Actualizado el 30 de marzo de 2020
En 2020 el sector del vino se está viendo obligado a hacer frente a una serie de retos sin precedentes. Por si la incertidumbre frente al Brexit y las tarifas del 25% impuestas por Estados Unidos no fueran suficientes, la ya declarada pandemia del coronavirus está dibujando un escenario mucho más preocupante.
Hemos hablado con observadores, productores, comerciantes y hosteleros para conocer cómo están viviendo la crisis, cuál es su análisis de la situación y cómo se están enfrentando a ella. Iremos actualizando la información a medida que contemos con nuevos datos y opiniones.
Para Rafael del Rey, director del OEMV (Observatorio Español de los Mercados del Vino), la crisis del coronavirus llega en un momento delicado para el sector. “Aunque hay países que han funcionado muy bien como Canadá y Japón, la situación general en los dos últimos años era de un comercio internacional estable, pero sin crecimiento y con una clara ralentización en China, que tuvo un comportamiento muy flojo en 2019”.
Por mercados, considera que el Brexit tuvo su pico después del referéndum con la devaluación de la libra. “Reino Unido ya venía cayendo y ha pasado de representar el 20% de las exportaciones mundiales en el año 2000 al 11% actual”. Mucho más preocupante le parece la situación en Estados Unidos, donde el mayor batacazo tras la subida de tarifas ha sido para Francia, pero también ha llevado a España a frenar el buen año que llevaba. “Hay un antes y un después de la entrada en vigor de los aranceles en octubre y se nota el cambio de tendencia”, señala. Las esperanzas están puestas en la posible sentencia contra Boeing que se podría conocer en mayo y junio (la previsión es anterior a la pandemia) y que permitiría abrir nuevas negociaciones. También preocupa Rusia por la nueva ley del vino que puede afectar a los graneles, una partida importante para España en las exportaciones a ese país.
En este contexto, “los efectos económicos del coronavirus van a ser dramáticos en el momento de auge de la enfermedad”, señala. Y añade que no hay precedentes para semejante “parálisis internacional -y además con psicosis; ni siquiera en las guerras mundiales, cuando países como Argentina se beneficiaron de la venta de vino”.
Del Rey no ve oportunidades en esta situación. “Es posible que el consumo en casa pueda crecer un poco, pero no tanto como para sustituir lo que se pierde”. Desde su punto de vista, “la visión más optimista es pensar en una recuperación en el segundo semestre del año que dentro del cómputo global de 2020 compense algo las pérdidas”. Y añade: “la mejor posición en esta situación es tener una situación financiera saneada porque se están parando los ingresos de muchos negocios, pero no los gastos”.
Desde su punto de vista, el elemento clave que determinará la supervivencia de muchos negocios y que permitirá medir la magnitud real de la crisis será su duración.
Juan Park, director de Wine Intelligence para España y Sudamérica, teme que afrontar esta situación va a costar más que tras la crisis de 2008, cuando el vino español recurrió a la exportación. “Llueve sobre mojado. Hace poco nos parecía que los aranceles de EE UU y el Brexit eran una catástrofe, pero ahora vemos que el coronavirus tendrá un impacto aún mayor”, asegura Park. “No tiene buena pinta pero saldremos de esto porque habrá una vacuna y todo volverá a su cauce. Cómo será esa cauce ya se verá”.
Park mira lo ocurrido en China, donde empresas como Torres calculan que su actividad se resentirá este año al menos un 20% y donde se espera que muchos importadores de vino cesen su actividad. Y aunque, al menos en China, las ventas online de vino haya crecido, Park coincide con Del Rey en que no compensarán las pérdidas derivadas de la paralización de la actividad. “Puede haber un cambio de roles pero en el fondo la venta online es una migración de las compras, no una suma”, indica Park, que en cualquier caso intenta lanzar algo de luz sobre la situación. “Creo que esta crisis conseguirá que se valoren más las reuniones virtuales frente a las presenciales”, afirma.
