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1. Celebración de altos vuelos. 2. Rodolfo Bastida y Rosana Lisa. 3. Mesa redonda. 4. Cata internacional. 5. Alberto Ruffoni, ganador del Spanish Wine Master. 6. Grandes reservas. 7. Garnacha centenario. 8. Las Amedias. Fotos: A.C.

Rioja

Ramón Bilbao cumple 100 años en un momento dulce para la compañía

Amaya Cervera | Lunes 11 de Noviembre del 2024

Celebrado a lo largo de varios días en sesiones diferenciadas para instituciones, prensa y distribuidores, el centenario de Ramón Bilbao mostró la potencia de la marca riojana y su voluntad de convertirse en dinamizador del vino español.  

El evento para prensa permitió recorrer las renovadísimas instalaciones de Haro, incluyendo la bodega boutique Lalomba, seguir de cercar las dos sesiones de la final internacional del Spanish Wine Master, competición que premia el conocimiento sobre vino español, y ver a Ramón Bilbao codearse con otras bodegas centenarias (Château Palmer, Niepoort, Catena Zapata y Frescobaldi) en una masterclass y una mesa redonda moderadas por los Masters of Wine Sarah Jane Evans y Pedro Ballesteros. No faltó una cena de gala servida por el restaurante riojano con dos estrellas Michelin Venta Moncalvillo y amenizada con vistosas actuaciones musicales. 

El poderío exhibido por la firma en los últimos años y su expansión hacia otras zonas (Rueda bajo la marca Ramón Bilbao, Rías Baixas con Mar de Frades y Ribera del Duero con Cruz de Alba) es el resultado de la inyección económica aportada por Zamora Company tras la compra de la bodega en 1999. Este grupo familiar construido en torno a Licor 43 es uno de los líderes del sector de bebidas espirituosas en España. La familia Zamora, de hecho, fue la anfitriona del evento a través de su actual presidente, José María de Santiago, tercera generación, y otros miembros del clan, además de su director general desde hace dos años, Javier Pijoan, la primera persona ajena a la familia que ocupa este cargo.

25 años en manos de Zamora Company

De su mano, Ramón Bilbao ha pasado de ser una bodega tradicional de Haro a convertirse en un actor clave de Rioja con proyección internacional. Exporta el 40% de la producción y desde 2019 está presente en el ranking de las 50 marcas de vino más admiradas en el mundo que publica anualmente la revista Drinks Internacional. La estrategia comercial ha ido bien acompañada en la parte de elaboración por la solidez aportada durante estos años por Rodolfo Bastida, director general y técnico, e ideólogo de la evolución de estilos y el lanzamiento de nuevas etiquetas. El encargo que recibió en su día fue: “Cubrir con creces las expectativas del consumidor”.

Rosana Lisa, química, enóloga y aspirante a Master of Wine, es la mano derecha de Bastida y artífice de innovación y conocimiento de la compañía. En el grupo desde 2011, ejerce de responsable de I+D desde 2015 y está al frente todos los vinos de gama alta. 

El posicionamiento de marca es doble. Por un lado, al consumidor final, con campañas sustentadas en una importante inversión publicitaria que han traído nuevos códigos de comunicación al vino. Por otro, a los prescriptores, con un relato actual apoyado en datos (de ahí la importancia del trabajo de Rosana Lisa) y tendencias que habla de viñedos de altura, cambio climático, nuevos horizontes de calidad en Rioja, rosados pálidos, o vinificación y crianza en hormigón.

Codearse con los grandes

El centenario no solo ha permitido escenificar el ADN actual de la compañía y sus logros. También ha afianzado la imagen de Ramón Bilbao como dinamizador del sector gracias al papel central que tuvo en la celebración la final internacional del Spanish Wine Master. El concurso, que arrancó el año pasado dentro de Spanish Wine Academy (plataforma de formación creada en 2018 para dar a conocer el vino español), reunió a los ganadores de las competiciones nacionales realizadas en Estados Unidos, México, Colombia, República Dominicana, Reino Unido y España. Los jugosos 15.000 € del premio fueron a parar finalmente al español Alberto Ruffoni.

