Un nuevo nombre a seguir en Rioja, Bodegas Bideona nace con el objetivo de llevar a la botella algunos de los terruños más característicos de Rioja Alavesa. Detrás están el empresario vasco curtido en el mundo de txakoli, Gorka Izagirre, y Península Viticultores al frente de la elaboración, gestión y comercialización.
De esta forma, Península Viticultores, con los Masters of Wine Andreas Kubach y Sam Harrop al frente, repiten un modelo similar al que establecieron con el empresario Jesús Cantarero para la gestión de Fontana en Cuenca (Castilla-La Mancha). Y, al igual que Cantarero, Izagirre también ha pasado a forma parte del accionariado de Península.
La entrada en Rioja se produce con la compra de Bodegas Arabarte por parte de Gorka Izagirre en mayo de 2018. Situada en Villabuena de Álava, su gran activo eran las aproximadamente 100 hectáreas de viñedo de las que se surtía. En total, unas 300 parcelas cultivadas a los pies de la Sierra de Cantabria y repartidas entre los municipios de Villabuena, Leza, Samaniego, Navaridas, Laguardia y Baños de Ebro. Con una edad media de 55 años, una parte importante eran viñas plantadas en los años veinte, treinta y cuarenta del siglo XX, bastante antes de la entrada masiva de clones en la región. Para Kubach y Harrop es un material ideal para dibujar una Rioja Alavesa contemporánea centrada en vinos de origen y no tanto de estilo, elegantes, bebibles y aptos para el envejecimiento.
La zona de trabajo actual se ha expandido a toda la vertiente norte del Ebro, caracterizada por esos viñedos tradicionales y suelos calcáreos.
La bodega se estrenó con una cosecha de muy buena calidad, la 2018, que se elaboró en instalaciones improvisadas bajo carpas porque los depósitos de Arabarte eran demasiado grandes para poder realizar una vinificación adaptada a los distintos terruños. En la actualidad, hay ya una nueva bodega operativa. El objetivo a medio plazo es procesar 900.000 kilos de uva al año.
La gama se ha estructurado en forma de pirámide de acuerdo con una filosofía borgoñona que pretende abarcar desde coupages de entrada de gama a vinos de paraje.
Las dos cuvées de la base de la pirámide, una blanca y otra tinta, se presentan como vinos de zona con el distintivo de Rioja Alavesa y se comercializan en el entorno de los 9-10 €. Sus nombres hacen alusión a la forma tradicional de cultivo de las variedades blancas y tintas en la región: Viura de Cabezadas en el caso del blanco elaborado sin madera y Tempranillo de Laderas para el tinto, con solo una cuarta parte del vino criado en roble.
En el siguiente escalón elaboran también un blanco y un tinto bajo la marca Las Parcelas (ambos alrededor de 15 €) a partir de una selección de viña vieja asentada en suelos calizos. En ambos casos, solo una cuarta parte del vino envejece en madera.
Los vinos de municipio (en el entorno de los 29 €) se elaboran a partir de viñedos tradicionales de la Sonsierra anteriores a la llegada de las selecciones clonales. Esta gama se topó con la reglamentación del Consejo Regulador que vinculaba la categoría a la ubicación de la bodega. De ahí que se comercializaran con nombres cifrados que dejaban entrever la identidad de los pueblos: L4GD4 por Laguardia (fresco, aéreo, fruta roja), V1BN4 por Villabuena (más redondo, maduro y con bastante centro de boca), L3Z4 por Leza (fruta madura, estructurado, buena acidez y con mimbres de guarda) o S4MG0 por Samaniego (textura acariciante). Aunque la nueva reglamentación permite distinguir con el indicativo "viñedo en" los vinos de los pueblos que no cuentan con instalaciones de elaboración propias, la bodega piensa mantener los nombres originarios.
El último desarrollo en la gama han sido los vinos de paraje. De producción muy limitada, la idea es trabajar puertas adentro con unos 12 parajes y lanzar cada año entre tres y seis referencias. El objetivo es que los vinos lleguen al mercado cuando estén listos, sin importar que puedan convivir en el tiempo distintas añadas. Algunas de estas viñas están registradas como viñedo singular, pero la bodega no las va a comercializar con este sello porque no está de acuerdo con el hecho de que cada año deban pasar la calificación de un comité especial de cata. La producción no va más allá de las 2.000 botellas y los precios se sitúan entre los 70 y 95 €.
Los primeros parajes en salir al mercado han sido Cofrades, Leizagoia y Galtzada. Cofrades es la viña favorita del equipo técnico en Leza por la gran diversidad de clones que contiene. El vino es profundo y fluido, con un marcado carácter especiado. Se cría en barricas de 500 litros al igual que el más potente y estructurado Lezagoia, que nace de la unión de cuatro parcelitas plantadas entre 1930 y 1950 en el paraje del mismo nombre. Galtzada es otra historia: una garnacha de Lanciego aérea, expresiva y con una explosión notable de notas herbales.