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1. El viñedo de Abacela en el sur de Oregon 2. Earl Jones de Abacela, con su hijo Greg 3. Ron y Mary Bitner, de Bitner Vineyards en Idaho. 4. El enólogo Adam LaZarre de California. Fotos cortesía de los productores y de Jacob Kurtz (Bitner).

Estados Unidos

Las variedades españolas se adaptan al viñedo americano

Bill Ward | Martes 11 de Abril del 2017

A diferencia de la uva albariño, que es prácticamente una recién llegada, la tempranillo tiene una larga pero irregular presencia en los viñedos y la historia de Estados Unidos. En cualquier caso, ambas variedades han crecido considerablemente en los últimos años, tanto en cantidad como en calidad. Este año se presentaron 83 tempranillos y una quincena de albariños al concurso de vinos nacionales organizado por el San Francisco Chronicle. (Fui jurado en el panel de tempranillos y me impresionó mucho la calidad de los vinos).

La cantidad de viñedos de Tempranillo va en aumento por toda la Costa Oeste de Estados Unidos y por las zonas elevadas de desierto de Arizona y Texas, mientras que las plantaciones de albariño se extienden por regiones más frías de California, Oregon e incluso Long Island y Virginia en la Costa Este. Gran parte de estos vinos se vende directamente a los consumidores, pero de forma incipiente comienzan a aparecer también en las tiendas y en las cartas de los restaurantes.

Earl Jones, propietario de Abacela en el sur de Oregon, no solo fue un pionero de la tempranillo sino que además encontró la manera de incrementar el cultivo en sus viñas tanto de esta uva como de albariño, algo poco habitual en esta zona del país.  

“Nuestros viñedos se encuentran principalmente en pendientes y laderas, algunas bastante pronunciadas”, explica Jones. “Las laderas orientadas al sur son muy cálidas, mientras que las del norte están prácticamente en sombra. Nos interesamos por la albariño en los años noventa y pensamos que aunque las laderas con orientación sur y las partes llanas quizás eran zonas demasiado cálidas, las orientadas al norte podrían funcionar. Inspirado por el carácter frugal de mi padre pensé, ‘si no podemos cultivar nada más aquí, ¿qué tenemos que perder?’ Plantamos 2.023m² en una colina orientada al norte sin muchas esperanzas de éxito, pero ahora producimos entre 1.500 y 2.000 cajas al año”.

Abacela es el productor que más tiempo lleva cultivando albariño y tempranillo en Estados Unidos, pero no es el único. En el concurso del Chronicle, 34 bodegas de seis estados consiguieron medallas de oro con sus tempranillos y otras seis (incluyendo una de Carolina del Norte) se llevaron premios por sus albariños. En California ya hay 404 hectáreas plantadas con tempranillo y 280 con albariño, la cifra más alta en cualquiera de los estados del país. 

Sin embargo, el estado que posiblemente tenga el mayor potencial para cultivar tempranillo es Idaho, a duras penas una meca del vino. Pero al parecer, la zona de Snake River Valley tiene muchas similitudes con Rioja Alta. 

“Tenemos una cantidad de horas de sol parecida, y los suelos y las altitudes son similares” a lo que hay en Rioja Alta, asegura Ron Bitner, propietario de Bitner Vineyards en Idaho. “Tenemos regadío aquí y a esta altitud (609 metros sobre el nivel del mar) tenemos noches frescas que ayudan a conservar la acidez”.

Al ser una zona elevada y en el norte, el periodo vegetativo es más corto por lo que una variedad de maduración temprana como la tempranillo es ideal, asegura Bitner. También hay otro factor importante a tener en cuenta.
“Esta zona alberga una de las principales colonias vascas del país así que tengo un público bastante entregado”, explica Bitner. “Todo lo que sea vasco nos gusta mucho por aquí”.

Algunos vecinos de Bitner han comenzado a plantar y/o elaborar tempranillo. La bodega de Idaho Split Rail incluso lo mezcla con garnacha para elaborar un vino de estilo riojano tradicional. “Cada vez se planta más tempranillo aquí”, comenta Bitner. “Dentro de cinco años podría incluso llegar a convertirse en la variedad por excelencia de Idaho”.

A más de 1.600 kilómetros al sur en Texas, muchos viticultores ya están convencidos de que la variedad más importante en su zona es la tempranillo.

Un camino largo y tortuoso

Hace más de 100 años llegaron a California las primeras viñas de tempranillo, aunque se conocían erróneamente como valdepeñas. En ambos lados del Atlántico, la política condicionó la expansión de esta variedad: la prohibición en Estados Unidos y la dictadura en España. “No podemos olvidar que España estaba aislada del resto del mundo en aquellos tiempos así que las viñas de tempranillo no se implantaron hace 60 ó 70 años”, explica Alan Kinne, un productor de California central. “Las cinco o seis variedades francesas que tenemos aquí les llevan 100 años de ventaja”.

