Las primeras estrellas españolas de la venta en primeur fueron L’Ermita de Álvaro Palacios y Pingus de Peter Sisseck, señala Quim Vila, de Vila Viniteca. “Esta práctica es nueva en España. Somos unas 10 empresas ofreciendo un servicio muy habitual en Francia, Bélgica, Suiza o Reino Unido. Nosotros llevamos 25 años y eso, en el mundo del vino, es muy poco”, apunta.
En este tiempo ha crecido el interés de consumidores privados, frente a la restauración, que ha sido la destinataria tradicional de la venta a la avanzada. Tal y como lo ve Vila, “hay gente a la que le gusta comprar y guardar vino, que tienen bodegas bien acondicionadas o cámaras climatizadoras que antes no existían. Hay un nuevo consumidor ávido de guardar cosas que en un tiempo van a desaparecer del mercado”.
Sergi Arana, responsable de venta en primeur de Primeras Marcas, habla también del interés de los particulares por los formatos grandes, verticales e incluso rarezas. “En Francia el 80% de la venta a la avanzada se dirige a particulares”, recuerda.
Parte del grupo Juvé & Camps, Primeras Marcas se ha centrado históricamente en Burdeos y, de hecho, lleva vendiendo en primeur los vinos de esta región en España desde 1987. Las primeras etiquetas españolas que ofreció por este sistema a mediados de los 2000 fueron Ánima Negra (Mallorca), Viña Sastre (Ribera del Duero) y Mas Martinet (Priorat).
“Catar en primeur es un ejercicio difícil y atípico que se aprende probando añadas distintas con el paso de los años”, señala Arana. “En estos vinos no terminados hay que buscar la calidad y cantidad de cada cosa: fruta, acidez, madera… Con esto y con la cata a etiqueta vista, que te permite tener en cuenta la trayectoria del château o del productor, tienes que intentar visualizar cómo terminará el vino”.
Vila, que lleva 25 años yendo a los primeurs de Burdeos, está de acuerdo en que se trata de un aprendizaje. “Cuando has probado muchas añadas, empiezas a tener referentes. Recuerdo el impacto de la acidez la primera vez que probé vinos alemanes jóvenes. En Burdeos es más el tanino y en Borgoña en marzo muchos vinos no han hecho aún la maloláctica”, explica. En España pone el ejemplo de los tintos de Toro que se pueden mostrar muy cerrados o la reducción que aparece con frecuencia en las mencías de Bierzo y las garnachas de Gredos.
También puntualiza que los vinos cambian mucho en esta fase inicial y que hay diferencias entre la cata previa en bodega con los productores y las que realizan después con el equipo de ventas y para prensa y clientes.
Y los estilos evolucionan. En 50 años, Burdeos, el gran paradigma del negocio de vender el vino antes de que esté acabado, ha pasado de no poder madurar sus uvas en todas las añadas a caer en la extracción y la sobremaduración para, finalmente, reinventarse en clave de elegancia. “Ya no les hace falta sobremadurar y además están abandonando la barrica nueva para adaptarse al cambio climático, lo que ayuda a conseguir taninos más finos y delicados dentro de una moda general que busca vinos de menos impacto. Pasa también en Borgoña donde Louis Jadot está introduciendo foudres, que es un formato más propio de zonas del Mediterráneo como Châteauneuf-du-Pape, Italia o el Levante español. Se está ganando mucho en precisión”, apunta Vila.
“Cada vez se hacen vinos más inmediatos”, corrobora Sergi Arana. “Esto de que los Burdeos más caros hay que guardarlos 30 años cada vez funciona menos. Se junta el cambio en la vinificación, con el clima y un tercer factor, que es que estamos catando los primeurs un poco más tarde que hace unos años”.
Más allá de un precio más ventajoso, ¿cuál es el principal atractivo de comprar vinos españoles en primeur? Según Vila, “es relativamente fácil encontrar grandes vinos de Burdeos de muchas añadas, pero no tanto de L’Ermita o Pingus, y desde luego no puedes encontrar seis botellas de Rumbo al Norte por mucho que quieras pagar por ellas”.
Sergi Arana insiste en el origen: “Cuando hablamos de grandes vinos como El Pisón no hay nada más seguro que comprar a la avanzada y directamente de bodega, en lugar de tener que buscar una botella mucho tiempo después sin saber muy bien dónde ha estado”.
