“En Priorat no se puede hacer nada con prisa. El tiempo pertenece a la estructura del lugar y las viñas tienen su propio ritmo. Es algo que hemos tenido que aprender”, dice Valentí Llagostera, contraponiendo el ajetreo de la ciudad con el silencio que impera en esta región accidentada y recóndita, llena de carreteras sinuosas que obligan a levantar el pie del acelerador.
Los vinos también necesitan su tiempo para desarrollarse y expresar un terruño con características muy marcadas: suelos de pizarra (llicorella), exposiciones variadas y el carácter, a menudo contrapuesto, de garnachas y cariñenas, las dos uvas centrales de la región. Catar estas dos variedades por separado y en ensamblaje con una perspectiva de 20 años fue una experiencia única y mostró las distintas maneras en las que el territorio se abre paso en la copa. La selección de añadas que referenciamos más abajo es la retrospectiva más extensa realizada hasta la fecha por la bodega.
¿Qué ha cambiado en estos 20 años? En la viña sobre todo la constatación de que el coster (plantación directa en la pendiente) y las variedades locales (garnacha y cariñena) funcionan mejor. En Más Doix están reconvirtiendo las espalderas que plantaron en los 2000 a una conducción con tutores y se han desecho prácticamente de las cabernet y merlot limitando el capítulo de uvas internacionales a una syrah bien adatada y que, en plantaciones de unos 25 años, aporta color, madurez y notas especiadas.
“El trabajo con mulas tiene todo el sentido en el coster”, señala Valentí Llagostera. “Los suelos están más sueltos y cuando llueve, el agua entra en vertical y no hay erosión”. Este trabajo les está ayudando también a frenar la caída de rendimientos en las viñas viejas. “Aquí las cepas no llegan a morir, pero la madera exterior se seca tanto que no circula la savia y se secan los nuevos brotes”, explica.
La dureza del paisaje y el cultivo determinan rendimientos muy bajos de apenas 300 gramos por planta en los viñedos centenarios. En 2020, año de alta incidencia del mildiu, solo se alcanzaron las 50.000 botellas frente a una media entre 70.000 y 80.000 botellas. En 2021, en cambio, la nevada de inicio de año, las lluvias refrescantes del verano y unas temperaturas suaves por debajo de la media se tradujeron en una cosecha fresca y abundante en la que se podrían alcanzar las 100.000 botellas.
El futuro de Mas Doix se escribe en clave de nuevas alianzas. La firma creada en 1998 por los hermanos Ramón y Valentí Llagostera y la familia Doix, con tradición vitícola anterior a la filoxera, inició una nueva etapa en 2019. Los Llagostera adquirieron la parte de los Doix y se asociaron al 50% con un inversor capitalista capaz de financiar la construcción de nuevas instalaciones.
El insólito nuevo socio es Cliff Lede, empresario canadiense del mundo de la construcción, amante del arte y la música, y fundador de la bodega que lleva su nombre en Napa Valley (California). La conexión fue posible gracias a Remi Cohen, directora de operaciones de Lede Family Wines, quien durante un viaje de prospección a Europa (Italia era el destino favorito para invertir) aprovechó una parada en España para visitar al productor de Salanques porque era uno de sus tintos favoritos.
Situada en lo alto de una colina, rodeada de viñedos y con fabulosas vistas a Poboleda, la nueva bodega es obra de Xavier Llagostera, el hermano arquitecto de Ramón y Valentí. La construcción se ha realizado de acuerdo con criterios de sostenibilidad. Funciona con placas fotovoltaicas y un generador que da apoyo en vendimia. Si la cubierta está diseñada para recoger el máximo posible de agua de la lluvia, el edificio se ha recubierto con la propia pizarra que se extrajo durante la construcción.
Operativa desde la cosecha 2019, está dando más juego en la elaboración gracias a la introducción de un tino y de depósitos de hormigón donde ya se han realizado las primeras experiencias de fermentación y crianza. De este material les gusta que clarifica muy bien los vinos, preserva la fruta y la acidez y permite trabajar bien los taninos. Hasta entonces todas las fermentaciones se realizaban en acero inoxidable.
Otro elemento clave del carácter de los vinos de Mas Doix está asociado a la ubicación de sus viñedos en uno de los municipios más frescos del Priorat. Encajado entre las sierras del Montsant y de Molló, Poboleda se beneficia de los vientos fríos que llegan de noreste y queda menos expuesto a la influencia cálida del Ebro. La temperatura suele ser un grado y medio inferior a la media del Priorat y la pluviometría un 10% más elevada. De ahí que se lo conozca como “la frescal del Priorat”.
Según el enólogo Sergi Batet, los pHs de las cariñenas se suelen situar entre 3,3 y 3,5 mientras que la garnacha tiene índices más bajos en el entorno 3,2.
En la práctica, y la cata lo demostró, estas dos variedades pueden llegar a comportarse de forma muy diferente. Ahora mismo, el histórico de la cariñena centenaria 1902 es bastante más largo. Se ha estado elaborando regularmente desde 2009 con excepción de 2011 y tampoco se hará en 2020 a causa del mildiu que se cebó especialmente en esta casta. La garnacha centenaria 1903 arrancó en la añada 2015.
