Esta bodega familiar liderada por Roberto Antón Aguirre, biólogo con especialización en ornitología, busca recoger el testigo del bisabuelo Ricardo Agramonte, alias Rebote, que en el siglo XIX elaboraba vino en una pequeña bodega situada en los bajos de su casa en Ablitas, en la Ribera Baja navarra.
El gran patrimonio de Ubeta es su viña: 30 hectáreas de más de 45 años con dominio de la garnacha y certificadas en ecológico que se extienden por los municipios de Ablitas, Barillas, Cintruénigo y Fitero, en una zona fronteriza con Aragón y bajo la presencia majestuosa del Moncayo. Es la zona más elevada de la Ribera Baja, con viñas que se sitúan entre los 400 metros de altitud y algo más de los 500 metros en la zona de Fitero, donde se siente más la influencia del Sistema Central.
En las viñas viejas han conservado la diversidad de variedades minoritarias como garnacha roya (o gris), pasera (o rojal; la uva que se colgaba para secar y comer), vidau, garzuela (un cruce de garnacha y mazuelo), morate o desgranadera (tinto velasco).
El clima es continental, con escasa pluviometría y marcado por la influencia del cierzo, viento fresco y seco característico del valle del Ebro capaz de refrescar las uvas y conseguir una maduración más lenta. Los suelos son bastante pedregosos, con abundancia de canto rodado, arrastre de arcillas y base calcárea.
Aguirre, que hizo un máster en enología y compatibiliza el trabajo en la bodega con su actividad profesional como ornitólogo, tenía claro que el objetivo era hacer vinos ecológicos, un sello que abre las puertas a mercados europeos como Alemania, Suiza, Bélgica, Holanda o Reino Unido y otros más lejanos como Japón.
La bodega, donde se elabora desde la cosecha 2016, está edificada en su mayor parte bajo tierra, lo que les permite contar con una climatización natural. Trabajan con levaduras naturales y utilizan recipientes de distinto tipo para la crianza: foudre, hormigón y barricas.
De momento vende parte de sus uvas, aunque Aguirre llama la atención sobre la poca disposición a pagar un precio justo por las viñas viejas, en las que una gran parte del trabajo es manual.
La gama de vinos está centrada en la garnacha. Arranca con una trilogía que versiona la variedad en un tinto con crianza en hormigón y barrica (20.000 botellas), una garnacha blanca fermentada en barrica (5.000 botellas) que también realiza un envejecimiento mixto y un rosado. El blanco (5.000 botellas) lleva un mínimo aporte de viura y los otros dos incorporan un 5% de esas variedades minoritarias que están presentes en las viñas viejas. Se comercializan en España sobre 19 € salvo el rosado que se vende a 12 €.
Ubeta Joven de Viñas Viejas (3.000 botellas, 17 €) aporta la originalidad de estar elaborado con racimos enteros y criado en hormigón. El top es Berabal de Ubeta (1.650 botellas, 60 €), una garnacha profunda que se elabora con las parcelas más viejas, fermenta en foudre y se cría en foudre y hormigón.