Aquí están nuestras impresiones de la cata. Hemos ordenado los vinos por bodegas y éstas por orden alfabético. Los vinos de Artadi, Mas Martinet, Dominio de Calogía y Viña Sastre los catamos en el salón de Primeras Marcas; el resto en el de Vila Viniteca.
Os remitimos al artículo que publicamos a finales de marzo con la celebración de los 25 años de Descendientes de J. Palacios en Bierzo, que fue acompañada de una degustación en primeur de sus 2023, más los vinos que elabora Álvaro Palacios en Rioja y Priorat.
En Madrid pudimos recatar los vinos de Rioja con Álvaro y su hija Lola. El nuevo Valdelarreina, que se elabora por primera vez en la añada 2023, se mostró con más carga floral y herbal en nariz, y más expresividad de la garnacha, que ofrecía su cara más sexy, pero sin perder sapidez en el paladar. Y Quiñón de Valmira seguía sorprendiendo por su intensidad aromática.
La novedad fue Valdafoz, el paraje de Bierzo que se embotella en exclusiva para Vila Viniteca que se encontraba ligeramente reducido (ocurre a menudo con la mencía) y con bastante firmeza en el paladar, pero mostrando el carácter de frutillos del bosque de la variedad.
La familia López de Lacalle estuvo bien representada en el salón de Primeras Marcas de la mano de Juan Carlos, su mujer Pilar y su hija Patricia, quien nos comentaba que están orientando la crianza a barricas grandes de 600 litros. Juan Carlos nos confesó que cada vez le importa menos a qué huelen o saben los vinos y que el empeño actual de la familia está en sacar la esencia de cada viña.
Encontramos la característica fruta roja de Laguardia en la mayoría de los vinos. Según Patricia, hay algo más de sensación de calor en los 23 que en los 22 porque aunque esta última fue más cálida, la vendimia 2023 estuvo más marcada por la ola de calor de finales de agosto. Había notas lácticas y taninos firmes en Valdeginés, viñedo de exposición este, y más definición y algo más de maduración en La Poza de Ballesteros, que mira al lado contrario, al oeste, y que se mostró un poco más hecho. Muy interesante la viveza y jugosidad de El Carretil, con fruta roja crujiente y notas florales, muy equilibrado y con un tanino ya muy fino. Más madurez de fruta de nuevo en Viña El Pisón con un territorio propio y un punto exuberante, con algún recuerdo de piel de naranja y textura envolvente en boca; los taninos firmes pero bien elegantes.
Dani Landi y Fernando García nos hablaron de 2023 como una añada dual, seca en esencia, pero con lluvia y frío en dos momentos muy precisos: final de mayo-principio de junio, y septiembre que, con DANA incluida, registró 200 litros. La describen como una 2020 con frescura y es, además, una añada corta con apenas un foudre de entre 1000 y 1400 litros de cada uno de sus parcelarios.
En cata los vinos estaban sorprendentemente abiertos y expresivos en nariz frente a la reducción que suelen tener habitualmente en este estadio –Fernando García considera que es una añada más inmediata. Fascinante Las Umbrías con su fruta roja crujiente y su carácter herbal fresco y profundo; muy mentolado en esta añada Las Iruelas, con un centro de boca más lleno acorde con los suelos de esquisto. En El Tamboril nos quedamos con el duelo entre su parte aérea (talco, pétalos, pimienta rosa) y un paladar firme y terroso. Muy expresivo Tumba del Rey Moro, también perfumado pero con más madurez de fruta, tanino herbáceo fino e integrado, con mucha persistencia. La nariz más exótica fue la del Rumbo al Norte: mandarina, especias dulces, bollería. Intensidad máxima en el paladar, con gran apertura aromática y persistencia.
Hay siempre mucho debate sobre la evolución de los vinos de Comando G y su capacidad de envejecimiento. Si hacemos caso de Fernando García y consideramos 2023 una añada inmediata, cualquiera de ellos merece bastante la pena para consumir en una horquilla de tres-siete años. ¿Por qué posponer lo que da un gran placer inmediato?
De los vinos que Comando G elabora en Gredos para Uvas Felices, el proyecto como productor de Vila Viniteca, nos quedamos en la añada 2023 con La Mujer Cañón, que combina la fruta crujiente de la garnacha, con más fruta en centro de boca, con un fondo mineral, entre piedra seca y terroso. Hay un vino nuevo, más goloso y asequible en precio, Voladuras, que se elabora con un viñedo de algo más de una hectárea situado a escasos 100 metros de La Mujer Cañón; para esta primera añada se han seleccionado las cepas centrales de la parcela.