La primera buena noticia que nos ha llegado por parte del director de la FEV (Federación Española del Vino), José Luis Benítez, es la confirmación de los primeros pedidos desde China, una vez que el gigante asiático parece tener ya controlada la epidemia en el país. Y también hay indicios de pedidos desde Japón para socios de la FEV.
Familia Torres: visión de largo plazo. “Nos tenemos que acostumbrar a los cisnes negros y a una alta volatilidad de todo tipo de sucesos imprevisibles”, reflexionaba Miguel Torres Maczassek el lunes pasado durante la presentación de las nuevas añadas de las etiquetas top del grupo al tiempo que anunciaban que posponían la celebración de su 150 aniversario previsto para mayo al próximo año. Al Brexit y las tarifas de EE.UU, Torres Maczassek añadía otros temas preocupantes previos al coronavirus como la quiebra de Thomas Cook con un grandísimo impacto en el consumo de vino en Canarias, la inseguridad en México o las protestas contra el Gobierno en Chile durante las que se asaltaron supermercados y se incendiaron restaurantes.
En línea con la visión de Juan Park nos contaba que “el consumo de vinos es el que hay, los vinos icónicos se pueden mover más, pero con los demás compites con el resto del mundo. Para nosotros es importante tener diversificados los mercados, planificar cuando las cosas van bien y, como empresa familiar, apostar por el futuro con visión a largo plazo. Si no, nos habríamos ido hace tiempo”, nos contaba.
Miguel Torres Jr. también matiza que frente todos estos eventos que han sacudido el sector de forma más o menos inesperada, “el cambio climático se puede percibir como algo más lento, pero cuando pase todo esto, quizás sea la verdadera urgencia. Nosotros seguiremos haciendo todo lo que esté en nuestra mano para reducir la huella de carbono”.
Cvne, la estrategia de la distribución. Para Víctor Urrutia, máximo responsable de Cvne, 2020 es un año malo para el vino y la hostelería en el mundo. “En las bodegas no es fácil teletrabajar. Si no puedes ver a los clientes porque no te reciben, las sensaciones son claramente negativas”.
En los últimos años, el grupo ha apostado fuerte por la distribución. Urrutia está convencido de que “cuanto más cerca estés del cliente, mejor; y en épocas complicadas, aún más”. Además de su propia distribuidora en España, Montenegro, muy centrada en vinos de pequeños productores, lo que les ha permitido acceder a clientes a los que era difícil llegar para ellos, Cvne cuenta con empresas similares en Japón, China y Estados Unidos. “Aunque, de momento, lo que pasa en Estados Unidos es más importante para España, China no pinta bien. El año pasado fue regular en este país, pero este año es un cero”, reconoce Urrutia.
Ramón Bilbao: cómo se está gestionando la crisis. Según nos cuenta Alberto Saldón, director de Lalomba, bodega boutique del grupo en Rioja, la compañía está permitiendo teletrabajar a todos los departamentos que pueden funcionar de esta forma (“la empresa emprendió un proceso de transformación digital hace tres años y hoy tenemos herramientas y posibilidad de seguir trabajando en remoto con control de horarios”), los viajes internacionales a países con foco de coronavirus se cancelaron a finales de febrero y a esto siguió una limitación importante en la movilidad de los empleados.
En Haro, se ha creado un protocolo de acceso a proveedores y las visitas de enoturismo ya habían registrado más de un 90% de cancelaciones antes de que España declarara el estado de alarma. “A nivel laboral y de servicio el equipo de producción está trabajando y los pedidos siguen saliendo con normalidad. Tanto nosotros como nuestro operador logístico tenemos vino y podemos servir los pedidos. Otra cosa es que estos caigan... Ahora estamos estudiando el aprovisionamiento de materiales para la próxima vendimia”, señala Saldón.
