Pese a ser una de las más antiguas, es la más pequeña y, probablemente, también la más desconocida de las bodegas del Barrio de la Estación de Haro. Fundada en 1886 por Ángel Gómez de Arteche, en 1916 la compra la familia mexicana de origen riojano Gómez Cruzado. A lo largo del siglo XX estuvo liderada por distintos inversores hasta que en 2004 volvió a manos mexicanas gracias a la adquisición por parte de la familia Baños.
El hecho de que los vinos tuvieran bastante poca notoriedad en la segunda mitad del siglo XX y que en los últimos años se hayan podido beber casi más en México que en España, explica el desconocimiento general de la marca. Incluso resulta milagroso que la bodega no haya sido fagocitada por algunas de sus grandes vecinas.
Sin embargo, el proyecto actual es realmente interesante. La renovación de la gama arranca con la entrada del enólogo David González y su socio especialista en viticultura, Juan Antonio Leza, que convierten Gómez Cruzado en la fuente de algunos de los vinos más actuales del Barrio de la Estación.
Evidentemente, se han mantenido las etiquetas clásicas. El Crianza (70.000 botellas, unos 11 € en España) se basa en tempranillos de zonas frías e incorpora algo de garnacha en el ensamblaje. El Reserva (40.000 botellas, unos 17 €) es casi todo tempranillo y mantiene un estilo muy reconocible como Rioja aunque sin ser tan clásico como sus vecinos. Honorable (14.000 botellas, unos 25 €), la marca más antigua de la bodega, se comercializa como genérico y no se elabora en todas las añadas. Es el vino más concentrado y potente que se surte de viñas muy viejas de la Sonsierra.
Más innovadores desde un punto de vista de estilo resultan el blanco (60.000 botellas, unos 11 €) que combina viura y tempranillo blanco y crianza en madera y cemento; o el Vendimia Seleccionada (11 €, 15.000 botellas), un coupage al 50% de garnacha de zona fría (Badarán, Alto Najerilla) y tempranillo de la Sonsierra, ambos a gran altitud, muy fresco, balsámico y realmente diferente.
Recientemente ha salido al mercado una gama de tres vinos de diferentes terruños que llevan los nombres de distintos montes de la región y que quieren reflejar la idea de que Rioja es una denominación de denominaciones. El primero en llegar fue Pancrudo (3.500 botellas, unos 32 €), una garnacha de Badarán muy atlántica y vibrante que se cría parte en madera y parte en huevos de cemento. Completan esta nueva e interesante gama Cerro Las Cuevas (38 €), un tempranillo de Leza, y el blanco Montes Obarenes (3.000 botellas, 40 €) que mezcla viura y tempranillo blanco y se cría con sus lías en roble francés nuevo y en huevo de hormigón durante 12 meses.
La bodega está abierta de lunes a domingo. No hay que reservar si lo único que se quiere es catar los vinos, pero es necesario avisar para visitar las instalaciones o asistir a una cata dirigida de las etiquetas más representativas de la casa.