Manuel Herrera Coronado es la tercera generación de una familia castellana muy vinculada al vino. Su abuelo ya fue técnico de bodegas como Pérez Pascuas en Ribera del Duero y su padre, Pascual Herrera, actual presidente del Consejo Regulador de Cigales, es una figura clave en el sector en Castilla y Léon.
Nacido en 1975 y con formación de sumiller, la trayectoria de Manuel ha estado más centrada la hostelería, siempre en proyectos ligados con el vino, pero con la cosecha 2013 pone en marcha su propia línea de vinos. Decide trabajar en Cigales, tras su descubrimiento de garnachas viejas en la zona que habitualmente se diluían en la mezcla para vinos rosados y paralelamente empieza a trabajar en Madrid. En la actualidad elabora cerca de 40.000 botellas y cuenta con siete hectáreas propias y nueve más arrendadas en Cigales, casi todas en el entorno de los 800 metros de altitud.
La gama de vinos, dinámica y variada, combina etiquetas de entrada de gama con nombre tan divertidos como Musculoso, Espacial o Caramulo (la mayoría los ha elegido junto a sus hijos que también han contribuido haciendo los dibujos de muchas de las etiquetas) y con los Finca Herrera, que quieren incidir en terruños y variedades de gran tipicidad. En Cigales elabora un tempranillo (unos 13 € en España, 4.000 botellas) y un Garnachas (en plural), que combina garnacha tinta, gris y tintorera (alicante bouschet) (unas 3.000, botellas, 13 €). A destacar también su Bailarina (9.500, botellas, 7-8 €), una versión moderna y atractiva de la malvar de Madrid, una variedad blanca muy tradicional pero aún con escasos ejemplos de calidad. Se elabora con uvas de Villarejo de Salvanés y Chinchón, fermenta en hormigón de 5.000 litros y reposa unos 30 días con lías.