Hace poco más de un año, un estudio de las agencias especializadas Turismodevino.com y winetourismspain.com pronosticaba un crecimiento de los ingresos por enoturismo en Rioja de hasta un 25% en cinco años, impulsado principalmente por la llegada de turistas extranjeros.
Esta previsión, ahora pulverizada por las devastadoras consecuencias del Covid-19, venía avalada por la buena marcha del sector en los últimos años. Según el informe 2019 del Observatorio Turístico Rutas del Vino de España, las casi 800 bodegas y museos que forman parte de la agrupación recibieron 3.076.334 visitantes el año pasado, un 3,9% más que el año anterior, y gastaron más de 85 millones de euros.
El Marco de Jerez es, con medio millón de turistas, la ruta del vino más popular de España pero allí, como en otras zonas del país, este 2020 toca reinventarse. Beatriz Vergara, directora de enoturismo de González Byass, es consciente de que les será imposible repetir las cifras de 2019 (195.000 visitantes, 40% extranjeros), pero dada la incertidumbre actual, y en este verano tan atípico, se están adaptando a las circunstancias.
“El tren que recorre normalmente la bodega no está operativo, tenemos grupos más reducidos, circuitos alternativos y hemos abierto rincones de la bodega que nunca se habían abierto antes al público. La sensación es de amplitud”, explica Beatriz, cuyo equipo ha diseñado el programa Veranea en la Bodega para los meses de julio y agosto y en el que hay visitas a la ciudad, la posibilidad de disfrutar de la gastronomía de Jerez en la bodega gracias a tres restaurantes locales, y apoyo al talento local con sesiones de flamenco y música. Además, acaban de inaugurar el Hotel Bodega Tío Pepe donde han colgado el cartel de completo para prácticamente todo el mes de julio. “La gente ahora busca destinos con menos masificación y con potencial cultural. Eso lo tenemos en Jerez y además, estamos a 12 km de la playa.”
Otra región de gran atractivo enoturístico y que también juega con su cercanía a la costa es Cataluña. La mayor parte de las bodegas han reabierto sus puertas a las visitas con muchas experiencias centradas en el viñedo y en espacios al aire libre, como Alta Alella, cuyo taller de yoga en la terraza de la bodega, en medio del Parque Natural de la Serralada de Marina y con vistas a los viñedos y al mar, se lleva celebrando desde 2013 pero que ahora cobra un interés especial. Otra novedad de este año mira al mar ya que las visitas a la bodega se pueden combinar con una travesía previa de una hora por aguas del Mediterráneo disfrutando de las vistas de Barcelona y la costa cercana a la ciudad.
Más al interior, en el Priorat, varias bodegas amigas lideradas por Celler Vall Llach, junto con el restaurante La Cooperativa de Porrera, han unido esfuerzos para crear una oferta enoturística atractiva con protagonismo para la gastronomía y los vinos de la zona. Para ello recuperaron El Colomer, un espacio al aire libre en el centro del pueblo en el que, durante el mes de julio, ofrecen comidas y cenas con añadas antiguas de vinos de bodegas como Vall Llach, Mas Doix, Familia Nin Ortiz, Mas d’en Gil y Sangenís y Vaqué y tertulias con personajes conocidos como el cantautor Lluís Llach o el periodista Antoni Bassas.
Roger Simó, de Celler Vall Llach, explica que la iniciativa ha sido un éxito rotundo y han colgado el cartel de completo en prácticamente todas las citas, a pesar de las restricciones de aforo. “Hemos redescubierto un espacio al aire libre junto al río muy agradable que pertenecía a la familia de Lluís”, comenta Roger quien añade que aunque no tienen planeado repetir en agosto, cuando se podrá seguir disfrutando de la buena cocina y vinos del restaurante La Cooperativa, no descartan nuevas actividades de este tipo más adelante.
Recaredo también ha puesto en marcha una propuesta de apoyo a los restaurantes de su entorno cediendo sus instalaciones en Sant Sadurní d’Anoia para que una treintena de establecimientos que no disponen de terraza o tienen aforos muy limitados sirvan cenas al aire libre durante los meses de julio y agosto para un máximo de 30 personas. “La pandemia ha puesto de relieve la necesidad de cooperar y de ser más humanos; entre todos, tenemos que recuperar la ilusión”, asegura Ferran Junoy, director de Recaredo.
