran complejidad aromática con leves nota de pasa, toques melosos, fruta de hueso y notas cítricas (mandarina, naranja). Muy concentrado en boca, con maravillosa acidez cítrica (mandarina) y mucha fruta de hueso vibrante). Gran recorrido y longitud. Desde 65,50 € la botella de 37,5 cl. en el Celler de Gelida. Más opciones vía Wine Searcher.