Como grupo, el director general de Zamora Company (propietaria de ramón Bilbao), Emilio Restoy Cabrera, revelaba a Expansión en una entrevista el 12 de marzo que las previsiones de crecimiento de un 10% entre enero y abril de este año se transformarán en “una caída de un dígito alto”. También señalaba que “esta crisis nos va a hacer repensarnos nuestra cadena de suministro”, aludiendo a que gran parte de su maquinaria es italiana, de modo que posibles roturas o ausencia de recambios podría obligar a parar líneas enteras de producción.
Comando G: ralentización y apurando en campo. De todos los pedidos internacionales pendientes de envío en Comando G (la bodega vende fuera de España el 80% de su producción que oscila entre las 60.000 y 80.000 botellas anuales) solo saldrá finalmente un 20%. Y eso que el dúo formado por Daniel Gómez Jiménez Landi y Fernando García se considera afortunado de que toda la venta se hace por cupos. Es la segunda vez que les pasa en poco tiempo. Los aranceles en Estados Unidos y la incertidumbre de que pudieran alcanzar el 100% detuvo la salida de los vinos porque los distribuidores no acababan de realizar sus pedidos. “El mercado de Estados Unidos se paralizó en septiembre. Tuvimos que pedir un crédito para pagar la uva y poder realizar la vendimia”, cuenta Fernando García.
¿Cómo hace frente ahora una empresa pequeña a la crisis del coronavirus? “Nuestra primera reacción es la contención de gastos sabiendo que habrá recesión y que las empresas que nos hemos endeudado para seguir creciendo tenemos un límite de crédito”, explica García. “El consumo se va a frenar y luego está la incertidumbre económica que todo esto va a generar. Esperemos que no sea mucho más de dos meses, que podamos tirar de línea de crédito y que el Gobierno permita posponer el pago de impuestos”.
En lo que respecta al día a día y en previsión de restricciones en la movilidad, desde el martes todo el equipo de bodega está trabajando a tope para dejar todas sus viñas labradas y acabar la poda en aquellas parcelas que se retrasa para esquivar las heladas. Comando G también ha cancelado su Fiesta de la Floración, una de las citas más esperadas del calendario de primavera que estaba prevista para el 11 de mayo.
Tentenublo: preocupación por el futuro inmediato. Roberto Oliván, pequeño productor de Viñaspre en Rioja Alavesa, continúa trabajando en las labores del campo pero no oculta su preocupación. Ha sacado un par de palets de vino pero será "el desierto" a partir de esta semana. "En tres meses veremos qué liquidez tenemos. Tenemos la sensación de que se ha roto la cadena y de que somos los últimos", asegura Oliván. "Monté la bodega sin ayuda de bancos pero esta situación igual me obliga a recurrir a ellos".
En un país tan centrado en el turismo y donde la vida social es parte de nuestro ADN, la hostelería está sufriendo la crisis del coronavirus de manera muy acusada. Con la entrada en vigor del estado de alarma, efectivo desde el día 15 de marzo, todos los bares y restaurantes del país permanecen cerrados, de momento hasta el 11 de abril. La inmensa mayoría de establecimientos ha recurrido a Ertes para su plantilla pero peligra el futuro de muchos pequeños locales, que tienen que seguir haciendo frente a sus gastos fijos. No hay que olvidar que en España la mitad de la venta de vino se hace a través del canal horeca.
Antes de que el gobierno confinara en sus casas a 47 millones de españoles, las habituales listas de espera de restaurantes triestrellados habían desparecido, y muchos informaban de un goteo constante de anulaciones como Martín Berasategui en Lasarte o en Disfrutar en Barcelona, donde registraban un “50% de reservas canceladas” un par de días antes del decreto, según informaba Efe.
Muchos otros optaron por cerrar sus puertas ante la falta de comensales o el peso de la responsabilidad ante una situación crítica en el planeta como El Celler de Can Roca, que ha anunciado su cierre hasta el 14 de abril”.
