Gran introductor de los vinos españoles en Estados Unidos desde que en 1987 fundara su importadora Fine Estates from Spain y con fama de intervenir en los vinos de sus bodegas representadas, a finales de los años noventa Jorge Ordóñez entró en el accionariado de Bodega Numanthia en Toro (hoy grupo LVMH) junto a la familia Eguren para pasar en la década de los 2000 a involucrarse de lleno en la producción de vino en España. Puso especial énfasis en zonas que estaban en pleno desarrollo en ese momento y en otras prácticamente desconocidas pero con un importante patrimonio de viñedo viejo y gran potencial de calidad. En 2003 crea también un proyecto propio en su Málaga natal para recuperar los vinos dulces de moscatel de la montañosa y fascinante comarca de la Axarquía.
Sus primeros proyectos creados junto a socios locales se convirtieron rápidamente en referencia de sus respectivas zonas: Viña Nora (Rías Baixas), Naia (Rueda), Cénit (Zamora) o Mano a Mano (Castilla-La Mancha). Cuando Avante Selecta (Grupo Inveravante) adquiere estas firmas en pleno momento de crecimiento y desarrollo en España, Ordóñez repite la fórmula en sociedad con la familia Gil de Jumilla, pero tras romperse esta colaboración y dividir sus activos vuelve a empezar de nuevo. Desde 2002 no obstante mantiene la colaboración con la familia San Martín de Bodegas Borsao en el proyecto de Campo de Borja Alto Moncayo con vinos diseñados por el enólogo australiano Chris Ringland.
En la actualidad el Grupo Jorge Ordóñez está conformado por las bodegas Avancia (Valdeorras, Galicia), La Caña (Rías Baixas, Galicia), Jorge Ordóñez (Toro y Rueda, Castilla y León), Breca (Calatayud, Aragón) y Jorge Ordóñez & Co. (Málaga, Andalucía).
En su amplísimo portfolio se combinan vinos de entrada de gama que buscan un acercamiento directo a variedades y zonas, y etiquetas de gama alta que aspiran a estar entre lo más destacado de sus respectivas regiones. El estilo de los tintos ha estado siempre enfocado a buscar bocas opulentas y maduras, con participación de maderas nuevas; vinos golosos en sus versiones más básicas, y potentes y espectaculares en el caso de los top. Quizás el estilo más refinado se encuentre en los blancos, con ejemplos muy destacados en las dos bodegas gallegas, Rueda y Málaga.
Parte de la singularidad del porfolio malagueño se debe al diseño del gran enólogo austriaco especialista en vinos dulces Alois Kracher y, tras su muerte, de su hijo Gerhard. A diferencia del tradicional asoleo de la zona, el proceso de deshidratación de la moscatel destinada a vinos dulces se realiza a cubierto, lo que marca un estilo diferente con acideces más elevadas. La gama de vinos dulces va desde vendimias tardías a uvas con mayor potencial de azúcar hasta llegar al Esencia elaborado al estilo de los Tokaj que con más de medio kilo de azúcar residual y bajísima graduación que se comercializa fuera de DO al no estar presente en la tipología de la zona. Técnicamente son vinos naturalmente dulces sin alcohol añadido.
Ordóñez ha sido además un gran dinamizador de esta región de viticultura necesariamente artesanal y esforzada con el lanzamiento de nuevas categorías de vinos apoyados en la moscatel local. El excelente Botani (12,5 € en España) ha marcado el modelo de los blancos secos elaborados con esta variedad. Y la versión espumosa (12,5 €) muestra cómo se puede utilizar el metódo granvas (fermentación en depósitos grandes) para elaborar un vino de corte comercial y algo de azúcar residual con muy buena calidad. La gama incluye también una garnacha de perfil más ligero que las de Calatayud en el mismo rango de precio.