La guinda del pastel fue la mesa redonda y la cata con productores de otras bodegas centenarias. Adriana Catena (Catena Zapata, Argentina) y Dirk Niepoort (Niepoort, Portugal) participaron en ambas junto a Rodolfo Bastida; y a la cata se unieron Château Palmer (Margaux, Burdeos) y el Brunello di Montacino Castel Giocondo de Frescobaldi. La degustación se cerró con un mágnum de Mirto 1999, añada inaugural de la marca. Fue el vino más viejo y el de color más cubierto, reflejando una época de búsqueda de concentración, fruta madura y notas tostadas, pero también con el sello del origen de las uvas en el municipio de Villalba, de los más frescos de Rioja Alta; de ahí el contrapunto de viveza en un paladar todavía firme y de buena amplitud.

La mesa redonda abordó temas como la continuidad de las empresas familiares centenarias, los retos del cambio climático, la sostenibilidad o las nuevas tendencias de mercado. Dirk Niepoort fue particularmente directo al apuntar que el mayor problema es el hombre (“la culpa del cambio climático es nuestra, no del clima”) y cargó contra la era Parker, muy orientada a vinos de grado elevado. “Igual no es tan difícil hacer vinos frescos. Los vinos de Niepoort de los últimos años son más ligeros, elegantes y frescos”, señaló. Añadió que se podía empezar por “no plantar viña en sitios malos y hacerlo bien; la actitud es lo más importante”. También advirtió de que lleva siglos construir una marca, pero que destruirla es muy fácil.

La productora e historiadora Adriana Catena dijo que el secreto de la longevidad es una mezcla de suerte, pasión y gente revolucionaria y dispuesta a trabajar. “Mi padre tuvo la idea loca de irse a la montaña y esa decisión nos ha permitido hacer frente al cambio climático”, explicó. Considera que la industria del vino tiene una responsabilidad colectiva para cuidar la tierra (“es una industria que contamina”) y en su caso se han tomado muy en serio la preservación de biotipos de viñas viejas que, debido a la ausencia de filoxera en Argentina, es material llegado de Europa antes de la plaga. “Como historiadora, entiendo el futuro mirando al pasado”, concluyó.

Rodolfo Bastida, por su parte, señaló que hay que asumir que lo que hoy se considera tradición fue innovación en su día. “Las tendencias van cambiando, pero nosotros también tenemos responsabilidad sobre esas tendencias. Creo que cuando plantamos una viña tenemos que hacer un ejercicio de responsabilidad porque estamos creando una fábrica de uva para durar 50, 70 u 80 años”, dijo.

100 años de evolución

Es significativo que la fecha de fundación de una bodega obsesionada por la imagen de marca en su última etapa bajo el grupo Zamora no se corresponda con el inicio de la actividad vinícola, anterior a 1924, sino con el registro de sus marcas. Ramón Bilbao falleció en 1929 y le sucedió su hijo Enrique Bilbao, cuyo nombre aparece ya en las etiquetas de los años treinta y décadas posteriores junto a términos habituales en la época como Rioja Clarete. Algunas de estas etiquetas antiguas incluían la gama completa de referencias de la bodega con blancos y tintos de segundo y tercer año y el Viña Turzaballa con indicación de “alambrado” en alusión a la redecilla antifraude que recubría la botella en su versión tinta y una versión blanca con la coletilla de “abocado”.

En la obra Los vinos de España (1971) de José del Castillo la bodega aparece citada como Herederos de Enrique Bilbao y se alude a sus “tintos ligeros de fino bouquet”. A principios de los setenta, la bodega se convirtió en una sociedad anónima. 

Cuando Zamora Company compró la firma en 1999, apenas tenía dos hectáreas de viñedo en propiedad. Producía medio millón de botellas al año y era una empresa rentable. “Los vinos eran muy clásicos en un estilo que se correspondía con los formatos de la época; barricas viejas y con la crianza imponiéndose al terruño”, recuerda Bastida. La gama se limitaba a la trilogía de Crianza, Reserva, Gran Reserva con el añadido ocasional de Viña Turzaballa. “Esta marca se hacía en muy pocas ocasiones y solo en cosechas excelentes; podían pasar cinco, seis y hasta 10 años hasta que saliera una nueva, pero cuando se elaboraba había un cierto volumen y se vendía durante varios años; era un vino de colección. Dejamos de elaborarlo porque en muchos mercados les costaba pronunciar el nombre. La última añada fue 1999”. 

La costumbre de numerar las botellas en algunos de los viejos Viña Turzaballa que se encontraron (hay un 81 que constata una “producción limitada de 135.780 botellas”) fue la inspiración para hacer lo propio en el Edición Limitada, el primer vino moderno de la casa junto al top Mirto que se presentaba entonces como un rioja de “alta expresión”.