En Madrid, antes de que se decretara oficialmente la clausura temporal de bares y restaurantes, bajaron la persiana lugares como DiverXO, StreetXO, La Tasquita de Enfrente, los del grupo Bulbiza (Casa Julián, La Cocina de Frente, La Retasca, Bistronomika y El Marginal), A Barra, Álbora, Bibo, Coque, Lobito de Mar, Horcher, Lua, Rodrigo de la Calle o Lakasa, entre otros.
En La Rioja y Álava, dos de las provincias más afectadas, la situación es similar. “En un ejercicio de responsabilidad colectivo”, los bares de la calle Laurel en Logroño y de la Kutxi en Vitoria cerraron desde el día 13 hasta nuevo aviso y restaurantes como Venta Moncalvillo, con una estrella Michelin, también han echado la persiana 15 días.
Por su parte, Ángel Pérez, propietario del restaurante La Vieja Bodega en Casalarreina, que normalmente recibe a muchos enoturistas de las bodegas de Haro, cierra dos semanas a partir del día 15. Tras las vacaciones de enero, empezaron muy bien la temporada, pero esta racha se trastocó a partir del día 10 de marzo. “Hemos tenido unas 10 personas de media para comer frente a las 25-30 que tenemos en una semana habitual y creemos que irá a más porque muchas bodegas y hoteles de los alrededores están parando su actividad. Nuestro personal irá al paro así que por lo menos seguirá cobrando. Yo doy por perdido este primer semestre”, asegura Pérez, que a pesar de todo, mantiene un cierto optimismo. “En estos 25 años que llevamos trabajando hemos pasado dos crisis y un incendio; este año las inversiones se centrarán solo en lo fundamental pero saldremos adelante”.
En Villa Lucía, en Laguardia, su gerente Juanma Lavín describe el panorama como “catastrófico”. “En eventos, catering y congresos hemos tenido un 100% de cancelaciones y en el restaurante, la bodega [El Fabulista] y el museo, un 95%”. Ofrecen comida a domicilio, pero aunque los pedidos han subido algo frente a una semana habitual, tampoco es un servicio muy demandado, al menos de momento.
En Andalucía, la pandemia no había provocado el cierre de los establecimientos antes del decreto del estado de alarma, aunque Armando Guerra, propietario de la Taberna der Guerrita, no descartaba que tras el cierre de los colegios en toda la región a partir del lunes, se precipitaran los acontecimientos, como finalmente ocurrió. “Aunque es cierto que se ha cancelado una romería, hasta ahora, la gente en Sanlúcar hace vida normal y a nosotros no nos ha faltado clientela,” afirmaba Guerra el pasado día 13, quien añadió que en Barbadillo sí que se habían cancelado las visitas comerciales y de enoturismo hasta el 1 de abril.
También, y “por #responsabilidad y dada la #emergenciasanitaria", se aplazó la misa funeral por Pilar Pla, propietaria de Bodegas El Maestro Sierra, quien falleció el pasado 8 de marzo. “Os informaremos de nuevo cuando superemos entre todos esta situación inédita”, explicaban en sus redes sociales.
Vivanco, uno de los primeros destinos de los turistas del vino que visitan Rioja, ha cancelado todas sus actividades de contacto con el público desde el día 13 (y esto incluye el cierre del museo), aunque el personal continuaba trabajando con las necesarias medidas preventivas y lo mismo en su bodega. Para el responsable de comunicación de Vivanco, Javier Fernández de Bobadilla, aún es pronto para medir el impacto en cifras, pero será sin duda grande. Aunque marzo no es la época de más visitas, la Semana Santa es uno de los momentos álgidos del año junto a la vendimia (de agosto a octubre) y se da ya por perdida.