Esta sinergia entre gastronomía y vino también la ha auspiciado Menade, que presta sus instalaciones rodeadas de viña en Rueda para celebrar cenas temáticas al aire libre a restaurantes de la zona. Durante los jueves de julio, el espacio lo gestiona el restaurante vallisoletano Atypikal, que cocina productos de calidad de la región y de algún invitado como Balfegó, que ofrecerá una demostración en directo del ronqueo de uno de sus atunes.
Según Richard Sanz, uno de los tres hermanos al frente de Menade, la iniciativa ha tenido una gran acogida, con el doble de demanda de lo que pueden ofrecer dadas las restricciones de aforo que han impuesto. “Aquí estamos en medio de la meseta, rodeados de cientos de hectáreas de viña, pero solo a 30 minutos de Valladolid y a una hora de Madrid. Tenemos aire libre y se respira paz y creemos que la gente aprecia eso”, asegura Richard, quien intuye que van a surgir más actividades colaborativas. “A nosotros no nos cuesta prestar nuestro espacio y creemos que es una manera de sembrar. Ahora toca ser más solidarios que nunca”.
No lejos de Menade y también en la provincia de Valladolid, Abadía Retuerta ha inaugurado junto a su bodega un nuevo espacio gastronómico al aire libre con platos creados con ingredientes de su huerto ecológico y de productos locales apelando al origen. Lo interesante de Calicata es que no solo se prueban vinos de la bodega castellana sino que ofrecen un juego comparativo de medias copas de distintos productores para que los visitantes puedan apreciar cómo influye el clima o el suelo en los distintos vinos.
También en Castilla y León, las visitas al viñedo viejo con variedades ancestrales que ha recuperado Fuentes del Silencio se pueden combinar con una comida o cena en el cercano y famoso restaurante El Capricho, especializado en carnes rojas maduradas. Pero la propuesta más innovadora de la bodega leonesa, que posee viñas en terrenos donde antiguamente se asentaban minas de oro romanas, incluye una jornada buscando el preciado metal en la orilla del río Jamuz. No es solo un reclamo turístico al aire libre, aseguran desde la bodega: al parecer, en ensayos previos antes de la actividad ya se ha encontrado alguna pepita y si algún afortunado visitante consigue una en su batea, se la podrá quedar. Para quien no encuentre oro, siempre queda la cata posterior y seguramente más de una anécdota para contar a los amigos tras la visita.
La nueva normalidad en la mayoría de bodegas de Rioja, otras de las regiones más afectadas por la caída en picado de turistas extranjeros, pasa también por ofrecer más experiencias al aire libre y grupos reducidos en visitas a bodega. Es el caso de Bodegas Valdemar en Oyón, donde se ha reformado la terraza en el viñedo, han ampliado el espacio al aire libre de su Wine Bar y donde ahora priman las visitas al viñedo. Por su parte, la bodega y el museo Vivanco, que abrió de nuevo sus puertas el 1 de julio, solo admite reservas online y ha sustituido todos los materiales informativos físicos y táctiles por un código QR, algo ya habitual en la mayoría de restaurantes y otros establecimientos abiertos al público del país.
Uno de los grandes atractivos de Rioja es sin duda su paisaje, y en este año de mascarillas y distanciamiento social, el atractivo de caminar por el viñedo se hace todavía más apetecible por eso las rutas que se recogen en las webs de la Ruta del Vino de Rioja Alta y de la Ruta del Vino de Rioja Alavesa, que van desde paseos cortos entre viñedos a senderos de largo recorrido a pie o en bicicleta por toda la comarca, son una herramienta útil para quienes viajen a la zona y quieran completar las visitas enoturísticas con ejercicio al aire libre.
No estamos al tanto de ninguna opción para dormir en tiendas de campaña en el viñedo para el verano (aunque sí en octubre, cuando la bodega Perinet abrirá su Glam Camp para disfrutar de una acampada de lujo entre sus viñas del Priorat), pero sí que hay opciones para dormir muy cerca de tinas y barricas, como es el caso de Bodegas Bhilar, que alquilan habitaciones con unas vistas espectaculares al viñedo, al pueblo de Elvillar y la Sierra de Cantabria, o Finca La Emperatriz, que pone a disposición de los viajeros tres villas privadas con jardín en el recinto de la bodega en Baños de Rioja, que también cuenta con un wine bar.
Opciones para disfrutar del vino no faltan. ¡Aunque sea con mascarilla!