La gama clásica de Crianza, Reserva y Gran Reserva se ha ido actualizando convenientemente a lo largo de los años gracias a la renovación del parque de barricas y al mayor protagonismo de la fruta, especialmente en el caso del Crianza. Se mantiene el compromiso de estilo con el roble americano frente al francés que se utiliza en las gamas modernas.

La década de 2010 marca un mayor acercamiento al terruño a medida que crece el viñedo propio (hay ya 255 hectáreas solo en Rioja). De particular importancia fue la compra en 2014 de casi 100 hectáreas de viña en las laderas del Monte Yerga que constituyen el germen de Lalomba. También la exploración de parcelas en altitud y un interés creciente por la garnacha que dio origen primero a Viñedos de Altura (50% tempranillo, 50% garnacha) y más recientemente, en versión monovarietal, a Límite Sur (garnacha de Yerga criada en distintos recipientes) y a un Edición Limitada Garnacha. No hay que extrañarse de que uno de los vinos del centenario sea una garnacha criada 100 meses en hormigón. 

Retos de futuro

Aunque Ramón Bilbao pueda presumir de vivir su momento más dulce, el contexto no es el más favorable. El descenso internacional del consumo de vino, unido a la demanda decreciente de tintos no ayuda particularmente a Rioja, donde los efectos del cambio de tendencia se empiezan a sentir con fuerza.

En blancos, la apuesta del grupo ha sido crear proyectos específicos que permitieran un mayor volumen de producción en Rueda y Rías Baixas. En Rioja, se ha iniciado una línea de trabajo por la línea de la innovación con el lanzamiento de Límite Norte, un reserva atípico que mezcla tempranillo blanco y maturana blanca. El producto no tinto de más éxito de la firma es el rosado premium Lalomba Finca Lalinde, referencia indiscutible de la categoría en Rioja. Bastida lo tiene claro: “Se ha acabado el tiempo en el que los blancos y rosados eran vinos menores”.

Los dos tintos de Lalomba, Finca Valhonta y Finca Ladero, procedentes de parcelas de Villalba (Rioja Alta) y Yerga (Rioja Oriental) respectivamente, tienen bastante más competencia para igualar esta posición. Pese a las altas puntuaciones y a la originalidad del uso de hormigón en su elaboración, los prescriptores suelen mostrar más interés por proyectos más pequeños con un compromiso muy fuerte con el terruño. Mirto se ha visto relegado a menudo en este sentido y podría ocurrir también con Lalomba. Donde mejor se ha movido la bodega hasta la fecha, demostrando una gran capacidad para crear productos originales y diferenciados es en la banda de 14 a 22 €. 

Habrá que ver cómo funcionan los Early Harvest de grado alcohólico bajo (11% vol.) que se han lanzado este año y que constituyen la última novedad de la línea de innovación que ha tenido tanto peso durante toda la era de Zamora Company. Con una presentación muy cuidada, el verdejo de Rueda y la garnacha de Rioja en versión rosada parecen alternativas dirigidas más al público general que a los aficionados. Además de mirar hacia un nicho de mercado al alza, se sitúan, según Rodolfo Bastida, en una “franja caliente de consumo entre los 12 y 18 € en la que el consumidor está dispuesto a pagar más cuando hay una innovación asociada”. Hay algo más de 20.000 botellas de cada referencia, inicialmente ideadas para el mercado nacional, pero que tras la buena acogida que tuvieron en Prowein, podrían viajar también fuera de España. La apuesta es firme y se vio claramente en la amplia visibilidad que tuvieron los dos vinos en los eventos del centenario.

La historia de Ramón Bilbao en siete vinos

Lo que sigue es una selección personal a partir de todos los vinos catados en los actos del centenario y durante una intensa visita a la bodega en el mes de abril.

Ramón Bilbao Gran Reserva 1996 Tinto. Mi añada favorita entre las anteriores a la compra por parte de Zamora Company dentro de una vertical realizada en la bodega en abril. Hay que decir, eso sí, que el ensamblaje lleva la firma de Rodolfo Bastida, que se incorporó en 1999, el mismo año de la compra. Especiado (nuez moscada) tabaco rubio, conservando la frescura en nariz y con un paladar vibrante, equilibrado y jugoso. Buen representante del saber hacer de la crianza en Rioja en una añada de corte atlántico que da esa delicadeza que no es nada fácil de conseguir. Otras añadas recomendables de esa vertical fueron 2010 (gloriosa y en un gran momento) y 2015 por su buen potencial de guarda.

