Cuando un europeo busca inspiración, siempre mira a Londres. Los británicos parecen tener un talento especial para la creatividad y el emprendimiento del que carecen otros países. ¿Puede ser cosa de nuestra educación, Sir Ken Robinson? Sea lo que sea, eso es lo que yo iba buscando durante mi última visita a Londres. ¿Qué se cocía en el mundo del vino?
En primer lugar, tal y como lo reflejaba el diario The Telegraph el pasado mes de octubre, cuando se anunciaron las nuevas estrellas Michelin, comprobé que los gastro-pubs y los ambientes relajados frecuentados por el público más hipster eran los lugares a los que tenía que dirigirme. Pero, antes de continuar, una pequeña advertencia: en Londres, “informal”, “relajado” y “hipster” no son sinónimos de económico. No necesariamente.
Empezando con los restaurantes españoles, Salvador & Amanda, con sus dos locales en Londres, son un ejemplo de cómo lo español está contribuyendo al panorama londinense de restaurantes informales que ofrecen comida auténtica y vinos fáciles de entender para acompañarla. Salvador y Amanda cuenta con una lista de vinos corta (entiéndase “corto” como virtud), sin riesgos innecesarios y a precios asequibles. Nada fuera de pistas, pero suficientes vinos como para acompañar cada plato de la carta.
El Pirata celebró en 2014 sus 20 años en Mayfair. Puede presumir de numerosas críticas positivas sobre su menú de tapas y, sobre todo, sobre su carta de vinos, uno de los puntos fuertes del restaurante y ganadora regional en el Concurso de Cartas de Vino Españolas. La lista es extensa y cubre todas las categorías posibles, incluyendo vinos dulces, cava y jerez. No defraudará a nadie en busca de vinos españoles interesantes: marcas reconocidas, regiones emergentes, vinos ligeros, con cuerpo, clásicos, recién llegados, etc…
Y, si tenemos que mencionar proyectos españoles de restauración, es obligatorio hablar de Barrafina en Frith Street y de su flamante estrella Michelin. Sam & Eddie Hart abrieron Fino (otra institución española en Londres) en el año 2003 inspirados por Cal Pep, en Barcelona. Sin embargo, Fino era demasiado grande para ese concepto. En 2007, el primer Barrafina abrió en Frith Street y en 2013, nació el segundo en Adelaide Street (Covent Garden). El concepto es genial: una barra en la que disfrutar una selección corta de platos deliciosos y contemporáneos, llenos de sabor e ingredientes auténticos. La carta de vinos también es corta, relevante y “al grano”: txakoli, ribeiro, albillo de Madrid, manzanilla pasada en rama seleccionada para Hart Brothers, bobal, carinyena del Empordà, garnacha, graciano… Conciso e interesante. ¿Qué más se puede pedir?
Y, dejando a un lado los restaurantes puramente españoles, nos dirigimos a Marylebone High Street, parada obligada en cualquier viaje a Londres. En el número 89, encontrarás Fish Works, con un segundo restaurante en Swallow Street, e incluido en el libro Where Chefs Eat. Es un restaurante espectacular -obviamente especializado en pescado fresco- en el que puedes elegir el pescado directamente en el mostrador de la entrada o bien comer a la carta. Los vinos españoles están presentes en la selección de vino por copas (Volteo Garnacha, Ramón Bilbao, Fasto Verdejo y Mar de Frades). Su vino de la casa también es español: Xarel-lo de Ferret Guasch.
Y, cuanto más hipster te pones, más hacia el este te tienes que dirigir en Londres: así que allá fuimos. Empezando por el sudeste, en London Bridge y Bermondsey, hogar del Wine & Spirits Education Trust, Vinopolis, el bar español Brindisa y Borough Market. Me gusta pasar por delante del apartamento de Bridget Jones, encima del pub The Globe, y colarme en Bedale’s, una de las mejores tiendas de vinos de Londres. Cuentan con otros dos locales en Londres: en el precioso mercado de Leadenhall en la City y en Spitalfields, epicentro de las nuevas tendencias y maneras alternativas de vivir y trabajar.
La fiebre del “street food” avanza en todo el mundo, pero Londres ha encontrado en esta tendencia una vía perfecta para armonizar su inclinación innata hacia la comida rápida con el gusto hipster por los ingredientes naturales. Y, como no puede ser de otra manera… La comida callejera se combina con “los vinos callejeros”.
En primer lugar, están los contenedores. Los hemos visto en todas partes, sobre todo en South Bank. Encontramos una tienda pop-up con terraza construida para el importador y distribuidor de grandes vinos Vinorium. Se podía disfrutar de una copa de Luis Cañas o Álvaro Palacios, mientras contemplabas el Támesis. ¡Un lujo! (¡Si te gusta la idea de los contenedores, echa un vistazo a Boxpark, en Shoreditch!).
Y, por último, como guinda del pastel de este paseo por el Londres más actual, nos chocamos con el Wondering Wine Bar, un bar de vinos pop-up que se despliega en eventos a lo largo y ancho del Reino Unido y que también incluye algunos vinos españoles en su oferta: Bodegas Castro Martín, Freixenet y Dinastía Vivanco.
Como veis, Londres es cada vez más una fuente de inspiración para mentes enológicas inquietas.