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BODEGAS

He aquí uno de los proyectos vinícolas creados tras la entrada del grupo alemán Henkell en el accionariado de Freixenet con objetivo de preservar los viñedos familiares de los Ferrer y los proyectos vinícolas asociados a ellos, fundamentalmente el cava de paraje calificado Can Sala y el tinto La Freixeneda.

Vins Familia Ferrer nace oficialmente en 2018 con José María Ferrer, quinta generación, al frente. Su padre, Josep Ferrer Sala, presidente honorario de Freixenet y propietario de algo más del 40% de las acciones, no quiso que las bodegas y fincas históricas fueran parte de la multinacional.

En la actualidad, Vins Familia Ferrer cultiva casi 200 hectáreas. Seleccionan las mejores uvas para sus vinificaciones y venden el resto a terceros (incluido Freixenet). Hay tres grandes bloques de viñedo. Algo más de 40 hectáreas se encuentran en el Coster del Bitlles, en la zona de influencia de Sant Sadurní d’Anoia y otras tantas en la zona más alta de San Quintín de Mediona (Alt Penedés) entre los 500 y 715 metros de altitud. La propiedad principal, con unas 120 hectáreas de viña, corresponde a la finca La Freixeneda, la masía Mediona (también en Alt Penedès) donde comenzó la historia de la familia hace más de 400 años. Allí nació Pedro Ferrer Bosch, el pequeño de la familia, al que se le conocía con el diminutivo de “el Freixenet”.

Su matrimonio con Dolores Sala le llevó a trasladarse a la casa de los Sala en el cercano municipio de Sant Quintí de Mediona. Los Sala habían sido boteros, pero habían dado el salto a la elaboración de vino, con bodega y viñedos propios. Con Pedro Ferrer al frente del negocio, el estallido de la I Guerra Mundial disparó la demanda de burbujas en el mundo y en 1914 Dolores y Pedro elaboraron su primera botella de espumoso. Cuando casi un siglo más tarde Freixenet se plantea elaborar un cava de muy larga crianza elige este escenario y busca reflejar la esencia del Alt Penedès utilizando la variedad dominante de esta zona alta y fresca, la parellada, en al menos la mitad del ensamblaje y completando el resto con xarel.lo. Los porcentajes varían cada año. En la primera cosecha 2004 se quedaron en 70% xarel.lo y 30% parellada, pero en 2005 se invirtieron las proporciones para alumbrar un cava de gran delicadeza y con una sorprendente y lenta evolución en botella.

El cava nace con el nombre de Casa Sala, pero en la cosecha 2007 cambia a Can Sala por la normativa asociada a su reconocimiento como Cava de Paraje Calificado (CPC) en esa añada. De 2007, de hecho, llegaron a comercializarse tres etiquetas: una primera como Casa Sala Freixenet antes de la concesión del paraje, una segunda como Can Sala Freixenet CPC y una tercera, tras la salida de la marca del grupo, como Can Sala CPC.

La gama actual está compuesta por Can Sala (70 € en España), que cuenta con una crianza mínima de 120 meses en rima, y Vinyes de Can Sala (35 €, también con categoría de cava de paraje calificado), que envejece durante al menos 72 meses y se elaboró por primera vez en la cosecha 2013. Ambos son brut nature y el degüelle se realiza a mano. Uno de los aspectos más particulares de la elaboración es la vieja prensa vertical de madera de 1895 homologada por Champagne que, con rendimientos del 50%, da mostos de gran calidad. La casa tiene también el sello de “viticultor integral” que avala que todo el prensado y la vinificación se realizan en la propiedad. Entre ambas marcas no se superan las 15.000 botellas.

Gracias a la gran capacidad de envejecimiento de Can Sala, hay una gama enoteca de añadas históricas desde la inaugural de 2004. Estos cavas se presentan con una etiqueta diferente en la que se destaca el año de cosecha.

Los vinos tranquilos se elaboran en La Freixeneda, la vieja masía familiar de los Ferrer rodeada de viñedo en un paisaje idílico. El tinto top (4.000 botellas, 60 €) nació con el mismo nombre de la finca, pero se ha rebautizado como Josep Ferrer. Utiliza una vinificación muy poco habitual en España inspirada en los amarones italianos. Deshidratan partidas de cabernet sauvignon en cámara que luego mezclan con otros porcentajes de esta variedad y de garnacha, y envejecen en botas de roble de Eslovenia de 1.200 litros. Se añade gas inerte antes del embotellado en lugar de sulfuroso y el vino se presenta en el mercado con tapón de cristal y sin crianza en botella. Como en su día la DO Penedès no reconocía el formato de bota, se recurrió al aval de DO Catalunya, que es el que se ha mantenido para el resto de vinos tranquilos de la familia que se elaboran con viñas de esta región.

Tanto Can Sala como Josep Ferrer fueron creaciones de Josep Buján, el veterano enólogo de Freixenet, ya retirado. En la actualidad, la dirección técnica está en manos de Judit Llop.

La gama de tintos de La Freixeneda se completa con el pinot noir de corte mediterráneo Costers de l’Ànima (2.000 botellas, 28 €) y la garnacha Gloria Noguer (38 €, 3.000 botellas), elaborada con viñas centenarias y envejecida en un depósito ovoide de granito durante siete meses. En Priorat, en la bodega Morlanda con 50 hectáreas de viña propia en Bellmunt del Priorat, cuentan con una marca propia para Familia Ferrer, Prior Terrae, bajo la que elaboran un coupage de 50% garnacha y 50% cariñena. Además, comercializan la marca Vol de l’Àguila en versión tinta ensamblando las mismas variedades, y blanca a partir de garnacha blanca. Estos dos últimos vinos se crían en vasijas de arcilla.

Los blancos que se elaboran en La Freixeneda con producciones que, de momento, tampoco van más allá de las 3.000 botellas y variedades autóctonas son especialmente interesantes. La gama arranca con el jugoso y floral Macabeo Granit (22 €), elaborado con uvas de una viña centenaria cultivada en este tipo de suelo y que, para cerrar el círculo, se cría un año en huevo ovoide de granito. De la misma parcela nace Cau dels Penitents (28 €), en alusión a una pequeña sierra que se divisa desde la viña y que forma parte de Montserrat, pero en esta ocasión el vino fermenta y se cría en barrica de acacia, por lo que el perfil y la textura cambian radicalmente combinando toques cítricos, hierbas mediterráneas y tostados. Hay también un xarel.lo untuoso fermentado y criado con sus lías en ánfora: Camí de Sagraments, que alude al camino cercano que utilizaban los curas para impartir los sacramentos en las masías de la zona.

Estos dos últimos blancos y el pinot noir Costers de l’Anima forman una trilogía que utiliza nombres con alusiones religiosas y para la que se ha ideado una serie de etiquetas en blanco y negro que reproducen ilustraciones del siglo de XVIII realizadas por Gustave Doré para la Divina Comedia de Dante Alighieri.

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