Kinne decidió tomar cartas en el asunto hace más de dos décadas. Se ríe cuando le pregunto por el rumor que corre sobre cómo consiguió colar en la maleta unas cuantas plantas desde España. “Fui a España tres inviernos seguidos, pero nunca me sentí muy cómodo metiendo 10 ó 20 esquejes en la maleta”, confiesa. “Lo que hice fue mandar miles de ellos por barco”. La mayoría del material vegetal procede de Ribera del Duero en lugar de Rioja y una parte importante es de viñas “muy viejas” de Alejandro Fernández y Viña Pedrosa. “Es de gran calidad”, asegura Kinne. 

Todo ese material se plantó de costa a costa, desde Virginia a California, con resultados diversos. “En Virginia funcionó bien, pero no tanto como habíamos imaginado porque es una zona húmeda”, explica Kinne, director técnico de CaliPaso. “Está yendo muy bien en Paso Robles, y Napa sería un lugar muy idóneo, pero es difícil cambiar las costumbres de la gente”, explica en alusión a la predominancia abrumadora del cabernet sauvignon en Napa en detrimento de otras variedades.

Otro lugar donde se ha asentado es en Sierra Foothills y en la zona de Lodi, donde Marcus Bokisch cultiva y elabora sus premiados tempranillos (así como verdejo, graciano y albariño), y Jeff y Margo Runquist comercializan su tempranillo (con una pequeña parte  de Graciano en el coupage) en la sala de catas Runquist. “Nuestra elaboración sigue el estilo crianza”, comenta Jeff Runquist. “Queremos que tenga exuberancia frutal y frescura”. 

La mayoría de productores de tempranillo en Estados Unidos siguen esa línea: menos tiempo en barrica y botella que los Reservas y Gran Reservas de la patria original aunque, como apunta Bitner, “con un par de años de botella, el vino está mucho mejor”.

En Oregon, Abacela sigue una senda más tradicional, explica Jones, quien originalmente se inspiró en Alejandro Fernández y ha trabajado codo con codo con el experto en viticultura Jesús Yuste Bombín, del Instituto Tecnológico Agrario en Valladolid (ITACyL). 

“Estamos haciendo cuatro vinos muy parecidos a lo que se hace en España: un estilo más ligero, con taninos menos marcados y algo mejor que un crianza estándar; una selección de barricas de viñedos propios y un reserva cuando la añada es buena”, explica Jones. “El Gran Reserva sólo se hace en años excepcionales”.

Adaptación al terreno

A finales de los noventa, el siempre inquieto Kinne viajó en tres ocasiones a Galicia para ver lo que se estaba haciendo allí con el albariño. Le gustó lo que vio así que poco después, transportó miles de esquejes hacia Estados Unidos, que se quedaron principalmente en la Costa Central de California.

“Edna Valley, cerca de San Luis Obispo, era el lugar adecuado para plantar albariño”, según Kinne. “Es una zona con mucha humedad y brisa marina”.

Su teoría resultó ser correcta porque bodegueros como Niner, Tangent (cuyo albariño es tan popular que se vende a granel por todo el país), Stephen Ross y LaZarre están teniendo mucho éxito. Una buena parte proviene de las casi siete hectáreas de Paragon Vineyard, con plantas traídas por Kinne.

Según el enólogo Adam LaZarre, "la variedad albariño es muy aromática y tiene excelente acidez y estructura. Para mí, es el vino perfecto para tomar con marisco".

Hacer albariño es la continuación de una larga relación entre LaZarre y las variedades españolas, algo que se mantendrá en el futuro. “Los vinos españoles son muy versátiles y diferentes de otros del resto del mundo”, asegura. “No hay nada como albariño o verdejo o incluso tempranillo. Y la primera vez que probé una mencía del Bierzo, ¡me pareció que los cielos se abrían y sonaban las trompetas de los ángeles!”.

No sorprende por tanto la decisión de LaZarre de traer viñas de mencía de Castilla y León este año. Tanto él como otros viticultores amantes del vino español están luchando por traer más variedades a Estados Unidos. La garnacha ya está extendida, aunque la mayor parte del material vegetal se trajo de Francia.

“Creo que vamos a ver más uvas españolas en nuestros viñedos, pronostica La Zarre, y en breve descubriremos a qué zonas se adaptan mejor”.

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1 Comentario(s)
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Antonio escribióJueves 04 de Mayo del 2017 (02:05:48)Con la amplitud de Estados Unidos, en uno u otro lugar encontrarán condiciones para replicar o mejorar, como el de Idaho, las variedades españolas, tiempo al tiempo <a href='https://vinosde.com'></a>
 
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