En 2011 no se elaboró ninguno de los grandes tintos de la casa; sus uvas fueron a Salanques. Fue un año seco y cálido con temperaturas nocturnas muy altas durante el mes de agosto hasta los 23ºC. En Mas Doix se considera la vendimia más temprana y sobremadura de la historia.
Aquí abajo vemos el gráfico con la integral térmica de los últimos años en la región. A continuación, hemos incluido un cuadro con la pluviometría y la temperatura media anual desde 1999 a 2021.
AÑO |
PLUVIOMETRÍA
(mm) |
TEMPERATURA
(ºC) |
1999 |
sin datos |
14,7 |
2000 |
707 |
15,1 |
2001 |
432 |
14,9 |
2002 |
605 |
15,1 |
2003 |
640 |
sin datos |
2004 |
407 |
14,9 |
2005 |
460 |
sin datos |
2006 |
334 |
15,9 |
2007 |
395 |
15,1 |
2008 |
680 |
14,9 |
2009 |
440 |
15,6 |
2010 |
518 |
14,5 |
2011 |
422 |
15,9 |
2012 |
410 |
15,5 |
2013 |
620 |
14,9 |
2014 |
545 |
15,9 |
2015 |
360 |
15,8 |
2016 |
450 |
15,5 |
2017 |
362 |
15,8 |
2018 |
700 |
15,6 |
2019 |
413 |
15,8 |
2020 |
633 |
15,8 |
2021 |
402 |
15,3 |
MEDIA |
480 |
15,3 |
La añada actualmente en mercado es 2018. La cosecha 2019 llevará ya el nombre de la viña, Coma de Cases, y la nueva presentación en botella borgoña que muestra la foto inferior; y en 2020 podrá etiquetarse con el distintivo de Vinya Classificada. La producción es minúscula: entre 300 y 400 botellas. Las uvas proceden de un coster de menos de una hectárea con orientación oeste en el que no da el sol hasta las diez o las once de la mañana. Es una pendiente que mira al valle y que siempre recibe aire, por lo que la sanidad es muy buena.
Gran parte de su singularidad se debe a un clon de garnacha muy específico de grano pequeño y piel fina y delicada, que contrasta con la piel dura y la tanicidad más agresiva de otros costers viejos. Los racimos se despalillan y se realiza una selección uva a uva. El vino fermenta en barricas abiertas donde hace también la maloláctica. No crían con lías, pero maceran en post fermentación durante unos cinco días. De la cosecha 2015 a la 2017 se trabajó con maderas más nuevas; a partir de 2018 se pasa a barricas usadas para preservar las notas balsámicas, trabajar más el tanino y obtener mayor amplitud en boca.
El vino se vende en el entorno de los 250-300 €.
2021 (muestra de barrica). Una cosecha generosa y equilibrada con refrescantes lluvias en verano que permitirá alcanzar las 500 botellas de producción. Limpio, fragante, fruta roja, fondo mineral de pizarra, va evolucionando a notas balsámicas. Con volumen en boca, pero gran acidez que aporta verticalidad y una leve nota caliente de pizarra al final. Muy pura y con gran longitud. Preciosa garnacha que podría pasar por más septentrional.
2020 (muestra de botellero). La garnacha se libró del mildiu. Fruta algo más madura que la anterior con una potente parte herbal sobre un fondo oscuro de pizarra y alguna nota de violeta. Fruta dulce, buena textura y tensión. Un vino casi cristalino y con excelente persistencia. Se va haciendo más aérea en la copa.
2018. Añada fría y lluviosa, pero con mucha fruta negra al inicio y más peso de la parte oscura. Fresco en boca, con algo de fruta de licor, buena intensidad y acidez que alarga el vino en boca. El tanino tiene algo más de peso, pero al evolucionar en copa se va acercando a la pureza de las dos anteriores.
2017. La escasez de lluvia en esta cosecha da algo más de austeridad al vino. Muy reconocible como priorat y algo menos aéreo que los dos primeros, con leves toques tostados y notas balsámicas en el fondo. Amplio, potente, con tanino firme y de madera, fruta en licor (arándanos) y un toque de violeta al final. Definitivamente, una expresión más madura.
2015. Primera añada en el mercado. En nariz destaca la dimensión balsámica y el perfil exuberante por encima del suelo y el roble. Excelente textura (la botella ha hecho muy bien su trabajo), acidez bien integrada también, con el mismo punto terroso y de tanino de madera que 2017, pero con una evolución más elegante.
Este vino supuso un punto de inflexión en la trayectoria de Mas Doix y de la región en su conjunto al aportar una percepción muy clara de que la cariñena podía alumbrar por si sola algunos de los mejores tintos del Priorat.
Se elabora a partir de varias viñas de cariñena plantadas a principios del siglo XX en el paraje de Tossal d’en Bou con orientación suroeste. La selección de fruta se ha ido sofisticando con el tiempo. En 2012 decidieron destinar la parte alta a este vino y el resto a Doix. 2019 será la primera añada que se comercialice como Gran Vinya Classificada.
