Ubicada en Castro Caldelas (Ribeiras do Sil) y propiedad desde 2006 de Hijos de Rivera (grupo Estrella Galicia), Ponte da Boga forma parte del nuevo grupo de bodegas que están recuperando la viña, redescubriendo variedades locales y aplicando nuevas fórmulas de elaboración en la bella y escarpada denominación gallega de Ribeira Sacra.
Sus orígenes se remontan a 1989, cuando una familia del municipio tuvo la visión de crear un gran viñedo cuyas parcelas se llegaron incluso a cerrar al modo de un clos borgoñón. La producción se abandonó en los setenta y se retomó con nuevos propietarios a finales de los noventa (aunque el proyecto no cuajó hasta la llegada de la empresa cervecera).
Con algo más de 20 hectáreas en propiedad, se trabaja sin embargo con uvas de distintos lugares de la denominación bajo la asesoría enológica del francés Dominique Roujou. La filosofía se basa en la defensa de una “viticultora heroica” habida cuenta de las dificultades de trabajar la viña en terrenos de gran pendiente. Se busca la mejor integración posible en el entorno apostando por bancales pequeños de una o dos filas de viñas que no alteren la orografía original del paisaje. También hay una vocación clara por las variedades locales más allá de la uva mayoritaria, la mencía, y por la elaboración de blancos. En la elaboración se trabaja mucho la crianza en depósitos de acero inoxidable, tanto en blancos como en tintos y es habitual el coupage entre estos últimos y partidas envejecidas en barrica.
Con unas 200.000 botellas de producción total, la gama arranca con el Ponte da Boga Mencía (unos 10 €) que intenta ofrecer una “visión regional” de esta variedad de entre todas las subzonas, entre las que puede haber diferencias de maduración de tres semanas. Igualmente se trabaja con diferentes orientaciones y suelos (pizarra, arena, canto rodado). Apoyados en camiones refrigerados para el transporte, cada zona se elabora por separado y el vino se cría seis meses en depósitos de acero. Ofrece una expresión fresca y frutal con notas de zarza, frutos silvestres y vegetales frescos; es un tinto ligero y fácil de beber con final especiado. Bancales Olvidados (unos 17 €, 4.500 botellas) es una selección de uvas de viticultores de calidad de distintas subzonas de la DO a los que se apoya en el cultivo de sus viñas; son mencías de bajo rendimiento con edades que oscilan desde los 20 años hasta cepas centenarias. La mayor parte se cría en madera pero un porcentaje del 30% aproximadamente lo hace en acero inoxidable. Es un tinto más profundo y estructurado, con mayor expresión mineral y que explora una expresión más racial y del suelo.
Existen además seis vinos monovarietales, tres blancos y tres tintos. La godello, untuosa y expresiva se elabora a partir de varias fincas cultivadas en suelos de pizarra (24.000 botellas, unos 12 €); el Ponte da Boga Albariño (unos 12 €, 12.000 botellas) es una expresión interesante de la variedad con buen peso en boca y sensaciones muy frescas. La vibrante blanco legítimo es la última variedad blanca en incorproarse tras la reciente aprobación por parte del Consejo Regulador. En tintos, Porto do Lobos (unos 28 €, menos de 1.000 botellas) es un brancellao de laderas de alta pendiente; Capricho de Merenzao (unos 25 €, 2.600 botellas) explora el lado jugoso, fresco, floral y delicado de esta uva muy sensible y de piel fina que encantará a los amantes de Borgoña; finalmente Capricho de Sousón aporta una visión muy prometedora de esta variedad: jugosa, fresca y con capacidad de desarrollo en botella.
La bodega también elabora una serie limitada de vinos como homenaje a los estilos arquitectónicos representados en la Catedral de Santiago. El último en salir al mercado, Expresión Barroca 2013 (15 €, 5.500 botellas) tiene el aliciente de combinar la mencía con sousón, merenzao y brancellao ofreciendo un perfil complejo y profundo, con alta intensidad frutal, notas perfumadas, jugosidad y largura.
La bodega está abierta a visitas, pero algunos días de la semana sólo con cita previa. Se pueden consultar los detalles en su página web.