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1. Carlos Falcó fotografiado por Abel Valdenebro. 2. Carlos Falcó y su hija Xandra (foto cortesía de Grandes Pagos de España).

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Muere Carlos Falcó, gran pionero del vino español

Amaya Cervera | Domingo 22 de Marzo del 2020

Carlos Falcó, quinto marqués de Griñón y Grande de España, falleció el viernes 20 de marzo en la Fundación Jiménez Díaz de Madrid, víctima del coronavirus. Tenía 83 años y ostentaba también el título de marqués de Castel-Moncayo. 

Pionero en elaborar vinos de calidad en Castilla-La Mancha, siempre estuvo convencido de que el mayor viñedo del mundo podía convertirse en una nueva California o Australia. Fue también un gran divulgador de la cultura del vino a través de libros y artículos (su obra Entender de Vino va por su décimo tercera edición), y, sobre todo, una mente curiosa y viajera deseosa de aprender de los mejores y de posicionar los productos españoles, en especial el vino y el aceite, entre los mejores del mundo. 

Compañero de colegio de Juan Carlos I, su personalidad inquieta y activa le llevó a involucrarse en gran número de actividades. Fue cofundador del Club Siglo XXI y presidente del Círculo Español del Lujo Fortuny. En el sector de vino, se le recuerda como un hombre culto, extremadamente generoso, de un optimismo contagioso y gran amante del campo. “El vino es una forma de vida, es pasión y raíces”, decía Falcó en una entrevista que le hice en 2011 en la que también revelaba su afición por la historia, la jardinería, los viajes y la música clásica.

Para el español medio, sin embargo, siempre estará asociado a la prensa rosa desde su matrimonio con Isabel Preysler, del que nació Tamara Falcó, otra figura habitual de las revistas del corazón. Falcó tenía otros cuatro hijos de otros dos matrimonios. Xandra, nacida de su primera esposa Jeannine Girod, fue la única que siguió sus pasos en el mundo del vino y trabajó con él en la bodega familiar de Dominio de Valdepusa hasta 2018. 

De California a Toledo

Nacido en 1937 en Sevilla, Falcó empezó a interesarse por el vino mientras estudiaba la carrera de ingeniero agrónomo. Completó sus estudios en la Universidad de Davis en California, donde descubrió los cabernets mediterráneos y las técnicas de viticultura y elaboración del Nuevo Mundo. Tras su vuelta a España en 1964, tardó aún 10 años en poner en práctica muchas de las cosas aprendidas en Estados Unidos y en plantar las primeras cepas de cabernet sauvignon en la finca familiar de Dominio de Valdepusa en Malpica del Tajo (Toledo). “Las aventuras heterodoxas de cultivar en espaldera, regar con goteo e incluso traer variedades foráneas estaban prohibidas”, relataba en 2004 al periodista José Peñín con motivo de la concesión del galardón Hombre del Año por parte de la revista Sibaritas.

Carlos Falcó recordaba frecuentemente la bodega de tinajas subterránea de la finca familiar donde se elaboraban vinos de garnacha. La propiedad, en manos su familia desde 1292, siempre había producido vino y aceite a granel y su objetivo era transformarlos en productos de calidad embotellados.

El camino no fue fácil por el lastre de producir en una zona de escaso prestigio. Como recordaba José Peñín en el mismo artículo, “el vino más vendido de la gama Marqués de Griñón a finales de los ochenta era un blanco de Rueda que elaboraba con el enólogo Antonio Sanz y no precisamente los vinos de la finca toledana”. Posteriormente, un acuerdo accionarial con el grupo Arco permitió a Falcó impulsar los vinos de Valdepusa al tiempo que se desarrollaba una gama de vinos bajo la marca Marqués de Griñón.

Trabajar con los mejores

A principios de los 90 volvió a ser pionero plantando syrah y petit verdot en España. Diez años más tarde, no había cata de syrahs en revistas internacionales que no incluyera la que elaboraba en Toledo. Su petit verdot fue otro vino que marcó una época en España. En 2006, el syrah fue uno de los vinos elegidos en la primera cata monográfica de vinos españoles organizada por Wine Spectator con motivo de su Wine Experience celebrada en San Francisco.

Falcó siempre tuvo presente el modelo de grandes firmas familiares del mundo del vino como Mondavi o Antinori. Su carácter inquieto y pionero le llevó a aplicar las técnicas más modernas de viticultura en su viñedo de Malpica del Tajo. Trabajó estrechamente con Richard Smart, el gurú del momento, para aunar cantidad y calidad con sistemas de conducción como el Smart-Dyson o la lira. Pero no dudó en evolucionar con los tiempos. Su última innovación, un viñedo de graciano pensado para hacer frente al cambio climático, se plantó de la mano del microbiólogo francés y experto en suelos Claude Bourguignon

En el campo enológico tuvo como asesores a Émile Peynaud y Michel Rolland. Y cuando quiso producir aceite lo hizo de la mano del experto italiano Marco Mugelli para crear un producto de una finura e intensidad aromática que rompió moldes en España.

Carlos Falcó también fue un poderoso imán que atrajo inversores al mundo del vino como Marcial Gómez Sequeira (antiguo propietario de Sanitas) y el expresidente de Repsol Alfonso Cortina, instalados en sendas fincas cercanas de los Montes de Toledo, así como Alfonso de Hohenlohe, en Ronda o al empresario José María Entrecanales, al que animó a crear un proyecto vinícola en su finca toledana de La Verdosa (Méntrida).

Vinos de pago

Su defensa de los vinos de finca al estilo de los château de Burdeos le llevó a crear en el año 2000 la asociación Grandes Pagos de Castilla que se transformó posteriormente en Grandes Pagos de España para dar cabida a proyectos de toda la geografía española. Desde 2017 ejercía de presidente de honor del grupo.

Como figura pública con excelentes relaciones en el ámbito de la empresa y la política, llegó a influir de manera determinante en la legislación vinícola de Castilla La Mancha. La creación de la designación Vinos de la Tierra de Castilla en 1999, que permitió a los vinos de mesa de la región especificar la añada y variedad en la etiqueta, hizo la zona más competitiva y atractiva a las inversiones de fuera.

También influyó en el Decreto 127/2000 que desarrolló por primera vez en España la figura de la denominación de origen de vino de pago. Con esta medida, Castilla-La Mancha se adelantó a la ley nacional de 2003 y sentó un precedente que siguieron otras muchas comunidades autónomas. Dominio de Valdepusa, de hecho, fue la primera denominación de origen de vino de pago en España (recibió este reconocimiento de la UE en 2003). 

Aunque la figura no ha conseguido el reconocimiento que se esperaba en su momento (y nació con el lastre de desligar los pagos de sus respectivas regiones vinícolas, con excepción del modelo catalán), no ha empañado la labor pionera de este gran embajador del vino español. Su muerte, no obstante, plantea dudas sobre la continuidad de su legado.

“En mis vinos”, señalaba Falcó en 2011, “intento transmitir ese subsuelo, el microclima que va variando de añada en añada, los vaivenes de cada cosecha, que siempre es impredecible y diferente. Y todo eso conforma un mundo apasionante donde nunca logras el vino perfecto. Es como una liebre mecánica que nunca alcanzas”. DEP.

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