Encontramos bastante consistencia en los vinos de Benjamín Romeo teniendo en cuenta las dificultades de la cosecha 2023, incluido el granizo que afectó a unos cuantos viñedos de San Vicente de la Sonsierra. Mucha fruta y amplitud en el blanco Qué bonito Cacareaba, con su parte mineral, contraste entre notas secas y melosas y acidez suficiente para un año complicado.
Los tintos aún pasarán casi nueve meses más en madera antes del embotellado. La Cueva del Contador, con abundantes balsámicos, madurez contenida y taninos granulados, se ha apoyado este año en viñas elevadas y de media altura. Con más fruta roja que negra, estaba bastante expresivo en nariz. Contador mostraba más concentración, pero una fruta roja muy atractiva en nariz (este año hay un 6% de garnacha de viña vieja en cofermentación) que luego se hace más licorosa en boca; firme, profundo y más civilizado que otras añadas marcadas por la potencia.
Romeo llevó dos muestras de estos dos vinos de la añada 2018 que considera similar a 2023. En La Cueva, el estilo era un poco más extractivo en 2018, pero en Contador la evolución aportaba muchos matices y destacaba por su persistencia.
Además de su gama de la Sonsierra, Eduardo Eguren presentó su tinto fino de Ribera del Duero de perfil poco extractivo y la garnacha del Najerilla elaborada con uvas de Cordovín (el nombre en clave es CDVIN), de perfil ligeramente más cálido que en añadas anteriores. En los dos tops de gama, Yelsones y sobre todo El Tiznado conjuga profundidad y jugosidad en esta añada. La opción para los presupuestos más ajustados sería Septeno, un tempranillo de La Canoca que acerca al consumidor el estilo de los nuevos riojas de pequeño productor que buscan perfiles más aéreos y delicados y un punto de maduración más “al dente”.
Del nuevo proyecto de José Manuel Pérez Ovejas probamos el tinto central que lleva el nombre de la bodega, muy fresco, con abundante fruta roja, cuerpo medio, buena textura y un tanino ya casi accesible; y el top Cuvée S, mucho más firme y concentrado, pensado sin duda para el largo plazo, pero un poco duro en este momento.
Como cabía esperar, el vino más abierto de Mas Martinet fue la garnacha cultivada en altitud Els Escurçons: muy fragante, con notas de piel de naranja y toques herbales frescos; un perfil mediterráneo aromático y lleno de matices. Con presencia dominante de cariñenas viejas, Camí Pesseroles es la cara opuesta muy marcada por esa austeridad seca y profunda del Priorat, más conectada con el suelo, y taninos más presentes. Entre medias, Clos Martinet mantenía la firmeza, con un perfil muy serio, probablemente por la sequía acumulada en la región, pero más en términos de concentración que de una elevada maduración. Els Escurçons es amor a primera vista; a los otros hay que esperarlos.
Los 2023 confirman la búsqueda de vinos más sutiles y de grado alcohólico moderado para la zona (por debajo de 13% vol. PSI y Flor de Pingus, y en 14% Pingus). Sorprende que las 340.000 botellas de PSI, el tinto regional de Peter Sisseck, se vendan todas a la avanzada. A poco más de 25 € botella para un vino que se vende en el entorno de los 42 €, puede ser una marca con la que iniciarse en la experiencia de la compra en primeur sin realizar un gran desembolso. El perfil: notas de frambuesa sobre fondo terroso, cuerpo medio y buena persistencia en una mezcla de tempranillo con un 8% de garnacha.
Flor de Pingus se va ya por encima de los 100 €, con una maduración de uva comedida, buena concentración huyendo de la calidez y en este estadio más equilibrado que complejo. En esta añada 23 solo hay un 20% de roble nuevo y Pingus es 100% barrica usada. El perfil es mucho más complejo e indefinible con fruta azul, algo de regaliz y una combinación muy atractiva de profundidad y jugosidad.