Las primeras elaboraciones eran similares a lo que se hacía con Doix trabajando con barrica nueva y con más extracción de la que se realiza en la actualidad. El precio es el mismo que el de la garnacha. La producción no supera las 1.000 botellas.
2021 (muestra barrica). En esta añada se consiguió una maduración lenta y prácticamente perfecta. De color púrpura, el vino es profundo y floral, con frutillos azules (arándanos) y muchas hierbas mediterráneas. La acidez es casi cítrica en el paladar, con taninos mucho más firmes que en el caso de la garnacha. Impresionante final y retronasal: te invaden las notas florales durante un buen rato.
2019 (muestra botellero). Será la primera añada etiquetada como Tossal d’en Bou con categoría de Gran Vinya Classificada y presentada en botella borgoña. La cosecha estuvo marcada por la ola de calor de finales de junio que afectó más a la cariñena. El vino está ya bastante accesible y envolvente. Se siente más redondo y maduro, con recuerdos de fruta en confitura y toques melosos. Potente en el paladar, con buena acidez que da el contrapunto a esos toques más maduros. Persistente, pero no tan impresionante como 2021.
2018. La nueva cosecha que sale este año al mercado ofrece una nariz muy balsámica con notas oscuras y carácter mineral de la pizarra. Amplia y potente, la fruta dulce se funde perfectamente con la excelente acidez para construir un paladar jugoso, con taninos firmes, gran carga aromática y envolvente final con mucha presencia de notas balsámicas. Mucha elegancia y potencial de guarda.
2017. La cosecha actualmente en curso se mostró un poco cerrada al inicio, pero revelando poco a poco una nariz profunda, oscura (pizarra muy nítida) y de gran complejidad. Impresionante en boca: potente, balsámico, gran amplitud y fantástica textura. Un vino enorme. En esta añada se ven perfectamente los diferentes comportamientos de garnacha y cariñena. Si la primera sufrió más, la cariñena se muestra totalmente esplendorosa.
2013. En esta cosecha ya mítica y probablemente la mejor del siglo XXI en Priorat, el 1902 no decepcionó en absoluto. Complejo, fresco y profundo, muestra una finura única gracias al desarrollo en botella. Lo más sorprendente en el paladar es su juventud, con una acidez aún eléctrica, fantástica tensión, gran persistencia y una elegancia y refinamiento que pocas cariñenas pueden alcanzar.
2010. Otra muy buena añada, con climatología favorable y casi de libro, y con una expresión algo más reposada por su evolución en botella. Muy evidente la parte oscura y el carácter mineral de la pizarra con una leve nota tostada al fondo. El paladar destaca por la textura y una acidez que alarga el final de boca. La energía tan presente en añadas anteriores se empieza a moderar aquí dando paso a notas balsámicas.
Tuvimos también oportunidad de probar dos añadas que forman parte del proceso de creación de este vino y que nunca salieron al mercado. En la 2006 la madera estaba un poco presente en comparación con los vinos interiores, con notas licorosas y un tanino ligeramente más rústico, pero se mantenía increíblemente joven. La 2005 me pareció un poco más achocolatada en nariz, con fruta golosa en entrada de boca pero con muy buena tensión gracias a su excelente acidez.
Elaborado por primera vez en 1999, el tinto top de la bodega hasta la aparición del 1902 se elabora con viñas cultivadas en distintas zonas de Poboleda, por lo que encajaría en la categoría de vi de vila (vino de municipio). En el ensamblaje hay normalmente un poco más de cariñena que garnacha (55% frente a 45%). El estilo es un poco más extractivo. Se comercializa en el entorno de los 85-90 € en España y la producción oscila entre las 3.500 y 5.500 botellas. Es la etiqueta que le abrió a Mas Doix las puertas de los mercados internacionales, especialmente el norteamericano tras las altas puntuaciones concedidas por Robert Parker.
2018. La añada actualmente en mercado integra un poco de los mundos que representan cada una de las variedades. Muy reconocible como priorat por la parte mineral y oscura, pero con un buen contrapunto de fruta y notas balsámicas. Potente en boca, pero con una acidez que contrarresta todo y aporta persistencia.
2017. Más cubierto, maduro y oscuro que 2018, y con un fondo tostado. Mucho de todo: acidez, centro de boca, tanino. Una añada que pide más tiempo en botella.
2013. Notable intensidad aromática, con gran profundidad y leve presencia del roble. En boca es potente, amplio, maduro, con fantásticos mentolados que le confieren un carácter aromático y persisten en el paladar. Muy completo y lleno en boca. Quien tenga botellas de esta añada las puede seguir guardando sin problemas.
2002. Se nota la evolución en el color. En este momento había un 2% de merlot en el ensamblaje (quizás fue sugestión, pero encontré unas notas diferentes de sotobosque). El paladar está marcado por la acidez y el nervio que imprime la cariñena. Un vino aún muy vivo.
2001. Muy diferente del anterior, con mucha más presencia de la dimensión mineral de la zona. El paladar es súper fresco gracias a esa acidez que parece eterna y acaba con una rica nota dulce y sucrosa.