A punto de cumplirse una semana de la entrada en vigor del estado de alarma, el director de la FEV (Federación Española del Vino), José Luis Benítez nos confirmaba que las ventas de vino en el canal de alimentación, tanto en España como en otros países, se están realizando con normalidad. “Aunque hay problemas logísticos, se está funcionado bastante bien en Europa y en algunos países aún no se han notado las medidas de aislamiento”. Esto es importante porque el peso del canal de alimentación en exportación es mayor que el de hostelería y tiendas especializadas. En general, según Benítez, “la alimentación está tirando, aunque también hemos sabido de algún problema de pedidos rechazados porque están priorizando otros productos”.
Como en el resto de los sectores, los profesionales de la distribución están intentado adaptarse a estas circunstancias excepcionales como pueden. David Barro, responsable de ventas de Coalla, ya está trabajando desde casa porque se ha visto obligado a cancelar todas las catas que tenía para este mes. “Hay mucha incertidumbre. Tenemos pedidos enviados que no se recogen porque los establecimientos han cerrado y ya me están llegando cartas de clientes pidiendo aplazamientos de pagos”, asegura. Esta misma petición de conceder un retraso en los pagos a sus proveedores es la que están viviendo en la bodega El Mozo Wines en Rioja Alavesa, tal y como comentaba Gorka Mauleón a SWL.
En cuanto a la facturación de su comercio online y a falta de datos contrastados, Barro no descarta que la tienda virtual de Coalla pueda facturar algo más durante estos días de cierre pero solo si los transportes pueden mantener su actividad.
Las consecuencias de la paralización de la hostelería hasta nueva orden ha supuesto un mazazo tremendo para la distribuidora Alma Vinos Únicos, que anunció el 16 de marzo un Erte (parcial para algunos, total para otros) para su veintena de empleados. La medida afecta tanto a los trabajadores de su almacén, oficinas y tienda en Burgos como a los de Madrid. “Seguimos con la venta online y tenemos en marcha iniciativas y catas para hacer a través de las redes sociales, pero nuestros ingresos han caído en picado porque el 90% proviene de las ventas a bares y restaurantes”, comentaba Paco Berciano a SWL.
Aunque “habrá que ver la letra pequeña”, las medidas anunciadas por el Gobierno son “positivas”, afirma Berciano. “Parece que en ese sentido vamos aprendiendo de la crisis anterior, pero las consecuencias van a depender de cuánto dure esta pandemia. Si es corta, creo que habrá recuperación porque tendremos todos unas ganas enormes de salir y socializar.” Berciano es optimista y cree además que el confinamiento, en lugar de hacer que la gente vuelva a refugiarse en zonas y marcas seguras, está generando "una gran afición por descubrir nuevos estilos y productores".
¿Puede la venta online aliviar la situación? Para Héctor Pla de Decántalo todo dependerá también de si la logística funciona en un contexto de aislamiento y de hacia dónde orienta la gente sus intereses. “Nos guste o no, el vino no es un producto de primera necesidad, pero si hay un interés, desde luego que la vía de acceder a él será online tras el cierre del canal de hostelería”. En Decántalo han registrado un repunte de ventas, aunque señalan que es pronto para asociarlo a la actual situación ya que vienen de una tendencia muy buena en el mes de marzo. Lo que sí es evidente para Pla es la manera en la que “todo el sector empieza a mirar hacia nosotros como una oportunidad”, tal y como prueban las numerosas llamadas que están recibiendo de bodegas estos días. “Siempre hemos sido un canal un poco marginado, pero si esta situación nos pone un poco más en el centro es posible que cambie la forma en la que nos ven las bodegas”.
Y añade: “La duda ahora es si los transportistas pueden entregar en puntos conflictivos y si las bodegas van a poder aprovisionar. Nosotros de momento estamos enviando a Italia, pero ya tenemos aviso de algún transportista que dice que el país puede ser conflictivo. Pero tenemos el ejemplo de China, donde no se frenó el tránsito de mercancías”. En Italia, sin ir más lejos,la aplicación Winelivery que sirve bebidas a domicilio haya registrado un incremento del 25% en sus pedidos de vino y un 50% en las ciudades del norte.
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