Las bodegas de la familia Eguren presentan distintas añadas en primeur en función de la filosofía de cada vino (de Amancio, por ejemplo, se vende la 2022). En este artículo nos centramos en los 2023. Con un 50% del vino elaborado en maceración carbónica, el Colección Privada se beneficia de mucha fruta fresca que le da un atractivo inmediato. Todo lo contrario que El Bosque, muy concentrado y firme, pero con buena acidez para pensar en un buen desarrollo futuro. Mágico, que se mueve por encima de los 400 € a la avanzada, es un field blend de ocho variedades tintas (con excepción de la garnacha que se vinifica por separado y se añade después) y resto de blanco. Muy impresionante por la energía, pureza y concentración de la fruta que se impone sin problema sobre la madera.
Con muchas menos complicaciones que en Rioja, nos contaban que la maduración fue bastante lenta, lo que siempre es un factor cualitativo en Toro. Nos encantó la frescura, equilibrio y carácter de fruta azul de Almirez, que es el vino perfecto para iniciarse sin riesgos en la venta a la avanzada teniendo en cuenta que cuesta unos 16 € frente a los 22-25 € de la añada en mercado.
Con maduraciones de uva muy bien moduladas y sin excesos, vimos un perfil más tánico y mineral en Victorino frente al equilibrio, la profundidad y buena integración del alcohol con la que se expresaba en un estadio tan incipiente Alabaster.
Los 2023 de esta conocida bodega de La Horra (Burgos) mostraban bastante peso de madera pero con el suficiente equilibrio, potencia frutal y buenas maduraciones como para integrarla en el futuro. Nos pareció algo más oscuro en su expresión el Regina Vides (fruta negra, chimenea) frente a un Pago de Santa Cruz que combinaba fruta roja y negra, con el toque ligeramente dulce del roble americano (Regina Vides se cría en roble francés) y buena frescura en el paladar.
Más difícil nos resultó catar los vinos que elabora la familia Eguren en Laguardia por la mayor presencia de la madera en este estadio de la elaboración. El Córner del Puntido, que es una parte de la viña del Puntido cercana a La Nieta y con el mismo suelo pobre y muy poco profundo, mostraba tensión y fruta roja, pero el roble estaba muy presente, mientras que en La Nieta encontramos un perfil similar pero con algo más de peso de fruta.
NUESTRAS SELECCIONES: DOS CAJAS DE SEIS
Hemos jugado a hacer dos cajas de seis a partir de los vinos catados buscando diversidad de productores y estilos. Los precios que figuran son para cliente final en el caso de Vila Viniteca y un precio aproximado de lo que se puede encontrar en el mercado en el caso de Primeras Marcas. Algunos de estos vinos están ya a la venta en portales tan conocidos como Bodeboca o Decántalo lo que, sin duda, ayudará a democratizar la experiencia de la venta a la avanzada.
De Vila Viniteca. Dos vinos para disfrutar sin necesidad de esperar mucho, un rioja, un ribera. Un escalón más arriba, un bierzo de paraje con potencial de desarrollo en botella y precio más asequible que Las Lamas o Moncerbal y un tinto con opción de guarda de San Vicente de la Sonsierra pero más asequible en precio y estilo que Contador. En Comando G me quedo con Las Umbrías, un favorito personal. Y buscando algo con más capacidad de desarrollo en botella rompería una lanza por Toro y me iría a ese Alabaster que ha nacido naturalmente equilibrado.
VINO
|
PRECIO
€ |
Septeno |
56,80
€ |
Psi |
29,28
€ |
Valdafoz |
72,60
€ |
La Cueva del Contador |
65,34
€ |
Las Umbrías |
142,78
€ |
Alabaster |
136,42
€ |
TOTAL |
503,22
€ |
De Primeras Marcas. El vino más accesible y aéreo de Martinet y otro para esperarle en la botella, de Artadi también uno más accesible, Valdeginés, y otro con más recorrido, El Carretil: y dos riberas con una cierta concepción clásica de la región, el Pago de Santa Cruz con el punto tradicional del roble americano y Calogía en una versión más refinada de roble francés. Los dos, y en especial Pago de Santa Cruz, para disfrutarlos con bastante botella.
VINO
|
PRECIO |
Les Escurçons |
64,37
€ |
Clos Martinet |
49,21
€ |
Valdeginés |
44,50
€ |
El Carretil |
160,00
€ |
Pago de Santa Cruz |
48,00
€ |
Dominio de Calogía |
59,38
€ |
TOTAL |
425,46
€ |