Esta bodega es el proyecto personal de Carlos San Pedro, uno de los enólogos más destacados de Rioja y un claro representante de la modernidad en la región. Miembro de una conocida saga de hombres del vino de Laguardia (Rioja Alavesa), empezó a trabajar en solitario con uno de los viñedos familiares plantados por su padre, La Viña Grande (o Finca Valdepoleo), de 15 hectáreas, situada a algo más de 600 metros de altitud bajo la sombra protectora de la Sierra de Cantabria. 1998 fue la primera añada en el mercado aunque no contó con bodega propia hasta tres años más tarde.
De esta primera viña y con adición de alguna otra parcela nació el tinto básico de la bodega, Pujanza, un 100% tempranillo elaborado a partir de 11 parcelas que envejecían por separado y cuyo coupage se decidía cada año en función de las características de la cosecha y la evolución de los vinos. A partir de la cosecha 2011, esta marca desaparece y es sustituida por Finca Valdepoleo (19 €, 70.000 botellas), que se centra en la viña originaria y se presenta en botella borgoña.
Existen además tres vinos de pago que también con la cosecha 2011 cambian de imagen. El más importante es Pujanza Norte (40 €), ahora en botella borgoña, que procede de una de las viñas más altas de Laguardia (650 metros), una parcela larga, estrecha y siempre azotada por el viento (de ahí el nombre). Su padre le regaló el terreno el día de su 18 cumpleaños y Carlos plantó la viña con sus propias manos. Cisma (130 €) es una rareza que viene de la muy pequeña parcela La Valcavada, plantada directamente (en pie franco y sin injertar) por su abuelo hace más de 80 años. El estilo es más borgoñón y el precio notablemente más elevado. Más anecdótico aún es el blanco de viura Pujanza Añadas Frías, de la parcela San Juan de Anteportalatina, caracterizada por su altura (600 metros) y un suelo de alta influencia calcárea. Como su propio nombre sugiere, sólo se elabora en las cosechas más frescas. El cambio climático no ayuda mucho y de ahí que los únicos ejemplos hasta la fecha correspondan a las cosechas 2007, 2010 y 2013.
El “efecto crisis” trajo hace unos años un tinto de corte más frutal e inmediato, pero envejecido hasta 12-13 meses en barrica: Pujanza Hado (unos 11 €). La reestructuración de la gama le ha beneficiado porque a partir también de la cosecha 2011 cuenta con algunas parcelas que antes iban a Pujanza.
En general, los vinos de Carlos San Pedro son un buen ejemplo de modernidad en Rioja. Sólo se utiliza roble francés y el acento está en la fruta, la expresión y la amplitud en boca, pero sin perder de vista la acidez como hilo conductor, lo que contribuye a que sean en general muy bebibles y equilibrados.