Perelada es la gran referencia vinícola del Empordà y actualmente un importante grupo en plena expansión. Miguel Mateu compró el complejo de edificios del castillo de Peralada en 1923 que incluía un bello monasterio en el que los monjes carmelitas elaboraron vino durante siglos. El cava Gran Clautro fue el primer vino que dio fama a la bodega ya que se sirvió en la visita del presidente de EE UU Dwight Eisenhower a España o en bodegas reales como la de Balduino y Fabiola de Bélgica.
En los años sesenta, Arturo Suqué, el yerno de Miguel Mateu y su sucesor al frente de las empresas familiares, comenzó a elaborar un blanco de aguja (el Blanc Pescador) con el enólogo Enric Serra que daría mayor volumen al negocio del vino. Sin embargo la era del vino de calidad se inicia con Javier Suqué, el nieto del fundador, que apuesta por plantar viñedo y por elaborar una gama de vinos apoyándose primero en variedades foráneas (cabernet, merlot y syrah) y en la última época dando más peso a las autóctonas cariñena y garnacha.
La bodega cuenta en la actualidad con cinco fincas (Garriga, Espolla, Garbet, Pont de Molins, Malaveïna) de su propiedad situadas en distintas zonas del Empordà que se benefician de la variada tipología de suelos y ubicaciones y les permite contar con viñedos de montaña y otros más mediterráneos.
La amplísima variedad de vinos incluye la gama de jóvenes Aromas Primarios y Jardins, una colección de monovarietales o la nueva gama Cigonyes que apuesta por variedades locales. Los tintos 3 Fincas (5 €) y 5 Fincas (9,5 €), que mezclan uvas locales y foráneas, destacan por su buena relación calidad-precio y mezclan uvas propias y de terceros.
Por encima de aquí todo se elabora a partir de viñedos propios y en muchos casos los vinos llevan el nombre de la finca de la que proceden salvo en el caso del muy serio Gran Claustro (29,5 €), un ensamblaje de garnacha (50%) con cabernet sauvignon y merlot en el que jugando con diferentes suelos y variedades se busca la máxima complejidad y capacidad de guarda. Con un 30% de monastrell, el Finca Espolla (15,45 €) es uno de los tintos más raciales de la casa. Finca Malaveïna (19,5 €), con mayor participación de variedades foráneas es un gran ejemplo de vino especiado, balsámico y mediterráneo, muy cercano a los vinos franceses del Roussillon. Del fascinante viñedo de Garbet, de suelos pizarrosos y terrazas que miran al mar en el cabo de Creus (el primer intento por recuperar la tradición vitícola de viñedos en terrazas completamente abandonada en estas laderas de la Costa Brava) nacen hoy dos tintos: el firme y muy mineral Finca Garbet (110 €) elaborado con syrah y cabernet y el nuevo Aires de Garbet (38 €), una garnacha tremendamente evocadora, jugosa y expresiva.
De La Garriga salen un monovarietal de cariñena (15,45 €) y un blanco de chardonnay y cariñena blanca (16,5 €). Es la finca más vieja y alberga también el viñedo experimental con el que se elaboran las en ocasiones extravagantes pero siempre interesantes Ex Ex (por “experiencias excepcionales”) de las que todos los años sale un ejemplo al mercado.
El grupo está presente desde hace tiempo en Priorat con un proyecto propio, Casa Gran del Siurana y al 50% junto con la familia Pérez (Martinet Viticultors) en Cims de Porrera. En Ronda, Málaga, se está trabajando en un proyecto vinícola-inmobiliario, La Melonera, del que ya hay vinos en el mercado. En 2017 adquirió del grupo navarro Chivite.
La visita a Perelada puede ser inolvidable si se disfruta de todo el complejo creado en torno al castillo: el casino, el convento con su claustro gótico y los museos que acogen las colecciones privadas de la familia Mateu-Suqué; y el hotel-golf-spa adyacente. En verano los jardines del castillo albergan el famoso Festival de Peralada con numerosas representaciones musicales y de danza.