Este proyecto arrancó en 1995. Las instalaciones de elaboración están situadas en el municipio de Villaester que entra aún dentro de la provincia de Valladolid y en la actualidad cuentan con 90 hectáreas de viñas propias, muchas de ellas en pie franco como es habitual en la zona dado el perfil arenoso de sus suelos resistentes a la filoxera.
A pesar de haberse hecho un nombre como enólogo de Vega Sicilia (Ribera del Duero) e impulsor de Mauro en Tudela de Duero, Mariano García ha reconocido en alguna ocasión que el vino del que se siente más orgulloso es San Román. “Toro tiene un potencial enorme de tintos y yo intuía que se podía hacer vino de calidad e ir contra el tópico de que los vinos de la zona no envejecían bien”, ha dicho.
Mariano forma un tándem casi perfecto con sus hijos Alberto (tareas comerciales y de gestión) y Eduardo (director técnico y de viticultura que ha transformado todo el viñedo de la familia al cultivo orgánico), quien defiende que variedades ibéricas como la bruñal, la touriga o la baga podrían ser muy interesantes en Toro. Para Eduardo, la finura en la zona está ligada a la mayor proporción de arena en el suelo dentro de un perfil general de base de arcilla, pero grosores muy variables de la capa de arena.
La gama actual de vinos se inicia con el tinto de relación calidad-precio Prima (unos 12 € en España, ligeramente por debajo de las 200.000 botellas) que incluye algo de garnacha y un poco de malvasía en el ensamblaje junto a la tinta de Toro. El tinto central, con más perfil de potencia y mineralidad, es San Román (entre 80.0000 y 90.000 botellas, unos 30 €). A finales de 2016 se lanzó Cartago, un tinto de precio superior que se estrenó con la añada 2012. De producción reducida (menos de 2.000 botellas, 85 €), procede del paraje conocido como El Pozo y está elaborado con viñas de 40 a 50 años de tinta de Toro.