Mirto 2006 Tinto. Este es el Mirto que se coronó en el concurso Tempranillos al Mundo. Se elaboró, al igual que el 1999 que probamos en la cata de bodegas centenarias, con uvas de Villalba de Rioja, zona fría de Rioja Alta. Muy cubierto de color, con fruta en licor, especiados, cacao y un fondo mentolado y de bombón de licor. En boca es potente, con tanino granulado, muy entero 18 años después y con un buen contrapunto de acidez que hace que se beba muy bien. Nuevamente, refleja el estilo de elaboración de toda una época.

Ramón Bilbao Viñedos de Altura 2021 Tinto. Mi favorito de la gama por su frescor extra, elevados niveles de expresividad (piel de naranja, hierbas, fruta roja), buena dimensión aromática y la particular energía que transmite. El 50% de garnacha en el ensamblaje y la calidad extra de la cosecha 2021 lo convierten en un trago muy especial.
83.000 botellas. 16 €.

Ramón Bilbao Crianza 2021 Tinto. El buque insignia de la casa, elaborado con uvas de distintos puntos de rioja (para Bastida, una “mezcla regional”) y criado en roble americano. La excelente cosecha 2021 ratifica el cambio de estilo hacia un perfil más frutal, con fondo herbal y madera muy discreta. En botella de 430 gramos. Impecable dentro de su categoría.
2,5 millones de botellas. 10 €

La Lomba Finca Lalinde 2022 Rosado. Un vino de diseño impecable por su adecuada mezcla de garnacha y viura, y el trabajo con hormigón. La bodega elaboró una versión con madera, pero, desde mi punto de vista, el hormigón da más precisión a la fruta y delinea mejor el vino. Aunque 2022 fue una añada muy cálida y la acidez se siente ligeramente más baja, siempre encuentro más complejidad y una textura más refinada en Finca Lalinde con un año más de botella. Hay buen equilibrio y la fruta se mantiene muy bien. 

Ramón Bilbao Las Amedias 2019 Blanco (Rueda). Una pequeña incursión en Rueda para destacar este nuevo blanco que sale también para celebrar el centenario. Se elabora a partir de la parte más cascajosa de las cepas más viejas de verdejo de la finca de Las Amedias de Rueda donde se sitúa la bodega, plantadas en 1999. Hay un 15% de sauvignon blanc muy bien integrado en el conjunto del vino gracias a una crianza de 24 meses en foudre y 12 más en hormigón. Cítricos maduros, hinojo, ahumados sutiles. Con entidad en boca, untuoso, tensionado y con buena acidez. Una visión seria y ambiciosa de la región.
5.000 botellas. 45 €.

Ramón Bilbao Garnacha Centenario 100 meses hormigón 2015 Tinto. ¿Cómo responde una garnacha de Yerga al reto de envejecer durante más de ocho años en hormigón? El resultado es sorprendente: con muy poca evolución de color, una nota floral de violeta, confitura de ciruela y un deje cárnico sobre un fondo especiado (pimienta negra). En boca no es una garnacha liviana; tiene su cuerpo, pero se expresa con intensidad y se siente jugosa y sabrosa. Una experiencia más llamativa que el Gran Reserva 2001 (120 €) embotellado también para la ocasión con larguísima crianza de 10 años en barrica y ocho años entre tintos de madera y hormigón. 
3.000 botellas. 95 €

RAMÓN BILBAO EN CIFRAS 

En 2023, Zamora Company estableció un récord de ventas de 268 millones de euros. De este importe, el 40% correspondió a la división de vinos (ver gráfico inferior) en la que se incluye la marca de sangría Lolea. Ramón Bilbao, que engloba las bodegas de Rioja y Rueda, representó el 27% y la bodega de Rías Baixas Mar de Frades el 6%.

La producción de Ramón Bilbao en Rioja supera los cuatro millones de botellas. De estas, más de la mitad, dos millones y medio, corresponden al Crianza. Mar de Frades y Ramón Bilbao Rueda producen 1,9 millones de botellas cada una, mientras que Cruz de Alba, en Ribera del Duero, se mueve en cifras más modestas: 180.000 botellas.

Año

Ventas Grupo Zamora

(en millones de euros)

% División Vinos

2021

220

43%

2022

265

36%

2023

268

40%

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